Los sica­rios del impe­ria­lis­mo en la Gue­rra de Yemen

Esta­dos Uni­dos y Rei­no Uni­do han sido los prin­ci­pa­les bene­fac­to­res del rei­no sau­dí en sus seis años uti­li­zan­do su pode­río mili­tar para doble­gar a Yemen. Los dos paí­ses han pro­por­cio­na­do miles de millo­nes de dóla­res en armas de alta tec­no­lo­gía, inte­li­gen­cia y for­ma­ción a la monar­quía más repre­si­va de Orien­te Medio. Sin embar­go, según las con­fe­sio­nes de seis hom­bres dete­ni­dos el mes pasa­do en la actual bata­lla por la estra­té­gi­ca pro­vin­cia yeme­ní de Marib, el apo­yo occi­den­tal a la coa­li­ción diri­gi­da por Ara­bia Sau­dí va mucho más allá del apo­yo mili­tar convencional.

La CIA y el MI6, su homó­lo­go bri­tá­ni­co, han reclu­ta­do a cien­tos de yeme­níes para que tra­ba­jen como mer­ce­na­rios y espías, reco­pi­lan­do infor­ma­ción de inte­li­gen­cia y coor­de­na­das de las posi­cio­nes mili­ta­res yeme­níes en Marib, Al Mah­rah, Saná y Sada’a, y pro­por­cio­nan­do esta infor­ma­ción a sus patro­ci­na­do­res, según las con­fe­sio­nes rea­li­za­das al Ser­vi­cio de Inte­li­gen­cia de Segu­ri­dad de Yemen (YSIS) por al menos seis yeme­níes actual­men­te juz­ga­dos en Saná.

Los seis hom­bres, que están reclui­dos en un cen­tro de deten­ción de Saná, acce­die­ron a hablar sobre sus expe­rien­cias. Insis­ten en que la abyec­ta pobre­za resul­tan­te de la gue­rra en cur­so les impul­só a par­ti­ci­par en la ope­ra­ción, que, según dicen, lle­gó con la pro­me­sa de un pago de 300 dólares.

La ope­ra­ción tuvo lugar prin­ci­pal­men­te en el aero­puer­to de Ghay­dah, en el este de Al-Mah­rah. Allí se unie­ron a dece­nas de jóve­nes yeme­níes reclu­ta­dos por la CIA para reci­bir for­ma­ción por par­te de ofi­cia­les esta­dou­ni­den­ses y bri­tá­ni­cos sobre cómo iden­ti­fi­car y des­cri­bir correc­ta­men­te; cómo uti­li­zar las cáma­ras, los sofis­ti­ca­dos pro­gra­mas infor­má­ti­cos y los dis­po­si­ti­vos uti­li­za­dos para com­par­tir coor­de­na­das; cómo reco­pi­lar infor­ma­ción; y cómo encon­trar e iden­ti­fi­car a los man­dos mili­ta­res y los cuar­te­les gene­ra­les, los talle­res, las fábri­cas, los labo­ra­to­rios, los alma­ce­nes, los pues­tos de con­trol y los luga­res de lan­za­mien­to de misi­les y dro­nes. Inclu­so tra­ta­ron de loca­li­zar las resi­den­cias y los vehícu­los per­so­na­les de los miem­bros de Ansa­ra­llah y de otros opo­si­to­res a la inter­ven­ción saudí.

Su reclu­ta­mien­to fue lar­go y deli­ca­do, comen­zan­do cuan­do los hom­bres fue­ron abor­da­dos por ofi­cia­les yeme­níes que tra­ba­ja­ban para la Agen­cia de Segu­ri­dad Nacio­nal con sede en Adén. Tras acep­tar via­jar a Al Mah­rah para obte­ner más infor­ma­ción, los hom­bres fue­ron alo­ja­dos en hote­les antes de ser lle­va­dos a casas de cam­po espe­cia­les en el aero­puer­to de Ghay­dah, don­de fue­ron inte­rro­ga­dos por agen­tes de inte­li­gen­cia esta­dou­ni­den­ses y bri­tá­ni­cos. Muham­mad Har, uno de los seis acu­sa­dos, decla­ró que en un prin­ci­pio se puso en con­tac­to con él Fayez Muham­mad Ismail Al-Mun­ta­ser, anti­guo fun­cio­na­rio de la Agen­cia de Segu­ri­dad Nacio­nal y coman­dan­te del bata­llón de misio­nes espe­cia­les de la coa­li­ción diri­gi­da por Ara­bia saudí.

“Cuan­do me tocó el turno, entré en el [inin­te­li­gi­ble] y me sor­pren­dió ver que los miem­bros del comi­té eran esta­dou­ni­den­ses. Uno de ellos hacía las pre­gun­tas, el segun­do ano­ta­ba los datos, el ter­ce­ro toma­ba las hue­llas dac­ti­la­res y el cuar­to, de piel negra, tra­du­cía”, recor­dó Ali Moham­med Abdu­llah al-Joma­ni, un dete­ni­do de 34 años de Had­dah. Al-Joma­ni, que dice que gana­ba el equi­va­len­te a unos 10 dóla­res al día, estu­vo alo­ja­do en el hotel Taj Al-Arab duran­te tres meses en el pro­ce­so de ini­cia­ción. “Cuan­do vol­vi­mos para rea­li­zar la segun­da entre­vis­ta, no encon­tra­mos a los ame­ri­ca­nos, sino a ofi­cia­les bri­tá­ni­cos. Repi­tie­ron las pre­gun­tas ante­rio­res sobre nues­tra capa­ci­dad para usar mapas, con­du­cir coches y uti­li­zar orde­na­do­res”. Esto con­cuer­da con las acu­sa­cio­nes de la inte­li­gen­cia yeme­ní de que la CIA esta­ba reclu­tan­do a jóve­nes yeme­níes y entre­gán­do­los a ofi­cia­les bri­tá­ni­cos para su entre­na­mien­to y manejo.

Había dos cam­pa­men­tos dis­tin­tos en el aero­puer­to, uno esta­dou­ni­den­se y otro sau­dí. “Des­pués de que nos acep­ta­ran, nos ense­ña­ron a des­cri­bir a las per­so­nas, los coches y las casas y a com­par­tir datos y fotos por WhatsApp”, recor­dó Basem Ali Ahmed al-Kha­rou­ga, un dete­ni­do de 29 años de Sanaa. “El entre­na­mien­to inclu­yó ejer­ci­cios de cam­po den­tro y fue­ra del aero­puer­to”. Al-Kha­rou­ga había soña­do duran­te mucho tiem­po con via­jar al extran­je­ro y pen­só que por fin había encon­tra­do una for­ma de esca­par de la vio­len­cia cuan­do le pro­me­tie­ron un pasa­por­te extran­je­ro a cam­bio de trabajo.

Ade­más de la pobre­za y el des­em­pleo, hay otras razo­nes por las que los jóve­nes yeme­níes arries­ga­rían su vida y su liber­tad para tra­ba­jar con ser­vi­cios de inte­li­gen­cia extran­je­ros, sien­do qui­zás la más impor­tan­te el blo­queo impues­to al país por la coa­li­ción sau­dí des­de 2015. Antes de la gue­rra, los yeme­níes salían regu­lar­men­te del país por nego­cios, pla­cer y aten­ción médi­ca. Aho­ra ‑con los puer­tos marí­ti­mos y los aero­puer­tos, espe­cial­men­te el otro­ra prós­pe­ro aero­puer­to inter­na­cio­nal de Saná, cerra­dos de hecho por la coa­li­ción sau­dí- los yeme­níes ya no pue­den huir de la vio­len­cia en su país ni via­jar al extran­je­ro, lo que deja a muchos jóve­nes yeme­níes deses­pe­ra­dos con pocas opciones.

Hos­pi­ta­les, escue­las, edi­fi­cios de ofi­ci­nas e infra­es­truc­tu­ras como pozos de agua y sis­te­mas de alcan­ta­ri­lla­do han sido des­trui­dos tras las cam­pa­ñas de bom­bar­deo sau­díes, que a menu­do se lle­van a cabo con infor­ma­ción de obje­ti­vos esta­dou­ni­den­ses y bri­tá­ni­cos obte­ni­da de su red de espías reclu­ta­dos. Se han ata­ca­do fune­ra­les, bodas, hoga­res y otras ins­ta­la­cio­nes civi­les, lo que ha pro­vo­ca­do la muer­te y lesio­nes de miles de civi­les y ha con­ver­ti­do a los ser­vi­cios de inte­li­gen­cia esta­dou­ni­den­ses y bri­tá­ni­cos en cóm­pli­ces, en el mejor de los casos, de esta vio­len­cia gratuita.

“Nos envia­ron a Marib, a mí y a otro tipo lla­ma­do ‘Akram Amer’, en una misión que duró cua­tro días. Nos encar­gó [un hom­bre lla­ma­do] ‘Geor­ge’ que espiá­ra­mos la casa de Ali Salem al-Huraizy, cer­ca del par­que de Al Raw­da”, decla­ró Aymen Mujahid Qaid Muham­mad Harish, uno de los seis dete­ni­dos. Una de las tareas de Harish era vigi­lar los luga­res de la ciu­dad de Arhab, al nor­te de Sanaa, don­de la coa­li­ción sau­dí ata­có pos­te­rior­men­te una casa don­de se cele­bra­ba un fune­ral. El doble ata­que aéreo mató a un niño y a nue­ve muje­res. Harish dijo que sus supe­rio­res occi­den­ta­les, encar­ga­dos de pro­por­cio­nar a los sau­díes los datos de los obje­ti­vos, eran los res­pon­sa­bles del ataque.

Ahmed Abdul­Ka­reem https://​www​.mint​press​news​.com/​r​e​c​r​u​i​t​e​d​-​a​r​r​e​s​t​e​d​-​o​n​-​t​r​i​a​l​-​y​e​m​e​n​-​s​p​i​e​s​-​t​e​l​l​-​o​f​-​r​e​l​u​c​t​a​n​t​-​w​o​r​k​-​f​o​r​-​c​i​a​-​m​i​6​/​2​7​6​2​89/

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