Ara­bia Sau­di­ta. Biden y los Saud, ¿el fin de l´omertá?

Por Gua­di Cal­vo*, Resu­men Medio Orien­te, 9 de mar­zo de 2021-.

Que alguien se sor­pren­da en estos tiem­pos, por la “nove­do­sa” reve­la­ción apor­ta­da por la inves­ti­ga­ción de la CIA acer­ca de las impli­can­cias abso­lu­tas que ha teni­do el prín­ci­pe here­de­ro sau­dí Moham­mad bin Sal­man (MbS), en la deten­ción, tor­tu­ra, muer­te y des­apa­ri­ción del cadá­ver del perio­dis­ta Jamal Khashog­gi, es por lo menos pecar de ino­cen­cia. Y que con esta “gran noti­cia”, los medios y la nue­va admi­nis­tra­ción nor­te­ame­ri­ca­na pre­ten­dan des­cu­brir­le la ver­dad a alguien, es tra­tar­nos de estú­pi­dos a todos. Des­de el ini­cio de affai­re Khashog­gi, que­dó cla­ro que la inte­li­gen­cia sau­di­ta, esta­ba impli­ca­da en la cues­tión, jun­to a las auto­ri­da­des del con­su­la­do del rei­no en la ciu­dad tur­ca de Estam­bul, a don­de se lo vio entrar según lo mues­tran las cáma­ras de segu­ri­dad, el día dos de octu­bre de 2018. Des­de enton­ces, nun­ca más se lo vol­vió a ver ni vivo, ni muer­to. Khashog­gi, en un ejer­ci­cio extre­mo de inge­nui­dad, había asis­ti­do allí en pro­cu­ra de la docu­men­ta­ción para casar­se con su novia, la ciu­da­da­na tur­ca Hati­ce Cen­giz, la que final­men­te repor­ta­ría su des­apa­ri­ción y daría ini­cio a una cam­pa­ña inter­na­cio­nal en pro­cu­ra de cas­ti­go para los res­pon­sa­bles. Fun­da­men­tal­men­te MbS, al que el enton­ces pre­si­den­te nor­te­ame­ri­cano Donald Trump, se encar­gó de encu­brir con los mejo­res códi­gos de la l’omertá, que prác­ti­ca­men­te des­de final de la Segun­da Gue­rra Mun­dial, Washing­ton y Riad han establecido.

Joe Biden, en pro­cu­ra de dife­ren­cia­se de su ante­ce­sor, el pasa­do 27 de febre­ro per­mi­tió que se die­ra a cono­cer el infor­me, en que que­da expues­to el prín­ci­pe, aun­que no ha anun­cia­do nin­gu­na medi­da en su con­tra. Como tan­tas otras veces los crí­me­nes come­ti­dos por el régi­men sau­di­ta que­da­rán impu­nes, inclu­so el geno­ci­dio que des­de el 2015, están pro­du­cien­do en Yemen, con la muer­te de unas 300 mil per­so­nas, y arras­tran­do a más de vein­te millo­nes de per­so­nas a una huma­ni­ta­ria sin ante­ce­den­tes en la his­to­ria moderna.

Cla­ro, una cosa es la vio­la­ción de los Dere­chos Huma­nos, de los que tan­to se preo­cu­pa Washing­ton en Vene­zue­la, Cuba, Irán, Chi­na, Rusia o Corea del Nor­te y otra son los gran­des nego­cia­dos fun­da­men­tal­men­te en la ven­ta de arma­men­to, ade­más de la eje­cu­ción estra­té­gi­ca de sus nece­si­da­des geo­po­lí­ti­cas en la región. Par­ti­cu­lar­men­te la cober­tu­ra a los crí­me­nes de lesa huma­ni­dad prac­ti­ca­dos con­tra los pales­ti­nos, por las fuer­zas de ocu­pa­ción sio­nis­tas y la uti­li­za­ción de sus bases mili­ta­res, para ope­rar con­tra la Repú­bli­ca Islá­mi­ca de Irán, por lo que todos sabe­mos y más que nadie el joven geno­ci­da MbS, quien, con toda segu­ri­dad, ten­drán la cabe­za en su lugar a la hora de reci­bir su coro­na, tras la muer­te o abdi­ca­ción de su padre el rey Sal­man, de 85 años, al que su salud, le ha impe­di­do lle­var las rien­das del gobierno. Por otra par­te, a Biden, no le que­dan más opcio­nes a la hora de impar­tir cas­ti­gos que seguir miran­do para otro lado, ya que cual­quier repri­men­da pon­dría en ries­go la muy ínti­ma rela­ción con Ara­bia Sau­di­ta. Por lo que tan­tos yeme­níes, como los deu­dos del colum­nis­ta del Washing­ton Post, y la mul­ti­tud de víc­ti­mas den­tro y fue­ra del rei­no, solo podrán espe­rar que la jus­ti­cia divi­na, escu­che sus ruegos.

Si bien Biden cum­plió, su pro­me­sa de cam­pa­ña, en la que tra­tó a los gober­nan­tes del rei­no de “parías, sin valor social” ade­más de pro­me­ter que su admi­nis­tra­ción no les ven­de­ría más armas, y de publi­car el infor­me, aun­que solo es un escue­to resu­men de las inves­ti­ga­cio­nes de inte­li­gen­cia, en el que se reve­la las impli­can­cias de subor­di­na­dos direc­tos del prín­ci­pe here­de­ro en el ase­si­na­to de Khashog­gi, entre ellos, sie­te hom­bres de la Fuer­za de Inter­ven­ción Rápi­da, tam­bién cono­ci­da como Fir­qat el-Nemr, (Escua­drón Tigre) una uni­dad de éli­te, des­ti­na­da a la pro­tec­ción de MbS, la que solo res­pon­de a sus órdenes.

El cua­tro de febre­ro, Biden, en su dis­cur­so sobre el futu­ro linea­men­to de su polí­ti­ca exte­rior se había com­pro­me­ti­do dejar de apo­yar las ope­ra­cio­nes sau­di­tas con­tra Yemen, al tiem­po que unos días antes se había anun­cia­do los acuer­dos con el rei­no, por un total de casi 800 millo­nes de dóla­res, que incluían la ven­ta de misi­les guia­dos de pre­ci­sión y otras armas, al que Trump, había dado tra­mi­te lige­ro en los últi­mos días de su ges­tión, Biden se com­pro­me­tió en recon­si­de­rar. Aun­que tam­bién dejó cla­ro que apo­ya­ría a los sau­di­tas en su lucha con­tra los rebel­des hutíes (yeme­níes), que ope­ren en terri­to­rio sau­dí con misi­les y dro­nes. Lo que sig­ni­fi­ca que Washing­ton segui­rá ven­dién­do­les arma­men­to. Por lo que unos cua­ren­ta repre­sen­tan­tes del Con­gre­so nor­te­ame­ri­cano le exi­gie­ron al pre­si­den­te que acla­ra­rá “cómo dis­tin­gui­rá entre ven­tas de armas ofen­si­vas y defen­si­vas” ade­más de otro tipo de apo­yo mili­tar al rei­no. El prín­ci­pe Moha­med, tie­ne ape­nas 35 años y de no suce­der nada “espe­cial”, la Casa­blan­ca ten­drá que lidiar con él duran­te déca­das, por lo que Biden, sabe que tam­po­co pue­de lle­var las cosas a un pun­to de no retorno.

Khashog­gi o la muer­te de Íca­ro.

Todos cono­ce­mos el mito y las con­se­cuen­cias de haber des­obe­de­ci­do los sabios con­se­jos de su padre que sufrió Íca­ro, de algo simi­lar murió Khashog­gi, quien duran­te años sir­vió al régi­men de los Saud, diri­gien­do medios y escri­bien­do en los gran­des perió­di­cos del rei­no con “abso­lu­ta liber­tad”, sin impor­tar­le has­ta el momen­to de su deser­ción en sep­tiem­bre de 2017, la suer­te de miles de disi­den­tes, fami­lia­res y ami­gos, den­tro y fue­ra del país, los que son per­se­gui­dos por los ser­vi­cios de la Ri’āsat al-Istikh­ba­rat’ Amah la inte­li­gen­cia sau­di­ta. Khashog­gi con su acti­tud había desa­fia­do el MbS, sin duda cono­cía dema­sia­do, para que el omni­pre­sen­te prín­ci­pe, per­do­na­ra seme­jan­te reto.

Ape­nas un mes atrás, sin ami­la­nar­se por el affai­re Khashog­gi, MbS, man­dó a sus esbi­rros a Cana­dá, don­de a prin­ci­pios de febre­ro, secues­tra­ron al joven opo­si­tor Ahmed al-Har­bi, quién tras ingre­sar a la emba­ja­da del rei­no en Otta­wa, sus redes socia­les des­va­ne­cie­ron y más tar­de él mis­mo habría reapa­re­ci­do en Ara­bia Sau­di­ta. Sus com­pa­ñe­ros de exi­lio, han denun­cia­do que la mayo­ría de los miem­bros de la orga­ni­za­ción opo­si­to­ra con sede en Otta­wa, que figu­ra­ban con nom­bres fal­sos, les han sido dado a cono­cer su ver­da­de­ra iden­ti­dad, ponien­do en ries­go a sus fami­lia­res y com­pa­ñe­ros que siguen resi­dien­do en el país ára­be. Al tiem­po que se cono­ció que más de un cen­te­nar de opo­si­to­res loca­les, ya fue­ron encar­ce­la­dos y sus fami­lias pues­tas bajo vigi­lan­cia. Otro mili­tan­te exi­lia­do en Mon­treal, el blo­gue­ro Omar Abdu­la­ziz, ha sido pre­sio­na­do para que retor­ne al Rei­no, cues­tión de la que la Real Poli­cía Mon­ta­da de Cana­dá ha dado cuenta.

Lo mis­mo denun­cia el exje­fe de espio­na­je sau­dí Saad Alja­bri, tam­bién refu­gia­do en Cana­dá, cuyos dos hijos han sido encar­ce­la­dos en Riad, que se ha excu­sa­do en la per­se­cu­ción habién­do­lo recu­sa­do por mal­ver­sa­ción de fon­dos públi­cos. Ade­más, Alja­bri ha reve­la­do que MbS, envió al país nor­te­ame­ri­cano miem­bros del Fir­qat el-Nemr a Cana­dá para ase­si­nar­los, aun­que fue­ron inter­cep­ta­dos en la fron­te­ra por la inte­li­gen­cia canadiense.

El gru­po Fir­qat el-Nemr, ya tie­ne una “rica” tra­yec­to­ria en la eli­mi­na­ción de riva­les del prín­ci­pe, fra­guan­do acci­den­tes como en el caso del prín­ci­pe Man­sour bin Meren, vice­go­ber­na­dor de la pro­vin­cia de Asir, muer­to tras la caí­da de su heli­cóp­te­ro cuan­do huía hacia Yemen en noviem­bre de 2017 o el caso de Meshal Saad al-Bos­ta­ni, miem­bro del coman­do que ase­si­nó a Khashog­gi, y quien había mane­ja­do la eli­mi­na­ción del prín­ci­pe Man­sour. Ofi­cial­men­te muer­to en un acci­den­te auto­mo­vi­lís­ti­co en la capi­tal del rei­no, en octu­bre de 2018, cuan­do en ver­dad esta­ba dete­ni­do y su muer­te fue por enve­ne­na­mien­to. El coman­do tigre, tam­bién ha eje­cu­ta­do impor­tan­tes per­so­na­jes ino­cu­lán­do­le dro­gas, HIV u otras enfer­me­da­des como el caso del juez de La Meca, el jeque Suli­man Abdul Rah­man al-Thu­ni­yan, el pri­me­ro de octu­bre de 2019.

Biden, cono­ce muy bien todo el entra­ma­do de las rela­cio­nes entre la Casa­blan­ca y la Casa Saud y todo lo que se pone en ries­go en correr o no el fiel de la balan­za, lo que podría ter­mi­nar con el pac­to de l´omertá, sella­do a bor­do del USS Quincy entre el fun­da­dor del clan, Abdul Aziz bin Saud y el pre­si­den­te Fran­klin D. Roo­se­velt en 1945, lo que sin duda defi­ni­ría su esta­día de cua­tro años en Washington.

*Gua­di Cal­vo es escri­tor y perio­dis­ta argen­tino. Ana­lis­ta Inter­na­cio­nal espe­cia­li­za­do en Áfri­ca, Medio Orien­te y Asia Cen­tral. En Face­book: https://​www​.face​book​.com/​l​i​n​e​a​i​n​t​e​r​n​a​c​i​o​n​a​lGC.

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