Disi­den­cias. La izquier­da y la cues­tión trans

Resu­men Lati­no­ame­ri­cano, 16 de febre­ro de 2021.

Si ser trans ya es difí­cil de por sí, con toda la dis­cri­mi­na­ción y vio­len­cias que aguan­ta­mos a dia­rio, con el rui­do actual ya es como una peli de terror.

Soy una mujer trans. Hace unos meses “salí del arma­rio”, como se dice popu­lar­men­te. Me cos­tó sudor y lágri­mas. De hecho, me cos­tó 33 años acep­tar­me a mi mis­ma y dejar de repri­mir­me. Lue­go me cos­tó otros 7 años dar el paso y decir­le al mun­do quién era real­men­te. Tuve que lidiar con muchas dudas, mie­dos, ver­güen­zas e inse­gu­ri­da­des. Ade­más, por varias cir­cuns­tan­cias me había hecho una per­so­na cono­ci­da en varios ámbi­tos, debi­do a mi tra­ba­jo perio­dís­ti­co y a varios casos repre­si­vos que sufrí, lo cuál hacía más difí­cil dar el paso. ¿Qué pen­sa­ría todo mi entorno, acos­tum­bradxs a iden­ti­fi­car­me como hom­bre duran­te años? ¿Sufri­ría recha­zo? ¿Pen­sa­rían que “esta­ba locO”? Mil pre­gun­tas y dudas me venían a la cabe­za cada vez que pen­sa­ba en la posi­bi­li­dad de dar el paso.

Tras años de estar decons­tru­yén­do­me como el hom­bre que la socie­dad me había obli­ga­do a ser, y tras años de andar des­cu­brién­do­me a mí mis­ma, por fin di el paso. Algo en lo que me apo­yé era que siem­pre me he movi­do en un espec­tro socio­ló­gi­co de izquier­da anti­ca­pi­ta­lis­ta, y me dije a mi mis­ma que en ese entorno el tema trans esta­ba más acep­ta­do que en el res­to de la sociedad.

El 29 de mayo del 2020 me armé de valor e hice públi­ca mi tran­si­ción a tra­vés de un vídeo. Unos diez días des­pués, el par­ti­do de los GAL hizo públi­co un argu­men­ta­rio trans­fo­bo don­de se nega­ba la reali­dad de las per­so­nas trans, el docu­men­to seña­la­ba prin­ci­pal­men­te a las muje­res trans y nega­ba nues­tra iden­ti­dad de mujer. Enton­ces empe­zó la guerra.

No es que no hubie­ra habi­do polé­mi­cas ante­rio­res a este docu­men­to, pero enton­ces aún eran, más o menos, de baja inten­si­dad. Qui­zás los dos hechos más rese­ña­bles ante­rio­res a este argu­men­ta­rio fue­ron dos: la polé­mi­ca sur­gi­da tras la cele­bra­ción de la Escue­la Femi­nis­ta Rosa­rio de Acu­ña en Gijón, en verano de 2019, don­de varias de las ponen­tes (algu­nas de ellas direc­ta­men­te del PSOE o cer­ca­nas ideo­ló­gi­ca­men­te a ese par­ti­do) dije­ron lin­de­zas como “digo tíos, por­que son tíos” refi­rién­do­se a las muje­res trans, o que “ser trans es un capri­cho neo­li­be­ral”. El otro hecho rese­ña­ble fue el alter­ca­do ocu­rri­do duran­te la mani­fes­ta­ción del 8 de mar­zo de 2020, cuan­do un gru­po de auto­de­no­mi­na­das “abo­li­cio­nis­tas de la pros­ti­tu­ción” tras no haber con­se­gui­do impo­ner sus lemas en la movi­li­za­ción uni­ta­ria, tra­tó sin éxi­to de tomar por asal­to el esce­na­rio colo­ca­do para el acto que ponía fin a la mul­ti­tu­di­na­ria mani­fes­ta­ción y pos­te­rior­men­te abu­cheó a una mujer trans que leía par­te del manifiesto.

Pero tras el argu­men­ta­rio trans­fo­bo del PSOE, y con el deba­te sobre la pro­pues­ta de nue­va ley trans esta­tal (que lle­va­ba enci­ma de la mesa des­de 2018) de fon­do, la cosa empe­zó a subir de tono. No sor­pren­día que per­so­na­jes como Igna­cio Arsua­ga, pre­si­den­te de la orga­ni­za­ción ultra­ca­tó­li­ca Haz­te Oír aplau­die­ra la pos­tu­ra del PSOE al tiem­po que decía que les daban la razón sobre el trans­fo­bús que la orga­ni­za­ción ultra puso en fun­cio­na­mien­to en febre­ro de 2017.

Lo que si sor­pren­día es que per­so­nas y orga­ni­za­cio­nes de izquier­da no ins­ti­tu­cio­nal empe­za­ban a com­prar los argu­men­tos del PSOE. Fue enton­ces cuan­do empe­za­ron a cobrar fuer­za argu­men­tos reac­cio­na­rios que vin­cu­la­ban a las per­so­nas trans con lo neo­li­be­ral, con el pro­xe­ne­tis­mo, con la ges­ta­ción subro­ga­da, con la miso­gi­nia o inclu­so con la pedofilia.

Hacia unas pocas sema­nas que había dado el paso de decir­le al mun­do quién era y no daba cré­di­to a lo que esta­ba pasan­do. Lle­va­ba más de 23 años mili­tan­do en diver­sos espa­cios, des­de Cen­tros Socia­les Oku­pa­dos, colec­ti­vos de barrio, orga­ni­za­cio­nes polí­ti­cas, pro­yec­tos de con­tra­in­for­ma­ción, pla­ta­for­mas por dere­chos bási­cos… y jamás había vis­to que argu­men­tos tan reac­cio­na­rios cala­ran de tal for­ma en la izquier­da. Sor­pren­día que gran par­te del argu­men­ta­rio era cal­ca­do al de orga­ni­za­cio­nes de extre­ma dere­cha, ultra­ca­tó­li­cas, etcétera.

La pato­lo­gi­za­ción social

Cuan­do das el paso de decir­le al mun­do quien eres en reali­dad, empie­zas a notar la trans­fo­bia social e ins­ti­tu­cio­nal des­de el minu­to cero. Des­de bajar a com­prar el pan y aguan­tar las mira­das de gran par­te de los tran­seún­tes (al final aca­bas has­ta cla­si­fi­cán­do­las: mira­das de des­apro­ba­ción, de bur­la, de espan­to, de sor­pre­sa…) a acu­dir a cual­quier ins­ti­tu­ción a rea­li­zar un trá­mi­te y, según con quién des, ser tra­ta­da como si fue­ras “un locO”. Y eso por no hablar de las agre­sio­nes físi­cas, que de momen­to ten­go la suer­te de no haber sufri­do, aun­que es algo que va en aumen­to en el Esta­do espa­ñol (curio­sa­men­te han aumen­ta­do en para­le­lo a toda esta polémica).

Cuan­do habla­mos de des­pa­to­lo­gi­za­ción y pato­lo­gi­za­ción siem­pre lo hace­mos en tér­mi­nos médi­cos, y es que hay que recor­dar que fue prác­ti­ca­men­te ayer (junio de 2018) cuan­do la OMS dejó de con­si­de­rar­nos a las per­so­nas trans como enfer­mas men­ta­les, al igual que fue prác­ti­ca­men­te antes de ayer (mayo de 1990) cuan­do dejó de con­si­de­rar la homo­se­xua­li­dad como enfer­me­dad mental.

Pero pese a que la OMS ya no nos con­si­de­ra enfer­mas men­ta­les, hay una pato­lo­gi­za­ción que no está regi­da por la OMS ni por tér­mi­nos médi­cos: la pato­lo­gi­za­ción social. Esa que lle­va a gran par­te de la pobla­ción a pen­sar “si es trans muy bien de la cabe­za no pue­de estar”.

Mucha gen­te se sor­pren­de cuan­do cuen­to como, en la ciu­dad don­de vivo, mucha gen­te que podría­mos situar socio­ló­gi­ca­men­te en un entorno de izquier­da, anti­ca­pi­ta­lis­ta, inde­pen­den­tis­ta o liber­ta­rio ha deja­do de hablar­me des­de el pre­ci­so momen­to en que hice públi­ca mi ver­da­de­ra iden­ti­dad. Tam­bién están los que no me han reti­ra­do el salu­do, pero que antes, cuan­do me leían como hom­bre, siem­pre se para­ban a hablar con­mi­go al cru­zar­nos por la calle, y hoy te salu­dan de lejos y se van corrien­do, no vaya a ser que “les con­ta­gies” y maña­na se levan­ten pen­san­do “no quie­ro tener esto entre las piernas”.

Es tam­bién muy obvio que otras tan­tas per­so­nas que antes con­si­de­ra­ba com­pa­ñe­ras, han deja­do de tomar­me en serio por el sim­ple hecho de ser trans. No lo dirán abier­ta­men­te, pero el recha­zo se nota, y se nota des­de el minu­to cero.

La izquier­da socio­ló­gi­ca y la cues­tión trans

Des­de el momen­to en que empe­cé a mili­tar polí­ti­ca­men­te y a par­ti­ci­par en espa­cios libe­ra­dos, allá con mis 17 añi­tos, siem­pre tuve cla­ro que la izquier­da esta­ba en con­tra de cual­quier dis­cri­mi­na­ción, ya fue­ra por raza, por cla­se, por géne­ro, sexua­li­dad, etcé­te­ra. Fue un pun­to deci­si­vo para acer­car­me y empe­zar a par­ti­ci­par en la izquier­da, me pare­cía (y me sigue pare­cien­do) algo bási­co y elemental.

Hoy, con el deba­te sobre la pro­pues­ta de ley trans esta­tal enci­ma de la mesa y toda la gue­rra que está tra­yen­do, me empie­zo a plan­tear si esto era real. Es alu­ci­nan­te la can­ti­dad de insul­tos, de cues­tio­na­mien­tos o de fal­tas de res­pe­to que he teni­do que aguan­tar des­de hace 9 meses, cuan­do di el paso de anun­ciar públi­ca­men­te mi con­di­ción de mujer trans.

Y sobre todo es alu­ci­nan­te por­que muchas de ellas han veni­do de gen­te que se auto­ca­li­fi­ca “de izquier­da” o “femi­nis­ta”. “Machi­to con fal­da”, “misó­ginO”, “tra­ve­lo”, “engen­dro”, “estas a favor de los vien­tres de alqui­ler”, “eres de la sec­ta queer”, “irra­cio­nal”, y un lar­go etcé­te­ra. Inclu­so no han fal­ta­do quie­nes, a raíz de escri­bir varios artícu­los sobre la cues­tión trans, se han apre­su­ra­do a decir que “estoy a suel­do de Soros” o del “lobby trans-queer”. ¡Y yo pre­ca­ria de por vida! ¡Por favor! ¡Dígan­me don­de está el lobby ese para ir a pasar­les la factura!

Si ser trans ya es difí­cil de por sí, con toda la dis­cri­mi­na­ción, cues­tio­na­mien­tos y vio­len­cias que aguan­ta­mos a dia­rio, con el rui­do actual sobre las per­so­nas trans ya es como una peli de terror. Estar en medio de esta gue­rra, en medio de este deba­te tan pola­ri­za­do sobre nues­tros dere­chos, en el que las per­so­nas trans se han con­ver­ti­do sin que­rer­lo en el cen­tro del deba­te, don­de todo el mun­do opi­na por ellas sin tener­las en cuen­ta. A nivel psi­co­ló­gi­co y suma­do a todas las demás opre­sio­nes, es una pre­sión inaguantable.

Las fala­cias del hom­bre de paja

Los man­tras que acom­pa­ñan estos argu­men­tos transex­clu­yen­tes son varia­dos y más fal­sos que un bille­te de 17,50. Duran­te estos meses me los he apren­di­do de memo­ria. Son como el ser­món de una igle­sia. Son ideas que nacen con el úni­co pro­pó­si­to de seña­lar y difun­dir odio.

Uno de ellos es el que nos vin­cu­la a las per­so­nas trans con los vien­tres de alqui­ler. Es la fala­cia del hom­bre de paja. ¿Por­que si la inmen­sa mayo­ría de pare­jas usua­rias de vien­tres de alqui­ler son cis y hete­ro, segui­dos de lejos por pare­jas gays y les­bia­nas, y dejan­do un ridícu­lo por­cen­ta­je de per­so­nas trans que optan por la tra­ta repro­duc­ti­va, se nos car­ga al colec­ti­vo trans con este San Beni­to? Aun­que hay orga­ni­za­cio­nes, como la FELGTB (cer­ca­na al PSOE, mire usted por don­de) que sí que se posi­cio­nan a favor de esta prác­ti­ca, la reali­dad es que hay muchas otras orga­ni­za­cio­nes que se han mani­fes­ta­do en con­tra de ella. Quie­nes vin­cu­lan al colec­ti­vo trans con ella nun­ca hablan, por ejem­plo, de esta cam­pa­ña que impul­só par­te la comu­ni­dad LGTBI+ con el nom­bre #FELGTB­NoEn­Mi­Nom­bre – LGTBI con­tra la tra­ta repro­duc­ti­va.

Otro man­tra es el de vin­cu­lar­nos al colec­ti­vo trans con el pro­xe­ne­tis­mo., la pros­ti­tu­ción, etcé­te­ra. En pri­mer lugar, si hay un por­cen­ta­je alto de muje­res trans que opta por la pros­ti­tu­ción es por con­se­cuen­cia direc­ta a la dis­cri­mi­na­ción labo­ral que sufren. En segun­do lugar, con­fun­dir o equi­pa­rar a la pros­ti­tu­ta con el pro­xe­ne­ta, como muchas veces se hace, es como con­fun­dir o equi­pa­rar al obre­ro con el patrón. Es absur­do. Y, en ter­cer lugar, ¿Cuán­tas muje­res trans podrían dejar la pros­ti­tu­ción si en la ley se imple­men­ta­sen medi­das para aca­bar con el veto labo­ral a las per­so­nas trans? Me hacen gra­cia quie­nes se dicen abo­li­cio­nis­tas de la pros­ti­tu­ción, pero que con sus accio­nes (opo­nién­do­se a que haya una ley trans esta­tal que imple­men­te dichas medi­das) per­pe­túan el que a muchas muje­res trans no les que­de más reme­dio que pros­ti­tuir­se para ganar el sus­ten­to. A eso yo le lla­mo HIPOCRESÍA.

Lue­go tene­mos la rece­ta estre­lla transex­clu­yen­te para infan­ti­li­zar y ridi­cu­li­zar a las per­so­nas trans: 1º) Háble­se de las iden­ti­da­des de las per­so­nas trans como un “deseo”, un “capri­cho”, una “elec­ción” o “algo sub­je­ti­vo” o “irreal”. 2º) Vin­cú­le­se esto con el neo­li­be­ra­lis­mo, el egoís­mo, lo indi­vi­dual, lo inso­li­da­rio, etcé­te­ra… 3º) Tra­te a las per­so­nas trans como si lo fue­ran por­que lo aca­ban de ver en el catá­lo­go del IKEA. 4º) Aña­da pala­bras como “pos­mo” o “cuir” todo el rato, aun­que no ven­gan a cuen­to. Que­da­rá usted de super­guay y megarrevolucionario.

Lo que hay que enten­der, es que las per­so­nas trans no ele­gi­mos ser trans, al igual que una per­so­na hete­ro o una per­so­na homo­se­xual no eli­gen su sexua­li­dad. Lo úni­co que pode­mos ele­gir es si vivir escon­di­das o si con­tar­le al mun­do quie­nes somos en reali­dad. De ser una elec­ción, des­de lue­go que mucha gen­te trans habría ele­gi­do no ser trans ¿Para qué? ¿Para pasar por toda la dis­cri­mi­na­ción que pasa­mos a dia­rio? ¿Para ser con­ti­nua­men­te cues­tio­na­das? ¿Para engro­sar la lis­ta de per­so­nas trans que se aca­ban sui­ci­dan­do por­que sien­ten que no enca­jan en esta socie­dad? Para eso, segu­ro que muchas per­so­nas trans pre­fe­ri­rían haber esta­do acor­de con el géne­ro asig­na­do al nacer. Mucho más fácil. Así que resul­ta paté­ti­co hablar del hecho de ser trans en esos tér­mi­nos. No veas tú que “capri­cho” es vivir en un día a día de discriminación.

Otra fala­cia de las más noci­vas a la par que ridí­cu­la, y que ade­más es de las más usa­das, es la dife­ren­cia­ción y segre­ga­ción entre dos tér­mi­nos: tran­se­xual y trans­gé­ne­ro. En el ima­gi­na­rio transex­clu­yen­te, tran­se­xual sería la per­so­na trans que habría lle­va­do a cabo los pro­ce­sos de hor­mo­na­ción y ciru­gías, y trans­gé­ne­ro sería quien no ha lle­va­do a cabo dichos pro­ce­sos. Por supues­to esto bus­ca sepa­rar, el clá­si­co “divi­de y ven­ce­rás”, el crear per­so­nas trans “de pri­me­ra” y per­so­nas trans “de segun­da”, otor­gán­do­le supe­rio­ri­dad a las per­so­nas que lla­man tran­se­xua­les sobre el res­to. Que ade­más es una fal­sa supe­rio­ri­dad, tener cla­ro que al final, a las per­so­nas transex­clu­yen­tes les impor­tan una mier­da los dere­chos tan­to de unas como de otras. En mi opi­nión, la intro­duc­ción del tér­mino trans­gé­ne­ro, es algo que nació en el mun­do anglo­sa­jón entre otras cau­sas por razo­nes lin­güís­ti­cas. Pero hay quien se ha apre­su­ra­do a uti­li­zar esta dife­ren­cia­ción para divi­dir. Al esti­lo de “los oku­pas bue­nos” vs. “los oku­pas malos”, los “mani­fes­tan­tes demó­cra­tas” vs “los mani­fes­tan­tes vio­len­tos” o tan­tos otros ejem­plos. Yo, nor­mal­men­te no hablo ni de tran­se­xual ni de trans­gé­ne­ro, hablo de per­so­nas trans, pero no ten­go nada con que cada unx uti­li­ce tal o cual tér­mino, siem­pre y cuan­do no lo haga con áni­mo de sepa­rar y crear “nive­les” de per­so­nas trans.

Siguien­do con los dog­mas de fe transex­clu­yen­tes está el que dice que el femi­nis­mo en masa está en con­tra de la pro­pues­ta de ley trans esta­tal. Pero la reali­dad nos demues­tra que el mani­fies­to reac­cio­na­rio «con­tra el borra­do de las muje­res» reco­gió 100 fir­mas de colec­ti­vos y 3.000 per­so­nas, y eso en 6 meses que die­ron la posi­bi­li­dad de fir­mar­lo. En cam­bio, el mani­fies­to femi­nis­ta por los dere­chos de las per­so­nas trans ha reco­gi­do fir­ma de 600 colec­ti­vos y 11.000 per­so­nas en UNA SEMANA. Este hecho des­mon­ta total­men­te esa afir­ma­ción. Pese a lo cual, des­de pos­tu­ras transex­clu­yen­tes siguen arro­gán­do­se el papel de ser la van­guar­dia del femi­nis­mo. Y has­ta creen que pue­den ir reti­ran­do car­net de femi­nis­tas a quien se mues­tra a favor de los dere­chos trans.

Y el mejor de todos, el dog­ma transex­clu­yen­te por anto­no­ma­sia, es el de “el borra­do de las muje­res”. Esta idea bebe de las mis­mas fuen­tes reac­cio­na­rias de las que tan­tos ejem­plos tene­mos en la his­to­ria. Véa­se: “Si deja­mos votar a las muje­res los hom­bres vamos a per­der dere­chos”. “si le damos dere­chos a los negros los blan­cos vamos a per­der los nues­tros” o “si deja­mos que los homo­se­xua­les se casen será el fin de las fami­lias tra­di­cio­na­les hete­ros”. Ade­más, de ser ver­dad esta pro­fe­cía, que cuen­ta que al dar dere­chos a las per­so­nas trans las muje­res per­de­rán los suyos y serán “borra­das del mapa”, podría­mos con­cluir que ya no exis­ten muje­res en Anda­lu­cía, o en Madrid, Valen­cia, Ara­gón o en Hego Eus­kal Herria. Por­que en estas comu­ni­da­des ya fun­cio­nan des­de hace años leyes auto­nó­mi­cas que legis­lan en base a la des­pa­to­lo­gi­za­ción y la auto­de­ter­mi­na­ción de géne­ro. Tam­po­co exis­ten ya muje­res argen­ti­nas, cana­dien­ses, mal­te­sas, dane­sas, por­tu­gue­sas… y un lar­go etcétera.

Exis­ten muchas más fala­cias del hom­bre de paja. Muchos más man­tras y muchas más men­ti­ras den­tro de los argu­men­tos transex­clu­yen­tes, pero creo que con esto he dado unas peque­ñas pin­ce­la­das sobre cómo fun­cio­na este ideario.

Fuen­te: https://www.despertrans.com/2021/02/15/la-izquierda-y-la-cuestion-trans‑i/, Kao­sen­la­red.

Fuen­te: Prensalatina.

Itu­rria /​Fuen­te

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