Áfri­ca. Euro­pa solo pue­de recom­po­ner su rela­ción con Áfri­ca si afron­ta sus fan­tas­mas coloniales

Por Sha­da Islam, Resu­men Lati­no­ame­ri­cano, 26 de febre­ro de 2021.

Si la UE quie­re recu­pe­rar la con­fian­za de un con­ti­nen­te joven y eco­nó­mi­ca­men­te diná­mi­co, pri­me­ro debe abor­dar el pater­na­lis­mo y el racis­mo. Los gobier­nos afri­ca­nos tam­bién deben reco­no­cer que hay una nue­va gene­ra­ción de líde­res euro­peos que han roto con el pasado.

Las pro­tes­tas de Black Lives Mat­ter (Las vidas negras impor­tan) del verano pasa­do han pro­vo­ca­do un incó­mo­do ajus­te de cuen­tas para muchos paí­ses euro­peos con un lega­do de escla­vi­tud y colonialismo.

Sacar a la luz esta oscu­ra eta­pa de la his­to­ria a tra­vés de la revi­sión de los pla­nes de estu­dio y de ini­cia­ti­vas como el Mes de la His­to­ria Negra es difí­cil. Sin embar­go, es muy nece­sa­rio, y no solo para com­ba­tir los rela­tos auto­com­pla­cien­tes y total­men­te fal­sos sobre el pasa­do «civi­li­za­to­rio» de Euro­pa que siguen impul­san­do los polí­ti­cos nacio­na­lis­tas y populistas.

Si la Unión Euro­pea quie­re sal­var sus esfuer­zos por lan­zar una supues­ta aso­cia­ción de igua­les con los paí­ses afri­ca­nos, se nece­si­ta urgen­te­men­te un nue­vo rela­to. Y tam­bién es nece­sa­rio si los gobier­nos euro­peos quie­ren cons­truir una rela­ción con los ciu­da­da­nos euro­peos afri­ca­nos sobre una base más sóli­da y respetuosa.

Hay moti­vos para el opti­mis­mo. En Ale­ma­nia, las pro­tes­tas de BLM die­ron impul­so a los esfuer­zos por cam­biar los nom­bres de las calles con refe­ren­cias colo­nia­les o racis­tas. En Fran­cia, el Minis­te­rio de Defen­sa pro­por­cio­nó a las admi­nis­tra­cio­nes loca­les una lis­ta de 100 afri­ca­nos que lucha­ron por Fran­cia en la Segun­da Gue­rra Mun­dial, para que las calles y las pla­zas pue­dan lle­var su nom­bre. En 2019, duran­te una visi­ta a Cos­ta de Mar­fil, el pre­si­den­te Macron con­de­nó la «visión hege­mó­ni­ca y las tram­pas del colo­nia­lis­mo» fran­cés, que defi­nió como «un gra­ve error, un fallo de la república».

En Bél­gi­ca, las auto­ri­da­des res­pon­die­ron a las pro­tes­tas reti­ran­do al menos algu­nos monu­men­tos públi­cos al rey Leo­pol­do II, cuyas fuer­zas se apo­de­ra­ron del Con­go a fina­les del siglo XIX y pro­pi­cia­ron un régi­men de explo­ta­ción que cau­só la muer­te de millo­nes de personas.

Quién fue el rey Leopoldo II y por qué las protestas antirracistas quieren  retirar su estatua? | Euronews

Esta­tua de Leo­pold II, pin­ta­da duran­te el Black Lives Mat­ter de Bru­se­las. Arnaud Brian/bePress/ABACAPRESS.COM

Y en un ges­to sin pre­ce­den­tes, el pasa­do verano, el rey Feli­pe de Bél­gi­ca, des­cen­dien­te indi­rec­to de Leo­pol­do II, escri­bió al pre­si­den­te con­go­le­ño, Félix Tshi­se­ke­di, para expre­sar su más pro­fun­do pesar por la «humi­lla­ción y el sufri­mien­to» infli­gi­dos duran­te la ocu­pa­ción colo­nial bel­ga del país. El dolor del pasa­do, dijo el rey, fue «reavi­va­do por la dis­cri­mi­na­ción que sigue estan­do dema­sia­do pre­sen­te en nues­tras socie­da­des». Pue­de que hayan tar­da­do mucho en lle­gar y que solo ten­gan un valor sim­bó­li­co, pero estos ges­tos son importantes.

La recien­te deci­sión de Macron de invi­tar a jóve­nes afri­ca­nos, en lugar de a líde­res polí­ti­cos, a una cum­bre Fran­cia-Áfri­ca sobre bio­di­ver­si­dad en julio, y de impli­car a los euro­peos afri­ca­nos en el esfuer­zo, son tam­bién pasos en la direc­ción correc­ta; al igual que los esfuer­zos por incor­po­rar a las muje­res empren­de­do­ras, a las ciu­da­des y a los líde­res empre­sa­ria­les en las con­ver­sa­cio­nes con­ti­nuas entre Áfri­ca y Europa.

Dos con­ti­nen­tes interdependientes

Por­que Euro­pa y Áfri­ca están inter­co­nec­ta­das y son inter­de­pen­dien­tes. Se nece­si­tan mutua­men­te para crear empleo y cre­ci­mien­to en ambos con­ti­nen­tes, para garan­ti­zar la recu­pe­ra­ción eco­nó­mi­ca tras la pan­de­mia y para luchar con­tra el cam­bio climático.

La Unión Euro­pea sigue sien­do el prin­ci­pal agen­te de ayu­da, comer­cio e inver­sión en el con­ti­nen­te. Las expor­ta­cio­nes afri­ca­nas de mate­rias pri­mas, pro­duc­tos quí­mi­cos y petro­lí­fe­ros, mine­ra­les y meta­les, así como de pro­duc­tos pes­que­ros y agrí­co­las, siguen sien­do el pilar de muchas indus­trias europeas.

Sin embar­go, aun­que los índi­ces de cre­ci­mien­to de Áfri­ca, anta­ño diná­mi­cos, se han vis­to fre­na­dos por la pan­de­mia, su poten­cial eco­nó­mi­co, su pobla­ción joven y los pla­nes para cons­truir una Zona Libre Con­ti­nen­tal Afri­ca­na, ins­pi­ra­da en el mer­ca­do úni­co de la UE, inten­si­fi­ca­rán la riva­li­dad y la com­pe­ti­ti­vi­dad inter­na­cio­na­les, espe­cial­men­te entre Euro­pa y China.

Los res­pon­sa­bles polí­ti­cos de la UE insis­ten en que sus polí­ti­cas son mejo­res que las de Pekín, y en que mien­tras las inver­sio­nes de Chi­na en el mar­co de la Ini­cia­ti­va de la Fran­ja y la Ruta aca­pa­ran la aten­ción mun­dial, están empeo­ran­do la ya ele­va­da car­ga de la deu­da de Áfri­ca y hacien­do que las medi­das de ali­vio de la mis­ma sean aún más urgentes.

Los ana­lis­tas afri­ca­nos acu­san a la UE, que con­di­cio­na su ayu­da al res­pe­to de los dere­chos huma­nos y otras nor­mas, de alber­gar acti­tu­des «pater­na­lis­tas», y afir­man que el blo­que podría apren­der de Pekín en cuan­to a con­sul­tar, infor­mar y tra­ba­jar con los Esta­dos afri­ca­nos como ver­da­de­ros igua­les. No les fal­ta razón.

Los líde­res de la Unión Afri­ca­na can­ce­la­ron en el últi­mo momen­to una mini­cum­bre UE-Áfri­ca que tan­to se había rumo­rea­do a prin­ci­pios de diciem­bre. Esto siguió al apla­za­mien­to, a cau­sa del coro­na­vi­rus, de una reu­nión ple­na­ria pre­vis­ta para octu­bre. No se pue­de con­si­de­rar que se tra­ta de un sim­ple per­can­ce diplo­má­ti­co más.

Escep­ti­cis­mo sobre Europa

Ha lle­ga­do el momen­to de sin­ce­rar­se. Res­ta­ble­cer esta rela­ción es difí­cil por­que muchos afri­ca­nos, cada vez más segu­ros de sí mis­mos, son escép­ti­cos, como es lógi­co, res­pec­to a los moti­vos de Euro­pa. Las rela­cio­nes entre Áfri­ca y Euro­pa se han carac­te­ri­za­do duran­te años por una rela­ción des­equi­li­bra­da entre donan­tes y recep­to­res, en la que los gobier­nos afri­ca­nos han bus­ca­do el acce­so a las pre­fe­ren­cias comer­cia­les y de ayu­da de la UE, mien­tras que los líde­res euro­peos han cul­ti­va­do víncu­los pri­vi­le­gia­dos con las éli­tes afri­ca­nas y han igno­ra­do las nece­si­da­des de la gene­ra­ción más joven del con­ti­nen­te. Ade­más, el hecho de que Euro­pa, como for­ta­le­za, haya hecho todo lo posi­ble por man­te­ner ale­ja­dos a los inmi­gran­tes afri­ca­nos ha aumen­ta­do la desconfianza.

Encar­ga­do de reco­ger los peda­zos rotos, Por­tu­gal, que tie­ne la pre­si­den­cia rota­to­ria de la UE, espe­ra poder repe­tir este año la exi­to­sa cum­bre UE-Áfri­ca que orga­ni­zó en 2007.

Pero los tiem­pos han cam­bia­do. La geo­po­lí­ti­ca se ha vuel­to más impre­de­ci­ble, las incer­ti­dum­bres pro­vo­ca­das por la pan­de­mia son innu­me­ra­bles y más paí­ses, inclui­do el Rei­no Uni­do tras el Bre­xit, com­pi­ten con la UE por las opor­tu­ni­da­des eco­nó­mi­cas en África.

Una for­ma de avan­zar sería que la UE reco­no­cie­ra los daños cau­sa­dos por el colo­nia­lis­mo y que, a su vez, los gobier­nos afri­ca­nos reco­no­cie­ran que una nue­va gene­ra­ción de líde­res euro­peos moder­nos ‑como seña­ló el año pasa­do el pre­si­den­te del Con­se­jo de la UE, Char­les Michel- no pue­de seguir car­gan­do con el «peso de la nos­tal­gia«.

Una decla­ra­ción con­jun­ta que admi­ta los erro­res del pasa­do, pero que tam­bién pro­me­ta nue­vos comien­zos, pue­de que no supon­ga un repun­te inme­dia­to de las rela­cio­nes entre la UE y Áfri­ca pero repre­sen­ta­ría un buen comienzo.

Si quie­ren hacer reali­dad los pla­nes para una mejo­ra más jus­ta de las rela­cio­nes con los esta­dos afri­ca­nos, los líde­res de la UE deben empren­der una acción colec­ti­va para exor­ci­zar los fan­tas­mas de Leo­pol­do II y los de otros «héroes» colo­nia­les que tran­si­ta­ron por un terri­to­rio similar.

Eso sig­ni­fi­ca­rá abor­dar los agra­vios de Áfri­ca por el papel que desem­pe­ñó Euro­pa en la tra­ta de escla­vos y los aspec­tos más crue­les de la domi­na­ción colo­nial, así como la per­sis­ten­te dis­cri­mi­na­ción, el racis­mo y los pre­jui­cios incons­cien­tes que per­sis­ten en la actualidad.

Reque­ri­rá un cam­bio en el tóxi­co deba­te euro­peo sobre la migra­ción, la apli­ca­ción de una nue­va agen­da anti­rra­cis­ta de la UE y la inten­si­fi­ca­ción del tra­ba­jo en «aso­cia­cio­nes inter­na­cio­na­les» para sus­ti­tuir la tra­di­cio­nal polí­ti­ca de ayu­da de la UE ‑o, como se cono­cía en Bru­se­las has­ta hace poco, «coope­ra­ción al desa­rro­llo», en la que esta­ban fir­me­men­te arrai­ga­das los anti­cua­dos rela­tos del sal­va­dor blanco.

Sha­da Islam es una comen­ta­ris­ta de asun­tos de la UE con sede en Bru­se­las. Diri­ge el pro­yec­to New Hori­zons, una con­sul­to­ra de estra­te­gia, aná­li­sis y asesoramiento.

Tra­du­ci­do por Emma Reverter

Foto: Mani­fes­ta­ción con­tra el racis­mo y la vio­len­cia poli­cial en Ber­lín, junio de 2020

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