Esta­dos Uni­dos. El trum­pis­mo, la admi­nis­tra­ción Biden, Black Lives Mat­ter y la izquier­da radical

Por Char­lie Hore, Resu­men Lati­no­ame­ri­cano, 25 de diciem­bre de 2020.

-Dado que el total de votos por Donald Trump aumen­tó en com­pa­ra­ción con el año 2016 y que la tan anun­cia­da «ola azul» (demó­cra­ta) no tuvo lugar, ¿pode­mos inter­pre­tar el resul­ta­do de la elec­ción sólo como una derro­ta par­cial del trumpismo?

Los resul­ta­dos de las elec­cio­nes indi­can cla­ra­men­te que las polí­ti­cas nacio­na­lis­tas y popu­lis­tas de Trump siguen mere­cien­do el apo­yo de la pobla­ción esta­dou­ni­den­se, espe­cial­men­te de los sec­to­res de cla­ses medias tra­di­cio­na­les (peque­ñas empre­sas) y nue­vas (semi pro­fe­sio­na­les, geren­tes, super­vi­so­res), así como tam­bién de una mino­ría de la cla­se trabajadora.

La par­ti­ci­pa­ción glo­bal aumen­tó del 59% en 2016 a casi el 67% en 2020, según las últi­mas cifras. Sin embar­go, los ele­men­tos cla­ve de la base de Trump aumen­ta­ron con­si­de­ra­ble­men­te: los votan­tes sin diplo­mas uni­ver­si­ta­rios pasa­ron del 50% al 59% y los que viven en zonas peri­fé­ri­cas y rura­les aumen­ta­ron del 17% al 19%. La par­ti­ci­pa­ción de los votan­tes en las zonas urba­nas tra­di­cio­nal­men­te demó­cra­tas dis­mi­nu­yó del 34% al 29% en com­pa­ra­ción con 2016. El mayor apo­yo a Donald Trump se pro­du­jo entre los hoga­res que ganan más de 100.000 dóla­res al año (54%), los votan­tes blan­cos (58%) y los votan­tes de 45 a 64 años (50%) y 65 (52%) y más. Logró los mejo­res resul­ta­dos en las zonas don­de el nivel de acti­vi­dad eco­nó­mi­ca es bajo y don­de el índi­ce de jubi­la­dos es más alto o entre las per­so­nas que ya no se con­si­de­ran des­em­plea­das por­que han deja­do de bus­car tra­ba­jo des­pués de lar­gos perío­dos de desempleo.

Biden, por su par­te, obtu­vo un mayor apo­yo de los hoga­res que ganan menos de 50.000 dóla­res al año (55% fren­te al 53% de Clin­ton en 2016), entre los hoga­res sin­di­ca­li­za­dos, cuya can­ti­dad está en decli­ve (56% fren­te al 51%), los jóve­nes votan­tes de 18 a 29 años (60%) y de 30 a 34 años (52%), los votan­tes urba­nos (60%) y sub­ur­ba­nos (50%). Aun­que los demó­cra­tas siguen con­tan­do con la leal­tad de la gran mayo­ría de los votan­tes de color, el apo­yo entre los votan­tes afro­ame­ri­ca­nos varió del 92% al 88% y entre los votan­tes lati­no­ame­ri­ca­nos del 71% al 68%. Hubo una ten­den­cia de Biden a mejo­rar los resul­ta­dos en los con­da­dos (prin­ci­pal­men­te urba­nos y sub­ur­ba­nos) que tie­nen altos nive­les de acti­vi­dad eco­nó­mi­ca y que expe­ri­men­ta­ron un fuer­te aumen­to del des­em­pleo en 2020.

Aun­que estas cate­go­rías socia­les no res­pon­dan a una con­cep­ción mar­xis­ta de las cla­ses socia­les, pode­mos sin embar­go sacar algu­nas con­clu­sio­nes. En pri­mer lugar, la peque­ña capa de tra­ba­ja­do­res blan­cos mayo­res del alto medio oes­te, el «Rust Belt» («Cin­tu­rón del óxi­do» o «Cin­tu­rón indus­trial») que le dio a Trump una leve ven­ta­ja en 2016 apo­yó a los demó­cra­tas en 2020. Este cam­bio ali­men­tó un mayor apo­yo a Biden en Michi­gan, Pennsyl­va­nia y Wis­con­sin, lo que le ase­gu­ró la mayo­ría en el Cole­gio Elec­to­ral. Los subur­bios de las gran­des ciu­da­des, don­de las deman­das de sub­si­dios por des­em­pleo están en aumen­to, tam­bién opta­ron mayo­ri­ta­ria­men­te por Biden. Pero la mayo­ría de las cla­ses medias blan­cas sub­ur­ba­nas, ex urba­nas, rura­les, espe­cial­men­te la cla­se media tra­di­cio­nal de pro­pie­ta­rios de peque­ñas empre­sas y tra­ba­ja­do­res autó­no­mos, y una mino­ría sig­ni­fi­ca­ti­va de tra­ba­ja­do­res, siguen apo­yan­do a Trump.

En ausen­cia de orga­ni­za­cio­nes fuer­tes de «lucha de cla­ses» ‑sin­di­ca­tos mili­tan­tes, par­ti­do obre­ro de masas, orga­ni­za­cio­nes inde­pen­dien­tes de la cla­se obre­ra anti­rra­cis­tas y femi­nis­tas, movi­mien­tos de des­em­plea­dos e inqui­li­nos, etc. ‑hay una fal­ta de orga­ni­za­cio­nes sóli­das de «lucha de cla­ses»- los sec­to­res más pre­ca­rios eco­nó­mi­ca­men­te de la cla­se obre­ra media y blan­ca se enfren­tan a un dile­ma exis­ten­cial. En ausen­cia de un apo­yo social sig­ni­fi­ca­ti­vo (sub­si­dios a las peque­ñas empre­sas, sub­si­dios de des­em­pleo corres­pon­dien­tes al 100% de los ingre­sos netos, pro­tec­ción con­tra las eje­cu­cio­nes inmo­bi­lia­rias y los des­alo­jos de vivien­das, etc.), tie­nen que ele­gir entre la super­vi­ven­cia eco­nó­mi­ca y la físi­ca. Al ser menos capa­ces de ase­gu­rar su repro­duc­ción social duran­te un perío­do de «con­fi­na­mien­to», esas capas resul­tan atraí­das por el nega­cio­nis­mo del Covid-19 por par­te de Trump y de la extre­ma dere­cha. La posi­bi­li­dad de morir de Covid-19 es, para ellos, un «mal menor», menos pro­ba­ble que la cer­te­za de la pobre­za y la la posi­bi­li­dad de que­dar­se sin vivien­da. El fra­ca­so de Biden y los demó­cra­tas para hacer cam­pa­ña (y pre­sio­nar al Con­gre­so) por un pro­gra­ma amplia­do de ayu­da ante el Covid para hom­bres y muje­res tra­ba­ja­do­res hizo que el apo­yo a Trump aumen­ta­ra entre las per­so­nas con­fron­ta­das al desas­tre económico.

-La nega­ti­va de Trump a ceder es gro­tes­ca y repre­sen­ta una ame­na­za. ¿Hay algún plan sobre este pun­to, y si es así, en qué con­sis­te? ¿Y cuán­to daño pue­de cau­sar aún duran­te los dos meses de man­da­to que le que­dan por delante?

Las pre­dic­cio­nes de un «gol­pe de Esta­do» – cons­ti­tu­cio­nal o de otro tipo – pro­mo­vi­do por muchos libe­ra­les y (lamen­ta­ble­men­te) por sec­to­res de la izquier­da socia­lis­ta esta­dou­ni­den­se resul­ta­ron ser fal­sas. Las ver­da­de­ras ban­das fas­cis­tas no logra­ron inti­mi­dar efi­caz­men­te a los votan­tes o inte­rrum­pir el con­teo de votos. Si bien el apo­yo de los capi­ta­lis­tas a Trump se incre­men­tó en com­pa­ra­ción con la cam­pa­ña elec­to­ral de 2016 (reci­bió el 51% de las dona­cio­nes de capi­ta­lis­tas en 2020, en com­pa­ra­ción con sólo el 8% hace cua­tro años), nin­gún sec­tor del capi­tal se mos­tró dis­pues­to a aban­do­nar el «mar­co cons­ti­tu­cio­nal» que les ha resul­ta­do tan útil duran­te más de 200 años. Inclu­so los ele­men­tos del apa­ra­to repre­si­vo del Depar­ta­men­to de Segu­ri­dad Nacio­nal más favo­ra­bles a Trump decla­ra­ron que las elec­cio­nes fue­ron «libres y jus­tas». El mar­tes 1 de diciem­bre, pare­ce que todos los esta­dos con resul­ta­dos elec­to­ra­les rela­ti­va­men­te ajus­ta­dos han cer­ti­fi­ca­dos a Biden como gana­dor ‑inclu­yen­do los esta­dos gober­na­dos por los repu­bli­ca­nos. Todas las ape­la­cio­nes de Trump fue­ron rápi­da­men­te des­es­ti­ma­das, y es poco pro­ba­ble que una ape­la­ción ante el Tri­bu­nal Supre­mo anu­le la elec­ción [la ape­la­ción de Trump fue des­es­ti­ma­da el 12 de diciem­bre], ya que los miem­bros del Tri­bu­nal son rea­cios a con­si­de­rar los resul­ta­dos de una elec­ción cer­ti­fi­ca­da por un esta­do. En la prác­ti­ca, Trump tuvo que ceder, per­mi­tien­do al equi­po de tran­si­ción Biden-Harris el acce­so a infor­ma­cio­nes con­fi­den­cia­les del gobierno.

En el tiem­po que le que­da, Donald Trump inten­ta­rá, segu­ra­men­te con cier­to éxi­to, uti­li­zar los decre­tos eje­cu­ti­vos que no requie­ren la apro­ba­ción del Con­gre­so para fle­xi­bi­li­zar las reglas ambien­ta­les (por ejem­plo, abrien­do vas­tas zonas del Árti­co a la «explo­ra­ción» desas­tro­sa de petró­leo y gas), para com­ple­tar el muro de la fron­te­ra sur y para per­do­nar a muchos de sus ami­gos (Michael Flynn, Roger Sto­ne y otros). Cuan­do Biden lle­gue a la pre­si­den­cia, es pro­ba­ble que revo­que varias órde­nes eje­cu­ti­vas ante­rio­res, que res­ta­blez­ca el esta­tus casi legal de los inmi­gran­tes indo­cu­men­ta­dos lle­ga­dos a los Esta­dos Uni­dos cuan­do eran meno­res («los soña­do­res» o «drea­mers»), que aca­be con la ver­gon­zo­sa «prohi­bi­ción de los musul­ma­nes» y que res­ta­blez­ca el papel de los Esta­dos Uni­dos en el sis­te­ma de alian­zas que le per­mi­tió man­te­ner su lide­raz­go en el mun­do capi­ta­lis­ta des­de la Segun­da Gue­rra Mundial.

-¿Cómo será la «vida des­pués de la muer­te» de Trump, tan­to en lo que res­pec­ta a la orga­ni­za­ción de la vio­len­cia esta­tal como a la direc­ción de las fuer­zas socia­les reac­cio­na­rias y las mili­cias de extre­ma dere­cha? ¿Y el Par­ti­do Repu­bli­cano lo segui­rá apo­yan­do, o al con­tra­rio, pue­de haber gran­des divisiones?

La «vida des­pués de la muer­te» del trum­pis­mo esta­rá sobre todo liga­da a cier­tas ini­cia­ti­vas polí­ti­cas ‑es poco pro­ba­ble que Biden revier­ta las reduc­cio­nes fis­ca­les masi­vas otor­ga­das a las empre­sas y a las per­so­nas ricas- y al con­ti­nuo cre­ci­mien­to de ver­da­de­ras ban­das fascistas.

Es evi­den­te que el inten­to de Trump de uti­li­zar las fuer­zas fede­ra­les (Guar­dia Nacio­nal) con­tra los levan­ta­mien­tos urba­nos será deja­do de lado ‑cuan­do las auto­ri­da­des esta­ta­les y loca­les (a menu­do demó­cra­tas) pue­dan hacer­lo por sí mis­mas, uti­li­zan­do las armas que reci­bie­ron bajo Clin­ton y Oba­ma para repri­mir efi­caz­men­te. Biden y Harris van a seguir con la estra­te­gia repre­si­va de los demó­cra­tas, la que inclu­ye el for­ta­le­ci­mien­to de las fuer­zas poli­cia­les loca­les y esta­ta­les y de la Guar­dia Nacio­nal para hacer fren­te a cual­quier posi­ble dis­tur­bio, y la uti­li­za­ción de cier­tas agen­cias fede­ra­les para coor­di­nar la repre­sión, de la mis­ma mane­ra que Oba­ma uti­li­zó la Ofi­ci­na Fede­ral de Inves­ti­ga­cio­nes (FBI) para coor­di­nar los des­alo­jos de los cam­pa­men­tos del movi­mien­to «Occupy» en las muni­ci­pa­li­da­des en 2011.

Las ban­das fas­cis­tas enva­len­to­na­das (y uti­li­zo el tér­mino en un sen­ti­do «clínico»/clásico a la Cla­ra Zet­kin y Trotsky de ban­das de cla­se media y obre­ra des­cla­sa­das, en su mayo­ría hom­bres jóve­nes, que ate­rro­ri­zan a los tra­ba­ja­do­res y a los opri­mi­dos) son y siguen sien­do una ame­na­za para noso­tros ‑espe­cial­men­te para los inmi­gran­tes, la gen­te de color, los homo­se­xua­les, la gen­te de izquier­da y los tra­ba­ja­do­res que inten­tan orga­ni­zar­se fue­ra de las gran­des ciu­da­des. Es impor­tan­te recor­dar que los cen­tros logís­ti­cos esen­cia­les sue­len estar situa­dos en zonas sub­ur­ba­nas, en terre­nos bara­tos fue­ra de las gran­des ciu­da­des, pero cer­ca de las mis­mas. Las mani­fes­ta­cio­nes en Washing­ton, D.C., aun­que no hayan sido, por cier­to, un ensa­yo gene­ral para una toma del poder a la mane­ra de «Mar­cha sobre Roma», es una cla­ra señal de que esta ame­na­za no va a des­apa­re­cer con la elec­ción de Biden. Las movi­li­za­cio­nes anti­fas­cis­tas que se plan­tean ser más nume­ro­sos que esas ban­das, para aplas­tar y dis­per­sar a la extre­ma dere­cha, deben ser una prio­ri­dad para la izquier­da socia­lis­ta en los pró­xi­mos cua­tro años.

Creo que, aun­que lo inten­ten, a los «repu­bli­ca­nos del esta­blish­ment» que espe­ra­ban pur­gar el par­ti­do del trum­pis­mo des­pués de una derro­ta elec­to­ral les va a resul­tar difí­cil ais­lar o cana­li­zar una base cada vez más radi­ca­li­za­da. El mis­mo Trump, no des­apa­re­ce­rá des­pués de dejar la Casa Blan­ca. Muy pro­ba­ble­men­te, un nue­vo canal de noti­cias por cable le va a per­mi­tir el con­tac­to con sus par­ti­da­rios y va a seguir jugan­do un papel en la polí­ti­ca repu­bli­ca­na duran­te los pró­xi­mos cua­tro años.

-Biden asu­mi­rá el car­go en ple­na pan­de­mia, con una eco­no­mía tam­ba­lean­te y con enor­mes ten­sio­nes entre Esta­dos Uni­dos y Chi­na. ¿Habrá un retorno a un neo­li­be­ra­lis­mo más domi­nan­te des­pués del ais­la­cio­nis­mo de Trump, y la admi­nis­tra­ción Biden apor­ta­rá res­pues­tas dife­ren­tes a la cri­sis del capi­ta­lis­mo americano?

En lo esen­cial, la admi­nis­tra­ción Biden, vol­ve­rá a las clá­si­cas polí­ti­cas neo­li­be­ra­les. Si bien es pro­ba­ble que Joe Biden sea más efi­caz para enfren­tar la pan­de­mia (obli­ga­ción de lle­var más­ca­ras en todo el país, mayor asis­ten­cia a los gobier­nos esta­ta­les, etc.), en su ver­sión del «estí­mu­lo» eco­nó­mi­co habrá pocas medi­das redis­tri­bu­ti­vas, como la pri­ma de 600 dóla­res sema­na­les para quie­nes tie­nen dere­cho al segu­ro de des­em­pleo o una «opción públi­ca» [en com­pe­ten­cia con los segu­ros pri­va­do] den­tro del Oba­ma­ca­re. Sus esfuer­zos se van a cen­trar en res­ca­tar a los gobier­nos esta­ta­les y a sus acree­do­res. Con estas prio­ri­da­des y su éxi­to entre los votan­tes sub­ur­ba­nos y uni­ver­si­ta­rios, los demó­cra­tas inten­ta­rán posi­cio­nar­se en el cen­tro-dere­cha de la polí­ti­ca estadounidense.

Ya hemos vis­to cómo comien­zan los ata­ques con­tra el ala de Ber­nie San­ders y Ale­xan­dria Oca­sio-Cor­tez, ya que los demó­cra­tas tra­di­cio­na­les (e inclu­so los lla­ma­dos «pro­gre­sis­tas») acu­san a los «san­der­nis­tas» ‑que son los ver­da­de­ros defen­so­res del segu­ro de salud para todos y del Green New Deal (con fal­sas afir­ma­cio­nes según las cua­les estos pro­po­nen un recor­te de la finan­cia­ción de la poli­cía)- de ser los res­pon­sa­bles de los resul­ta­dos elec­to­ra­les rela­ti­va­men­te medio­cres de 2020.

Los cam­bios más sus­tan­cia­les van a venir, creo, en mate­ria de polí­ti­ca exte­rior, don­de la admi­nis­tra­ción Biden-Harris hará una serie de esfuer­zos para reafir­mar la hege­mo­nía ame­ri­ca­na y ais­lar polí­ti­ca, mili­tar y eco­nó­mi­ca­men­te a su rival chino.

-¿Qué sig­ni­fi­ca este resul­ta­do para el movi­mien­to Black Lives Mat­ter? ¿Exis­te el ries­go de des­orien­tar el movi­mien­to o de que dis­mi­nu­ya el apo­yo popu­lar con el que cuen­ta? ¿Los éxi­tos elec­to­ra­les de la «escua­dra» [Ale­xan­dria Oca­sio-Cor­tez, Ilhan Omar, Ayan­na Press­ley y Rashi­da Tlaib] y la elec­ción de Cori Bush (una des­ta­ca­da orga­ni­za­do­ra de Fer­gu­son, Mis­sou­ri- ele­gi­da a la Cáma­ra de repre­sen­tan­tes como demó­cra­ta) corren ries­go de cooptación?

Yo pien­so que los demó­cra­tas, inclu­so antes de su vic­to­ria, logra­ron inte­grar a muchos acti­vis­tas de Black Lives Mat­ter. A pesar del reite­ra­do recha­zo de Biden y Harris a la deman­da más impor­tan­te del movi­mien­to, a saber, la reduc­ción drás­ti­ca de los pre­su­pues­tos de la poli­cía, un sec­tor con­si­de­ra­ble de acti­vis­tas pasó de la polí­ti­ca de «Black Lives Mat­ter» a la polí­ti­ca de «Los Votos Negros Impor­tan». ¿Cómo pudo el mayor movi­mien­to social en una gene­ra­ción ‑con más de 20 millo­nes de per­so­nas en ciu­da­des, subur­bios y peque­ños pue­blos de Esta­dos Uni­dos- trans­for­mar­se tan rápi­da­men­te en polí­ti­ca del Par­ti­do Demó­cra­ta? La capa­ci­dad de los demó­cra­tas para hacer des­ca­rri­lar el movi­mien­to median­te vic­to­rias gene­ral­men­te sim­bó­li­cas (eli­mi­nan­do los monu­men­tos a los «héroes» de los esta­dos con­fe­de­ra­dos, la esco­ria más reac­cio­na­ria de la his­to­ria de los Esta­dos Uni­dos) y la repre­sión selec­ti­va, refle­ja la debi­li­dad de la izquier­da orga­ni­za­da de los Esta­dos Uni­dos (véa­se más ade­lan­te). Con la excep­ción de peque­ños gru­pos de acti­vis­tas, nin­gu­na orga­ni­za­ción nacio­nal de mili­tan­tes sur­gió de este levan­ta­mien­to histórico.

Sin una ver­sión mul­ti­rra­cial y no basa­da en los cam­pus uni­ver­si­ta­rios, del tipo del Comi­té Coor­di­na­dor Estu­dian­til No Vio­len­to (Stu­dent Non­vio­lent Coor­di­na­ting Com­mit­tee, SNCC) de los años 60 que lide­ró y dio visión a las luchas de enton­ces, las fuer­zas del refor­mis­mo ofi­cial en las comu­ni­da­des de color, las aso­cia­cio­nes sin fines de lucro, los res­pon­sa­bles sin­di­ca­les y los polí­ti­cos demó­cra­tas pudie­ron cana­li­zar gran par­te de la ener­gía del movi­mien­to detrás de Biden y Harris.

-¿Cuá­les son las pers­pec­ti­vas de crea­ción de orga­ni­za­cio­nes de izquier­da capa­ces de coor­di­nar la lucha con­tra la extre­ma dere­cha, el racis­mo de Esta­do y las cri­sis de pan­de­mia social y eco­nó­mi­ca? La DSA (The Demo­cra­tic Socia­lists of Ame­ri­ca) reclu­tó a miles de miem­bros en las últi­mas sema­nas, pero ¿hay deba­tes den­tro y en la peri­fe­ria de la DSA sobre una orien­ta­ción más inde­pen­dien­te y no elec­to­ral? ¿Y cuál debe­ría ser la direc­ción estra­té­gi­ca de los socia­lis­tas revolucionarios?

La izquier­da socia­lis­ta ingre­sa en ese terreno ines­ta­ble con una posi­ción polí­ti­ca y orga­ni­za­ti­va más débil que la que tenía­mos cuan­do Trump asu­mió el car­go en 2016. A pesar del con­ti­nuo cre­ci­mien­to numé­ri­co de la DSA, su rápi­da inmer­sión en la polí­ti­ca elec­to­ral del Par­ti­do Demó­cra­ta duran­te y des­pués de la can­di­da­tu­ra de Ber­nie San­ders en las pri­ma­rias demó­cra­tas, debi­li­tó con­si­de­ra­ble­men­te su capa­ci­dad para inter­ve­nir en las luchas de masas o para construirlas.

La DSA no hizo un balan­ce auto­crí­ti­co del fra­ca­so de la cam­pa­ña de San­ders en 2020. A pesar del apo­yo masi­vo a la reso­lu­ción «Ber­nie or Bust» («Ber­nie o la ban­ca­rro­ta») en la Con­ven­ción de 2019 de la DSA ‑que com­pro­me­te a la orga­ni­za­ción a no apo­yar a nin­gún otro can­di­da­to que no sea San­ders- los líde­res elec­tos y no elec­tos de la DSA hicie­ron cam­pa­ña abier­ta­men­te a favor de Biden y Harris.

El levan­ta­mien­to anti­rra­cis­ta tomó de impro­vis­to a la DSA y no supo tra­ba­jar con la nue­va capa de diri­gen­tes que sur­gió para ayu­dar a orga­ni­zar una estruc­tu­ra anti­rra­cis­ta per­ma­nen­te, inde­pen­dien­te de las ONG y de los demó­cra­tas. En lugar de ver la nece­si­dad de una reorien­ta­ción radi­cal de su orien­ta­ción, la direc­ción de la DSA pare­ce com­pro­me­ter­se aún más con la polí­ti­ca elec­to­ral «hacia aba­jo» del Par­ti­do Demó­cra­ta. La apa­ren­te «izquier­da» de la DSA ‑el gru­po Bread & Roses (que diri­ge el sitio web The Call) en par­ti­cu­lar- ha aban­do­na­do todo tipo de dis­cur­so sobre una posi­ble «rup­tu­ra sucia» con los Demó­cra­tas y la nece­si­dad de un par­ti­do obre­ro inde­pen­dien­te.1 Ha adop­ta­do, más bien, una prác­ti­ca que es inse­pa­ra­ble del pro­yec­to falli­do de «reajus­te» de la izquier­da social­de­mó­cra­ta en los años sesen­ta y seten­ta, que pre­ten­día trans­for­mar a los demó­cra­tas en un par­ti­do de natu­ra­le­za diferente.

¿Qué deben hacer los radi­ca­les y los revo­lu­cio­na­rios den­tro y fue­ra de la DSA? Debe­mos vol­ver a com­pro­me­ter­nos a dar un lugar cen­tral a la orga­ni­za­ción y a la lucha extra elec­to­ral en el perío­do que vie­ne. En estas luchas, debe­mos tener cla­ro que Biden y los demó­cra­tas son, como Trump y sus hor­das de cla­se media, nues­tros enemi­gos. Debe­mos ayu­dar a cons­truir luchas en la base y orga­ni­za­cio­nes inde­pen­dien­tes per­ma­nen­tes con­tra la vio­len­cia poli­cial racis­ta, con­tra las nue­vas depor­ta­cio­nes «silen­cio­sas» de migran­tes, con­tra el des­em­pleo masi­vo, los des­alo­jos y las eje­cu­cio­nes hipo­te­ca­rias y los nue­vos ata­ques con­tra el nivel de vida y las con­di­cio­nes de trabajo.

Estas luchas deben ir mucho más allá de las «cam­pa­ñas», méto­do pri­vi­le­gia­do por el con­jun­to de las ONG y las orga­ni­za­cio­nes cari­ta­ti­vas que pre­fie­ren la pre­sión a los repre­sen­tan­tes elec­tos, las mani­fes­ta­cio­nes esce­ni­fi­ca­das, o las movi­li­za­cio­nes sin­di­ca­les que no bus­can tras­cen­der los lími­tes lega­les. Nece­si­ta­mos ins­pi­rar­nos en los últi­mos ejem­plos vivos de luchas de masas en los Esta­dos Uni­dos: el movi­mien­to de los des­em­plea­dos de 1929 – 1933, las huel­gas masi­vas de los tra­ba­ja­do­res indus­tria­les de 1934 – 1937, los comien­zos del movi­mien­to de los dere­chos civi­les y por el poder negro, y la ola de accio­nes obre­ras mul­ti­rra­cia­les por el empleo a fina­les de la déca­da de 1960 y prin­ci­pios de la de 1970.

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