Colom­bia. Entre­vis­ta a Renan Vega Can­tor: “Duque es Uri­be III”

Por José Ramón Lla­nos H. Resu­men Lati­no­ame­ri­cano, 14 de noviem­bre de 2020.

Entre­vis­ta con Renán Vega Can­tor quien recien­te­men­te aca­ba de publi­car el libro “Siem­pre de pie, nun­ca ren­di­dos. Los cor­te­ros de caña de azú­car en el Valle del Cau­ca, pre­sen­cia y luchas” (1860−2015).

Renán Vega cur­só estu­dios polí­ti­cos en la Uni­ver­si­dad de París VIII y de His­to­ria de Amé­ri­ca Lati­na en la Uni­ver­si­dad de París (1). Actual­men­te es docen­te de tiem­po com­ple­to en la Uni­ver­si­dad Peda­gó­gi­ca de Colombia.

-¿Cuál es su opi­nión del movi­mien­to estu­dian­til en este momen­to y su obje­ti­vo de matrí­cu­la cero?

–Mira es que la pan­de­mia ha alte­ra­do todas las agen­das de lucha y de movi­li­za­ción por­que el año pasa­do a par­tir de octu­bre cuan­do se reali­zó el paro nacio­nal, hubo impor­tan­tes movi­li­za­cio­nes de dis­tin­tos sec­to­res de la socie­dad inclu­yen­do a los estu­dian­tes. Tam­bién se habían dado algu­nas luchas en los años 2018 y 2019 que habían sido muy impor­tan­tes, espe­cial­men­te la del año pasa­do cuan­do se logró una refor­ma míni­ma en tér­mi­nos de finan­cia­ción. Algo se con­si­guió, pero real­men­te muy limi­ta­do que no tocó a fon­do el pro­ble­ma real de finan­cia­ción de las universidades.

-¿Enton­ces usted cree que ha sido nega­ti­va la pan­de­mia para el movi­mien­to estudiantil?

–Real­men­te esta­ban crea­das las con­di­cio­nes para una lucha intere­san­te, reno­va­da, pero la pan­de­mia hizo guar­dar a la gen­te, se des­mo­vi­li­zó y en este momen­to el mun­do uni­ver­si­ta­rio es de los más para­li­za­dos por­que no están fun­cio­nan­do las ins­ti­tu­cio­nes, las cla­ses son vir­tua­les, los estu­dian­tes no se reúnen, el movi­mien­to se hace cara cara, pre­sen­cial. Lo vir­tual no sus­ti­tu­ye de nin­gu­na mane­ra la movi­li­za­ción de las per­so­nas y en el caso de los estu­dian­tes con mayor razón, por­que sus for­mas de orga­ni­za­ción se ges­tan a la luz de la cuo­ti­dia­ni­dad, en los cam­pos uni­ver­si­ta­rios, si los cam­pos uni­ver­si­ta­rios están cerra­dos y en la prác­ti­ca están cerra­dos, pues es difí­cil hablar de movi­mien­to estudiantil.

-En los años 70 – 80 tenía­mos uni­ver­si­da­des en don­de el pro­fe­so­ra­do en alto por­cen­ta­je era mar­xis­ta, hoy esca­sean, ¿usted qué opi­na al respecto?

–Bueno yo tuve la opor­tu­ni­dad de estu­diar en 1977 y en efec­to era evi­den­te que todos los pro­fe­so­res, inde­pen­dien­te de las dis­ci­pli­nas en que se hubie­ran espe­cia­li­za­do, habla­ban des­de pers­pec­ti­vas mar­xis­tas, la biblio­gra­fía era mar­xis­ta y siem­pre había un len­gua­je en esa direc­ción y así fue duran­te casi toda la carrera.

Pero a par­tir de los 90 lo que se ha impues­to es una lógi­ca anti­mar­xis­ta y no sólo des­de el pun­to de vis­ta doc­tri­na­rio, sino des­de el pun­to de vis­ta polí­ti­co y prác­ti­co. Enton­ces los que algu­na vez fue­ron mar­xis­tas, muchos de ellos cam­bia­ron de ban­do, pasa­ron a ser anti­co­mu­nis­tas, anti mar­xis­tas, muchos de ellos ter­mi­na­ron sien­do uribistas.

-¿Esos cam­bios cau­sa­ron algún efec­to en la academia?

–Eso creó un ambien­te total­men­te dife­ren­te. En las nue­vas gene­ra­cio­nes hay des­co­no­ci­mien­to gene­ra­li­za­do del pen­sa­mien­to mar­xis­ta hay un recha­zo, pero es un recha­zo que no se hace a par­tir de un cono­ci­mien­to de la lite­ra­tu­ra mar­xis­ta ni mucho menos. Es difí­cil con­se­guir inclu­so biblio­gra­fía en ese tema en gene­ral. Pero hay que decir que hoy la situa­ción es menos crí­ti­ca que como fue en los años noventa.

-¿Deta­lle, por favor, cómo fue ese asun­to en los 90 y cuál es la situa­ción hoy?

–En los años 90 fue el desier­to abso­lu­to, nadie que­ría oír hablar nada de mar­xis­mo, de Marx, de las luchas socia­les, de las luchas revo­lu­cio­na­rias y eso se man­tu­vo así has­ta el 2008. La cri­sis del 2008 sig­ni­fi­có regre­sar a las aulas uni­ver­si­ta­rias el mar­xis­mo y Marx. En esas esta­mos aho­ra, ha sido un retorno bas­tan­te difí­cil por todo el ambien­te enra­re­ci­do y más en un país como Colom­bia. Por­que aquí, recuer­de que ha habi­do con­tra insur­gen­cia con­tra la pobla­ción civil, los estu­dian­tes y los profesores.

-Cam­bie­mos de tema. ¿A qué se debe que a pesar de la con­duc­ta dolo­sa de Álva­ro Uri­be ten­ga un amplio apo­yo en la opinión?

Bueno yo creo que aquí habría que seña­lar varias cosas. Es cier­to que sigue tenien­do acep­ta­ción, pero su acep­ta­ción ha ido per­dien­do fuer­za. Pero obvia­men­te tie­ne acep­ta­ción en impor­tan­tes sec­to­res de la pobla­ción pero que a eso hay que dar­le una expli­ca­ción. Inclu­so es una expli­ca­ción socio­ló­gi­ca, his­tó­ri­ca, psi­co­ló­gi­ca que tie­ne que ver con algo de lar­ga dura­ción en la socie­dad colom­bia­na. Colom­bia es un país terri­ble­men­te into­le­ran­te. Y esa into­le­ran­cia está liga­da a una gran tra­ge­dia que vivi­mos en el siglo XIX, y fue la Rege­ne­ra­ción, toda esa alian­za entre el Esta­do y la igle­sia creó un pro­to­ti­po de colom­biano que nun­ca des­apa­re­ció. Es un colom­biano into­le­ran­te, machis­ta, violento.

-¿El uri­bis­mo cómo asi­mi­la y uti­li­za esa cultura?

–En momen­tos de cri­sis, ese tipo de pen­sa­mien­to auto­ri­ta­rio que está en muchos colom­bia­nos aflo­ra y eso lo cana­li­zó el uri­bis­mo. Su pro­yec­to vio­len­to, repre­si­vo tie­ne que ver con frus­tra­cio­nes de dis­tin­tos sec­to­res de la pobla­ción, sobre todo de la pobla­ción pobre, que se ve encar­na­da en un tipo bru­tal, atra­bi­lia­rio que ade­más está rela­cio­na­do con un ele­men­to cul­tu­ral que se ha pre­sen­ta­do en las últi­mas déca­das en Colom­bia, lo que yo lla­mo la for­ma­ción de una cul­tu­ra tra­que­ta, y la for­ma­ción de una cul­tu­ra tra­que­ta tie­ne que ver con todas las influen­cias que ha deja­do la sub­cul­tu­ra del nar­co­trá­fi­co. Que ya no son tan sub­cul­tu­ras, sino que se con­vir­tie­ron en ele­men­tos cul­tu­ra­les domi­nan­tes asu­mi­dos por las cla­ses dominantes.

-¿Enton­ces usted cree que ha habi­do un dete­rio­ro en la cul­tu­ra de la cla­se dominante?

–Yo con­si­de­ro que la alta cul­tu­ra de la cla­se domi­nan­te en Colom­bia tam­bién des­apa­re­ció. Y hoy esta­mos ante unas cla­ses domi­nan­tes abso­lu­ta­men­te incul­tas, atra­bi­lia­rias, igno­ran­tes, y ade­más están fusio­na­das con todos esos anti­va­lo­res de cul­tu­ra tra­que­ta, de nar­co­trá­fi­co y el uri­bis­mo los encar­na muy bien.

-¿Usted cree que eso tam­bién expli­ca la pro­pen­sión a la vio­len­cia del uribismo?

–Cla­ro, los uri­bis­tas y Uri­be per­te­ne­cen a la cul­tu­ra del arri­bis­mo, de que las cosas se logran a tra­vés de la vio­len­cia, de piso­tear al adver­sa­rio y eso se exal­ta como algo digno. Ade­más, eso se acom­pa­ña de un ele­men­to que con­si­de­ro el más tenaz que hay en la socie­dad colom­bia­na, la impu­ni­dad, si no hubie­ra impu­ni­dad este tipo de per­so­na­jes no ger­mi­na­rían. Esta­rían en la cárcel.

-¿Hay algu­na otra mani­fes­ta­ción de la deca­den­cia cultural?

–Esta­mos en una socie­dad don­de cada vez se lee y se estu­dia menos. Cuan­do digo eso me refie­ro tam­bién a pro­fe­so­res uni­ver­si­ta­rios y uno con­fir­ma que su nivel de lec­tu­ra es míni­mo, su for­ma­ción cul­tu­ral es inexis­ten­te, no tie­nen una biblio­te­ca, no saben lo que es ir a una librería.

-¿Se pue­de decir que tam­bién el nivel cul­tu­ral medio ha sido afectado?

–Solo se leen libros de auto­ayu­da y eso no sólo ha afec­ta­do a la com­pren­sión del mar­xis­mo. Tam­bién afec­ta eso a todo lo que uno pue­de lla­mar pen­sa­mien­to crí­ti­co, pen­sa­mien­to eman­ci­pa­to­rio que for­ma par­te del mar­xis­mo, hay inclu­so ten­den­cias como el pos­mo­der­nis­mo que fomen­ta aún más esa pere­za cuan­do dicen que todo vale, que todos los dis­cur­sos tie­nen la mis­ma acep­ta­ción que no hay ver­da­des esta­ble­ci­das. Eso gene­ra todo un con­tex­to de des­gano, de dis­tan­cia­mien­to de todo lo que sig­ni­fi­que pen­sar y reflexionar.

Se debe des­ta­car que ese faci­lis­mo hace par­te del mun­do cul­tu­ral recrea­cio­nal y cul­tu­ral, entre comi­llas, que ha impues­to la bur­gue­sía no hay sino que ver la tele­vi­sión y los demás medios.

-¿Qué lec­tu­ra hace usted del gobierno de Duque?

–Lo del gobierno de Duque a mí me pare­ce pre­vi­si­ble den­tro de lo que esta­ba anun­cia­do. Real­men­te el gobierno lo podría­mos lla­mar como el uri­bis­mo tres. El uri­bis­mo uno fue Uri­be, el uri­bis­mo dos fue San­tos y el uri­bis­mo tres es Duque. Y este uri­bis­mo tres es el regre­so al uri­bis­mo uno, es un uri­bis­mo puro y duro, de segu­ri­dad demo­crá­ti­ca, de per­se­cu­ción a los adver­sa­rios, el pre­do­mi­nio de todo tipo de men­ti­ras, los ase­si­na­tos colec­ti­vos, las masa­cres, los bom­bar­deos, la polí­ti­ca cri­mi­nal que pre­ten­de com­ba­tir la dro­ga bom­bar­dean­do los cam­pe­si­nos con gli­fo­sa­to. Todo eso ya lo había­mos vivi­do, esta es la reedición.

-¿Usted con­si­de­ra que el gobierno de Duque es peor que el de Uribe?

–En una esca­la más agra­va­da por­que en el 2002 esta­ba la jus­ti­fi­ca­ción de la exis­ten­cia de las FARC, sabe­mos que la mayor par­te de las FARC se des­mo­vi­li­za­ron. Sin embar­go, se sigue en las mis­mas con­di­cio­nes enton­ces esta­mos en algo que a mi modo de ver es per­fec­ta­men­te nor­mal den­tro de las carac­te­rís­ti­cas de lo que es el uri­bis­mo, el Cen­tro Demo­crá­ti­co y todo lo que es su ideo­lo­gía. Con el agra­van­te de que el gobierno de Duque tie­ne como con­sig­na fun­da­men­tal el derro­ca­mien­to del gobierno vene­zo­lano y eso lo ha con­ver­ti­do en una ficha incon­di­cio­nal de los Esta­dos Uni­dos. Como ha suce­di­do siem­pre en la his­to­ria con­tem­po­rá­nea de Colombia.

-¿Cómo ve la con­tien­da elec­to­ral del 22?

–Lo que pasa es que hay varios fac­to­res que habría que con­si­de­rar: pri­me­ro un fac­tor inter­na­cio­nal, yo creo que tie­ne que ver mucho con lo que pase en las elec­cio­nes de EEUU por­que si es reelec­to Trump y esa es una posi­bi­li­dad que no se pue­de des­car­tar, van apre­tar las tuer­cas con­tra Vene­zue­la, con­tra Cuba, con­tra Nica­ra­gua y se van a for­ta­le­cer pro­yec­tos como el de la pan­di­lla de Lima.

-¿En qué for­ma actua­ría la pan­di­lla de Lima?

–Lo que yo lla­mo la pan­di­lla de Lima, el gobierno del Duque y los gobier­nos más retró­gra­dos del con­ti­nen­te y eso va a pre­sen­tar un pano­ra­ma elec­to­ral en Colom­bia más difí­cil por­que va a faci­li­tar el frau­de elec­to­ral, la ñeñe polí­ti­ca dos o sea cómo lle­gó Uri­be median­te el frau­de elec­to­ral a la pre­si­den­cia de la Repú­bli­ca, com­pra de votos

-¿No cree que la pan­de­mia ha podi­do cam­biar la per­cep­ción polí­ti­ca de una par­te del electorado?

–Diga­mos que hay toda una corre­la­ción de fuer­zas que se ha modi­fi­ca­do y es que la pan­de­mia ha pues­to de pre­sen­te lo más nega­ti­vo del uri­bis­mo y del duquis­mo. Y eso en capa­ci­dad para mane­jar cosas tan ele­men­ta­les como la mis­ma pan­de­mia son impor­tan­tes, pero son ele­men­ta­les ante la opi­nión públi­ca y son visi­bles y todo lo que se ha mos­tra­do en tér­mi­nos de corrup­ción, el des­pres­ti­gio del régi­men, los ase­si­na­tos, las masa­cres. Diga­mos, ade­más, fac­to­res acu­mu­la­dos de la nación que pue­den tener impac­to sig­ni­fi­ca­ti­vo en la movi­li­za­ción social y que pue­de que de algu­na mane­ra inci­dan en las elec­cio­nes del 22 y eso depen­de un poco de cómo va a ser el pano­ra­ma elec­to­ral, por­que has­ta aho­ra se están colo­can­do las fichas y hay una serie de intere­ses y hay sec­to­res que le están apos­tan­do a ver has­ta don­de lle­gue el lla­ma­do cen­tro. Ahí pue­den dar­se todo tipo de alian­zas y por eso en este momen­to no veo muy cla­ro qué va a suceder.

-¿Cómo defi­ni­ría a Fajardo?

–Para mí Fajar­do es un tipo ano­dino, es un tipo gris un tipo sin per­so­na­li­dad un tipo que cuan­do ha toca­do fijar posi­ción, nun­ca lo ha hecho ante gran­des pro­ble­mas del país. Fajar­do como gober­na­dor de Antio­quía está muy unta­do en corrup­ción como lo de Hidro­ituan­go. Es un per­so­na­je gris pero muy muy peligroso.

-¿Hay posi­bi­li­da­des de una alian­za real de cen­tro izquierda?

–El pro­ble­ma es que como en la izquier­da exis­ten tan­tas divi­sio­nes uno espe­ra­ría que se pudie­ra cua­jar algo. Pero que no fue­ra solo elec­to­ral que fue­ra un pro­gra­ma más allá de lo electoral.

-¿Cómo valo­ras el uri­bis­mo hoy?

–Lo que yo veo aho­ri­ti­ca es que el uri­bis­mo está muy des­di­bu­ja­do, muy gol­pea­do. Y veo muy difí­cil que se pue­da recu­pe­rar en con­di­cio­nes nor­ma­les, sal­vo que pasen cosas excep­cio­na­les y en Colom­bia pue­de suce­der lo que uno menos se ima­gi­na máxi­me tenien­do en cuen­ta como pesa la varia­ble de EEUU, el reali­nea­mien­to de fuer­zas tam­bién en el con­ti­nen­te tie­ne que ver mucho con el blo­queo de Vene­zue­la hay una serie de fac­to­res. Colom­bia no jue­ga solo, hay que meter­lo en todos estos con­tex­tos geopolíticos.

-¿Algu­nos sec­to­res cali­fi­can al Gobierno de régi­men fachis­toi­de, usted qué opi­na al respecto?

–Pues a mí me pare­ce un tér­mino bas­tan­te dis­cu­ti­ble pues el fas­cis­mo tie­ne unas carac­te­rís­ti­cas que no son úni­ca­men­te de auto­ri­ta­ris­mos. El fas­cis­mo tie­ne una carac­te­rís­ti­ca pecu­liar, el fas­cis­mo se apo­ya en orga­ni­za­cio­nes de masas y aquí las orga­ni­za­cio­nes de masas no exis­ten es decir pue­de que el uri­bis­mo en sus mejo­res momen­tos haya teni­do res­pal­do de las masas, pero no son masas orga­ni­za­das, en el fas­cis­mo si son masas orga­ni­za­das y actuan­do cor­po­ra­ti­va­men­te. El fas­cis­mo tie­ne un tipo de sin­di­ca­to, unas for­mas de movi­li­za­ción, de socia­bi­li­dad de los dis­tin­tos sec­to­res en don­de agru­pa prin­ci­pal­men­te a la peque­ña bur­gue­sía. Eso es muy difí­cil encon­trar­lo en Colom­bia, un ele­men­to tam­bién del fas­cis­mo es el nacio­na­lis­mo, pero un nacio­na­lis­mo muy par­ti­cu­lar, un nacio­na­lis­mo ancla­do a la par­te ances­tral que se recla­ma en un país. Aquí no hay patrio­tis­mo con ancla­je popular.

-¿Cuál debe ser en esta situa­ción del país el rol de los intelectuales?

–Yo no estoy de acuer­do con mane­jar esa pala­bra inte­lec­tual, a mi modo de ver esa pala­bra ya no tie­ne vigen­cia, los inte­lec­tua­les des­apa­re­cie­ron y yo hablo más bien de tra­ba­ja­do­res de la cul­tu­ra, inclu­so rei­vin­di­co lo que han dicho pen­sa­do­res lati­no­ame­ri­ca­nos de dis­tin­tas épo­cas como el cubano Julio Anto­nio Mella, un revo­lu­cio­na­rio cubano ase­si­na­do el 10 de enero de 1929. Mella, quien habla­ba de los tra­ba­ja­do­res de la cul­tu­ra, Eduar­do Galeano tam­bién habla de los seres sen­ti­pen­san­tes, el inte­lec­tual sepa­ra el pen­sa­mien­to de la acción.

Yo rei­vin­di­co más bien eso de seres sen­ti­pen­san­tes, que sien­ten, que pien­san y que refle­xio­nen y no para ense­ñar­les nada a los movi­mien­tos socia­les, más bien para acom­pa­ñar­los, para apren­der de ellos y para hacer refle­xio­nes crí­ti­cas que ayu­den a situar algu­nos pro­ble­mas que son fun­da­men­ta­les para una socie­dad. Con­si­de­ro que esa es su fun­ción bási­ca. Sin pre­ten­der ser sal­va­do­res ni tener fór­mu­las mági­cas ni mucho menos.

Fuen­te: Sema­na­rio Voz

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