Chi­le. Con­ven­ción Cons­ti­tu­yen­te: Lis­ta úni­ca o tum­ba única

Por Manuel Cabie­ses Dono­so, Resu­men Lati­no­ame­ri­cano, 12 de noviem­bre de 2020.

Los par­ti­dos polí­ti­cos pare­cen haber olvi­da­do la Con­ven­ción Cons­ti­tu­yen­te que dise­ña­rá la nue­va ins­ti­tu­cio­na­li­dad del país. Están en otra, acei­tan­do oxi­da­das maqui­na­rias para sur­fear la ola de elec­cio­nes que se ave­ci­na. Los can­di­da­tos sur­gen como callam­pas des­pués de la llu­via. Hay un des­fi­le de can­di­da­tos a gober­na­do­res regio­na­les, alcal­des, con­ce­ja­les, cores (1), par­la­men­ta­rios e inclu­so Pre­si­den­te de la Repú­bli­ca. Es la rapi­ña de miles de “pitu­tos” que finan­cian par­ti­dos, fun­cio­na­rios y “ase­so­rías” múl­ti­ples. Los mati­na­les de TV y las esca­ra­mu­zas tri­via­les del Con­gre­so Nacio­nal se esme­ran en con­fun­dir a la gale­ría. El 29 de noviem­bre se ini­cia la fies­ta que par­te con las pri­ma­rias de gober­na­do­res y alcal­des. Un deli­rium tre­mens que segu­ra­men­te ter­mi­na­rá en la cami­sa de fuer­za de la abs­ten­ción elec­to­ral. Entre­tan­to, de la Con­ven­ción Cons­ti­tu­yen­te, la pri­me­ra en nues­tra his­to­ria repu­bli­ca­na, no se dice chus ni mus.

Los par­ti­dos no se dan por alu­di­dos de lo que suce­de en el “Chi­le pro­fun­do”. No cap­tan el fenó­meno sub­te­rrá­neo ‑un río de lava insur­gen­te- que desa­fía la ins­ti­tu­cio­na­li­dad here­da­da de una dic­ta­du­ra y que a ratos eclo­sio­na en una vio­len­cia sin brú­ju­la o alcan­za cimas de enor­mes mani­fes­ta­cio­nes de masas. Es cier­to este movi­mien­to care­ce de direc­ción y de una hoja de ruta que le per­mi­ta alcan­zar los nive­les de epo­pe­ya de una insu­rrec­ción popu­lar. De esa debi­li­dad se apro­ve­cha la cas­ta polí­ti­ca para hacer sus juga­rre­tas. Pero igual de lo pro­fun­do sur­ge el recla­mo de dig­ni­dad e igual­dad para los hom­bres y muje­res de este país. Si este cla­mor no es escu­cha­do la furia del pue­blo derri­ba­rá todas las barre­ras que se opon­gan a su paso… o cae­rá en bra­zos de un aven­tu­re­ro. Sin embar­go, esa rabia ape­nas con­te­ni­da de millo­nes, ha plan­tea­do una solu­ción pací­fi­ca y demo­crá­ti­ca a la cri­sis: una Asam­blea Cons­ti­tu­yen­te que redac­te una Cons­ti­tu­ción Polí­ti­ca que ende­re­ce por cami­nos demo­crá­ti­cos la mar­cha hacia una socie­dad de igua­les. Si este movi­mien­to no ha logra­do impo­ner la Asam­blea Cons­ti­tu­yen­te y debe con­for­mar­se con un reme­do de ella, es por­que le ha fal­ta­do orga­ni­za­ción y una con­duc­ción colec­ti­va res­pe­ta­da por todos.

La cas­ta polí­ti­ca, apro­ve­chan­do esas debi­li­da­des, cons­tru­yó esta jau­la tram­po­sa de la Con­ven­ción Cons­ti­tu­yen­te. Una cari­ca­tu­ra ver­gon­zan­te de que reem­pla­za la volun­tad del pue­blo por un regla­men­to que otor­ga poder de veto a la mino­ría.
El pue­blo está cons­cien­te de la tram­pa. Pero, inten­ta­rá ‑como hizo con éxi­to en el ple­bis­ci­to del 25 de octu­bre- que­brar el espi­na­zo de la manio­bra anti­de­mo­crá­ti­ca.
Lo que nos pro­po­ne­mos esta vez es el asal­to cívi­co de la Con­ven­ción Cons­ti­tu­yen­te. Ele­gir el 11 de abril más de dos ter­cios de con­ven­cio­na­les com­pro­me­ti­dos a cam­biar el eje de la Con­ven­ción para con­ver­tir­la en una ver­da­de­ra Asam­blea Cons­ti­tu­yen­te. El obje­ti­vo es “reven­tar las cos­tu­ras” de la Cons­ti­tu­yen­te median­te una vota­ción arra­sa­do­ra del pue­blo.
No es tarea impo­si­ble. Veni­mos de un triun­fo impre­sio­nan­te. El ple­bis­ci­to demos­tró que la uni­dad del pue­blo es capaz de arra­sar con las tram­pas y enga­ñi­fas ‑por astu­tas que sean- de las éli­tes finan­cie­ra y política.

Ven­cer esta vez, sin embar­go, exi­ge redo­blar esfuer­zos para moti­var una par­ti­ci­pa­ción popu­lar que vaya mucho más lejos del 50,9% del padrón elec­to­ral. Hay más de 7 millo­nes de ciu­da­da­nos y ciu­da­da­nas que no vota­ron en octu­bre.
Esa es la tarea más impor­tan­te de este perio­do. Mucho más impor­tan­te que las elec­cio­nes vario­pin­tas de auto­ri­da­des que la pró­xi­ma Cons­ti­tu­ción Polí­ti­ca reem­pla­za­rá por nue­vas estruc­tu­ras demo­crá­ti­cas de poder naci­das de la base popu­lar.
Los par­ti­dos, sin embar­go, con­ti­núan en la enco­na­da dispu­ta de cuo­tas de un poder en vías de extin­ción. Por eso corres­pon­de a los movi­mien­tos socia­les, y a cada uno de noso­tros, tomar la ini­cia­ti­va para reorien­tar los esfuer­zos hacia la gran vic­to­ria del 11 de abril.
Todo acon­se­ja que los par­ti­da­rios del cam­bio se agru­pen en cada dis­tri­to en una sola lis­ta de can­di­da­tos a con­ven­cio­na­les, mili­tan­tes e inde­pen­dien­tes, ele­gi­dos en pri­ma­rias. La dis­per­sión entre­ga ven­ta­jas a un adver­sa­rio cuyo modes­to obje­ti­vo es lograr 13 de con­ven­cio­na­les que le per­mi­ti­ría blo­quear la volun­tad mayo­ri­ta­ria. Un gru­po de impor­tan­tes diri­gen­tes socia­les –mili­tan­tes de par­ti­dos algu­nos de ellos- ha for­mu­la­do una razo­na­ble “Pro­pues­ta de uni­dad a la ciu­da­da­nía de Chi­le para ele­gir a los can­di­da­tos al órgano cons­ti­tu­yen­te” (2). Los par­ti­dos polí­ti­cos ‑que arries­gan morir de asfi­xia por una alta abs­ten­ción, debe­rían aten­der esa pro­pues­ta que les da un inme­re­ci­do res­pi­ro pero que a la vez reco­no­ce que la fuer­za está de lado del movi­mien­to social.

En la lucha polí­ti­ca y social 2+2 no son 4. Pue­den ser diez, cien o miles por­que mul­ti­pli­car fuer­zas no es una cien­cia exac­ta, es un arte. Mario Bene­det­ti lo dijo con ter­nu­ra de poe­ta: “y en la calle, codo a codo, somos mucho más que dos” (3). Cons­truir mayo­rías sig­ni­fi­ca arti­cu­lar ideas, emo­cio­nes y sue­ños de millo­nes de hom­bres y muje­res, de jóve­nes y vie­jos, de dis­tin­tas cla­ses socia­les, que acu­mu­lan dife­ren­tes expe­rien­cias de vida. Los cons­truc­to­res de mayo­rías no pre­ten­den orga­ni­zar una masa uni­for­me y sumi­sa. Entien­den que cada ser humano es un mun­do, que el pro­yec­to del cam­bio social debe enri­que­cer­se cada día con nue­vas expe­rien­cias y que el poder nace de la base.
Enfren­ta­mos una coyun­tu­ra his­tó­ri­ca. Si no somos capa­ces de unir­nos para ele­gir a los cons­ti­tu­yen­tes, nos espe­ra la tum­ba del ter­cio fra­gua­do por los here­de­ros de la dictadura.

Itu­rria /​Fuen­te

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