Argen­ti­na. A 75 años del 17/​O: Relec­tu­ras 17 de Octubre

Por Luci­la Pagliai, Resu­men Lati­no­ame­ri­cano /​Grandes Ala­me­das /​17 de octu­bre de 2020.

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Este núme­ro de Gran­des ala­me­das pro­po­ne revis­tar dos tex­tos de carác­ter y alcan­ce diver­so: un bre­ve frag­men­to del libro de Rodol­fo Puig­grós El Pero­nis­mo: sus cau­sas sobre el pro­ce­so que des­em­bo­có en el 17 de Octu­bre de 1945; y el dis­cur­so El 17 de Octu­bre de 1945, Día de la Leal­tad que, cin­co años des­pués, Eva Perón diri­gió al pue­blo reu­ni­do en Pla­za de Mayo, des­de el bal­cón de la Casa Rosa­da con Perón a su lado. 

El tex­to crí­ti­co de Puig­grós sobre el acon­te­ci­mien­to y su coyun­tu­ra- lúci­do, docu­men­ta­do y con inter­pre­ta­cio­nes ori­gi­na­les como es habi­tual en sus escri­tos– inte­gra el últi­mo volu­men de la His­to­ria crí­ti­ca de los par­ti­dos polí­ti­cos argen­ti­nos, cuya 2ª edi­ción (Car­los Pérez edi­tor, Bue­nos Aires, 1971) se abre con un Pró­lo­go de Juan Domin­go Perón, que lle­va impre­sa su fir­ma y la fecha de puño y letra: “Madrid, 10 de abril de 1971”. A pesar de su carác­ter de para­tex­to cir­cuns­tan­cial, ade­más de cons­ti­tuir un aval a la línea his­to­rio­grá­fi­ca e inter­pre­ta­ti­va de Puig­grós, este bre­ve escri­to mues­tra a Perón en su veta de con­duc­tor polí­ti­co y esta­dis­ta refle­xi­vo sobre su pro­pia prác­ti­ca imbri­ca­da con los pro­ce­sos de la his­to­ria recien­te que lo ha teni­do como pro­ta­go­nis­ta (1941−1945, perío­do en el que se cen­tra este libro de Puig­grós). En cuan­to a los suce­sos ante­rio­res y pos­te­rio­res al 17 de Octu­bre, esta es la mira­da que Perón refle­ja en ese Pró­lo­go: “Cuan­do el plan [de las gran­des refor­mas nece­sa­rias] estu­vo lis­to, pre­sen­té a los jefes y ofi­cia­les sus con­clu­sio­nes y les mani­fes­té la nece­si­dad de lla­mar a elec­cio­nes para que el Pue­blo deci­die­ra entre noso­tros o la Unión Demo­crá­ti­ca, que sos­te­nía lo con­tra­rio. Era su dere­cho. Sur­gie­ron en ese momen­to difi­cul­ta­des entre los jefes y ofi­cia­les que no com­par­tían la opi­nión. Ello dio moti­vo a mi renun­cia a todos los car­gos que inves­tía y mi reti­ro de la Revo­lu­ción [del 4 de Junio]. Mi ale­ja­mien­to pro­du­jo como era de espe­rar una gran con­vul­sión popu­lar, espe­cial­men­te en la Cla­se Tra­ba­ja­do­ra. Acu­sa­do de pre­pa­rar un gol­pe de esta­do, fui apre­sa­do y con­fi­na­do en la isla Mar­tín Gar­cía. Enton­ces se pro­du­jo el 17 de octu­bre, que hizo posi­ble las elec­cio­nes y el triun­fo del Peronismo.”

El dis­cur­so de Eva Perón del 17 de Octu­bre de 1950 tie­ne como núcleo argu­men­ta­ti­vo la Leal­tad a Perón, ins­ti­tui­da a par­tir del “acon­te­ci­mien­to del res­ca­te” del 17 del ‘45, a tra­vés del diá­lo­go y la con­fian­za esta­ble­ci­da entre el Líder y su Pue­blo. Si bien Eva Duar­te de Perón (así la men­cio­nan en la épo­ca los dis­cur­sos ofi­cia­les) se refie­re al acon­te­ci­mien­to fun­dan­te de esa rela­ción, en este dis­cur­so –de retó­ri­ca encen­di­da que movi­li­za a un audi­to­rio con el cual la ora­do­ra bus­ca iden­ti­fi­car­se- hace hin­ca­pié en otro 17 de Octu­bre: el de 1946, cuan­do cua­tro años antes, el ya Pre­si­den­te Perón se diri­ge a ese pue­blo que lo ungió como tal al ase­gu­rar­le el triun­fo elec­to­ral, rati­fi­cán­do­lo como su con­duc­tor. Con el abor­da­je de los suce­si­vos temas, el anda­mia­je del dis­cur­so va mos­tran­do que la con­tra­ca­ra de la Leal­tad es la trai­ción (de pro­pios y aje­nos). Ini­cia­do con la ape­la­ción a “Mis que­ri­dos des­ca­mi­sa­dos de ayer y de hoy, maña­na y de siem­pre”, el cie­rre apues­ta a actua­li­zar el com­pro­mi­so colec­ti­vo ‑casi de sal­va­ción públi­ca- de pro­te­ger y defen­der al Líder en tan­to artí­fi­ce y garan­te de las con­quis­tas socia­les obte­ni­das por los des­ca­mi­sa­dos de la ape­la­ción ini­cial: “Por eso todo el pue­blo está de pie; obser­va, vigi­la y hace de la leal­tad su cul­to, su ley y su ban­de­ra: Leal­tad que hace tem­blar la Pla­za his­tó­ri­ca en la noche del res­ca­te. Leal­tad que se hará jus­ti­cia con su pro­pia mano el día de la trai­ción. Leal­tad que sólo pue­den sen­tir los que quie­ren a la Patria y no se ven­den al oro extran­je­ro. Leal­tad de dos ami­gos que jun­tos for­ja­ron el des­tino de la Patria y el fer­vor del pue­blo que los sigue. Leal­tad de todo un pue­blo que sien­te que en su alma no cabe la trai­ción, y cuan­do la sos­pe­cha pasa como una som­bra hay un solo gri­to: ¡La vida por Perón!”

En la sec­ción Relec­tu­ras de Gran­des ala­me­das 6 (diciem­bre de 2018) se pue­den leer docu­men­tos fun­dan­tes del Pero­nis­mo, enca­be­za­dos por el dis­cur­so inau­gu­ral de Perón del 17 de Octu­bre de 1945. 

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A con­ti­nua­ción, los tex­tos pro­pues­tos para su relec­tu­ra en este núme­ro de Gran­des ala­me­das: el 17 de Octu­bre de 1945 como irrup­ción en la pax de la Argen­ti­na blanca.

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RODOLFO PUIGGRÓS: EL 17 DE OCTUBRE  (frag­men­to)

En: El Pero­nis­mo: sus cau­sas(pp 157 – 160)

His­to­ria crí­ti­ca de los par­ti­dos polí­ti­cos argen­ti­nos V (Bue­nos Aires, Edi­to­rial Galer­na, 2006). Dise­ño de cubier­ta e ilus­tra­ción: Sebas­tián Puiggrós.

© Dere­cho­ha­bien­tes de Rodol­fo Puiggrós. 

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El 17 de Octu­bre de 1945, “Día de la Leal­tad” 

Dis­cur­so de Eva Duar­te de Perón

(17 de Octu­bre de 1950, Pla­za de Mayo, Bal­cón de la Casa Rosa­da, Bue­nos Aires)

Mis que­ri­dos des­ca­mi­sa­dos de ayer y de hoy, maña­na y de siempre:

A todos uste­des, que com­pren­die­ron en la hora deci­si­va que peli­gra­ba el des­tino de la Patria y juga­ron su vida para que triun­fa­ra la jus­ti­cia, a uste­des, que res­ca­ta­ron al coro­nel Perón de las garras del odio y con amor encen­die­ron el impul­so y alien­tan toda­vía su fuer­za aglu­ti­nan­te que trans­for­mó la Patria con asom­bro del mundo. 

Es el amor de uste­des el que flo­re­ció en el res­ca­te hace cua­tro años. 

Hace cua­tro años des­de este mis­mo bal­cón, bajo este mis­mo peda­zo de cie­lo y fren­te a esta mis­ma mul­ti­tud del pue­blo, se con­sa­gró un hom­bre, nues­tro que­ri­do Coro­nel Perón. Hoy, y por siem­pre sea, vuel­ve a vivir­se la jor­na­da glo­rio­sa, que que­da incor­po­ra­da a la his­to­ria de la Patria como clá­si­ca defi­ni­ción de la argentinidad. 

Hace cua­tro años esta his­tó­ri­ca pla­za se reen­con­tra­ba en sus ansias de jus­ti­cia, en sus anhe­los de bien­es­tar, en su fir­me deter­mi­na­ción de libertad. 

Hace cua­tro años, mis que­ri­dos des­ca­mi­sa­dos, se reen­car­na­ba el gri­to del Cabil­do, con sos­tén de pue­blo, al ampa­ro de una volun­tad tam­bién f irme, que es la volun­tad de nues­tro pue­blo argentino. 

Des­de estos mis­mos bal­co­nes, el líder aso­ma­ba como un sol, res­ca­ta­do por el pue­blo y para el pue­blo, sin más armas que sus que­ri­dos des­ca­mi­sa­dos de la Patria, retem­pla­dos en el trabajo.

Este es el ori­gen puro de nues­tro Líder. Es nece­sa­rio decir­lo y destacarlo. 

No salió de las com­bi­na­cio­nes de un comi­té polí­ti­co. No es el pro­duc­to del repar­to de las pre­ben­das. No supo, no sabe, ni sabrá nun­ca de la con­quis­ta de las volun­ta­des, sino por los cami­nos lim­pios de la justicia. 

Esa es la raíz de la razón de ser del 17 de Octu­bre. Esa es su par­ti­da de nacimiento.

Nació en los sur­cos, en las fábri­cas y en los talle­res. Sur­ge de lo más noble de la acti­vi­dad nacional. 

Fue con­ce­bi­do por los tra­ba­ja­do­res en el tra­ba­jo y su desa­rro­llo con­tem­pla sus aspi­ra­cio­nes tam­bién en el trabajo. 

El 17 de octu­bre, mis que­ri­dos des­ca­mi­sa­dos, es una aspi­ra­ción, es un can­to hecho ya reali­dad. Esta­mos en una obra que nada ni nadie podrá detener. 

Ya he teni­do opor­tu­ni­dad de decir, iden­ti­fi­ca­da con el líder, que el pero­nis­mo no se apren­de ni se pro­cla­ma, se com­pren­de y se sien­te. Por eso es con­vic­ción y es fe. 

Por eso, tam­bién, no impor­tan los reza­ga­dos del des­per­tar nacio­nal, yo no deseo, no quie­ro para el pero­nis­mo, a los ciu­da­da­nos sin mís­ti­ca revolucionaria. 

Que no se incor­po­ren, que que­den reza­ga­dos, si no están con­ven­ci­dos. El que ingre­se, que vuel­que su cabe­za y su cora­zón sin reta­ceos, para afron­tar nues­tras luchas, que siem­pre habrán de ter­mi­nar en un glo­rio­so 17 de Octubre. 

Pero en nues­tro movi­mien­to no tie­ne cabi­da el inte­rés y el cálcu­lo. Mar­cha­mos con la con­cien­cia hecha jus­ti­cia que recla­ma la huma­ni­dad de nues­tros días. Pero­nis­mo es la fe popu­lar hecha par­ti­do en torno a una cau­sa de espe­ran­za que fal­ta­ba en la Patria.

Hace poco tiem­po, para defi­nir mi con­di­ción de pero­nis­ta, expresé: 

“Lucha­mos por la Inde­pen­den­cia y la sobe­ra­nía de la Patria, por la dig­ni­dad de nues­tros hijos y de nues­tros padres, por el honor de una ban­de­ra, por la feli­ci­dad de un pue­blo escar­ne­ci­do y sacri­fi­ca­do en aras de una ava­ri­cia y un egoís­mo que no nos han traí­do sino dolo­res y luchas esté­ri­les y destructivas”.

Si el pue­blo fue­ra feliz y la Patria gran­de, ser pero­nis­ta sería un dere­cho. En nues­tros días, ser pero­nis­ta es un deber. Por eso soy peronista. 

Soy pero­nis­ta por con­cien­cia nacio­nal, por pro­ce­den­cia popu­lar, por con­vic­ción per­so­nal y por apa­sio­na­da soli­da­ri­dad y gra­ti­tud a mi pue­blo, vivi­fi­ca­do y actuan­te otra vez por el rena­ci­mien­to de sus valo­res espi­ri­tua­les y la capa­ci­dad rea­li­za­do­ra de su Jefe, el Gene­ral Perón.

Esta es la defi­ni­ción de un pero­nis­mo autén­ti­co, que tie­ne su raíz en la mís­ti­ca revo­lu­cio­na­ria. Esta es la defi­ni­ción del pero­nis­mo del 17 de Octu­bre de 1945, sin otro inte­rés, sin otro cálcu­lo, sin otra pro­yec­ción que el bien­es­tar de la Patria, tra­du­ci­do en el bien­es­tar de los tra­ba­ja­do­res en sus múl­ti­ples actividades.

Yo invi­to al pue­blo a medi­tar sobre el sig­ni­fi­ca­do, sobre la hon­da pro­yec­ción del 17 de Octu­bre. Es la úni­ca, la autén­ti­ca, la defi­ni­ti­va revo­lu­ción popu­lar que se ope­ra en nues­tro pueblo. 

Una revo­lu­ción his­tó­ri­ca se jus­ti­fi­ca cuan­do sus cau­sas socia­les, polí­ti­cas y eco­nó­mi­cas las deter­mi­nan. Y ahí está la jus­ti­fi­ca­ción de la revo­lu­ción his­tó­ri­ca del 17 de Octu­bre. Fue deter­mi­na­da por cau­sas socia­les, polí­ti­cas y económicas. 

En lo social, el aban­dono total de la jus­ti­cia, con el enquis­ta­mien­to de los pri­vi­le­gios y la explo­ta­ción del trabajador. 

En lo polí­ti­co, con la sis­te­ma­ti­za­ción del frau­de en favor de los par­ti­dos que se tur­na­ban en el Gobierno o se lo qui­ta­ban mutua­men­te según el menor o mayor apo­yo de los intere­ses en jue­go y en lo eco­nó­mi­co, el entre­guis­mo y la ven­ta del país, sur­gi­dos de sus reyertas.

Con­tra ello, y para des­truir ese esta­do de cosas, el pue­blo res­ca­tó a su Líder y lo ubi­có, en este bal­cón el 17 de octu­bre de 1945.

Cum­plo una obra emi­nen­te pero­nis­ta, que se ins­pi­ra en la doc­tri­na del Gene­ral Perón y tie­ne como fun­da­men­to y base los prin­ci­pios socia­les que arran­ca del 17 de octubre. 

Toda mi acción está diri­gi­da a los tra­ba­ja­do­res de la Patria y a inter­pre­tar el pen­sa­mien­to y el sen­ti­mien­to del Gene­ral Perón, con quien tra­to de cola­bo­rar en su incan­sa­ble labor, en favor del pue­blo que él tan­to ama. 

No creo que mis acti­vi­da­des para miti­gar el dolor de los nece­si­ta­dos pue­dan cons­ti­tuir un méri­to. Por el con­tra­rio, lo inter­pre­to como un deber de quien pue­de hacerlo.

Quie­ro aho­ra des­ta­car la enor­me satis­fac­ción que me pro­du­ce aus­cul­tar esta per­fec­ta uni­dad entre el pue­blo y el Gene­ral Perón. 

Hecho nue­vo que tam­bién tie­ne su ori­gen en el 17 de octubre. 

Movi­dos, dina­mi­za­dos por idén­ti­cos anhe­los y las mis­mas aspi­ra­cio­nes, el pue­blo y su Líder for­man hoy una uni­dad indes­truc­ti­ble, que con­so­li­dan y ensan­chan el camino del movi­mien­to peronista.

De nada val­drá, enton­ces, el mez­quino reta­ceo de los reza­ga­dos y los resentidos. 

Feliz­men­te para noso­tros, en nues­tra his­to­ria los lucha­do­res siem­pre han sido los más, y los reza­ga­dos los menos. 

El pue­blo, en todas sus eta­pas, mar­chó a la cabe­za de las mino­rías aco­mo­da­ti­cias. Y alcan­zó sus obje­ti­vos comu­nes siem­pre que encon­tró un con­duc­tor capaz de seña­lar­le los cami­nos y de uni­fi­car sus ener­gías popu­la­res, evi­tan­do su dis­per­sión. Y aban­do­nó a los cos­ta­dos del sen­de­ro, como se aban­do­na a lo inú­til, a los cobar­des inca­pa­ces de cola­bo­rar en la gran­de­za de la Patria. 

Sólo así fue posi­ble nues­tra Inde­pen­den­cia, unien­do la con­se­cuen­cia y la com­ba­ti­vi­dad de los sec­to­res más popu­la­res de la pobla­ción a los anhe­los y a la con­cien­cia de los hom­bres de Mayo. 

Sólo así fue posi­ble la epo­pe­ya de la gue­rra por la libe­ra­ción de medio con­ti­nen­te, cuan­do los gau­chos, los des­ca­mi­sa­dos, siguien­do la alta ins­pi­ra­ción san­mar­ti­nia­na lle­va­ron la ban­de­ra de la liber­tad y auto deter­mi­na­ción a las pla­yas del Pacífico. 

Y sólo así fue posi­ble nues­tra segun­da y defi­ni­ti­va libe­ra­ción, cuan­do los tra­ba­ja­do­res argen­ti­nos, uni­dos en un solo blo­que alre­de­dor del Coro­nel Perón, pro­cla­ma­ron, en un día como hoy y en este his­tó­ri­co lugar, que sus vie­jos enemi­gos, la oli­gar­quía y el impe­ria­lis­mo, ya no tenían nada que hacer en esta nue­va Argen­ti­na, otra vez en mar­cha por­que había encon­tra­do su conductor. 

Ya saben los des­ca­mi­sa­dos que la ban­de­ra pero­nis­ta no será jamás arriada. 

Los cien­tos de miles de cora­zo­nes que hoy pal­pi­tan en esta pla­za his­tó­ri­ca, cons­ti­tu­yen el sím­bo­lo de la lealtad. 

Por eso, con ese nom­bre, se ha deno­mi­na­do el 17 de Octu­bre “Día de la Leal­tad” por­que encar­na la leal­tad de un pue­blo para con su líder, día de la leal­tad entre her­ma­nos de una mis­ma cau­sa que mar­chan segu­ros de su fuer­za y de su destino.

El 17 de Octu­bre, com­pa­ñe­ros, ya está defi­ni­ti­va­men­te incor­po­ra­do a la his­to­ria de la Patria, por volun­tad sobe­ra­na de su pue­blo. Se cie­rra y comien­za una nue­va eta­pa de la vida argen­ti­na que trans­for­ma fun­da­men­tal­men­te su fiso­no­mía social, polí­ti­ca y económica. 

Por eso, el Líder de los argen­ti­nos, nues­tro glo­rio­so Gene­ral Perón, pue­de hoy afir­mar, con razón y orgu­llo, al mun­do ente­ro, des­de el Preám­bu­lo de la Nue­va Cons­ti­tu­ción Argen­ti­na, que for­ma­mos “una Nación social­men­te jus­ta, eco­nó­mi­ca­men­te libre y polí­ti­ca­men­te soberana”.

Por eso todo el pue­blo está de pie; obser­va, vigi­la y hace de la leal­tad su cul­to, su ley y su bandera: 

Leal­tad que hace tem­blar la Pla­za his­tó­ri­ca en la noche del rescate. 

Leal­tad que se hará jus­ti­cia con su pro­pia mano el día de la traición. 

Leal­tad que sólo pue­den sen­tir los que quie­ren a la Patria y no se ven­den al oro extranjero. 

Leal­tad de dos ami­gos que jun­tos for­ja­ron el des­tino de la Patria y el fer­vor del pue­blo que los sigue. 

Leal­tad de todo un pue­blo que sien­te que en su alma no cabe la trai­ción, y cuan­do la sos­pe­cha pasa como una som­bra hay un solo grito:

¡La vida por Perón!

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