Perú. Viz­ca­rra geno­ci­da: más muer­tos que duran­te la gue­rra interna

Por San­tia­go La Chi­ra y Gabriel Adrián/​Resu­men Lati­no­ame­ri­cano, 16 de agos­to de 2020

En su men­sa­je a la nación por fies­tas patrias, el 28 de julio, el pre­si­den­te Mar­tín Viz­ca­rra dio un dis­cur­so que fue un insul­to a todos los perua­nos y perua­nas muer­tos y enfer­mos por el Coro­na­Vi­rus. La Minis­tra de Salud, Pilar Mazet­ti, ha anun­cia­do que podría haber cer­ca de 46,000 víc­ti­mas por el COVID-19 des­de que se ini­ció la pan­de­mia. Siguien­do las infor­ma­cio­nes del Sis­te­ma Infor­má­ti­co Nacio­nal de Defun­cio­nes (SINADEF), pode­mos afir­mar que a fines de julio han muer­to más de 54 mil per­so­nas des­de el ini­cio de la pan­de­mia. Sin embar­go, el gobierno se esfor­zó des­de un prin­ci­pio por ocul­tar la ver­da­de­ra dimen­sión de la epi­de­mia. Para ello con­tó con una pren­sa com­pra­da ‑con los gru­pos El Comer­cio y La Repú­bli­ca a la cabe­za- que no esca­ti­mó esfuer­zos para ocul­tar y mani­pu­lar infor­ma­ción que con­ven­ga al gobierno. Las cifras hablan por sí solas: esta­mos ante la peor tra­ge­dia des­de el tér­mino de la gue­rra inter­na a fines de los años 90. Y esta vez no son los con­sa­bi­dos «terro­ris­tas», sino cla­ra­men­te el Esta­do peruano con el gobierno de Mar­tín Viz­ca­rra a la cabe­za. Es este Esta­do que esta vez tie­ne como tes­ta­fe­rro a Viz­ca­rra, pero que está al ser­vi­cio de los gran­des gru­pos de poder eco­nó­mi­co y empre­sas transnacionales.

Con cinis­mo y des­fa­cha­tez sin pre­cen­den­tes, ese régi­men y su pren­sa ser­vil le echa­ban la cul­pa al pue­blo, afir­man­do que la epi­de­mia se pro­pa­ga­ba por­que la gen­te no se que­da­ba en casa. Pero las per­so­nas salían y siguen salien­do a la calle a tra­ba­jar por­que no les que­da otra opción. Más del 65% de la pobla­ción vive de un tra­ba­jo infor­mal: es decir, de tra­ba­jos sin nin­gu­na segu­ri­dad social. Infor­ma­li­dad es, en casi todos los casos, sinó­ni­mo de auto­ex­plo­ta­ción y pobreza.

Ape­nas dos sema­nas des­pués de haber­se ini­cia­do la pan­de­mia, el sis­te­ma de salud públi­ca había colap­sa­do. No había más camas UCI, los res­pi­ra­do­res se habían ago­ta­do, fal­ta­ba mate­rial de pro­tec­ción para el per­so­nal médi­co. Los enfer­mos se haci­na­ban en patios y corre­do­res a la espe­ra de una cama, o sim­ple­men­te se des­ma­ya­ban en las afue­ras de los hos­pi­ta­les. Los muer­tos eran amon­to­na­dos en pasi­llos y patios. Dece­nas de médi­cos y enfer­me­ras se infec­ta­ron y han muerto.

El gobierno tra­ta­ba de jus­ti­fi­car­se afir­man­do que el Coro­na­vi­rus ha gol­pea­do a todos los paí­ses. Esto es cier­to. Pero el Perú está entre los más gol­pea­dos por­que tie­ne un sis­te­ma de salud colap­sa­do des­de hace déca­das, y tam­bién por­que gran par­te de la pobla­ción vive en pobre­za y pobre­za extre­ma. Los pobres en el Perú son muchos más de los que dice la fría esta­dís­ti­ca. Quién pue­de pen­sar, seria­men­te, que una per­so­na que gane 110 dóla­res al mes ya deja de ser pobre en el Perú, como lo afir­ma el Sis­te­ma Nacio­nal de Esta­dís­ti­ca. Más de un millón de per­so­nas en Lima no tie­ne ni acce­so a agua o des­agüe. Bajo estas con­di­cio­nes era pre­vi­si­ble que el virus se iba a pro­pa­gar como un pol­vo­rín. El Perú es un país en la mise­ria, y don­de el neo­be­ra­lis­mo impues­to por el régi­men de Alber­to Fuji­mo­ri ‑pro­fun­di­za­do por todos los gobier­nos que le siguie­ron- ha agu­di­za­do las des­igual­da­des y la explo­ta­ción de la mayo­ría de la pobla­ción. Y que esta cri­sis del Coro­na­vi­rus no es pro­pie­dad del inep­to de Viz­ca­rra. Es suya y de todos los gobier­nos que le pre­de­cie­ron y de los gru­pos de poder eco­nó­mi­co y empre­sas trans­na­cio­na­les que han pro­fun­di­za­do el neo­li­be­ra­lis­mo que tie­ne sumi­do en la pobre­za y mise­ria a la mayo­ría de los perua­nos y peruanas.

Viz­ca­rra no tuvo mejor idea que dar una medi­da absur­da tras otra, y repri­mir a la pobla­ción; algo que esca­ló con poli­cías y mili­ta­res entran­do a asen­ta­mien­tos huma­nos, inclu­si­ve arro­jan­do ollas comu­nes con las que la pobla­ción tenía que ali­men­tar­se: todo so pre­tex­to que se esta­ba vio­lan­do la cua­ren­te­na. Otra vez, sol­da­dos y poli­cías evi­den­cia­ron el mis­mo sadis­mo de cuan­do ase­si­na­ban y repri­mían al pue­blo, a fines del siglo pasa­do, en su gue­rra sucia con­tra las guerrillas.

Y a pesar de esta des­gra­cia, el Viz­ca­rra y otros fun­cio­na­rios del Esta­do no han duda­do en con­ti­nuar enri­que­cien­do con actos de corrup­ción. Ejem­plo de ello es el de una empre­sa de fami­lia­res de la Minis­tra de Eco­no­mía, María Alva, que se ha bene­fi­cia­do con más de un millón de soles del Pro­gra­ma Sub­sec­to­rial de Irri­ga­cio­nes. Otra caso es el de la com­pra sobre­va­lua­da de racio­nes de comi­da para el per­so­nal poli­cial. El alto man­do poli­cial lucra con el sufri­mien­to de los perua­nos y, al mis­mo tiem­po, man­da a su per­so­nal a la muer­te por con­ta­gio del virus.

Esta­mos ante una tra­ge­dia sin pre­ce­den­tes que no ter­mi­na y que da para lar­go. Ha muer­to más pobla­ción en 4 meses que en 20 años de la gue­rra inter­na, y los medios de comu­ni­ca­ción hacen todo lo posi­ble para nor­ma­li­zar esta situa­ción. Este tipo de cam­pa­ña mediá­ti­ca se pudo apre­ciar cuan­do tres cons­pi­cuos perio­dis­tas del con­sor­cio La Repú­bli­ca, Augus­to Álva­rez Rodrich, Rosa María Pala­cios y Mir­ko Lauer, comen­ta­ban el recien­te dis­cur­so pre­si­den­cial con risi­tas y bur­las del paté­ti­co Viz­ca­rra. No per­dían mayo­res pala­bras res­pec­to a los muer­tos por el virus mien­tras que en el Perú esta­mos ante 54 mil muer­tos tan solo tras 4 meses de pan­de­mia. Esta es la masa­cre del gobierno de Viz­ca­rra, del Esta­do peruano, del mode­lo neo­li­be­ral: en fin, del capi­ta­lis­mo y sus tes­ta­fe­rros loca­les. Ante esto, la pren­sa perua­na, con difuer­zos mediá­ti­cos, son­ri­si­tas estú­pi­das y aná­li­sis de can­ti­na, como en otras oca­sio­nes se hace cóm­pli­ce del cruen­to aten­ta­do con­tra la salud y vida de la población.

Mien­tras que, en Chi­le, levan­ta­mien­tos loca­les se están suce­dien­do des­de hace sema­nas en pro­tes­ta por la fal­ta de sumi­nis­tro de ali­men­tos por el gobierno, en el Perú, estos más 50 mil muer­tos expre­san una cruel impu­ni­dad his­tó­ri­ca, y nadie orga­ni­za ni acti­va pro­tes­ta algu­na en calles y pla­zas. ¿Dón­de están los par­ti­dos de la izquier­da refor­mis­ta, las opor­tu­nis­tas ONGs de dere­chos huma­nos, la Defen­so­ria del Pue­blo (pre­si­di­da por un apris­ta embo­za­do), las Veró­ni­ca Men­do­za, los Mar­co Ara­na y esa lar­ga retahí­la de supues­tos diri­gen­tes pro­gre­sis­tas, que solo ansían ocu­par un bien remu­ne­ran­do car­go ofi­cial lue­go de ganar algu­na otra elec­ción de marras? ¿Por qué no lla­man al pue­blo a las calles a suble­var­se con­tra la masa­cre que están per­pre­tan­do Viz­ca­rra y su gobierno, las gran­des empre­sas, las fuer­zas arma­das y policiales?

Hoy más que nun­ca, en el actual esce­na­rio de gra­ve cri­sis con­ti­nen­tal e inter­na­cio­nal, don­de las bases del capi­ta­lis­mo vuel­ven a cru­jir sobre los hom­bros y cuer­pos las­ti­ma­dos de las masas explo­ta­das, solo que­da for­ta­le­cer la orga­ni­za­ción popu­lar, a la vez que des­en­mas­ca­rar la ver­da­de­ra base eco­nó­mi­ca que sos­tie­ne el vie­jo sis­te­ma polí­ti­co impe­ran­te (sus nor­mas, repre­sen­tan­tes, y fuer­zas lega­les y repre­si­vas), así como la bana­li­dad de sus apa­ra­tos ideo­ló­gi­co-cul­tu­ra­les (como la pren­sa en todas sus formas).

En dicha tarea, no cabe sino un tra­ba­jo con­jun­to que al mis­mo tiem­po for­je una alter­na­ti­va via­ble de socie­dad y un poder autén­ti­ca­men­te popu­lar, sin dejar­se enga­ñar otra vez por las manio­bras ni las usua­les tác­ti­cas de sobre­vi­ven­cia y recam­bio polí­ti­co que los gru­pos de poder eco­nó­mi­co orques­tan median­te inú­ti­les elec­cio­nes. La emer­gen­cia de la situa­ción actual nos con­vo­ca a cons­truir sin dila­cio­nes un mun­do nue­vo, una socie­dad sin exclui­dos, iniqui­da­des ni mal­tra­tos, y sobre todo sin más heri­dos ni muer­tos que siem­pre son, prin­ci­pal­men­te, de las cla­ses tra­ba­ja­do­ras y los pro­le­ta­rios del mundo.

FUENTE: El Dia­rio Internacional

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