Perú. Mar­tín Viz­ca­rra, sol­da­do del gran capital

Por Gabriel Adrián/​Resu­men Lati­no­ame­ri­cano, 16 de agos­to de 2020

La actual pan­de­mia del Coro­na­vi­rus ha evi­den­cia­do que el Perú, en tan­to país ofi­cial y supe­di­ta­do a los gran­des intere­ses del capi­ta­lis­mo mun­dial, no es un «Tigre de Suda­mé­ri­ca», sino más bien un marrano de corra­lón. Des­de los años 90 y el fuji­mo­ra­to, con la con­so­li­da­ción del mode­lo neo­li­be­ral de carác­ter subor­di­na­do, todos los gobier­nos en dicho país han alar­dea­do de las altas tasas de cre­ci­mien­to con un pro­me­dio de alre­de­dor del 5%.

Este supues­to cre­ci­mien­to se ha fun­da­do en la entre­ga del sue­lo y sub­sue­lo perua­nos a gran­des empre­sas extrac­ti­vis­tas, prin­ci­pal­men­te trans­na­cio­na­les. La inver­sión extran­je­ra ha bene­fi­cia­do a estas gran­des empre­sas, y a un peque­ño seg­men­to de inver­so­res pri­va­dos y fun­cio­na­ros del Esta­do que se han enri­que­ci­do con las lici­ta­cio­nes otor­ga­das a estos con­sor­cios. Esta rique­za no ha lle­ga­do al pue­blo, más allá de algu­na can­cha de ful­bi­to cons­trui­da por algu­na comu­ni­dad que reci­bió el canon mine­ro por dejar que con­ta­mi­na­ran sus aguas. Las miga­jas que reci­bió el Esta­do no las usó para mejo­rar los sis­te­mas de salud y edu­ca­ción, ni para refor­zar el sec­tor públi­co y fomen­tar el empleo. Por lo que aho­ra se está pagan­do las con­se­cuen­cias de esa rapaz y entre­guis­ta polí­ti­ca neo­li­be­ral (sobre todo las mayo­rías tra­ba­ja­do­ras, como siem­pre), la cual ha pro­pi­cia­do un sis­te­ma de salud que colap­só ape­nas a pocas sema­nas de empe­zar la pan­de­mia en marzo.

Con cinis­mo mayor, Viz­ca­rra ha exi­gi­do a la pobla­ción que se que­de en sus casas. ¿Igno­ra­ba aca­so que más del 60% tra­ba­ja en el sec­tor infor­mal y no tie­ne acce­so a nin­gún tipo de ayu­da por para­li­zar sus labo­res? El actual pre­si­den­te peruano ofre­ció, al prin­ci­pio, un bono de 380 soles (poco más de 80 euros) para las fami­lias más nece­si­ta­das. En su dis­cur­so por fies­tas patrias, anun­ció un bono de 760 soles (alre­de­dor de 200 euros). Lo cier­to es que esos bonos lle­ga­ron y lle­gan solo a una par­te peque­ña de la pobla­ción. Y con esa suma irri­so­ria no pue­de sobre­vi­vir una fami­lia con hijos, según pre­ten­de el gobierno. Es por ello que la gen­te, deses­pe­ra­da­men­te, ates­tó las calles en bus­ca de cos­tear­se las nece­si­da­des bási­cas de vida. Ante lo cual, a Viz­ca­rra, su gabi­ne­te y su pren­sa mer­me­le­ra no se les ocu­rría más que echar­le la res­pon­sa­bi­li­dad al pue­blo de la expan­sión de la pandemia.

Por otro lado, el actual gobierno del Perú no ha esca­ti­ma­do en mos­trar que repre­sen­ta los intere­ses de las cla­ses domi­nan­tes, como se ha mos­tra­do una y otra vez duran­te esta pan­de­mia. Una noto­ria prue­ba de lo ante­rior es que Mar­tín Viz­ca­rra obe­de­ció los dic­ta­dos del con­sor­cio empre­sa­rial CONFIEP, al san­cio­nar la ley de la «sus­pen­sión per­fec­ta» por la cual los empre­sa­rios podrían enviar a sus emplea­dos a casa sin indem­ni­za­ción algu­na. Es decir, este usu­re­ro gre­mio, que agru­pa a una par­te sig­ni­fi­ca­ti­va de los due­ños eco­nó­mi­cos del Perú, reci­bió car­ta blan­ca para des­pe­dir a sus tra­ba­ja­do­res. Aún más, el Minis­te­rio de Tra­ba­jo apro­bó una reso­lu­ción minis­te­rial (R.M. 099 – 20-TR) según la cual los tra­ba­ja­do­res, inclu­so los gru­pos de ries­go, podían fir­mar una decla­ra­ción jura­da don­de ellos mis­mos se res­pon­sa­bi­li­za­ban por su pro­pia salud si con­traían el virus duran­te sus labo­res. Es sabi­do que los emplea­do­res fuer­zan a sus tra­ba­ja­do­res, bajo ame­na­za de des­pe­dir­los, a acu­dir a sus pues­tos de tra­ba­jo. Con esa reso­lu­ción minis­te­rial, nue­va­men­te evi­den­ció el gobierno cuán poco le impor­ta la salud de los tra­ba­ja­do­res y el pue­blo peruano.

Cómo sino expli­car algo tam­bién escan­da­lo­sa­men­te gro­tes­co como los millo­na­rios sub­si­dios otor­ga­dos a los más pode­ro­sos gru­pos empre­sa­ria­les, que rea­li­zan jugo­sas ope­ra­cio­nes y ganan­cias inclu­si­ve duran­te la gra­ve situa­ción actual. Por ejem­plo, has­ta el mes de junio, el pro­gra­ma ofi­cial “Reac­ti­va Perú” otor­gó cré­di­tos con tasas de intere­ses irri­so­rias a las empre­sas por US$ 7,5 mil millo­nes de dóla­res has­ta el 29 de mayo del 2020. La mayor par­te de esa suma, alre­de­dor del 71%, fue otor­ga­da a gran­des empre­sas. Estos cré­di­tos fue­ron otor­ga­dos bajo el pre­tex­to de que estas no des­pi­dan a sus tra­ba­ja­do­res (algo que evi­den­te­men­te no se cum­plió, como vere­mos luego).

Nue­ve empre­sas del gru­po empre­sa­rial Inter­corp, de Car­los Rodrí­guez Pas­tor, el hom­bre más rico del Perú, reci­bie­ron 90 millo­nes de soles del refe­ri­do pro­gra­ma. Otras empre­sas millo­na­rias, como el Gru­po Wong, el Gru­po Glo­ria o Inca Kola, que es par­te de la fir­ma Coca Cola, tam­bién fue­ron bene­fi­cia­das con los cré­di­tos esta­ta­les. Algu­nas, como Inca Kola o la empre­sa aví­co­la San Fer­nan­do, no tuvie­ron pér­di­das sino más bien ganan­cias duran­te la pan­de­mia. A pesar de esto, reci­bie­ron jugo­sos cré­di­tos. Más aún, muchas de estas empre­sas se aco­gie­ron a la «sus­pen­sión per­fec­ta» para dejar de pagar a sus tra­ba­ja­do­res. Cabe pre­gun­tar­se ¿era nece­sa­rio dar­le a las gru­pos empre­sa­ria­les más pode­ro­sos del país esos cré­di­tos para que se reac­ti­ven, aun cuan­do con­ti­nua­ban gene­ran­do ganan­cias y mal­tra­tan­do s sus pro­pios emplea­dos y obre­ros? Gra­cias a este espal­da­ra­zo ofi­cial, los cré­di­tos a las gran­des empre­sas y cor­po­ra­cio­nes cre­cie­ron en 22%.

Hay que des­ta­car, asi­mis­mo, una serie de irre­gu­la­ri­da­des y hechos trá­gi­ca­men­te incohe­ren­tes en esta repar­ti­ja. Hubo empre­sas, como el con­sor­cio de comu­ni­ca­cio­nes de El Comer­cio, que indo­len­te­men­te des­pi­die­ron a sus tra­ba­ja­do­res a pesar de haber obte­ni­do cré­di­tos para no hacer­lo. Algu­nas otras, que han reci­bi­do estos cré­di­tos con cero intere­ses, han sido san­cio­na­das por con­tra­ve­nir leyes. La Mine­ra Vol­cán fue tam­bién bene­fi­cia­da con un cré­di­to, a pesar de deber­le al Esta­do 18 millo­nes de soles (cer­ca de 4 millo­nes de euros) por infrac­cio­nes ambien­ta­les. Otras, como el estu­dio de abo­ga­dos Muñiz, han sido pro­ce­sa­das por corrup­ción. Algu­nas empre­sas del sec­tor salud fue­ron bene­fi­cia­das, aun cuan­do han sido san­cio­na­das por negli­gen­cia médi­ca. Un aspec­to tris­te­men­te anec­dó­ti­co es que inclu­si­ve la pro­duc­to­ra del sin­to­ni­za­do pro­gra­ma de tele­vi­sión-basu­ra, «Esto es Gue­rra», reci­bió otro cré­di­to ofi­cial: el escán­da­lo fue de tal pro­por­cio­nes que la pro­duc­to­ra se vio pre­sio­na­da a devol­ver­lo. A esta lar­ga lis­ta de abe­rra­cio­nes, se suma el cré­di­to a la con­sul­to­ra Ernest & Young: una de las con­sul­to­ras empre­sa­ria­les más gran­des del mundo.

Cifras y hechos, entre varios otros casos seme­jan­tes, hablan por sí solos. El gobierno de Viz­ca­rra cum­ple, de este modo, con la hoja de ruta tra­za­da por ante­rio­res gobier­nos, en com­pli­ci­dad y alian­za con los gru­pos de poder eco­nó­mi­co. Tal situa­ción mues­tra, de mane­ra evi­den­te, que lo que lla­man Esta­do peruano tan solo es una ofi­ci­na que agi­li­za, pro­te­ge y pro­mue­ve los nego­cios de un puña­do de gru­pos de poder eco­nó­mi­co; mien­tras las gran­des mayo­rías son empu­ja­das a una polí­ti­ca de tipo dar­wi­nis­ta, social y bio­ló­gi­ca­men­te hablan­do, pues con las grue­sas falen­cias estruc­tu­ra­les solo tie­nen acce­so a un sis­te­ma de salud, de edu­ca­ción y empleo abso­lu­ta­men­te pre­ca­rios, buro­cra­ti­za­dos e inefi­cien­tes. Estos son los hechos de la reali­dad con­cre­ta que expli­can, con con­tun­den­cia, que el Perú sea el pri­mer país que va rum­bo hacia la deno­mi­na­da y letal inmu­ni­dad de reba­ño, así no lo admi­tan las auto­ri­da­des guber­na­men­ta­les peruanas.

Fuen­te: https://​ojo​-publi​co​.com/​1​9​0​1​/​r​e​a​c​t​i​v​a​-​p​e​r​u​-​b​a​n​c​o​s​-​b​e​n​e​f​i​c​i​a​r​o​n​-​g​r​a​n​d​e​s​-​c​o​m​p​a​n​ias

FUENTE: El Dia­rio Internacional

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