Bra­sil. Pre­ta Ferrei­ra, acti­vis­ta afro­ame­ri­ca­na: «Cada 23 minu­tos mue­re un Geor­ge Floyd».

Por Gus­ta­vo Vei­ga. Resu­men Lati­no­ame­ri­cano 8 de agos­to de 2020.

Habla de la actua­li­dad de Bra­sil, el gobierno de Jair Bol­so­na­ro, la dis­cri­mi­na­ción racial, el movi­mien­to al que per­te­ne­ce y los efec­tos de la pan­de­mia en la pobla­ción indígena.

A Jani­ce Ferrei­ra se la cono­ce mucho más por su apo­do, Pre­ta. Acu­sa­da de extor­sión en la toma de vivien­das, pasó 108 días dete­ni­da en la pri­sión de San­ta­na, en San Pablo. “No vino con­tra mí el Esta­do y su poder judi­cial, fue el Esta­do en tan­to espe­cu­la­dor inmo­bi­lia­rio”, comenta. 

Orgu­llo­sa de su con­di­ción de mujer negra con for­ma­ción uni­ver­si­ta­ria y lucha­do­ra social, lide­ra el Movi­mien­to sin Techo del Cen­tro (MSTC). A los 35 años ya tie­ne unas cuan­tas cica­tri­ces por la vida que lle­va en cons­tan­te pelea con­tra las injus­ti­cias. Su per­fil vie­ne de fami­lia. Car­men, su madre, tam­bién es refe­ren­te de las per­so­nas sin vivien­da que viven en las calles o alter­nan entre un alqui­ler impo­si­ble de pagar y el ries­go laten­te de ser des­alo­ja­das. Las dos fue­ron encar­ce­la­das aun­que con una dife­ren­cia. El pro­ce­so con­tra la mamá de Pre­ta ter­mi­nó con su abso­lu­ción y su hija en libertad. 

Des­de la capi­tal pau­lis­ta dia­lo­gó con Página/​12 sobre la actua­li­dad de Bra­sil, el gobierno de Jair Bol­so­na­ro, la dis­cri­mi­na­ción racial, el movi­mien­to al que per­te­ne­ce y los efec­tos de la pan­de­mia sobre la pobla­ción de las comu­ni­da­des qui­lom­bo­las e indí­ge­nas. La cla­se más sumer­gi­da de su país.

-¿Nos pue­de expli­car cómo ha sido su mili­tan­cia en el Movi­mien­to sin Techo?

– Soy mili­tan­te de la lucha por la mora­dia (en por­tu­gués hogar, vivien­da, una pala­bra que repe­ti­rá a lo lar­go de toda la entre­vis­ta) y del MSTC. Me for­mé en Publi­ci­dad y tra­ba­jo en la cul­tu­ra con músi­ca, cine, arte… soy can­to­ra, actriz y aho­ra escri­to­ra. Aca­bo de ter­mi­nar un libro que sal­drá antes de fin de año y se lla­ma Mi car­ne, dia­rio de una pri­sión. Todas son cosas que veo con natu­ra­li­dad. Yo fui cria­da en hacer lo que me gusta.

-¿Des­de qué edad comen­zó a invo­lu­crar­se en las luchas sociales?

-Mili­to des­de los 14 años, ten­go 35 y me com­pro­me­tí con el Movi­mien­to sin Techo. Soy una per­so­na exclui­da de la socie­dad y enton­ces mili­té por eso. Y lo hice para que otras per­so­nas no pasa­ran lo que yo pasé, cuan­do se me negó el dere­cho a la mora­día y aho­ra soy una negra que lucho por los dere­chos cons­ti­tu­cio­na­les. Por­que acá en Bra­sil esta­mos en las mis­mas con­di­cio­nes que en la déca­da del ’60, en 1964, cuan­do se pro­du­jo el gol­pe de la dic­ta­du­ra militar.

-¿Cómo se com­po­ne su familia?

-Noso­tros somos ocho her­ma­nos, cua­tro hom­bres y cua­tro muje­res. Yo vivo en el cen­tro y todos viven acá en San Pablo y todos están uni­dos a esta cau­sa don­de ocu­pa­mos vivien­das por nece­si­da­des. Solo mi padre y la par­te de su fami­lia siguen en San Sal­va­dor de Bahía.

-¿El Movi­mien­to que usted inte­gra es social y polí­ti­ca­men­te amplio o está iden­ti­fi­ca­do con algún sec­tor en especial?

-Es un movi­mien­to amplio que cui­da de las per­so­nas que nece­si­tan su casa inde­pen­dien­te­men­te de su con­di­ción social y de su cre­do. Es un movi­mien­to muy diver­so que lucha por las garan­tías cons­ti­tu­cio­na­les. No nos ocu­pa­mos sola­men­te de con­se­guir una casa; tam­bién de la salud, la edu­ca­ción y de temas judi­cia­les de quie­nes están den­tro del MSTC.

-¿Cuán­tas per­so­nas esti­man uste­des que no tie­nen techo en San hablo o en todo Brasil?

– (Nde­laR: en 2018 un estu­dio seña­la­ba que había 6,9 millo­nes de fami­lias sin techo y 6 millo­nes de inmue­bles vacíos en todo Bra­sil). Acá en San Pablo no sé cuán­tas son las per­so­nas sin techo por­que aumen­tan gra­dual­men­te como los pre­dios des­ha­bi­ta­dos. No ten­go nin­gu­na refe­ren­cia. Pero así como hay 86 mil pre­dios vacios, la can­ti­dad de gen­te en las calles es bien mayor. Fal­ta volun­tad polí­ti­ca para resol­ver el pro­ble­ma de la vivien­da, para hacer un pro­gra­ma sobre el tema. Más esto pasa tam­bién por la espe­cu­la­ción inmo­bi­lia­ria. Por­que si tú no tie­nes el dine­rinho para pagar el alqui­ler vas a la calle y el pro­ble­ma de la espe­cu­la­ción inmo­bi­lia­ria es un pro­ble­ma del mun­do todo, no es solo de San Pablo. El dere­cho a la vivien­da debe­ría ser un dere­cho mun­dial. Las per­so­nas se que­dan sin casa por­que la espe­cu­la­ción inmo­bi­lia­ria se está com­pran­do todo.

-¿Se iden­ti­fi­can uste­des con el movi­mien­to Oku­pa que sur­gió a media­dos de la déca­da del ‘80?

-Sabía sobre ese movi­mien­to pero la ver­dad es que noso­tros toma­mos pre­dios des­ocu­pa­dos, cien por cien­to vacíos hace más de vein­te años, ocio­sos, don­de no se cum­ple la fun­ción social de la pro­pie­dad y don­de unos dere­chos dejan de estar garan­ti­dos. Los movi­mien­tos socia­les quie­ren pagar por un hogar pero no exis­ten polí­ti­cas públi­cas que, es impor­tan­te recor­dar, deben hacer­se efec­ti­vas para que la pobla­ción pue­da tener esas vivien­das a un pre­cio jus­to. Que­re­mos que se den años de gra­cia para pagar pero pare­ce que no es intere­san­te libe­rar esos pre­dios para los tra­ba­ja­do­res popu­la­res o de baja ren­ta por­que exis­ten gran­des empre­sas que quie­ren com­prar­los para trans­for­mar­los en apar­ta­men­tos lujo­sos o minúcu­los para ven­der por un pre­cio que un tra­ba­ja­dor pobre o de baja ren­ta no con­si­ga com­prar. Por eso el movi­mien­to tie­ne la obli­ga­ción de denun­ciar esta espe­cu­la­ción inmo­bi­lia­ria y por eso se nos cri­mi­na­li­za. Prue­ba de eso es que yo fui pre­sa 108 días sin haber come­ti­do cri­men alguno.

-¿Cómo es afec­ta­da la pobla­ción negra de Bra­sil en esta pro­ble­má­ti­ca? ¿Tie­ne más difi­cul­ta­des por cues­tio­nes racia­les que la pobla­ción blan­ca o mestiza?

-Ahí ve la gen­te el pro­ble­ma racial, cuan­do se afec­ta el dere­cho a la mora­dia. Des­de la épo­ca de la escla­vi­tud que se está arras­tran­do y al Esta­do no le intere­sa que una mujer negra ten­ga estu­dios supe­rio­res, un diplo­ma, por­que ese acce­so es nega­do y lo seña­lan las esta­dís­ti­cas. A mí me pasó esa dis­cri­mi­na­ción cuan­do un empre­sa­rio me pagó mi pasa­je de avión y GOL no me dejó via­jar por­que la tar­je­ta de cré­di­to no era la mía. Por­que era de un hom­bre blan­co, de Bél­gi­ca, hicie­ron espe­cu­la­cio­nes sobre dón­de había com­pra­do ese pasa­je y no con­se­guí via­jar y tuve que com­prar otro con mi dine­ro, por­que una mujer negra no pue­de via­jar en Bra­sil si adqui­rió el pasa­je con una tar­je­ta que no es de ella. Eso es el racis­mo en este país. Es un cáncer.

-¿Le hizo jui­cio por eso a la compañía?

-No, no qui­se gas­tar ener­gía en eso, ten­go muchas cosas a qué dedicarme.

-¿Las con­di­cio­nes de movi­mien­tos como el MSTC empeo­ra­ron con el gobierno de Bolsonaro?

-Es un gobierno dic­ta­to­rial, tota­li­ta­rio, fas­cis­ta, racis­ta, machis­ta, que exclu­ye y gobier­na para una tor­ci­da orga­ni­za­da. Usted ve ahí la ayu­da a la pobla­ción índí­ge­na sien­do nega­da por el pre­si­den­te con un veto. Las per­so­nas de esas pobla­cio­nes indí­ge­nas y de las qui­lom­bo­las no son gen­te para él. No es el pre­si­den­te de la repú­bli­ca, el pre­si­den­te debe gober­nar para todos, para toda la pobla­ción del país. Bol­so­na­ro gobier­na para los ricos, ellos están muy bien. El hijo de él se vio envuel­to en el ase­si­na­to de Marie­lle Fran­co. Bol­so­na­ro nos man­dó la Poli­cía Fede­ral para aprehen­der­nos a noso­tros, Bol­so­na­ro jun­to al gober­na­dor de San Pablo Joao Doria. Bol­so­na­ro, Doria y Witzel el gober­na­dor de Río de Janei­ro, son tres ase­si­nos, tres geno­ci­das y hoy que esta­mos vivien­do la pan­de­mia el pre­si­den­te le nie­ga dere­chos a una par­te de la población.

-¿Adhie­re a la denun­cia inter­na­cio­nal con­tra Bol­so­na­ro por genocidio?

-Sí. Abso­lu­ta­men­te. Un pre­si­den­te que no obli­ga a las per­so­nas a usar tapa­bo­cas es jus­ta­men­te para matar a esas per­so­nas, a la pobla­ción car­ce­la­ria. Un pre­si­den­te que fir­ma un veto para que la pobla­ción indí­ge­na y qui­lom­bo­la no ten­ga aten­ción médi­ca duran­te una pan­de­mia mun­dial es un ase­sino. Un pre­si­den­te de la Repú­bli­ca que sabe que está infec­ta­do con Covid-19 y está en la calles con­ver­san­do con las per­so­nas, es un ase­sino. No son opi­nio­nes, son hechos.

-¿Cómo siguió lo que pasó en EEUU con el ase­si­na­to de Geor­ge Floyd y la res­pues­ta que gene­ró en la población?

-Yo creo que en Bra­sil debe­mos valo­ri­zar nues­tras luchas por­que acá, cada 23 minu­tos, mue­re un Geor­ge Floyd. Cada 23 minu­tos un joven negro es asesinado.

* Fuen­te: Pági­na 12

Itu­rria /​Fuen­te

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