Perú. Dine­ro, Covid y Tasas de Interés

Jor­ge Chá­vez Álva­rez. Resu­men Lati­no­ame­ri­cano, 23 de julio de 2020.

Gran pol­va­re­da ha levan­ta­do el pro­yec­to de ley que plan­tea poner topes a las tasas de inte­rés, sobre todo por pro­ve­nir de un Con­gre­so muy pro­pen­so al popu­lis­mo y la impro­vi­sa­ción. Sin embar­go, es absur­do negar­se a raja tabla a la posi­bi­li­dad de revi­sar el actual régi­men de tasas de inte­rés, en un mun­do en el que ya el 40% de las eco­no­mías fijan lími­tes máxi­mos a las tasas de interés.

De hecho, un estu­dio del Ban­co Mun­dial afir­ma que el con­trol de tasas de inte­rés es una polí­ti­ca bas­tan­te exten­di­da entre paí­ses desa­rro­lla­dos y en desarrollo.

[1] Has­ta Esta­dos Uni­dos y el Rei­no Uni­do ‑pala­di­nes del capi­ta­lis­mo mun­dial- uti­li­zan lími­tes abso­lu­tos a las tasas que cobran las enti­da­des finan­cie­ras super­vi­sa­das, mien­tras que otros 32 paí­ses apli­can lími­tes rela­ti­vos en el cálcu­lo de sus tasas máxi­mas; de ellos 26 usan tasas de refe­ren­cia endó­ge­nas (cal­cu­la­das en fun­ción a la media por moda­li­da­des de crédito).

Sin ir muy lejos, en Chi­le se apli­ca un régi­men de lími­tes de usu­ra, que uti­li­za un tope rela­ti­vo toman­do como refe­ren­cia una tasa de inte­rés nomi­nal endó­ge­na (deter­mi­na­da en el mer­ca­do de cré­di­to).[2] Ade­más, en muchos otros paí­ses se apli­ca polí­ti­cas explí­ci­tas para evi­tar una ele­va­da con­cen­tra­ción ban­ca­ria, pre­ve­nir las colu­sio­nes entre enti­da­des finan­cie­ras y abu­sos de posi­ción domi­nan­te, que en ban­ca son prác­ti­cas muy usua­les y son muy difí­ci­les de controlar.

Sin embar­go, la Super­in­ten­den­cia de Ban­ca y Segu­ros (SBS) ha pues­to el gri­to en el cie­lo. Argu­ye que todo inten­to de poner topes a las tasas de inte­rés res­trin­gi­rá el cré­di­to a los deu­do­res con mayor nivel de ries­go y a los que aún no tie­nen un his­to­rial cre­di­ti­cio. “Habría menos cré­di­tos a las micro­em­pre­sas y micro­em­pre­sa­rios del país y esta ini­cia­ti­va es con­tra­ria a la inclu­sión finan­cie­ra”, ha dicho la super­in­ten­den­te, Soco­rro Heisen.

Si bien las tasas de inte­rés pro­me­dio que cobran los ban­cos han cedi­do algo ante la inmen­sa liqui­dez que ha inyec­ta­do el Ban­co Cen­tral de Reser­va (BCR) a raíz del Covid-19, más han baja­do pro­por­cio­nal­men­te las tasas cor­po­ra­ti­vas y a las gran­des empre­sas. Para las micro, peque­ñas y media­nas empre­sas y para las fami­lias que toman cré­di­to de con­su­mo, éstas siguen sien­do muy ele­va­das y dis­tan mucho de las muy bajas tasas que paga la ban­ca a los ahorristas.

De hecho, Perú es uno de los paí­ses con mayo­res már­ge­nes ban­ca­rios (dife­ren­cial entre tasas pasi­vas y acti­vas) a nivel mun­dial. Lo cual des­alien­ta la inver­sión e inhi­be espe­cial­men­te el desa­rro­llo de las micro, peque­ñas y media­nas empre­sas, por su baja pro­duc­ti­vi­dad, sobre todo en un con­tex­to de pro­fun­da rece­sión como la que vivimos.

Lo curio­so es que la ley perua­na apli­ca des­de anta­ño una tasa máxi­ma de inte­rés com­pen­sa­to­rio. O sea, ya fija un techo abso­lu­to a las tasas de inte­rés, pero que rige exclu­si­va­men­te para las per­so­nas natu­ra­les o jurí­di­cas que no for­man par­te del sis­te­ma finan­cie­ro super­vi­sa­do. Con­si­de­ra que es usu­ra pres­tar dine­ro por enci­ma de esa tasa máxi­ma, que actual­men­te está alre­de­dor de 44,5%.

En bue­na cuen­ta, en Perú pri­ma la “ley del embu­do” en cuan­to a tasas de inte­rés: topes para los ciu­da­da­nos de a pie y liber­ti­na­je para las enti­da­des super­vi­sa­das, que gozan de la pre­rro­ga­ti­va de cobrar tasas estra­tos­fé­ri­cas, dado el bajo nivel de com­pe­ten­cia exis­ten­te por ser nues­tro sis­te­ma finan­cie­ro uno de los más con­cen­tra­dos del mun­do. En buen roman­ce, los ban­cos tie­nen el mono­po­lio de la usu­ra y pue­den lle­gar a cobrar tasas del 150% o 200% o más, prin­ci­pal­men­te en cré­di­tos de con­su­mo; nive­les que no sólo cubren los cos­tos y los ries­gos asu­mi­dos, sino que gene­ran ganan­cias que en otros paí­ses son níti­da­men­te de usura.

En Perú un solo ban­co con­cen­tra alre­de­dor de un ter­cio del cré­di­to y los depó­si­tos del sis­te­ma ban­ca­rio, mien­tras que los cua­tro ban­cos más gran­des con­cen­tran más del 80%. A mayor con­cen­tra­ción ban­ca­ria, mayor es el ries­go de que se pro­duz­can colu­sio­nes táci­tas o explí­ci­tas entre ban­cos, lo que con­lle­va a que se cobre tasas de inte­rés más altas por los cré­di­tos y a que se pague tasas de inte­rés más bajas por los depó­si­tos, res­pec­to a un esce­na­rio de competencia.

Un ban­co muy gran­de impli­ca un ries­go sis­té­mi­co ele­va­do que deri­va de un ries­go moral, dado que su even­tual quie­bra pue­de des­en­ca­de­nar una cri­sis de todo el sis­te­ma. Este peli­gro le da mucho poder, más aún si la auto­ri­dad super­vi­so­ra finan­cia los suel­dos de sus fun­cio­na­rios con cuo­tas paga­das por las enti­da­des que super­vi­sa, fija­das en fun­ción al tama­ño de cada entidad.

La asi­me­tría de poder entre enti­da­des del sis­te­ma finan­cie­ro gene­ra pues un incen­ti­vo per­ver­so en los fun­cio­na­rios de la enti­dad super­vi­so­ra, quie­nes tien­den a ser muy per­mi­si­vos con las enti­da­des gran­des y mucho más duros con las enti­da­des peque­ñas, más aún si la Ley de Ban­cos les facul­ta a ellos mis­mos a inter­pre­tar la ley, sin obli­ga­ción de jus­ti­fi­car sus deci­sio­nes con cri­te­rios de razo­na­bi­li­dad, pre­rro­ga­ti­va de la que nin­gu­na otra enti­dad esta­tal goza; ni siquie­ra el Poder Judicial.

Ese poder asi­mé­tri­co gene­ra tam­bién un incen­ti­vo per­ver­so en los accio­nis­tas de las enti­da­des más gran­des, a sabien­das de que la auto­ri­dad irá siem­pre a su res­ca­te para evi­tar su quie­bra, por temor al con­ta­gio a todo el sis­te­ma y por depen­den­cia eco­nó­mi­ca, lo que indu­ce a man­te­ner polí­ti­cas menos pru­den­cia­les que las que apli­ca­rían si no tuvie­ran ese tama­ño aplastante.

Por tan­to, para pro­te­ger a los aho­rris­tas y redu­cir las tasas de inte­rés, es impor­tan­tí­si­mo redu­cir drás­ti­ca­men­te la con­cen­tra­ción ban­ca­ria, para lo cual es impres­cin­di­ble fomen­tar la com­pe­ten­cia ban­ca­ria, per­mi­tien­do el ingre­so de nue­vos com­pe­ti­do­res al mer­ca­do, y el desa­rro­llo de eco­no­mías de esca­la entre enti­da­des dedi­ca­das a las microfinanzas.

De hecho, el Ban­co Mun­dial pro­pug­na la amplia­ción de los meca­nis­mos de liqui­dez para pres­ta­mis­tas alter­na­ti­vos, que gozan de mayor fle­xi­bi­li­dad que los ban­cos para ser­vir a las peque­ñas empre­sas y empren­de­do­res, así como para faci­li­tar la rees­truc­tu­ra­ción de sus deu­das en épo­cas de cri­sis. Inclu­so pro­pug­na que esos pres­ta­mis­tas alter­na­ti­vos ten­gan acce­so pri­vi­le­gia­do a pro­gra­mas tipo Reac­ti­va Perú, para exten­der los meca­nis­mos de garan­tías de prés­ta­mos, en tér­mi­nos y con­di­cio­nes que pro­mue­van un finan­cia­mien­to sóli­do.[3]

Sin embar­go, aquí en Perú el BCR lo ha hecho al revés y ha exclui­do a las enti­da­des alter­na­ti­vas, que no cap­tan depó­si­tos del públi­co (tipo Edpy­mes) del acce­so a los recur­sos de Reac­ti­va Perú. Enci­ma dichos recur­sos otor­ga­dos con garan­tía esta­tal han impul­sa­do una drás­ti­ca expan­sión del cré­di­to a gran­des empre­sas y cor­po­ra­cio­nes que mayor­men­te no reque­rían de dichas garan­tías esta­ta­les para acce­der a cré­di­to de dis­po­ni­bi­li­dad inme­dia­ta, por con­tar con garan­tías pro­pias de sobra. 

En con­tras­te, a la gran mayo­ría de micro, peque­ñas y media­nas empre­sas, for­ma­les e infor­ma­les, no les ha lle­ga­do esa ayu­da y por esa razón es que duran­te la pan­de­mia el Perú ha expe­ri­men­ta­do una pér­di­da de más de 3 millo­nes de empleos (ade­más de haber­se roto la cade­na de pagos), por tra­tar­se de las empre­sas más inten­si­vas en la gene­ra­ción de empleos. A pesar de ser las más vul­ne­ra­bles, se han que­da­do sin liqui­dez de emer­gen­cia, tras haber­se vis­to for­za­das a para­li­zar su pro­duc­ción debi­do al con­fi­na­mien­to y haber sucum­bi­do sus ven­tas por efec­to de la estre­pi­to­sa caí­da de la demanda.

Que­da cla­ro que para bajar las tasas de inte­rés sos­te­ni­ble­men­te, sin afec­tar la dis­po­ni­bi­li­dad de cré­di­to para los usua­rios del sis­te­ma finan­cie­ro, se debe hacer dos cosas en simul­tá­neo: dis­mi­nuir la con­cen­tra­ción ban­ca­ria redu­cien­do las barre­ras de entra­da de nue­vos com­pe­ti­do­res, y poner lími­tes de usu­ra a las tasas de inte­rés. En este sen­ti­do, me inclino a repli­car el intere­san­te esque­ma que vie­ne apli­can­do Chi­le, con tope rela­ti­vo que tome como refe­ren­cia una tasa de inte­rés nomi­nal endógena.

A raíz del Covid-19, el BCR ha más que tri­pli­ca­do la liqui­dez del sis­te­ma finan­cie­ro entre mar­zo y junio, lle­ván­do­la a un equi­va­len­te de 6,5% del PBI, prin­ci­pal­men­te a tra­vés de ope­ra­cio­nes repo de cré­di­tos con garan­tía esta­tal bajo el pro­gra­ma Reac­ti­va Perú, jun­to a la reduc­ción de su tasa de inte­rés de refe­ren­cia de 2,25% en mar­zo a 0,25% en abril (míni­mo his­tó­ri­co que se man­tie­ne has­ta hoy) y la reduc­ción del enca­je en soles de 5% a 4% y del enca­je en dóla­res de 50% a 9%. Por su par­te, la SBS ha acom­pa­sa­da esa polí­ti­ca fle­xi­bi­li­zan­do sus exi­gen­cias de pro­vi­sio­nes a las enti­da­des del sis­te­ma, al per­mi­tir­le repro­gra­mar cré­di­tos sin que éstos sean con­si­de­ra­dos más ries­go­sos, a pesar de ser­lo ante el con­tex­to Covid-19.
Pero ¿de qué sir­ve haber lle­na­do de liqui­dez las alfor­jas de las gran­des empre­sas, si la deman­da por sus pro­duc­tos se ha veni­do al sue­lo al haber­se deja­do que sucum­ba el empleo, los ingre­sos y el con­su­mo gene­ra­do mayor­men­te por quie­nes tra­ba­jan en micro, peque­ñas y media­nas empre­sas for­ma­les e infor­ma­les? Quie­nes ahí tra­ba­jan son los con­su­mi­do­res per­te­ne­cien­tes a los seg­men­tos B‑, C y D, que son los que sus­ten­tan la mayor par­te del con­su­mo, dada su mayor pro­pen­sión al con­su­mo res­pec­to a los seg­men­tos A y B+.

Insis­to una vez más, aún esta­mos a tiem­po de cam­biar Reac­ti­va Perú 2 por un ver­da­de­ro pro­gra­ma de reac­ti­va­ción de la deman­da y de sal­va­ta­je de las empre­sas más vul­ne­ra­bles del Perú, que son las micro, peque­ñas y media­nas empre­sas for­ma­les e informales.

El fla­man­te pre­mier, Pedro Cate­riano, ten­drá que demos­trar ante el Con­gre­so que la eco­no­mía del Perú, al fin, se mane­ja­rá con brú­ju­la al menos en el últi­mo año que que­da de gobierno.

* Pre­si­den­te Eje­cu­ti­vo de MAXIMIXE

[1] Hen­rí­quez y Maim­bo (2014), Ban­co Mun­dial.
[2] Hur­ta­do, Agus­tín (2016), “Efec­to de la regu­la­ción a tasas de inte­rés en el mer­ca­do de cré­di­to ban­ca­rio”, tesis para optar el gra­do de magís­ter en eco­no­mía, Uni­ver­si­dad de Chi­le.
[3] Véa­se al res­pec­to, https://​blogs​.world​bank​.org/​e​s​/​v​o​c​e​s​/​p​r​e​s​t​a​m​i​s​t​a​s​-​a​l​t​e​r​n​a​t​i​v​o​s​-​d​e​l​-​s​e​cto…

FUENTE: Otra Mirada

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