Chi­na. Docu­men­tal sobre com­pa­ñía iti­ne­ran­te de músi­cos ciegos

Por Chen Nan, Resu­men Lati­no­ame­ri­cano, 27 de julio de 2020.

Docu­men­tal revi­ve la his­to­ria de una com­pa­ñía iti­ne­ran­te de músi­cos cie­gos for­ma­da duran­te la Segun­da Gue­rra Sino-Japo­ne­sa (1937−1945) que sigue actuan­do hoy en día. La com­pa­ñía se orga­ni­zó para inter­pre­tar clan­des­ti­na­men­te can­cio­nes para ins­pi­rar al Ejér­ci­to Rojo y a sus par­ti­da­rios civi­les. Sus can­cio­nes sobre­vi­vie­ron a tra­vés de las gene­ra­cio­nes siguien­tes; hoy cuen­ta con sie­te miembro

Des­pués de la fas­ci­nan­te visi­ta de un pre­sen­ta­dor de tele­vi­sión a un remo­to pue­blo de mon­ta­ña, se embar­có en un pro­yec­to cine­ma­to­grá­fi­co que la preo­cu­pa­ría duran­te los pró­xi­mos 18 años. En la aldea de Hong­du, en un con­da­do azo­ta­do por la pobre­za en las mon­ta­ñas Taihang en la pro­vin­cia de Shan­xi, 11 hom­bres se reu­nie­ron en un patio y se sen­ta­ron en el sue­lo. En poco tiem­po se había reu­ni­do una mul­ti­tud, atraí­da pri­me­ro por el can­to agu­do de los hom­bres y lue­go por el soni­do de los ins­tru­men­tos musi­ca­les que cada uno toca­ba, inclui­dos el erhu, el sheng y la batería.

Entre aque­llos en esta peque­ña e ínti­ma audien­cia esta­ba Ya Ni, un pro­duc­tor de tele­vi­sión, direc­tor y pre­sen­ta­dor en la pro­vin­cia de Zhe­jiang, y uno de los pre­sen­ta­do­res de tele­vi­sión más res­pe­ta­dos del país.

«Nun­ca olvi­da­ré ese día», dice ella. «No tenía idea de lo que esta­ban can­tan­do, pero esta­ba hip­no­ti­za­da, para­da allí para ver la actua­ción has­ta el final. De algu­na mane­ra, inclu­so me encon­tré llo­ran­do por dentro. «

Ese día, en 2002, aca­ba­ba de ter­mi­nar de tra­ba­jar en un pro­yec­to sobre un can­tan­te fol­kló­ri­co local y su fami­lia, y esta­ba a pun­to de aban­do­nar la aldea, por lo que en ese momen­to otro pro­yec­to era lo últi­mo en lo que pensaba.

«Pre­gun­té a los luga­re­ños quié­nes eran estos hom­bres y las res­pues­tas me intri­ga­ron mucho», dice Ya Ni, cuyo ape­lli­do es He, pero que adop­tó el otro nom­bre des­pués del títu­lo de un pro­gra­ma de tele­vi­sión que presentó.

Liu Hong­quan, líder del equi­po. [Foto pro­por­cio­na­da a Chi­na Daily]

«Se los cono­cía como ‘los hom­bres sin ojos’, ‘sol­te­ros’ y ‘Ejér­ci­to de la Octa­va Ruta’. Eso me dio la curio­si­dad de deci­dir que­dar­me unos días más para entrevistarlos».

Esa curio­si­dad cam­bia­ría su vida por muchos años, y 18 años des­pués de que ella deci­die­ra hacer una pelí­cu­la sobre estos 11 músi­cos cie­gos, toda­vía está por ver la luz del día.

Sin embar­go, esta his­to­ria se remon­ta mucho más allá de las últi­mas dos déca­das, a 1938, cuan­do algu­nos de estos hom­bres eran meros jóve­nes en el Equi­po de Publi­ci­dad para Hom­bres Cie­gos de Zuo­quan, fun­da­do ese año en Zuo­quan, el con­da­do en el que se encuen­tra la aldea de Hong­du. El con­da­do fue uno de los cam­pos de bata­lla en el que el Ejér­ci­to de la Octa­va Ruta luchó con­tra las fuer­zas inva­so­ras en la Gue­rra de Resis­ten­cia con­tra la Agre­sión Japo­ne­sa (1939−45) des­de fines de la déca­da de 1930 y don­de man­tu­vo una base duran­te unos cin­co años a prin­ci­pios de la déca­da de 1940.

Duran­te los últi­mos 18 años, los esfuer­zos de Ya Ni para hacer su pelí­cu­la han encon­tra­do innu­me­ra­bles difi­cul­ta­des, una his­to­ria que en sí mis­ma sería dig­na de un lar­go­me­tra­je, inclui­dos los pro­ble­mas para fil­mar en el lugar, sus inten­tos infruc­tuo­sos de obte­ner fon­dos para su pro­yec­to, la rela­ción cer­ca­na que ella desa­rro­lla­do con los músi­cos, y ella aban­do­nan­do un tra­ba­jo este­lar de tele­vi­sión por lo que muchos podrían con­si­de­rar como una locura.

A pesar de todos sus esfuer­zos, algo que logró pro­du­cir, hace cua­tro años, fue un libro titu­la­do Mei­yan­ren (Hom­bres sin ojos), en el que habla­ba de las haza­ñas de los músi­cos cie­gos en los años trein­ta y cua­ren­ta para ganar­se la vida via­jan­do des­de la aldea. al pue­blo, indi­vi­dual­men­te, prin­ci­pal­men­te en el con­da­do de Zuo­quan, y actuan­do para los lugareños.

«Cuan­do un músi­co cie­go lle­ga­ba a la puer­ta de una fami­lia, colo­ca­ba un ban­co que lle­va­ba con él en el sue­lo, lue­go se sen­ta­ba y comen­za­ba a can­tar. A cam­bio, la fami­lia gene­ral­men­te le daba una comi­da o un poco de dinero».

«Cuan­do los músi­cos via­ja­ban en gru­pos, a medi­da que avan­za­ban de un lugar a otro cada uno colo­ca­ba su mano sobre el hom­bro de uno de los otros, y un hom­bre con vis­ta los guia­ba a todos. A menu­do daban más de 200 pre­sen­ta­cio­nes al año. Dado que eran cie­gos y pobres les era difí­cil encon­trar una esposa «.

Ade­más de tocar indi­vi­dual­men­te, los músi­cos cie­gos tam­bién for­ma­ron gru­pos para tocar jun­tos. Un gru­po peque­ño con­sis­ti­ría en tres o cua­tro, y uno más gran­de de seis o sie­te. El per­cu­sio­nis­ta gene­ral­men­te se sen­ta­ba en el medio, y los otros toca­ban ins­tru­men­tos de cuer­da como el huqin (un ins­tru­men­to de arco de dos cuer­das), el san­xian (un ins­tru­men­to pun­tea­do de tres cuer­das) y la flau­ta de bam­bú, sen­ta­dos a cada lado.

Cuan­do el Par­ti­do Comu­nis­ta Chino creó el Equi­po de Publi­ci­dad de Hom­bres Cie­gos en 1938, el obje­ti­vo era no solo soli­di­fi­car el fer­vor patrió­ti­co inter­pre­tan­do can­cio­nes popu­la­res loca­les y nue­vos tra­ba­jos que el equi­po había escri­to sobre la gue­rra con­tra los japo­ne­ses, sino tam­bién lle­var a cabo diver­sas acti­vi­da­des mili­ta­res clan­des­ti­nas. Estas can­cio­nes alar­dea­ban de los hechos del Ejér­ci­to Rojo, sus heroi­cos sol­da­dos y los civi­les que los ayu­da­ban a luchar con­tra sus enemigos.

Des­pués de que se ganó la gue­rra y se fun­dó la Repú­bli­ca Popu­lar de Chi­na en 1949, el Equi­po de Publi­ci­dad para Hom­bres Cie­gos de Zuo­quan no solo per­ma­ne­ció intac­to sino que pros­pe­ró con el apo­yo del gobierno. Por supues­to, todos los miem­bros ori­gi­na­les ya han falle­ci­do, pero la lle­ga­da de nue­vos miem­bros a lo lar­go de los años ase­gu­ró que la com­pa­ñía no solo mori­ría, y aho­ra tie­ne sie­te músi­cos, la mayo­ría de 50 años o más. Algu­nos nacie­ron cie­gos y otros per­die­ron la vis­ta como resul­ta­do de acci­den­tes o enfermedades.

Ya Ni, quien nació y cre­ció en Hangzhou, pro­vin­cia de Zhe­jiang, se gra­duó de la Uni­ver­si­dad de Comu­ni­ca­ción de Chi­na en Bei­jing en 1980 y comen­zó a tra­ba­jar con Zhe­jiang TV el mis­mo año. En 1989 obtu­vo su maes­tría en perio­dis­mo de la Uni­ver­si­dad de Zhejiang.

En el trans­cur­so de 17 años, usó su pro­pio dine­ro y pidió pres­ta­do a otros, inclui­da la hipo­te­ca de su casa, y uti­li­zó equi­po rudi­men­ta­rio para fil­mar a los músi­cos cie­gos. Al prin­ci­pio, solo tenía un cole­ga que via­ja­ba con ella al con­da­do pobre. En 2005, renun­ció al tra­ba­jo de tele­vi­sión que le había acla­ma­do en todo el país y, para enton­ces, con fre­cuen­cia rea­li­za­ba la cami­na­ta des­de Hangzhou has­ta el con­da­do de Zuo­quan, a 1.200 kiló­me­tros de dis­tan­cia, pasan­do gran par­te de su tiem­po vivien­do entre los músi­cos, ansio­sa por obte­ner mate­rial de pri­me­ra mano.

«Hay un dicho en las aldeas del con­da­do de Zuo­quan que cuan­do lle­ga Ya Ni los perros no ladran, por­que inclu­so ellos me reco­no­cen aho­ra», dice. «No espe­ra­ba que esta pelí­cu­la se con­vir­tie­ra en mi vida. No solo pren­dí mi cáma­ra a estos músi­cos cie­gos pero tam­bién me hice ami­go de ellos, ayu­dán­do­los a resol­ver pro­ble­mas personales «.

Ya Ni había pla­nea­do final­men­te lan­zar el docu­men­tal, tam­bién titu­la­do Mei­yan­ren, este año, pero tuvo que pos­po­ner­lo debi­do a la pan­de­mia de coro­na­vi­rus. El docu­men­tal se divi­di­rá en cua­tro par­tes, dice, con el pri­me­ro pre­sen­ta­do en cin­co horas divi­di­do en dos, y cada una de las tres par­tes res­tan­tes dura­rá dos horas. Las cua­tro par­tes se cen­tran en dife­ren­tes temas en tres fami­lias, sobre sus rela­cio­nes, roman­ce, amis­ta­des y la vida de los músi­cos cie­gos en general.

Ya Ni dice que el docu­men­tal se lan­za­rá cuan­do ter­mi­ne el bro­te viral y pro­por­cio­na­rá un retra­to extra­or­di­na­rio e ínti­mo de la vida de esos músi­cos cie­gos rara­men­te conocidos.

«Muchos de mis ami­gos, cole­gas y fami­lia­res sim­ple­men­te no pue­den enten­der por qué me gus­ta­ría dedi­car todo este tiem­po y esfuer­zo a estos músi­cos. Sé muy bien que, en com­pa­ra­ción con las pelí­cu­las comer­cia­les, el atrac­ti­vo de los docu­men­ta­les es mucho más limi­ta­do. Pero lo que hace mi com­pro­mi­so tan espe­cial es que he gra­ba­do la his­to­ria de un gru­po de per­so­nas que son tan espe­cia­les y muy reales. No solo per­so­ni­fi­can cómo está cam­bian­do la músi­ca popu­lar chi­na, sino que tam­bién cuen­tan his­to­rias de la humanidad «.

Cineas­tas galar­do­na­dos como Jia Zhang­ke y Lu Chuan han hecho valio­sas con­tri­bu­cio­nes al docu­men­tal como con­sul­to­res, dice ella.

Uno de los entre­vis­ta­dos de Ya Ni es Liu Hong­quan, de 51 años, quien nació cie­go. Le gus­ta­ba escu­char músi­ca fol­cló­ri­ca local cuan­do era niño y apren­dió a tocar el erhu y la suo­na, un cuerno de doble caña.

Sin embar­go, el padre de Liu se opu­so a sus deseos de con­ver­tir­se en músi­co popu­lar. Des­pués de gra­duar­se de una escue­la para dis­ca­pa­ci­ta­dos visua­les en Tai­yuan, capi­tal de Shan­xi, en 1992, Liu se con­vir­tió en masa­jis­ta, un tra­ba­jo común para per­so­nas cie­gas. Des­pués de que el padre de Liu murió en 1995, renun­ció a ese tra­ba­jo y se unió al Equi­po de Publi­ci­dad para Hom­bres Cie­gos de Zuo­quan, del cual aho­ra es un líder.

Uno de los que esta­ba con Ya Ni cuan­do escu­chó a los hom­bres actuar en 2002 fue Tian Qing, un musi­có­lo­go, que refle­xio­nó sobre lo que hace que sus actua­cio­nes sean tan poderosas.

«La hones­ti­dad de su músi­ca me ha toca­do tan­to que me ha hecho llo­rar», dijo, «es como si can­ta­ran al cie­lo no solo con sus voces sino tam­bién con sus corazones».

Liu inter­pre­ta una de las can­cio­nes que ha impre­sio­na­do par­ti­cu­lar­men­te a Tian. Se titu­la Guang Gun Ku (A Bachelor’s Bit­ter­ness) y cuen­ta 12 his­to­rias tris­tes de un solo hom­bre duran­te 12 meses. La can­ción sigue sien­do un ele­men­to bási­co del reper­to­rio de músicos.

Tian,​que se ha dedi­ca­do a inves­ti­gar, reco­lec­tar y gra­bar can­cio­nes popu­la­res chi­nas, dice que Zuo­quan es cono­ci­do por sus ricos recur­sos de can­cio­nes popu­la­res, y que los músi­cos cie­gos tie­nen un lugar espe­cial en la músi­ca china.

Uno de los músi­cos cie­gos más cono­ci­dos en Chi­na es Hua Yan­jun (1893−1950), tam­bién cono­ci­do como «xia zi Abing» (cie­go Abing). Com­pu­so Erquan Ying­yue (Luna refle­ja­da en la segun­da pri­ma­ve­ra), una de las obras musi­ca­les chi­nas más cono­ci­das, que a menu­do inter­pre­tan músi­cos y orques­tas contemporáneas.

«Todos los músi­cos cie­gos tie­nen una his­to­ria que con­tar», dice Tian. «En sus vidas han pro­ba­do mucha amar­gu­ra, por lo que tal vez su músi­ca sea tan pode­ro­sa y toque a los oyen­tes tan profundamente».

En 2003, Ya Ni y Tian lle­va­ron al Equi­po de Publi­ci­dad para Hom­bres Cie­gos de Zuo­quan a Bei­jing y actua­ron en algu­nas de las uni­ver­si­da­des de la capi­tal, obte­nien­do mucha aten­ción públi­ca. Eso a su vez gene­ró más opor­tu­ni­da­des para que se desempeñen.

«Pero aho­ra, a fuer­za de urba­ni­za­ción, muchas aldeas han des­apa­re­ci­do», dice Ya Ni. «Los músi­cos cie­gos tie­nen mejo­res vidas y actúan con menos fre­cuen­cia. Cuan­do miro hacia atrás, toda­vía me sien­to con­mo­vi­do. Algu­nos de mis entre­vis­ta­dos han muer­to pero los ten­go vivos en mi documental».

En febre­ro, uno de los miem­bros de la Publi­ci­dad para Hom­bres Cie­gos de Zuo­quan, Wang Minghe, murió, y el día que fue ente­rra­do, el 24 de febre­ro, Ya Ni publi­có un home­na­je a él en su pla­ta­for­ma de redes sociales.

Wang, naci­do en 1956, era el niño más peque­ño de su fami­lia y per­dió la vis­ta des­pués de estar enfer­mo cuan­do tenía 2 años.

Se unió a la com­pa­ñía en 1974 y apren­dió a can­tar una pie­za titu­la­da Liang Shan­bo y Zhu Ying­tai, que lle­va días actuar. En 1984 sufrió una gra­ve lesión en la pier­na des­pués de caer a tra­vés del hie­lo en agua extre­ma­da­men­te fría, por lo que le resul­tó difí­cil cami­nar a tra­vés de terreno mon­ta­ño­so, pero eso no lo disua­dió de seguir actuando.

«Le encan­ta­ba can­tar y se esfor­zó por man­te­ner­se al día con el equi­po», dijo Ya Ni. «Esta­ba real­men­te tris­te por­que, debi­do al coro­na­vi­rus, no pude asis­tir a su funeral».

Des­pués de que el docu­men­tal Mei­yan­ren haya teni­do su estreno - Ya Ni espe­ra que sea este año - pla­nea lan­zar otro, cen­tra­do en una fami­lia en par­ti­cu­lar en el con­da­do de Zuo­quan. La fami­lia tie­ne seis her­ma­nos, todos cie­gos y cuya her­ma­na está sana. La her­ma­na, Chen Xizai, ayu­dó a sus her­ma­nos a actuar en las aldeas del con­da­do de Zuo­quan, y uno de ellos, Chen Rou­san, ganó repu­tación en la aldea como un buen baterista.

El espo­so de Chen Xizai murió cuan­do su hijo tenía 3 años y todos sus her­ma­nos la ayu­da­ron a criar al niño. Todos los her­ma­nos han muer­to des­de entonces.

Todos habían sido músi­cos y gana­ron alre­de­dor de 1 yuan por cada espec­tácu­lo en el que se pre­sen­ta­ron, aho­rran­do todas las ganan­cias para el niño, quien final­men­te obtu­vo un doc­to­ra­do de la Uni­ver­si­dad Jiao Tong de Shanghai.

En 2009, cuan­do Rou­san murió, hubo una gran este­la y fune­ral en el que músi­cos cie­gos can­ta­ron casi con­ti­nua­men­te duran­te tres días. Dos años des­pués, cuan­do el hijo de Chen Xizai regre­só a la aldea para casar­se y le pidió que fue­ra a vivir con él y su espo­sa en Shanghai, ella se negó.

«Los hom­bres sin ojos no están ‘con­ta­mi­na­dos’ por el mun­do exte­rior y tie­nen un cora­zón bri­llan­te aun­que viven en la oscu­ri­dad», dice Ya Ni.

«Hay muchas his­to­rias ver­da­de­ras sobre ellas que el públi­co no cono­ce. Con mi docu­men­tal quie­ro con­tar­las todas».

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