Bra­sil. En los qui­lom­bos, el coro­na­vi­rus mata a alguien todos los días.

Por Rafael Oli­vei­ra. Resu­men Lati­no­ame­ri­cano, 3 de julio de 2020

En los qui­lom­bos de la región de los Lagos, en Río de Janei­ro, el Covid-19 hizo víc­ti­ma a una de las figu­ras qui­lom­bo­las (habi­tan­tes de los qui­lom­bos: ndt) más impor­tan­tes del esta­do, región que enca­be­za las muer­tes entre los qui­lom­bo­las del país: 36 muertes. 

“Doña Uia era una biblio­te­ca vivien­te, era la gran líder que luchó por el tema terri­to­rial. Una mujer hones­ta y sin­ce­ra que ganó cre­di­bi­li­dad y las comu­ni­da­des comen­za­ron a rei­vin­di­car sus dere­chos”, dice Jane Oli­vei­ra, sobri­na de Cari­val­di­na Oli­vei­ra da Cos­ta, Doña Uia. Dejó seis hijos, ocho her­ma­nos y a su madre, Doña Eva, la matriar­ca de 110 años del Qui­lom­bo da Rasa, con quien com­par­tió sus his­to­rias, can­cio­nes y recuer­dos. Eva, que aún no sabe de la muer­te de su hija, se hizo la prue­ba y el resul­ta­do de Covid-19 fue negativo.

Cono­ci­da por su amplia son­ri­sa, Doña Uia murió el pasa­do 10 de junio en Búzios, a 170 km de la capi­tal del esta­do de Río de Janei­ro. Dos días antes de su muer­te, fue al pues­to de salud de la región con fie­bre y otros sín­to­mas. Regre­só a su casa, pero siguió sin­tién­do­se enfer­ma. Fue admi­ti­da en la madru­ga­da del 9 de junio y murió al día siguien­te, una sema­na des­pués de cum­plir 79 años. Des­cen­dien­te de escla­vos, ayu­dó a difun­dir la his­to­ria de su pue­blo y ha sido la capi­ta­na del movi­mien­to qui­lom­bo­la en la región des­de fina­les de los años 1990.

Ade­más de Doña Uia, otros 118 qui­lom­bo­las han muer­to a cau­sa de la pan­de­mia Covid-19 en el país, según una encues­ta de la Coor­di­na­ción Nacio­nal de Comu­ni­da­des Negras Qui­lom­bo­las Rura­les (Conaq), una ins­ti­tu­ción que Uia ayu­dó a fun­dar. En aso­cia­ción con el Ins­ti­tu­to Socio­am­bien­tal (ISA), la Conaq ha veni­do siguien­do el avan­ce del Covid-19 en los qui­lom­bos de todo el país, ya que no exis­te un regis­tro nacio­nal de la situa­ción epi­de­mio­ló­gi­ca de la enfer­me­dad en la pobla­ción restante.

Cari­val­di­na Oli­vei­ra da Cos­ta, Doña Uia.

Según el últi­mo bole­tín del Obser­va­to­rio de Covid-19 en Qui­lom­bos, hay por lo menos 973 casos con­fir­ma­dos y otros 197 en segui­mien­to entre qui­lom­bo­las de 16 esta­dos brasileños.

Des­de que se regis­tró la pri­me­ra muer­te el 11 de abril, la Conaq ha con­ta­do las muer­tes en 11 esta­dos, con un pro­me­dio de 1,5 muer­tes por día. La situa­ción es espe­cial­men­te crí­ti­ca en Río de Janei­ro y Pará, don­de se regis­tran 36 y 33 muer­tes res­pec­ti­va­men­te. Ama­pá, con 16 casos, Maranhão y Per­nam­bu­co, con 9 cada uno, tam­bién enca­be­zan la lis­ta de los esta­dos más afectados.

Para la coor­di­na­do­ra y miem­bra fun­da­do­ra de la Conaq, Givâ­nia Sil­va, el coro­na­vi­rus ha pro­fun­di­za­do los pro­ble­mas ya his­tó­ri­cos que enfren­tan las pobla­cio­nes qui­lom­bo­las. “Son comu­ni­da­des que no tie­nen acce­so a los ser­vi­cios de salud, sin agua, sin ener­gía, sin Inter­net. Son pro­ble­mas que, en un tiem­po “nor­mal”, las comu­ni­da­des viven con esta ausen­cia de polí­ti­ca. Pero en un momen­to como éste, de una pan­de­mia con la velo­ci­dad y la leta­li­dad del Covid-19, estas polí­ti­cas son mucho más nece­sa­rias y dejan a estas per­so­nas mucho más vul­ne­ra­bles”, dice la lide­re­sa quilombola.

Según la ase­so­ra del ISA, Mile­ne Maia, toda­vía no hay una acción públi­ca efi­caz para con­te­ner la pan­de­mia en las comu­ni­da­des qui­lom­bo­las. “No se pue­de tener, por ejem­plo, infor­ma­ción sobre la aten­ción que pres­tan los depar­ta­men­tos de salud con este recor­te tajan­te, a pesar de que ya es una obli­ga­ción”, dice.

El 16, el Sena­do Fede­ral apro­bó el pro­yec­to de ley 1.142, que esta­ble­ce un plan de emer­gen­cia para pro­te­ger a los indí­ge­nas, qui­lom­bo­las y otras comu­ni­da­des tra­di­cio­na­les del coro­na­vi­rus. El tex­to escri­to por la con­gre­sis­ta fede­ral, la pro­fe­so­ra Rosa Nei­de (Par­ti­do de los Trabajadores/​Mato Gro­so) espe­ra la san­ción presidencial.

Según el IBGE (Ins­ti­tu­to Bra­si­le­ro de Geo­gra­fía y Esta­dís­ti­ca) hay 5.972 comu­ni­da­des qui­lom­bo­las en Bra­sil, cifra un poco infe­rior a la Conaq, que habla de 6.330. Poco más de la mitad de los terri­to­rios (3.432) están cer­ti­fi­ca­dos por la Fun­da­ción Cul­tu­ral de Pal­ma­res (FCP), y sólo 182 han sido titulados.

El pre­si­den­te de la Fun­da­ción Cul­tu­ral de Pal­ma­res, Sér­gio Camar­go ‑que lla­mó al movi­mien­to negro “esco­ria mal­di­ta”, a Zum­bi de los Pal­ma­res (2) “hijo de puta que escla­vi­zó a los negros” y que tra­tó a una madre de san­tos de “macum­be­ra”- es el blan­co de las crí­ti­cas del movi­mien­to qui­lom­bo­la. Des­de mar­zo has­ta aho­ra, Camar­go no ha reci­bi­do a nin­gún repre­sen­tan­te del movi­mien­to negro.

“Es una agen­cia que podría preo­cu­par­se al menos de ayu­dar a car­to­gra­fiar estas comu­ni­da­des que son más vul­ne­ra­bles, y se preo­cu­pa por decons­truir la his­to­ria de los líde­res negros. Lo úni­co que le ha preo­cu­pa­do a la Fun­da­ción Pal­ma­res es hacer un fla­co favor a la his­to­ria de la pobla­ción negra bra­si­le­ña”, dice la coor­di­na­do­ra de la Conaq, Givâ­nia Silva.

Para Magno Nas­ci­men­to, miem­bro de Malun­gu, una aso­cia­ción de qui­lom­bo­las de Pará, Pal­ma­res ha “juga­do el papel opues­to al que fue crea­do”. “Ella jue­ga un papel en el aumen­to de la preo­cu­pa­ción y el sufri­mien­to de los qui­lom­bo­las en este momen­to. Repu­dia­mos vehe­men­te­men­te la deci­sión de Pal­ma­res de libe­rar el per­mi­so para obras den­tro de nues­tros terri­to­rios. En ese momen­to, la aten­ción debe cen­trar­se en la lucha con­tra el coro­na­vi­rus”, resal­ta el qui­lom­bo­la. Magno se refie­re a la fal­ta de con­sul­ta pre­via, libre e infor­ma­da de los afec­ta­dos por la cons­truc­ción de una línea de trans­mi­sión de ener­gía eléc­tri­ca que une los muni­ci­pios de Óbi­dos, Juru­ti y Parin­tins (Pará), don­de viven qui­lom­bo­las y pobla­cio­nes ribe­re­ñas, situa­ción denun­cia­da exclu­si­va­men­te por el público.

En el Río de Doña Uia, ya han falle­ci­do 36 qui­lom­bo­las por el coronavirus

Ade­más del Qui­lom­bo da Rasa, don­de vivía Doña Uia y unas 800 fami­lias, Río de Janei­ro tie­ne otras 40 comu­ni­da­des qui­lom­bo­las cer­ti­fi­ca­das por el FCP, y sólo tres de ellas tie­nen su terri­to­rio titu­la­do por el Ins­ti­tu­to Nacio­nal de Colo­ni­za­ción y Refor­ma Agra­ria (INCRA). De las muer­tes por coro­na­vi­rus, cua­tro ocu­rrie­ron en Búzios, don­de se encuen­tra Rasa. Los datos fue­ron reco­gi­dos por Acqui­lerj, aso­cia­ción qui­lom­bo­la del esta­do, jun­to al depar­ta­men­to de salud de Río de Janei­ro, y trans­mi­ti­dos a la Conaq.

El núme­ro pue­de ser aún mayor, ya que la pobla­ción qui­lom­bo­la de Río se enfren­ta a difi­cul­ta­des para ser tes­tea­da, según la sobri­na de Doña Uia y coor­di­na­do­ra nacio­nal de la Conaq, Jane Oli­vei­ra. “Aho­ra han comen­za­do a prac­ti­car exá­me­nes, des­pués de estas muer­tes. Lle­gué a pen­sar que tenían pre­jui­cios, por­que sólo esta­ban tes­tean­do a blan­cos. Mi espo­so que no es negro, pudo hacer­se el test tran­qui­la­men­te, pero si iba un hom­bre negro, le decían que en ese momen­to no esta­ban hacien­do aná­li­sis. Hablé con el Depar­ta­men­to de Salud de Río de Janei­ro (SES-RJ), por­que nos sen­tía­mos dis­cri­mi­na­dos, aho­ra están hacien­do tes­teos a todos”, explica.

Según ella, muchos tam­bién dejan de ir al sis­te­ma de salud por temor a la con­ta­mi­na­ción, y duran­te la pan­de­mia fal­ta la pre­sen­cia de agen­tes sani­ta­rios comu­ni­ta­rios en la región. Ade­más de Uia, la fami­lia de Jane tie­ne otros cin­co casos con­fir­ma­dos. Su tío, el ex con­ce­jal de Búzios cono­ci­do como Val­mir da Rasa dio posi­ti­vo, al igual que su espo­sa. Dos de los hijos de Doña Uia tam­bién fue­ron diag­nos­ti­ca­dos y la pro­pia Jane tenía sín­to­mas de la enfer­me­dad y dio posi­ti­vo en Covid-19 el vier­nes pasa­do (26 de junio).

Víc­ti­ma del Covid-19, Doña Uia impul­só el movi­mien­to qui­lom­bo­la en Río de Janeiro

For­ma­da en la lucha social por Doña Uia y una de las res­pon­sa­bles de con­ti­nuar su lega­do, Jane Oli­vei­ra vive en el Qui­lom­bo Maria Joa­qui­na, que limi­ta con la comu­ni­dad de Rasa, pero se encuen­tra en la ciu­dad de Cabo Frío. Hay unas 200 fami­lias vivien­do en la comu­ni­dad. Según la diri­gen­te de 45 años, hay casi 40 casos con­fir­ma­dos en su región, ade­más de más de 200 casos sos­pe­cho­sos aún sin diagnosticar.

Según el repre­sen­tan­te de la Conaq en Río de Janei­ro, la enfer­me­dad se ha pro­pa­ga­do en los muni­ci­pios de la región de Lagos prin­ci­pal­men­te a tra­vés de las muje­res que tra­ba­jan como emplea­das domés­ti­cas. “La gen­te que tie­ne casas en los con­do­mi­nios entra direc­ta­men­te. El fin de sema­na, el día feria­do, Búzios esta­ba lleno. Como esas per­so­nas tie­nen fac­tu­ras de agua y de elec­tri­ci­dad, (atra­vie­san la barre­ra sani­ta­ria) y entran, y enton­ces las patro­nas obli­ga­ban a las domés­ti­cas a tra­ba­jar. Todo el mun­do tie­ne mie­do del des­em­pleo aquí, así que las domés­ti­cas iban a tra­ba­jar, aun­que tenían mucho mie­do, y ter­mi­na­ron con­ta­mi­nán­do­se”, dice Jane.

Para los líde­res qui­lom­bo­las, las accio­nes del gobierno local han sido “muy len­tas”, ade­más de no con­tem­plar a la mayo­ría de la pobla­ción de los qui­lom­bos. “El muni­ci­pio de Búzios lan­zó una canas­ta bási­ca de ali­men­tos para los que tenían hijos en la escue­la y bol­sa fami­lia, pero en el Qui­lom­bo de Rasa, la mayo­ría ya no tie­ne hijos en la escue­la y no tie­ne bol­sa fami­lia, por­que la mayo­ría tra­ba­ja­ba, pero (con la pan­de­mia) se que­dó sin empleo”, dice.

Sin tie­rra para plan­tar, la mayo­ría de la pobla­ción qui­lom­bo­la de la región se gana la vida tra­ba­jan­do en la pes­ca, la arte­sa­nía, la cons­truc­ción, las pla­yas o los hote­les, ade­más de los ser­vi­cios de lim­pie­za. Con las res­tric­cio­nes impues­tas por la pan­de­mia, los hote­les comen­za­ron a des­pe­dir y la cons­truc­ción, así como las ferias en las que los qui­lom­bo­las ven­den sus pro­duc­tos, tuvie­ron sus acti­vi­da­des suspendidas.

Con el aumen­to del des­em­pleo, muchos bus­ca­ron ayu­da de emer­gen­cia del gobierno fede­ral, pero la mayo­ría tuvo difi­cul­ta­des para obte­ner el bene­fi­cio. “El pue­blo esta­ba indig­na­do por la elec­ción, así que no votó. Los que tenían su títu­lo can­ce­la­do y no tenían el Regis­tro Úni­co no podían acce­der a él, mucha gen­te se que­dó fue­ra. En mi casa mi mari­do no pudo obte­ner la ayu­da”, dice Jane.

Para­le­la­men­te a la pan­de­mia, los qui­lom­bo­las de la región de Lagos tam­bién resis­ten la pre­sión de la espe­cu­la­ción inmo­bi­lia­ria, con gran­des empren­di­mien­tos e inva­sio­nes recu­rren­tes. El títu­lo de Qui­lom­bo da Rasa, el mayor sue­ño de Doña Uia, está en fase de impug­na­ción. “Ella ha con­tri­bui­do mucho, y aho­ra lo que no ha logra­do ter­mi­nar está en nues­tras manos, en las manos de la juven­tud, más que nun­ca. Haga­mos nues­tro espa­cio y diga­mos que no renun­cia­mos a nin­gún dere­cho. No hay razón para no hacer­lo”, pro­cla­ma Jane.

Hidro­xi­clo­ro­qui­na: “Deci­dí no tomar más, por­que me mataría”

Pará es el segun­do esta­do más afec­ta­do por el coro­na­vi­rus en el país entre la pobla­ción qui­lom­bo­la, ya cuen­ta con 33 muer­tes. El qui­lom­bo­la Magno Nas­ci­men­to, de 42 años, sin­tió los pri­me­ros sín­to­mas de Covid-19 a fina­les de abril. Ade­más de fie­bre y tos, tam­bién sufría de dolo­res en el cuer­po y pre­sen­ta­ba trom­bo­sis, espe­cial­men­te en las pier­nas y el bra­zo izquier­do. Con­si­guió ser aten­di­do en una clí­ni­ca esta­tal iti­ne­ran­te en la capi­tal Belém, don­de vive tem­po­ral­men­te con su fami­lia. A pesar de que los sín­to­mas eran idén­ti­cos a los de la enfer­me­dad, no pudo rea­li­zar la prue­ba para demos­trar la infec­ción. “Le decía al médi­co que tenía tos y un poco de fie­bre y ya me iba a dar una rece­ta rece­ta, los medi­ca­men­tos ya esta­ban pron­tos, lo reco­gió y salió para no hacer la fila”, cuenta.

La medi­ca­ción que reci­bió el qui­lom­bo­la era una com­bi­na­ción de hidro­xi­clo­ro­qui­na y azi­tro­mi­ci­na, ade­más de medi­ca­men­tos anti­alér­gi­cos y anal­gé­si­cos. Aun­que era cons­cien­te de los ries­gos de la dro­ga, deci­dió seguir el con­se­jo médi­co. “Aca­bo de tomar esa (hidro­xi­clo­ro­qui­na) y fue como si mi cora­zón y mi bra­zo izquier­do explo­ta­ran. Pero pen­sé que tenía esa reac­ción por­que esta­ba muy mal y al otro día, tomé la segun­da píl­do­ra. No debe­ría haber­lo hecho, fue mucho peor. Deci­dí no tomar­lo más, por­que me iba a matar”, dice Magno, que dos meses des­pués de los pri­me­ros sín­to­mas aún no se ha recu­pe­ra­do del todo.

Pará es uno de los muni­ci­pios con más muer­tes de qui­lom­bo­las debi­do al coronavirus

Aun­que vive en el Qui­lom­bo Áfri­ca, en la ciu­dad de Moju, deci­dió per­ma­ne­cer en Belém des­de el comien­zo de la pan­de­mia, como pre­cau­ción para pre­ser­var a las per­so­nas del gru­po de ries­go de su comu­ni­dad. A pesar de ello, el coro­na­vi­rus lle­gó con fuer­za a su muni­ci­pio de ori­gen, y tam­bién a su terri­to­rio, situa­do a unos 100 km de la capi­tal. Moju ya ha con­ta­do ocho muer­tes por coro­na­vi­rus, dos de ellas en el Qui­lom­bo Áfri­ca, don­de viven unas 500 per­so­nas. Hay otras 26 comu­ni­da­des qui­lom­bo­las en el municipio.

Ade­más de los cono­ci­dos, los ami­gos y él mis­mo, la enfer­me­dad tam­bién ha afec­ta­do a la fami­lia de Magno, con tres de sus pri­mos infec­ta­dos con el coro­na­vi­rus. “Doña Armin­da se puso muy mal de la noche a la maña­na. La comu­ni­dad corrió, con­si­guió un auto y la lle­vó a una uni­dad de emer­gen­cia. Fue ingre­sa­da, pero murió por la noche. Tenía otra her­ma­na, Doña María Pie­da­de, que per­te­ne­cía a la comu­ni­dad pero que tam­bién vivía afue­ra, falle­ció ocho días des­pués”, dice el qui­lom­bo­la. La ter­ce­ra her­ma­na, Doña Leo­cá­dia, que es pre­si­den­ta de la aso­cia­ción local, fue lle­va­da por sus hijos a Belém, y el cos­to de los exá­me­nes fue finan­cia­do gra­cias a una “colec­ta” entre ami­gos. Toda­vía está sien­do tra­ta­da en la capital.

Res­pon­sa­ble de la reco­lec­ción de datos sobre el coro­na­vi­rus en el esta­do para la Conaq, Magno se que­ja de la inac­ción del poder públi­co. “Sin men­cio­nar que el esta­do de Pará no ha hecho nada a favor de los qui­lom­bo­las, sólo donó 300 litros de alcohol líqui­do y 19.000 más­ca­ras, lo que no es sufi­cien­te para satis­fa­cer ni siquie­ra al 50% de las fami­lias. Ade­más, pue­do decir­te cate­gó­ri­ca­men­te: no hizo nada. No tenía nin­gún plan de acción, no tenía una cam­pa­ña edu­ca­ti­va”, dice.

En la actua­li­dad, hay 618 casos con­fir­ma­dos, ade­más de casi 400 sos­pe­cho­sos en tra­ta­mien­to médi­co, según datos de la Coor­di­na­ción Esta­tal de las Aso­cia­cio­nes de las Comu­ni­da­des Rema­ne­cien­tes del Qui­lom­bo de Pará (Malun­gu) y el Núcleo de Estu­dios Inter­dis­ci­pli­na­rios en la Socie­dad, la Cul­tu­ra y el Medio Ambien­te de la Ama­zo­nia (Saca­ca) de la Uni­ver­si­dad Fede­ral del Oes­te de Pará (Ufo­pa), que super­vi­san el esta­do e infor­man a la Conaq.

Si bien en la capi­tal Belém, que ya tie­ne ocu­pa­do el 100% de las camas de la UCI (Uni­dad de Cui­da­dos Inten­si­vo) de la red públi­ca, la enfer­me­dad mues­tra una peque­ña reduc­ción del núme­ro de nue­vos casos, en el inte­rior avan­za cada vez más, siguien­do la ten­den­cia de todo el país. “Este tras­la­do de la enfer­me­dad al inte­rior nos hace muy frá­gi­les, por­que muchas de las comu­ni­da­des qui­lom­bo­las están más cer­ca de los peque­ños muni­ci­pios, que no tie­nen ser­vi­cios de salud muy com­ple­jos. Esta­mos vien­do la situa­ción en el Nor­te, don­de las comu­ni­da­des viven lejos y cuan­do lle­gan a la pri­me­ra ciu­dad no tie­nen nin­gu­na infra­es­truc­tu­ra”, dice la coor­di­na­do­ra nacio­nal de la Conaq Givâ­nia Silva.

En las comu­ni­da­des de Moju, en las que no se han con­fir­ma­do más muer­tes por Covid-19 que en las de Río de Janei­ro y Maca­pá, los qui­lom­bo­las tra­tan de resis­tir la enfer­me­dad con té y medi­ci­nas tra­di­cio­na­les, ya que el acce­so al sis­te­ma públi­co es difí­cil. Algu­nos resi­den­tes se tur­nan en la cons­truc­ción de barre­ras sani­ta­rias para con­te­ner la pro­pa­ga­ción del coro­na­vi­rus. Sin embar­go, sin el apo­yo de las auto­ri­da­des públi­cas, les resul­ta difí­cil prohi­bir­les la entra­da a las per­so­nas aje­nas a la comunidad.

Ade­más, la reduc­ción de los des­pla­za­mien­tos entre las comu­ni­da­des y las ciu­da­des cer­ca­nas, así como la nece­si­dad de redu­cir las con­cen­tra­cio­nes de per­so­nas, han per­ju­di­ca­do los medios de vida de los qui­lom­bo­las. “Al no poder reu­nir­nos para pro­du­cir o comer­cia­li­zar, enton­ces auto­má­ti­ca­men­te se pro­du­cen pér­di­das. Y nues­tra preo­cu­pa­ción va más allá del momen­to actual. Aho­ra, ten­dría­mos que estar plan­tan­do, esta­ría­mos cose­chan­do, lim­pian­do los açai­zais (plan­ta­cio­nes de acaí, fru­to típi­co de pal­ma en región ama­zó­ni­ca, de gran valor comer­cial: ndt) pero no pode­mos hacer­lo aho­ra. El pró­xi­mo año, ten­dre­mos pér­di­das aún mayo­res. Eso nos preo­cu­pa mucho”, dice Magno.

Maranhão, esta­do con más qui­lom­bos cer­ti­fi­ca­dos, tes­ti­go del avan­ce de la enfermedad

“Debi­do al racis­mo estruc­tu­ral, el ser­vi­cio de salud no está pre­pa­ra­do para aten­der­nos. Y no quie­re aten­der­nos por­que nos ve como una ter­ce­ra, cuar­ta, o quin­ta cla­se. No le impor­ta­mos como seres huma­nos. Este tema de la invi­si­bi­li­dad es muy serio, tene­mos que estar dicien­do todo el tiem­po ‘esta­mos aquí, somos seres huma­nos, tene­mos estos mis­mos dere­chos’”, dice la coor­di­na­do­ra nacio­nal de la Conaq en Maranhão, Célia Pin­to, que vive en el Qui­lom­bo Acre, en la ciu­dad de Curu­ru­pu, a 465 km de la capital.

Con terri­to­rios qui­lom­bo­las en 107 de sus 217 muni­ci­pios, Maranhão ha vis­to avan­zar la enfer­me­dad entre su pobla­ción res­tan­te, espe­cial­men­te des­de fina­les de mayo, cuan­do la enfer­me­dad comen­zó a ins­ta­lar­se. Según datos de la Conaq, ya hay 9 muer­tes en 7 ciu­da­des diferentes.

En Curu­ru­pu, toda­vía no hay muer­tes, pero hay por lo menos 20 casos con­fir­ma­dos entre los qui­lom­bo­las. La situa­ción local es preo­cu­pan­te por­que la ciu­dad es el cen­tro de aten­ción de otras ocho ciu­da­des de la región. “Si tene­mos un bro­te aquí en el muni­ci­pio ten­dre­mos muchas difi­cul­ta­des por­que no hay sufi­cien­te equi­po para satis­fa­cer esa deman­da. Si los casos siguen aumen­tan­do, como están aumen­tan­do aquí y en los ocho muni­ci­pios veci­nos que son aten­di­dos aquí, ten­dre­mos una situa­ción muy crí­ti­ca”, dice Célia.

En el muni­ci­pio de Alcân­ta­ra, don­de la pobla­ción qui­lom­bo­la lle­va déca­das luchan­do por su terri­to­rio con­tra una base de lan­za­mien­to de cohe­tes de la Fuer­za Aérea Bra­si­le­ña, el coro­na­vi­rus ha cau­sa­do ya cua­tro víc­ti­mas. “Alcân­ta­ra no tie­ne un hos­pi­tal o una estruc­tu­ra hos­pi­ta­la­ria ade­cua­da para tra­tar los casos. No hay ni un solo res­pi­ra­dor en el muni­ci­pio. El muni­ci­pio ha impro­vi­sa­do una uni­dad de aten­ción en una escue­la muni­ci­pal del cen­tro de la ciu­dad”, dice Dani­lo Sere­jo, ase­sor jurí­di­co de la comunidad.

Al igual que en otros esta­dos, espe­cial­men­te en el Nor­te y el Nor­des­te, los qui­lom­bo­las de Maranhão se enfren­tan a difi­cul­ta­des para acce­der al sis­te­ma de salud públi­ca, ya que muchas comu­ni­da­des están lejos de los gran­des cen­tros. Como resul­ta­do de ello, es nece­sa­rio via­jar cien­tos de kiló­me­tros para pro­por­cio­nar cui­da­dos de alta com­ple­ji­dad, como la admi­sión en una UCI.

En diá­lo­go direc­to con los gobier­nos muni­ci­pa­les y los depar­ta­men­tos muni­ci­pa­les de salud, los qui­lom­bo­las de algu­nas ciu­da­des, como Ana­ja­tu­ba e Ica­tu, han podi­do supe­rar uno de los pro­ble­mas encon­tra­dos: la fal­ta de tes­teos. En otros, sin embar­go, sigue habien­do difi­cul­ta­des para hacer­se los mis­mo aná­li­sis, lo que pro­vo­ca una impor­tan­te sub­no­ti­fi­ca­ción. “Tene­mos muni­ci­pios don­de la gen­te iba la red muni­ci­pal de salud y le decían que no tenían con qué hacer tests. Los man­da­ban a otra uni­dad y cuan­do lle­ga­ban, no reci­bían nin­gu­na aten­ción médi­ca, les decían que no podían aten­der­los, que allí no se aten­dían esos casos”, rela­ta el coor­di­na­dor de la Conaq.

El avan­ce de los casos entre la pobla­ción qui­lom­bo­la de Maranhão hizo que la Conaq y la Aso­cia­ción de Comu­ni­da­des Negras Qui­lom­bo­las Rura­les de Maranhão (Aco­ne­ruq) bus­ca­ran tam­bién un diá­lo­go con el gobierno del esta­do, a tra­vés del depar­ta­men­to de salud (SES-MA). Ade­más de reu­nir­se con los repre­sen­tan­tes del gobierno, los líde­res tam­bién entre­ga­ron una lis­ta de deman­das. Entre las soli­ci­tu­des se encuen­tran el apo­yo a las medi­das de auto­ges­tión de los qui­lom­bo­las para que se man­ten­ga el ais­la­mien­to social, el for­ta­le­ci­mien­to de la red hos­pi­ta­la­ria y la sus­pen­sión de obras o reti­ros que afec­ten a las comunidades.

Para ali­viar el impac­to eco­nó­mi­co del coro­na­vi­rus, dado que la pan­de­mia ha afec­ta­do el flu­jo de la pro­duc­ción agrí­co­la de los qui­lom­bo­las y la mayo­ría no tie­ne acce­so a la ayu­da de emer­gen­cia, tam­bién soli­ci­ta­ron que el gobierno amplia­ra la com­pra de pro­duc­tos agrí­co­las fami­lia­res. La soli­ci­tud ya ha sido aten­di­da y ha habi­do un aumen­to en la com­pra de ali­men­tos de los qui­lom­bo­las a tra­vés del Pro­gra­ma de Adqui­si­ción de Ali­men­tos (PAA) y el Pro­gra­ma Nacio­nal de Ali­men­ta­ción Esco­lar (Pnae).

El otro lado

Agên­cia Públi­ca se puso en con­tac­to con los depar­ta­men­tos esta­ta­les de salud (SES) de Maranhão, Pará y Río de Janei­ro, las alcal­días de Curu­ru­pu (MA), Moju (PA) y Búzios (RJ), y la Fun­da­ción Cul­tu­ral Pal­ma­res. Has­ta la publi­ca­ción del repor­ta­je, sólo SES/​MA y SES/​PA habían respondido.

Notas

1) Ini­cial­men­te reci­bie­ron el nom­bre de “mocam­bos”, para lue­go ser deno­mi­na­dos “qui­lom­bos”. Data de 1575 la pri­me­ra infor­ma­ción sobre un mocam­bo for­ma­do, más exac­ta­men­te en Bahía. El tér­mino qui­lom­bo da nom­bre, sobre todo, a un espa­cio auto­cons­trui­do por los escla­vos que huían de la explo­ta­ción y la opre­sión, Los qui­lom­bos se con­fi­gu­ra­ron como espa­cios de auto­go­bierno y, duran­te cien­tos de años, fue­ron las prin­ci­pa­les expe­rien­cias de nega­ción radi­cal del orden colo­nial. Tam­bién cum­plían el papel de base mili­tar y de auto­de­fen­sa de los escla­vos, que tenían que estar siem­pre pre­pa­ra­dos para resis­tir o, cuan­do era impo­si­ble defen­der­se, huir de los escla­vos. Era un terri­to­rio que unía a mocam­bos de dife­ren­tes fami­lias, inte­gran­do una mul­ti­pli­ci­dad de lide­raz­gos, refe­ren­cias y etnias. (Redac­ción Corres­pon­den­cia de Prensa)

2) Zum­bi, prin­ci­pal líder y coman­dan­te del Qui­lom­bo de Pal­ma­res, recha­zó un acuer­do con las auto­ri­da­des colo­nia­les de Per­nam­bu­co, fue embos­ca­do y ase­si­na­do el 20 de noviem­bre de 1695. (Redac­ción Corres­pon­den­cia de Prensa)

* Fuen­te: Agên­cia Pública

Tra­duc­ción de Ernes­to Herrera

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