Bra­sil. ¿Quién inten­ta ame­na­zar la democracia?

Por Almir Felit­te. Resu­men Lati­no­ame­ri­cano, 18 de junio de 2020. 

Los sec­to­res de la PM (Poli­cía Mili­tar), des­de sus coman­dos, coque­tean con el bol­so­na­ris­mo. Se pro­du­cen escan­da­los en clu­bes de tiro don­de se inten­tan for­mar mili­cias, mien­tras el pre­si­den­te ins­ta­la per­so­nal mili­tar en tres mil pues­tos fede­ra­les. Es nece­sa­rio com­pren­der y enfren­tar los ries­gos autoritarios.

Es cier­to que, dado que la dere­cha no acep­tó la derro­ta en las urnas en 2014, hablar de demo­cra­cia es com­pli­ca­do en el país. Aún más cier­to es que hemos vivi­do bajo un gol­pe de esta­do des­de que Dil­ma fue remo­vi­da de la Pre­si­den­cia en un pro­ce­so de des­ti­tu­ción legal­men­te cojo. Un gol­pe que se pro­fun­di­zó cuan­do las auto­ri­da­des bra­si­le­ñas deci­die­ron igno­rar todo tipo de ile­ga­li­dad come­ti­da en las elec­cio­nes de 2018 para favo­re­cer la vic­to­ria de Bolsonaro.

Sin embar­go, des­de el final de la dic­ta­du­ra mili­tar, nun­ca se ha escu­cha­do tan­to sobre la posi­bi­li­dad de que los mili­ta­res tomen el poder en Bra­sil de una vez por todas en las últi­mas sema­nas. El hecho es que ya se ha con­ver­ti­do en un tema coti­diano, inclu­so en la pren­sa con­ven­cio­nal, dis­cu­sio­nes sobre el ries­go de que el país se mue­va de esta dic­ta­du­ra ver­gon­zo­sa que esta­mos vivien­do a una dic­ta­du­ra abier­ta­men­te mili­tar, como nues­tra tris­te his­to­ria ya sabe bien. Y para com­pren­der y con­te­ner este ries­go, es esen­cial obser­var tres gru­pos polí­ti­cos dife­ren­tes en el país.

Pri­me­ro, más obvia­men­te, tene­mos que mirar a las Fuer­zas Arma­das. En este pun­to, vale la pena recor­dar que Bol­so­na­ro ya ha comen­za­do su Gobierno con el obje­ti­vo de una mili­ta­ri­za­ción total, con 9 miem­bros del per­so­nal mili­tar al más alto nivel de la mese­ta: él y su dipu­tado, el gene­ral Mou­rão, ade­más de otros 7 nom­bra­dos a nivel minis­te­rial, casi todos en el ejér­ci­to. Los pues­tos estra­té­gi­cos de segun­do nivel, como Cai­xa, Correios, Petro­bras o FUNAI, tam­bién esta­ban ocu­pa­dos por per­so­nal mili­tar y, si los hom­bres uni­for­ma­dos no eran sufi­cien­tes, inclu­so los civi­les nom­bra­dos en Pla­nal­to tenían cone­xio­nes mili­ta­res, como el ex Minis­tro de Edu­ca­ción, Vélez, por ejemplo.

Esta situa­ción solo se ha inten­si­fi­ca­do y, entre tan­tas con­fu­sio­nes que ocu­rren en el cen­tro del Gobierno, la figu­ra de un miem­bro de las Fuer­zas Arma­das desig­na­do para desem­pe­ñar el papel de «bom­be­ro» de la situa­ción se ha vuel­to común. El últi­mo y más emble­má­ti­co caso fue el nom­bra­mien­to del gene­ral Pazue­llo, en el Minis­te­rio de Salud, en medio de una pan­de­mia. Jura­do, el gene­ral pron­to se rodeó de 12 mili­ta­res más en pues­tos impor­tan­tes en la car­te­ra e impu­so una serie de medi­das de cen­su­ra sobre los datos rela­cio­na­dos con la cri­sis de covid-19.

La pre­sen­cia de las Fuer­zas Arma­das se ha vuel­to tan expre­si­va en Bra­si­lia que, esta sema­na, la TCU deci­dió rea­li­zar una encues­ta sobre cuán­tos sol­da­dos acti­vos y de reser­va ocu­pan pues­tos civi­les en el Gobierno. A fina­les de 2019, Folha ya había des­cu­bier­to más de 2.500 mili­ta­res en pues­tos de lide­raz­go y ase­so­ra­mien­to. Hoy, se habla de posi­ble­men­te más de 3 mil.

La can­ti­dad de uni­for­ma­dos que gobier­nan el país, solo, sería sufi­cien­te para preo­cu­par­se. Sin embar­go, peor que un gobierno mili­tar, Bra­sil real­men­te pare­ce estar for­man­do un gobierno mili­tar. Las líneas de gol­pe, bien sim­bo­li­za­das por el Minis­tro gene­ral Heleno, ata­can cons­tan­te­men­te a las otras ins­ti­tu­cio­nes y a la opo­si­ción, colo­can­do al Ejér­ci­to como una Poten­cia Mode­ra­do­ra en el país. Este Poder Mode­ra­dor que ya hemos vis­to en acción, u olvi­da­mos que, en vís­pe­ras de un jui­cio en el STF que podría cam­biar el cur­so de las elec­cio­nes de 2018, el enton­ces Coman­dan­te de las Fuer­zas Arma­das, Gene­ral Villas-Boas, hizo una lec­tu­ra de mani­fes­ta­ción en la red nacio­nal ame­na­zan­do el res­to del país si los mili­ta­res no serían seguidos?

Sin embar­go, el peli­gro uni­for­ma­do no solo rodea a las Fuer­zas Arma­das. La poli­ti­za­ción de las fuer­zas poli­cia­les, ali­nea­das con la extre­ma dere­cha, se con­ver­ti­rá en un fenó­meno irre­ver­si­ble en el país. Pero, al con­tra­rio de lo que muchos dicen, esto no pare­ce ser un movi­mien­to res­trin­gi­do a un bajo nivel «insu­bor­di­na­do» de la poli­cía. Peor que eso, el fenó­meno pare­ce ser ins­ti­tu­cio­nal y dominante.

Estruc­tu­ra­da en una cade­na de man­do rígi­da y ver­ti­cal, en las calles, la poli­cía bra­si­le­ña rara vez expre­sa com­por­ta­mien­tos que no están de acuer­do con las ideas de sus altos nive­les. Y estos son los que lide­ran el fenó­meno de la poli­ti­za­ción poli­cial. En 2018, por ejem­plo, las Casas Legis­la­ti­vas del país fue­ron toma­das por un gran núme­ro de ofi­cia­les de poli­cía ele­gi­dos, 40 de los cua­les ocu­pa­ron los ofi­cia­les del Pri­mer Minis­tro, y solo 31 eran cua­dra­dos, ade­más de 34 delegados1.

Esta poli­ti­za­ción se mani­fes­tó en las calles de mane­ra emble­má­ti­ca en São Pau­lo, cuan­do la Poli­cía Mili­tar igno­ró las ban­de­ras nazi­fas­cis­tas levan­ta­das por los par­ti­da­rios de Bol­so­na­ro y pro­vo­có a los mani­fes­tan­tes que se opo­nían al Gobierno, y lue­go los repri­mió. Otro caso sim­bó­li­co ocu­rrió a prin­ci­pios de año, cuan­do poli­cías mili­ta­res esta­ban esta­cio­na­dos en Sobral y cau­sa­ron terror en la pobla­ción de Cea­rá. En ese momen­to, el desem­pe­ño polí­ti­co de algu­nos poli­cías fue mucho más allá de las con­fu­sio­nes ya ruti­na­rias que siem­pre ocu­rrían en los ata­ques poli­cia­les, con fuer­tes indi­cios de la influen­cia de los polí­ti­cos bol­so­na­ris­tas en los actos.

Vale la pena men­cio­nar que este fenó­meno de poli­ti­za­ción de la poli­cía, situán­do­los como acto­res cen­tra­les en un movi­mien­to gol­pis­ta, se vio recien­te­men­te en Boli­via, don­de la ins­ti­tu­ción desem­pe­ñó un papel des­ta­ca­do, jun­to con las Fuer­zas Arma­das, en la des­ti­tu­ción de Evo Mora­les. En Bra­sil, la noti­cia se inten­si­fi­ca que muchos poli­cías esta­ta­les pue­den haber­se uni­do al bol­so­na­ris­mo y esca­par del con­trol de los gober­na­do­res, como infor­mó el Correio Bra­zi­lien­se esta sema­na. En resu­men, al con­tra­rio de lo que algu­nos han dicho has­ta hace poco, no pare­ce que los coman­dos poli­cia­les estén per­dien­do el con­trol sobre los esca­lo­nes infe­rio­res. Peor que eso, pare­ce que la socie­dad civil está a pun­to de per­der el con­trol de las ins­ti­tu­cio­nes poli­cia­les en su conjunto.

Pero el gol­pe arma­do bra­si­le­ño no solo fue cons­trui­do por mili­ta­res y poli­cías. Entre muchos crí­me­nes, el escan­da­lo­so video de la reu­nión minis­te­rial abrió de una vez por todas un obje­ti­vo polí­ti­co que pare­ce ser un vie­jo sue­ño de la fami­lia Bol­so­na­ro para Bra­sil: la mili­cia de la polí­ti­ca. En ese momen­to, el Pre­si­den­te fue explí­ci­to al decir que sus polí­ti­cas de libe­ra­ción de armas tenían fines polí­ti­cos, por lo que sus par­ti­da­rios las uti­li­za­ron en la per­se­cu­ción de los opo­si­to­res. Y, de hecho, des­de que asu­mió el car­go, Bol­so­na­ro ha toma­do una serie de medi­das para aflo­jar la legis­la­ción sobre armas en el país, inclui­da la inter­fe­ren­cia polí­ti­ca en el Ejér­ci­to para hacerlo.

Por lo tan­to, no es sor­pren­den­te que un gru­po como «300 do Bra­sil», aun­que paté­ti­ca­men­te peque­ño, haya admi­ti­do públi­ca­men­te que por­ta­ba armas en su cam­pa­men­to. Asi­mis­mo, la Aso­cia­ción Nacio­nal de Armas – CAC Bra­sil, que reúne a colec­cio­nis­tas, fran­co­ti­ra­do­res y caza­do­res, ya ha admi­ti­do ser una «fuer­za de reac­ción» que pro­te­ge­rá al país y apo­ya­rá al Pre­si­den­te «, que gene­ró una repre­sen­ta­ción del PSOL con­tra el gru­po en el MPF para inves­ti­gar la posi­ble for­ma­ción de un gru­po paramilitar.

Solo dos ejem­plos que sim­bo­li­zan bien el giro sufri­do en el dis­cur­so de armas bra­si­le­ño, que pare­ce haber aban­do­na­do los argu­men­tos de «defen­sa legí­ti­ma» para final­men­te admi­tir el carác­ter polí­ti­co de la pose­sión de armas, apun­tan­do a la per­se­cu­ción polí­ti­ca de la izquier­da. Este per­so­na­je recuer­da mucho (y pare­ce copiar) la estruc­tu­ra de las mili­cias pri­va­das de Esta­dos Uni­dos, a menu­do vin­cu­la­das a gru­pos de extre­ma derecha.

Estos tres fenó­me­nos men­cio­na­dos ante­rior­men­te, inclui­das las Fuer­zas Arma­das, la poli­cía y las mili­cias, pue­den comu­ni­car­se o no, con­vir­tién­do­se en un movi­mien­to úni­co de obje­ti­vos gol­pis­tas y con­so­li­dan­do la mili­ta­ri­za­ción total del país. Y no se pue­de negar que las tres líneas ideo­ló­gi­cas actua­les están muy cer­ca una de la otra y ali­nea­das con el gobierno de Bol­so­na­ro. Des­de la rup­tu­ra cau­sa­da por el jui­cio polí­ti­co frau­du­len­to de Dil­ma en 2016, la situa­ción polí­ti­ca bra­si­le­ña solo empeo­ra aún más día tras día. Sub­es­ti­mar movi­mien­tos polí­ti­cos arma­dos como estos pue­de ser un error fatal para nues­tra historia.

* Fuen­te: Outras Pala­vras

Itu­rria /​Fuen­te

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