Por Atilio Boron, Resumen Latinoamericano, 5 mayo 2020
La frustrada incursión de un grupo de mercenarios pretendiendo desembarcar en las costas de Macuto, estado de La Guaira, es la enésima prueba de que Estados Unidos, es un “estado canalla”; es decir, un país que viola sistemáticamente la legalidad internacional y al hacerlo pone en peligro la paz mundial. La tentativa de la madrugada del pasado domingo confirma que la Casa Blanca persiste en su criminal actitud de mantener el bloqueo e intentar por cualquier medio derrocar a los gobiernos de Cuba, Venezuela y Nicaragua. E insiste en esta actitud en medio del desastre que la pandemia está produciendo en su país (69.000 muertos y más de 30 millones de desempleados). Imperturbable ante el caos, Trump tiene tiempo para ordenar que una banda de mercenarios ponga en marcha su criminal “licitación para una invasión tercerizada” tal como fuera formalmente anunciada por el bandolero neoyorquino.[1] El objetivo de este primer ataque fue testear la capacidad de respuesta de la FANB (Fuerza Armada Nacional Bolivariana), su cohesión frente a los invasores y su eventual vulnerabilidad ante la tentación que despierta entre malhechores de todo tipo la millonaria recompensa ofrecida por Washington. A no confundirse: lo ocurrido en Macuto no es un incidente aislado sino un engranaje de un plan meticulosamente concebido y cuyo desenlace final, en la afiebrada alucinación de quienes lo pergeñaron, es el secuestro o el asesinato del presidente Nicolás Maduro y la concreción del tan ansiado como elusivo “cambio de régimen.” De hecho, al día siguiente del primer incidente en Macuto un nuevo colectivo mercenario fue interceptado y sometido por las milicias populares en Chuao, en la región costera del Estado Aragua.[2]
Es indudable que la escala de esta operación fue incomparablemente
menor que la que lanzara un grupo de cubanos contrarrevolucionarios en
el desembarco de Playa Girón, el 15 de abril de 1961. En aquella ocasión
se movilizaron unos 1400 hombres, más de una docena de aviones de
transporte y bombarderos, numerosos barcos, tanques y una impresionante
armamento. La fulminante respuesta de las Fuerzas Armadas
Revolucionarias cubanas impidió que los invasores lograran su primer
objetivo estratégico, preámbulo de otros más ambiciosos: crear una “zona
liberada” en donde se instalase un gobierno provisional que obtendría
el inmediato reconocimiento de la Casa Blanca y de la OEA y que
permitiría que los medios de comunicación y los políticos serviles y
sirvientes del imperio presionar a otros gobiernos para que reconozcan
el nuevo gobierno cubano y lanzar una campaña mundial para que la
“comunidad internacional” avale esta maniobra.
Lo de Macuto tuvo otra dimensión, pero no se debería caer en el error
de creer que ese era todo el plan. De hecho, la nueva incursión por
Chuao prueba lo que venimos diciendo. Ambos operativos son “globos de
ensayo” para medir la rapidez y contundencia de la respuesta del
chavismo y, también, operaciones de distracción para facilitar el
eventual ingreso de contingentes de mercenarios –“contratistas militares
privados”, según las leyes de Estados Unidos, como Academi (ex
Blackwater) y Triple Canopy que cuentan con miles de efectivos-
regularmente contratados por la CIA y el Departamento de Estado para
realizar lo que eufemísticamente se llaman “operaciones especiales.” Por
ejemplo, organizar micro-operaciones en el dilatado litoral
atlántico-caribeño de Venezuela o por la extensa frontera
colombo-venezolana (2.219 kilómetros) que ofrece muchas rutas
alternativas de ingreso ilegal y de difícil detección. Por supuesto que
el narcogobierno de Iván Duque en Colombia hará absolutamente cualquier
cosa que le sea solicitada por Trump pues es consciente que si
desobedeciera la orden tanto él como su jefe político, Álvaro Uribe
Vélez, podrían terminar sus días en una cárcel de máxima seguridad como
el ex presidente panameño Manuel Antonio Noriega. Por otra parte no
puede olvidarse el hecho de que la IVª Flota de Estados Unidos lleva
semanas patrullando el Mar Caribe con el pretexto de desarticular las
redes del narcotráfico cuando los informes de la DEA señalan que el 93 %
de la cocaína que ingresa a ese país lo hace desde Colombia y vía el
Océano Pacífico. Ese vasto despliegue naval fue diseñado para otorgar
apoyo logístico, y eventualmente de tropas y equipos, a las operaciones
desbaratadas en las últimas horas. La situación, por lo tanto, es de
extrema gravedad y la subestimación de la prensa es la mejor prueba de
que se quiere minimizar el peligro para que el gobierno bolivariano baje
su guardia y piense que lo peor ya pasó. Tal actitud subestima
grandemente al liderazgo de Nicolás Maduro y el patriotismo de
venezolanas y venezolanos que, de producirse el ataque, propinarán una
tremenda derrota a los invasores. Sería bueno que alguien le cuente al
ignorante de Trump que fue lo que le ocurrió a Estados Unidos en Playa
Girón y en Vietnam.
Los sicarios mediáticos del imperio dicen que las agresiones a
Venezuela cuentan con el beneplácito, o al menos la aquiescencia, de la
“comunidad internacional”. Pero ocurre que esa tal comunidad no existe y
es una engañosa entelequia. Así la describió un experto estadounidense,
Samuel P. Huntington, conservador pero poco amigo de las “posverdades” y
ardides propagandísticos de la derecha. Escribió que “los líderes
estadounidenses constantemente dicen que hablan en nombre de ‘la
comunidad internacional.’ ¿Pero a quiénes tienen en mente? A China,
Rusia, India, Paquistán, Irán, el mundo árabe, América Latina, Francia?
¿Será que algunos de esos países o regiones perciben a Estados Unidos
como el vocero de una comunidad de la cual son partes integrantes? La
comunidad en cuyo nombre habla Estados Unidos incluye, como mucho, a sus
primos anglo-sajones (Reino Unido, Canadá, Australia, Nueva Zelanda) … a
Alemania y algunas pequeñas democracias europeas … a Israel en
cuestiones relacionadas con Oriente Medio y a Japón. Son estados
importantes, pero están muy lejos de ser la “comunidad internacional
global.”[3]
Pese a ello Trump y sus secuaces de la Fundación Libertad siguen
diciendo, por ejemplo, que a Juan Guaidó o el bloqueo a Cuba y Venezuela
son apoyados por “la comunidad internacional”. O acusando de
“populistas”, “autoritarios” o violatorios de la separación de poderes a
los gobiernos latinoamericanos que priorizan la salud de sus
poblaciones en lugar de garantizar el libérrimo funcionamiento de los
mercados, algo que para Mario Vargas Llosa y su tropa de impresentables
políticos comenzando por Álvaro Uribe Vélez, José María Aznar y Mauricio
Macri refleja las aspiraciones de la “comunidad internacional.” Mienten
a sabiendas y deberían recordar, antes de que tengan un abrupto
despertar, la sabia sentencia de Abraham Lincoln cuando dijo que:“Puedes
engañar a todo el mundo algún tiempo. Puedes engañar a algunos todo el
tiempo. Pero no puedes engañar a todo el mundo todo el tiempo.”
Ante esta ofensiva de Washington lo primero que se impone es la
necesidad de cerrar filas en defensa del gobierno bolivariano. La
injerencia de Estados Unidos y su peón colombiano los asuntos internos
de Venezuela es absolutamente inadmisible y debe ser condenada de modo
rotundo. Este es un imperativo categórico, de raíz kantiana,
imprescindible para evitar que el sistema internacional desate una
espiral incontenible de caos, violencia y muertes. Segundo, será también
inaceptable cualquier actitud ecléctica o que pretenda apelar a una
imaginaria neutralidad, y menos en tiempos de una pandemia universal. Y
si algunos gobernantes extravían el rumbo sea porque ceden a la coerción
de la Casa Blanca o debido a sus propias debilidades ideológicas
deberán saber que la repulsa popular ante esa conducta más pronto que
tarde podría causar el derrumbe de sus gobiernos. Tercero y último:
potenciar los dispositivos de coordinación a través de la Internet que
nos hemos visto forzados a utilizar debido a la cuarentena para formar
un gran movimiento de opinión continental repudiando la ofensiva
norteamericana en contra del gobierno bolivariano y, por supuesto, de
Cuba, Nicaragua e Irán. Y, agregaríamos, en contra de las políticas de
sanciones económicas en contra de Rusia y China y la
“extraterritorialidad” de las leyes de Estados Unidos que exacerban las
ya de por sí peligrosas tensiones del sistema internacional. Hemos
aprendido que aún cuando no podamos reunirnos físicamente podemos
hacerlo virtualmente, e impulsar iniciativas de autodefensa que impidan
que el capital utilice los estragos de la pandemia para reconstruir, en
clave aún más autoritaria, su dominación sobre los pueblos. Este
“asociativismo digital” puede y debe convertirse en un significativo
aporte para facilitar la coordinación internacional de las luchas
antiimperialistas e idóneo instrumento para combatir las mentiras y
manipulaciones mediáticas con las que se nos quiere subyugar.
[1] Cf. María Fernanda Barreto, en Correo del Alba, 26 de Marzo de 2020, accesible en: https://correodelalba.org/2020/03/26/trump-abre-la-licitacion-para-la-invasion-militar-a-venezuela-en-medio-de-la-pandemia/
La cifra de 55 millones de dólares resulta de sumar los 15 millones
ofrecidos por la captura (o el asesinato) de Nicolás Maduro a los que se
agregan los 10 millones por Diosdado Cabello y Tareck El Aissami y,
además, por los traidores Hugo Carvajal y Clíver Alcalá que seguramente
querrán capturarlos vivos. Cf. los datos en el periódico colombiano El Tiempo: https://www.eltiempo.com/unidad-investigativa/quienes-estan-con-maduro-en-el-cartel-de-recompensas-de-ee-uu-477386
[2] https://twitter.com/oriolsabata/status/1257378597439967239
[3] Cf. “The lonely superpower”, en Foreign Affairs, Marzo-Abril 1999, Vol. 78, Número 2