Méxi­co. La pan­de­mia y los dere­chos sociales

Mario San­tia­go /​Resu­men Lati­no­ame­ri­cano, 14 de mayo de 2020

“Lo urgen­te gene­ral­men­te aten­ta con­tra lo nece­sa­rio”. Esta fra­se –atri­bui­da a Mao Tse-Tung– es casi siem­pre acer­ta­da. Sin embar­go, lo urgen­te en Méxi­co, sal­var vidas duran­te la pan­de­mia, ha abier­to el deba­te en el país sobre la nece­si­dad de con­tar con un sis­te­ma de salud uni­ver­sal, efec­ti­vo y de cali­dad. Los hechos de corrup­ción, de una dimen­sión que raya en lo inve­ro­sí­mil, mina­ron duran­te años al sis­te­ma públi­co de salud y lo deja­ron al bor­de de la inuti­li­dad fren­te a la Covid-19. Esca­ses de camas de tera­pia inten­si­va, de médi­cos espe­cia­lis­tas e infra­es­truc­tu­ra hos­pi­ta­la­ria y de un lar­go etcé­te­ra, colo­ca­ron a Méxi­co en los últi­mos luga­res de los paí­ses de la Orga­ni­za­ción para la Coope­ra­ción y el Desa­rro­llo Eco­nó­mi­cos (OCDE).

Apu­ra­do por la emer­gen­cia, el gobierno ha equi­pa­do hos­pi­ta­les, con­tra­ta­do per­so­nal médi­co y des­ti­nan­do gran­des recur­sos con el pro­pó­si­to de vol­ver ope­ran­te el sis­te­ma de salud, anqui­lo­sa­do y divi­di­do en varias ins­ti­tu­cio­nes que otor­gan una aten­ción médi­ca dis­par. Es jus­to ese frac­cio­na­mien­to del sis­te­ma de salud nacio­nal (IMSS, ISSSTE, INSABI, Pemex, SEDENA y SEMAR) y de cada una de las 32 enti­da­des esta­ta­les lo que crea dife­ren­tes con­di­cio­nes de acce­so de la pobla­ción a estos servicios.

Ade­más del pre­ca­rio sis­te­ma de sani­dad públi­ca, se hizo paten­te la muy diez­ma­da salud de los mexi­ca­nos: el 15 por cien­to pade­ce de obe­si­dad y dia­be­tes, lo que con­vier­te a este seg­men­to en poten­cial gru­po de ries­go fren­te a la pan­de­mia. No hay que ser muy pers­pi­caz para res­pon­sa­bi­li­zar a las refres­que­ras de esa otra pan­de­mia, mucho más mor­tí­fe­ra que la pro­pio Covid-19.

La empre­sa Coca-Cola, con el 47 por cien­to del mer­ca­do de bebi­das azu­ca­ra­das en Méxi­co, es la prin­ci­pal res­pon­sa­ble del desas­tre, aun­que tam­bién es ver­dad que el gobierno mexi­cano no ha toma­do una sola medi­da efec­ti­va con­tra este vicio que nos enfer­ma y mata. Los más libe­ra­les, y no fal­tan, dirán que la res­pon­sa­bi­li­dad de inge­rir bebi­das azu­ca­ra­das recae en cada uno de noso­tros. No obs­tan­te, hay que recor­dar que en las zonas más mar­gi­na­das, jus­to ahí don­de hay menos edu­ca­ción y tra­ba­jo, se encuen­tran las con­cen­tra­cio­nes más gran­des de dia­be­tes oca­sio­na­das por la inges­ta dia­ria de esos productos.

La mayo­ría de los mexi­ca­nos no pode­mos acce­der a los ser­vi­cios de salud con los están­da­res que se espe­ra­rían de la deci­mo­ter­ce­ra eco­no­mía mun­dial. Y suce­de lo mis­mo con el res­to de los dere­chos socia­les: no con­ta­mos con un segu­ro de des­em­pleo, que sería de gran ayu­da en situa­cio­nes como la que esta­mos atra­ve­san­do, por ejemplo.

La segu­ri­dad social, que impli­ca entre otras pres­ta­cio­nes, dere­cho a una jubi­la­ción, no garan­ti­za un reti­ro digno por edad avan­za­da. Tam­po­co se ha logra­do hacer efec­ti­vo el acce­so a la edu­ca­ción de cali­dad, a la ali­men­ta­ción, al agua pota­ble, ni a la vivien­da dig­na. Dere­chos que deter­mi­nan el bien­es­tar inte­gral de la población.

El pro­ble­ma al que nos enfren­ta­mos, más allá de la urgen­cia en la aten­ción médi­ca, es al de haber mini­mi­za­do la res­pon­sa­bi­li­dad del Esta­do en la gene­ra­ción de las con­di­cio­nes bási­cas para ejer­cer los dere­chos de for­ma ple­na. No obs­tan­te, exis­te una solu­ción a todo esto, una muy sen­ci­lla en tér­mi­nos teó­ri­cos, pero muy com­pli­ca­da en tér­mi­nos fác­ti­cos: la redis­tri­bu­ción del ingreso.

Méxi­co ocu­pa el quin­to lugar con más por­cen­ta­je de pobres de todo el con­ti­nen­te, según la Cepal, sólo por deba­jo de Hon­du­ras, Vene­zue­la, Nica­ra­gua y Gua­te­ma­la. Todos los avan­ces tras la Revo­lu­ción Mexi­ca­na pare­cen que­dar eclip­sa­dos por este úni­co hecho.

Los gran­des empre­sa­rios mexi­ca­nos bus­can la reduc­ción de la car­ga fis­cal. Esto inclu­so que­dó plas­ma­do en la Ley de Ingre­sos, refor­ma­da el año pasa­do, y que posi­bi­li­ta­ba la con­do­na­ción de impues­tos. Algu­nas de las medi­das toma­das has­ta hoy por la lla­ma­da cuar­ta trans­for­ma­ción, como des­en­mas­ca­rar a empre­sa­rios y polí­ti­cos corrup­tos que con­ti­núan con una visión egoís­ta, es fun­da­men­tal; sin embar­go, aún es pron­to para emi­tir un jui­cio sobre los efec­tos reales de estas accio­nes. En todo caso, éstas, por más super­fi­cia­les que parez­can, son impor­tan­tes para dar el siguien­te paso: que el gobierno apro­ve­che su legi­ti­mi­dad para bus­car una mejor redis­tri­bu­ción de la ren­ta nacio­nal. Redis­tri­bu­ción que por fuer­za cau­sa­ría resistencias.

No hay duda de que el cobro de impues­tos pro­gre­si­vos es la base de toda redis­tri­bu­ción jus­ta del ingre­so. Sólo así se pue­den finan­ciar los ser­vi­cios socia­les nece­sa­rios para el bien­es­tar gene­ral. Todo acto de jus­ti­cia social pare­ce pro­vo­car páni­co de los mer­ca­dos. Los más libe­ra­les dirán que el aumen­to de impues­tos pro­gre­si­vos ahu­yen­ta­ría al capi­tal. Empe­ro, muchos de ellos no podrían irse a nin­gún otro país a hacer nego­cios: aquí están las minas de pla­ta y cobre de Gru­po Méxi­co, aquí está la mina de litio más gran­de del mun­do y tam­bién Can­cún, uno de los des­ti­nos turís­ti­cos más impor­tan­tes del continente.

En este momen­to pare­ce haber un con­sen­so en Méxi­co entre los más libe­ra­les y los que apues­tan por la cons­truc­ción de un Esta­do de bien­es­tar, en el que el sis­te­ma de salud sea una reali­dad y no sólo una nor­ma cons­ti­tu­cio­nal que no se ve garan­ti­za­da por el gas­to públi­co. Es el Esta­do el que tie­ne que hacer fren­te a la pan­de­mia y otor­gar ser­vi­cios de salud dig­na para todos, pero, ¿cómo se pue­de hacer eso sin una recau­da­ción de impues­tos suficiente?

Para lograr­lo, el ejer­ci­cio uni­ver­sal y efec­ti­vo del dere­cho a la salud, nues­tro mode­lo de refe­ren­cia debe ser el euro­peo. En los paí­ses de la Unión Euro­pea, los sis­te­mas de salud son en prin­ci­pio uni­ver­sa­les, por lo que no se limi­ta a los dere­cho­ha­bien­tes. En mate­ria de dere­chos socia­les, debe­mos dejar de imi­tar a Esta­dos Uni­dos. Nues­tro vecino del Nor­te, que ha acu­mu­la­do más rique­za que nin­gún otro en la his­to­ria, es el mis­mo don­de viven 27 millo­nes de per­so­nas que no cuen­tan con un segu­ro que les garan­ti­ce aten­ción sani­ta­ria míni­ma. Una vez pasa­da la cri­sis oca­sio­na­da por la Covid-19, una nue­va refor­ma fis­cal debe­ría poner­se en mar­cha en Méxi­co; una refor­ma que, de una vez por todas, pon­ga a Méxi­co en la sen­da de la igualdad.

Mario San­tia­go*

*Doc­tor en dere­cho. Pro­fe­sor inves­ti­ga­dor de la Uni­ver­si­dad Autó­no­ma de Tlaxcala

FUENTE: Con­tra Línea

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