Colom­bia. ¡Qué­da­te en casa! ¿Pero, cuál casa?

Por Nelly Ale­jan­dra Gar­cía. Resu­men Lati­no­ame­ri­cano, 31 de mayo de 2020. 

Debi­do a la COVID19, en el mun­do se adop­tó el lema de “qué­da­te en casa y láva­te las manos”,
des­co­no­cien­do las con­di­cio­nes de una gran par­te de la pobla­ción que no
tie­ne acce­so a ser­vi­cios bási­cos como el agua o una una vivien­da digna.
En Amé­ri­ca Lati­na más de 111 millo­nes de per­so­nas viven en tugurios[1] y
en Colom­bia alre­de­dor del 12% de la pobla­ción urba­na vive en zonas
precarias[2].

A raíz del Decre­to Legis­la­ti­vo 579 del 15 de abril de 2020, en el
país se sus­pen­dió la orden o eje­cu­ción de cual­quier acción de desalojo,
que ten­ga como fin la res­ti­tu­ción de inmue­bles arren­da­dos; deci­sión que
tomó el Gobierno Nacio­nal como ejem­plo de solidaridad[3] pero no
espe­cí­fi­co la prohi­bi­ción de las órde­nes de des­alo­jo de las autoridades
Dis­tri­ta­les (expro­pia­cio­nes admi­nis­tra­ti­vas por razo­nes de uti­li­dad públi­ca o inte­rés social).

La soli­da­ri­dad de la que habla el pre­si­den­te y en gene­ral los
man­da­ta­rios loca­les, no se tuvo en cuen­ta para las fami­lias que vivían
en asen­ta­mien­tos infor­ma­les, ni para aque­llas fami­lias que al no
can­ce­lar él pago dia­rio, se vie­ron obli­ga­das a ocu­par edificios
aban­do­na­dos y fue­ron des­alo­ja­das de mane­ra violenta.

A la Admi­nis­tra­ción Dis­tri­tal se le olvi­dó que la vivien­da es un Dere­cho y con­lle­va ampa­ro con­tra des­alo­jos forzosos.

La Cons­ti­tu­ción Polí­ti­ca, en el artícu­lo 51 dice: “Todos los colom­bia­nos tie­nen dere­cho a vivien­da dig­na”; este dere­cho se encuen­tra con­sa­gra­do en ins­tru­men­tos inter­na­cio­na­les como la Decla­ra­ción Uni­ver­sal de Dere­chos Huma­nos[4] y el Pac­to Inter­na­cio­nal de Dere­chos Eco­nó­mi­cos, Socia­les y Culturales[5].

En 1991, en la Obser­va­ción Gene­ral No. 4, el Comi­té de Naciones
Uni­das de Dere­chos Eco­nó­mi­cos, Socia­les y Cul­tu­ra­les, dijo que “el
dere­cho a una vivien­da ade­cua­da con­sis­te en vivir en segu­ri­dad, paz y
tran­qui­li­dad en algu­na par­te”, debi­do a que la vivien­da garan­ti­za el
pleno ejer­ci­cio de dere­chos, como la dig­ni­dad huma­na e inclu­so la vida
misma.

El hecho de que la vivien­da, sea un dere­cho reco­no­ci­do en la
Cons­ti­tu­ción y en Ins­tru­men­tos Inter­na­cio­na­les, obli­ga al Esta­do a
cum­plir con unos míni­mos, que con­sis­ten en:

La pro­tec­ción con­tra el des­alo­jo for­zo­so y la
des­truc­ción y demo­li­ción arbi­tra­rias del hogar; El dere­cho de ser libre
de inje­ren­cias arbi­tra­rias en el hogar, la pri­va­ci­dad y la fami­lia; El
dere­cho de ele­gir la resi­den­cia y deter­mi­nar dón­de vivir y el dere­cho a
la liber­tad de cir­cu­la­ción (…) La segu­ri­dad de la tenen­cia; La
res­ti­tu­ción de la vivien­da, la tie­rra y el patri­mo­nio; El acce­so no
dis­cri­mi­na­to­rio y en igual­dad de con­di­cio­nes a una vivien­da ade­cua­da; Y
la par­ti­ci­pa­ción en la adop­ción de deci­sio­nes vin­cu­la­das con la vivienda
en el plano nacio­nal y en la comu­ni­dad
”[6].

Los des­alo­jos for­zo­sos se han defi­ni­do como “el hecho de
hacer salir a per­so­nas, fami­lias y/​o comu­ni­da­des de los hoga­res y/​o las
tie­rras que ocu­pan, en for­ma per­ma­nen­te o pro­vi­sio­nal, sin ofrecerles
medios apro­pia­dos de pro­tec­ción legal o de otra índo­le ni per­mi­tir­les su
acce­so a ellos
”[7].

La Cor­te Constitucional[8] en múl­ti­ples fallos, para garan­ti­zar el
dere­cho a una vivien­da ade­cua­da y cum­plir con la pro­tec­ción con­tra los
des­alo­jos for­zo­sos, ha sen­ta­do una posi­ción en la cual se con­si­de­ra que
la vivien­da es un dere­cho fun­da­men­tal para pobla­ción vulnerable,
per­so­nas en esta­do de debi­li­dad mani­fies­ta o suje­tos de especial
pro­tec­ción cons­ti­tu­cio­nal, y por lo tan­to, pro­ce­de la acción de Tutela
para pro­te­ger este derecho.

En cuan­to los des­alo­jos for­zo­sos, la Cor­te ha resal­ta­do la
impor­tan­cia de la garan­tía al debi­do pro­ce­so, la obli­ga­ción de siempre
tener pre­sen­te cri­te­rios de razón y pro­por­cio­na­li­dad y el res­pe­to de
los dere­chos huma­nos de
las per­so­nas que son víc­ti­mas de las expro­pia­cio­nes. Ade­más, con
fun­da­men­to en linea­mien­tos internacionales[9], para que los des­alo­jos se
ten­gan como legí­ti­mos, ha dicho que estos deben cum­plir con una serie
de requi­si­tos a saber: (i) que atien­da prin­ci­pios cons­ti­tu­cio­na­les; (ii)
sea nece­sa­rio, pues no es posi­ble lograr el mis­mo fin por medios
dife­ren­tes y (iii) debe uti­li­zar­se el míni­mo de fuer­za nece­sa­rio con el
obje­ti­vo de evi­tar vul­ne­ra­ción de los dere­chos de los desalojados.

Final­men­te, si las per­so­nas que se van a des­alo­jar son suje­tos de
espe­cial pro­tec­ción cons­ti­tu­cio­nal (muje­res, niños, per­so­nas de la
ter­ce­ra edad, per­so­nas con dis­ca­pa­ci­dad, muje­res emba­ra­za­das, afros,
indí­ge­nas y víc­ti­mas del con­flic­to interno arma­do, como las víc­ti­mas de
des­pla­za­mien­to for­za­do, o víc­ti­mas de desas­tres natu­ra­les), o se
encuen­tran en esta­do de vul­ne­ra­bi­li­dad o debi­li­dad manifiesta,
fina­li­za­do el des­alo­jo, se les debe garan­ti­zar una vivien­da tran­si­to­ria y
a futu­ro una solu­ción dura­de­ra de vivien­da digna.

Taboola – Body

Cada
día son más y más las per­so­nas que se ven obli­ga­das a ocu­par por vías
de hecho inmue­bles aje­nos o a vivir en asen­ta­mien­tos infor­ma­les, por
cau­sa del mode­lo eco­nó­mi­co que ha hecho de la vivien­da un nego­cio muy
ren­ta­ble para unos pocos.

Hacer que el dere­cho a una vivien­da dig­na, sea una reali­dad y no
solo un sue­ño, será el resul­ta­do de la orga­ni­za­ción y la movi­li­za­ción de
los sec­to­res popu­la­res, y el avan­zar en el camino de cons­truir una
socie­dad jus­ta, libre y solidaria.

[1]ONU HABITAT. 2012. Esta­do de las ciu­da­des de Amé­ri­ca Lati­na y el Cari­be 2012

[2] ONU HABITAT. 2015. 1ER REPORTE DEL ESTADO DE LAS CIUDADES DE COLOMBIA: CAMINO HACIA LA PROSPERIDAD URBANA.

[3] Revis­ta Sema­na. 31 de mar­zo de 2020. Ni des­alo­jos ni aumen­to de arrien­dos duran­te cuarentena

[4] Art. 25. Toda per­so­na tie­ne dere­cho a un nivel de vida adecuado
que le ase­gu­re, así como a su fami­lia, la salud y el bien­es­tar, y en
espe­cial la ali­men­ta­ción, el ves­ti­do, la vivien­da, la asis­ten­cia médi­ca y
los ser­vi­cios socia­les nece­sa­rios; tie­ne asi­mis­mo dere­cho a los seguros
en caso de des­em­pleo, enfer­me­dad, inva­li­dez, viu­dez, vejez u otros
casos de pér­di­da de sus medios de sub­sis­ten­cia por circunstancias
inde­pen­dien­tes de su voluntad.

[5] Art. 11. Los Esta­dos Par­tes en el pre­sen­te Pac­to reco­no­cen el
dere­cho de toda per­so­na a un nivel de vida ade­cua­do para sí y su
fami­lia, inclu­so ali­men­ta­ción, ves­ti­do y vivien­da ade­cua­dos, y a una
mejo­ra con­ti­nua de las con­di­cio­nes de exis­ten­cia. Los Esta­dos Partes
toma­rán medi­das apro­pia­das para ase­gu­rar la efec­ti­vi­dad de este derecho,
reco­no­cien­do a este efec­to la impor­tan­cia esen­cial de la cooperación
inter­na­cio­nal fun­da­da en el libre consentimiento.

[6] Nacio­nes Uni­das Ofi­ci­na del Alto Comi­sio­na­do para los Dere­chos Huma­nos. Folle­to Infor­ma­ti­vo No. 21. Dere­cho a una Vivien­da Adecuada

[7] Ofi­ci­na del Alto Comi­sio­na­do para los Dere­chos Huma­nos. Folle­to Infor­ma­ti­vo No. 25. Des­alo­jos forzosos

[8] Sen­ten­cias de tute­la: T74012; T18816; T‑002 – 19 entre otras

[9] Nacio­nes Uni­das Ofi­ci­na del Alto Comi­sio­na­do para los Dere­chos Huma­nos. Des­alo­jos forzosos

* Fuen­te: Tro­chan­do sin fronteras

Itu­rria /​Fuen­te

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