Boli­via. Seis meses del Gol­pe a Evo

Por José Ernes­to Schul­man, Resu­men Lati­no­ame­ri­cano, 16 mayo, 2020 

Hace seis meses la gue­rra inte­gral o de cuar­ta dimen­sión se cobra­ba el gobierno de Evo Morales.

Una lar­ga cam­pa­ña de des­gas­te polí­ti­co, accio­nes terroristas,
sabo­ta­jes y ope­ra­cio­nes polí­ti­cas ter­mi­na­ba con un gobierno que
con­ser­va­ba una amplia base de apo­yo, el 50% o más del elec­to­ra­do y una
per­fo­man­ce eco­nó­mi­ca glo­bal impe­ca­ble, que había mere­ci­do felicitaciones
del Ban­co Mun­dial y el FMI. 

Nada de eso alcanzó.

Las con­clu­sio­nes sobre el por­que del Gol­pe de Esta­do son par­te del
pro­ce­so de lucha por la con­quis­ta de la liber­tad y la demo­cra­cia para el
pue­blo boli­viano y son ellos los que mejor pue­den hacer­lo, pero algo
pode­mos pen­sar noso­tros sobre el lugar que el Impe­rio de los EEUU otorga
a la sobe­ra­nía popu­lar y la liber­tad de prensa.

Con res­pe­to hacia Evo, el Más, los movi­mien­tos popu­la­res y toda la
mili­tan­cia. Pocas cosas son tan ofen­si­vas que asu­mir el rol de Jue­ces de
revo­lu­cio­nes aje­nas, lugar que tan­to prác­ti­ca una par­te de la izquierda
y la intelectualidad. 

Lejos de eso nos com­pro­me­ti­mos sin lími­te en la soli­da­ri­dad con las y
los per­se­gui­dos por razo­nes polí­ti­cas. Sea cuál sea su papel o
res­pon­sa­bi­li­dad en el pro­ce­so que ter­mi­nó en el gol­pe de Estado.

Dicho esto, el triun­fo del Gol­pe de Esta­do debie­ra ter­mi­nar con dos
ilu­sio­nes recu­rren­tes en el movi­mien­to popu­lar lati­no­ame­ri­cano, una es
creer que la Oea, los EEUU y las dere­chas res­pe­tan la demo­cra­cia formal,
los pro­ce­sos elec­to­ra­les y las mayo­rías populares.

Para nada, las cir­cuns­tan­cias y el con­tex­to regio­nal los lle­va­ron a
sopor­tar la derro­ta del pro­yec­to Alca y la emer­gen­cia de gobiernos
popu­la­res y espa­cios de inte­gra­ción como el Mer­co­sur o el frustrado
Ban­co del Sur.

Fue por nece­si­dad y no por con­vic­ción y con­vie­ne regis­trar que
rápi­da­men­te inten­ta­ron vol­tear a Chá­vez, a Correa y al pro­pio Evo.

La ilu­sión en el carác­ter sagra­do de la demo­cra­cia formal,
repre­sen­ta­ti­va y en ver­dad mini­ma­lis­ta y dele­ga­ti­va lle­vo a inver­tir la
rela­ción entre poder popu­lar y fuer­za elec­to­ral. A des­ti­nar más fuerza
al apa­ra­to de admi­nis­tra­ción esta­tal que a la orga­ni­za­ción popu­lar, la
for­ma­ción poli­ti­ca, la lucha cul­tu­ral y la auto for­ta­le­za mili­tar para
que el Ejér­ci­to deja­ra de ser la úni­ca fuer­za arma­da en el país. Cómo
ha hecho Vene­zue­la con su mili­cia popu­lar y sus dos millo­nes de
inte­gran­tes que han lle­va­do la demo­cra­cia al terri­to­rio de la fuerza.

La segun­da ilu­sión es sobre la liber­tad de pren­sa que nun­ca fue en
Boli­via, como en Argen­ti­na, otra cosa que la liber­tad de empre­sa al
ser­vi­cio del Poder Colo­nial y el Imperio.

Evo per­dió el ple­bis­ci­to sobre la reelec­ción por una men­ti­ra de los
medios de comu­ni­ca­ción pero la Revo­lu­ción plu­ri­na­cio­nal nun­ca se hizo de
un sis­te­ma pro­pio de infor­ma­ción, for­ma­ción y dispu­ta inte­gral con las
derechas.

Así las cosas, los dia­rios y la tele­vi­sión hicie­ron creer a millones
de boli­via­nos cuya vida real había mejo­ra­do por los gobier­nos de Evo que
era Evo el problema.

Les hicie­ron creer que las vacas vue­lan por­que un pro­ce­so popu­lar no
solo tie­ne que dis­tri­buir bie­nes y garan­ti­zar dere­chos tam­bién tie­ne que
brin­dar todas las herra­mien­tas para que el pue­blo pue­da súpe­rar las
tram­pas mediá­ti­cas y las men­ti­ras descaradas. 

Sin poder popu­lar, con las armas en manos de unos pocos que se venden
al mejor pos­tor y la ver­dad ase­si­na­da coti­dia­na­men­te la supervivencia
de Evo o de cual­quier gobierno popu­lar es un méri­to de los que luchamos
coti­dia­na­men­te pero un pun­to débil para la furia de un impe­rio que en su
deca­den­cia his­tó­ri­ca es más cruel, auto­ri­ta­rio y ase­sino que nunca. 
Sal­ve­mos la vida, orga­ni­ce­mos el poder del pueblo

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