Argen­ti­na. Entre­vis­ta a César González

Por Mariano Pache­co, Resu­men Lati­no­ame­ri­cano*, 21 de mayo de 2020.

Tam­bién
cono­ci­do como “Cami­lo Bla­ja­quis”, con sus trein­ta años habita
aún la villa Car­los Gar­del en don­de nació. Estu­vo pre­so y tras las
rejas se poli­ti­zó, y a tra­vés de deter­mi­na­das figu­ras que fueron
cla­ve en su reco­rri­do bio­grá­fi­co pos­te­rior, se vin­cu­ló a la
filo­so­fía y la lite­ra­tu­ra, y más tar­de al cine. Asi­duo lector
auto­di­dac­ta, César Gon­zá­lez ha publi­ca­do los libros de poe­sía “La
Ven­gan­za del Cor­de­ro ata­do” y “Cró­ni­ca de una libertad
con­di­cio­nal” (2011) y “Retó­ri­ca al sus­pi­ro de que­ja” (2014).
Tam­bién ha diri­gi­do los lar­go­me­tra­jes de fic­ción “Diag­nós­ti­co
Espe­ran­za” (2013), “¿Qué Pue­de un cuer­po?” (2015),
“Exomo­lo­ge­sis” (2016), “Ate­nas” y “Llu­via de Jaulas”
(ambas de 2019). En el ámbi­to docu­men­tal ha incur­sio­na­do a través
de Canal Encuen­tro con “Cor­te Ran­cho” ( 2013) y la direc­ción de
los cor­to­me­tra­jes “Gua­chi­nes” y “Tru­co” (2014). En este
diá­lo­go tele­fó­ni­co con Revis­ta
Zoom
,
Gon­zá­lez refle­xio­na sobre la pro­duc­ción cul­tu­ral, pero también,
los modos en que –esta vez en el mar­co de la cua­ren­te­na por el
COVID 19 – , se vuel­ven estig­ma­ti­zar las vidas popu­la­res, sea en la
situa­ción car­ce­la­ria o en en su habi­tar las villas y barriadas
popu­la­res de este país. 

Te
que­ría pro­po­ner comen­zar por pre­gun­tar­te cómo estas vien­do el tema
car­ce­la­rio, en unos días en que la temá­ti­ca estu­ve en agenda.

Está
bien que siem­pre hay que aten­der cues­tio­nes de coyun­tu­ra, pero cuando
esta pan­de­mia se vaya las cár­ce­les van a seguir existiendo.
Enton­ces, te diría: yo pue­do com­par­tir algu­na refle­xión más sobre
los casos de deli­tos con­tra la pro­pie­dad pri­va­da, que son la mayoría
de los casos en Argen­ti­na, y en otros paí­ses de Lati­noa­mé­ri­ca, al
menos en el caso de los hom­bres (en los últi­mos tiem­pos jun­to con
los de nar­co­me­nu­deo). Los otros deli­tos son más com­ple­jos, y más
exi­gen­tes des­de lo filo­só­fi­co para poder pen­sar. En ese sen­ti­do creo
que esta­mos cada vez más lejos de que los dis­cur­sos de mano dura
sean más leves y mejo­re la situa­ción car­ce­la­ria, por más que en el
cor­to pla­zo la Argen­ti­na la gobier­ne el pero­nis­mo. Cada vez más
asis­ti­mos a pro­ce­sos de radi­ca­li­za­ción de los discursos
puni­ti­vis­tas, de mano dura. Pero sí he nota­do, en medio de tanto
horror, que en estas sema­nas se ha dado una espe­cie de organización
en los mis­mos pre­sos. Te lo digo por­que ten­go a un her­mano de sangre
y a otro de alma ahí aden­tro. Y lo que me cuen­tan es que, mal o
bien, con todo este tema del coro­na­vi­rus se ha fre­na­do la violencia
intra­car­ce­la­ria. Si eso cam­bia ya es un cam­bio muy impor­tan­te: que
los pibes, que vie­nen de la mis­ma cla­se social, de los mis­mos lugares
y con los mis­mos pro­ble­mas, no se maten entre ellos. Mirá, hace poco
leí un libro de Ánge­la Davis, la femi­nis­ta negra, que se llama
“Demo­cra­cia
de la abo­li­ción;
pri­sio­nes, racis­mo y vio­len­cia”, que reco­mien­do mucho. Es muy
intere­san­te, por­que ella rea­li­za un repa­so por el sis­te­ma carcelario
esta­dou­ni­den­se que sir­ve para enten­der los sis­te­mas car­ce­la­rios de
otros luga­res, como el nues­tro, que han ido copian­do ese mode­lo de
nación. Así que sobre el tema car­ce­la­rio te diría esto: me parece
muy intere­san­te que los pre­sos hay podi­do hacer polí­ti­ca en medio de
estos abis­mos que atra­ve­sa­mos estas sema­nas. Mis ami­gos me decían
eso: que pudie­ron visi­bi­li­zar la situa­ción, que el tema sal­ga a la
cancha. 

Recién hacías men­ción al
sec­tor social del que pro­vie­nen la mayo­ría de los pre­sos que están
ence­rra­dos por deli­tos con­tra la pro­pie­dad pri­va­da, que es el sector
en el que vos lle­vás ade­lan­te tu vida. ¿Cómo eva­luás que se está
tran­si­tan­do allí la cua­ren­te­na? ¿Qué pen­sás de las medidas
pre­ven­ti­vas que ha dis­pues­to el gobierno nacional?

Mirá, acá en La Gardel,
don­de vivo yo, lo que veo es un poco lo que supon­go que está pasando
en otros barrios y es que la gen­te, como pue­de, tra­ta de cum­plir con
la cua­ren­te­na. Me gus­tó al que escu­ché decir a Juan Gra­bois en
rela­ción a eso, por­que vis­te que se ins­ta­la eso de “¿cómo hace
la gen­te en los barrios con la cua­ren­te­na? ¿Cómo hace la gen­te en
los barrios con la cua­ren­te­na?”. Y hace como pue­de, lo que puede
para cui­dar­se. En el ima­gi­na­rio social vis­te que se ins­ta­la eso.
Inclu­so el pre­si­den­te, en la segun­da Cade­na Nacio­nal, cuan­do extendió
por pri­me­ra vez por dos sema­nas la cua­ren­te­na, tam­bién tuvo un tono
muy pater­na­lis­ta al refe­rir­se a los barrios popu­la­res. Y el problema
es que se ins­ta­la en ese ima­gi­na­rio esa idea de “ya sabe­mos, son
sal­va­jes, les cues­ta tener actos de civi­li­dad”. Y ese ima­gi­na­rio se
des­mien­te, pero es tan fuer­te que se trans­for­ma en lo real. Y eso
pren­de inclu­so acá, en nues­tros barrios, la ida de que tene­mos algo
inna­to de bar­ba­rie. Lo que sí, por supues­to, es deso­la­dor el
pano­ra­ma eco­nó­mi­co, y eso gene­ra angus­tia. Por­que no pode­mos olvidar
de los cua­tro años de los que veni­mos. Aho­ra se han hecho cosas, se
están hacien­do cosas des­de el gobierno. A uno le gus­ta­ría que se
haga más. Por ejem­plo, toda esta dis­cu­sión sobre apli­car­le el 1% de
impues­tos a los más ricos, no pue­de ser que algo así no se pueda
hacer. Es momen­to para ser más rea­lis­tas que nun­ca creo, de todos
modos. No da poner­se en acti­tud ado­les­cen­te y pedir­le al gobierno que
aho­ra se pon­ga y haga todo lo que uno quie­re: refor­ma agra­ria, abolir
la pro­pie­dad pri­va­da… Obvio, que uno lo quie­re. Pero no pasa eso
hoy en nin­gún país del mun­do. En nin­gún lado la pan­de­mia está
desem­bo­can­do en algo así y por lo que estu­ve tra­tan­do de leer, de
inves­ti­gar, en la his­to­ria los gran­des cam­bios nun­ca se han producido
en con­tex­tos de pes­tes. Qui­zás sea un momen­to en el que hay que
asu­mir que hay que espe­rar un poco. Por­que si bien está bien todo
eso de las denun­cias y plan­teos que se pue­den hacer por las redes
socia­les, de esto se sale logran­do cam­bios con la gen­te salien­do de
sus casas. La pre­sión por redes no logra un sus­ten­to material.
Esta­mos ante una gran pau­sa de los idea­les de transformación.

Recién habla­bas de los
estig­mas, de los modos en que se sue­le enca­si­llar a los sectores
popu­la­res. Y me pare­ce que hoy exis­te un gran ries­go, no digo en el
ámbi­to de las dere­chas, sino inclu­so de este lado, de cier­ta mirada
pro­gre­sis­ta que ava­la que haya asis­ten­cia social para los sectores
más pos­ter­ga­dos, pero que qui­zás a la hora de hablar de cul­tu­ra en
esa dimen­sión los sec­to­res socia­les vuel­ven a que­dar afue­ra. En tu
caso, vos, pri­me­ro con la poe­sía, y lue­go con el cine, venís
sos­te­nien­do una prác­ti­ca en ámbi­tos en los cua­les el pue­blo queda
afue­ra. ¿Cómo lo ves? ¿Qué impor­tan­cia tie­ne la producción
cul­tu­ral, popu­lar, inclu­so en con­tex­tos como los actuales?

Obvia­men­te
que ese no es un pro­ble­ma sólo de la Argen­ti­na, en el mun­do las
cla­ses popu­la­res no cons­tru­yen sen­ti­do, ni sus dis­cur­sos y cuando
mar­can agen­da es siem­pre en cues­tio­nes rela­cio­na­das con la fal­ta de
infra­es­truc­tu­ra. Enton­ces, para la cul­tu­ra domi­nan­te, siempre
apa­re­ce­mos de una mane­ra pasi­va. En ese sen­ti­do creo que es
intere­san­te vol­ver sobre la dis­cu­sión en torno a qué enten­de­mos o
qué cree­mos que debe­ría ser un arte popu­lar. ¿Qué seria? ¿La
cum­bia, la jarra de vino? Por­que el ima­gi­na­rio social ya construyó
un arque­ti­po de lo que son los sec­to­res popu­la­res. Para mí, lo
popu­lar, es jus­ta­men­te que no pue­de ser defi­ni­do, su vita­lis­mo que no
se pue­de ence­rrar en un mode­lo. Y eso, el caris­ma popu­lar inclu­so, me
pare­ce mucho más vital, más intere­san­te que el caris­ma burgués,
inclu­so que el cla­se­me­die­ro. Cla­ro que es impor­tan­te el nivel de
igua­lad que se pue­da con­quis­tar res­pec­to a la posi­bi­li­dad de acceso,
demo­cra­ti­zar­lo, que deje de ser algo mila­gros, extra­or­di­na­rio, que
por ejem­plo alguien de una villa se pue­da dedi­car a un arte como el
cine, que pase a ser algo más nor­mal, como en Euro­pa o en Estados
Uni­dos, hay inmi­gran­tes o negros hacien­do cine. Obvio que allá hay
más recur­sos, pero tam­bién es impor­tan­te empe­zar a dis­cu­tir­lo. En
Argen­ti­na toda­vía hay un exce­so de repre­sen­ta­ción. Fou­cault hablaba
de la indig­ni­dad de hablar por los otros, ¿no? Yo creo que seguimos
sien­do un país don­de es muy fre­cuen­te la indig­ni­dad de hablar por
los demás. Es muy común en el ambien­te artís­ti­co argen­tino que
suce­da eso. Y hay que saber que para que eso cam­bie, alguien tiene
que estar dis­pues­to a com­par­tir­lo o debe estar dis­pues­to a correrse.
Ese es un pri­mer momen­to, la posi­bi­li­dad de acce­so, que­brar el muro
de la exclu­sión, de esa mira­da más zoo­ló­gi­ca sobre los sectores
popu­la­res. Pero
des­pués hay que seguir deba­tien­do, hacia aden­tro, qué entendemos
por un arte popu­lar. Que el ville­ro pue­da fil­mar, obvia­men­te, yo
estoy de acuer­do, es una vic­to­ria en la bata­lla cul­tu­ral. Pero,
¿fil­mar qué? Sería muy tris­te des­pués lo que se fil­ma es el
pro­to­ti­po de que está bien el que tra­ba­ja y es malo el que se droga
o roba. Enton­ces, avan­za­mos pero retro­ce­de­mos. Se logra que un
ville­ro, o una ville­ra, ten­ga un acce­so a los medios de producción
(que es una revo­lu­ción en sí mis­ma) pero si des­pués es para
repe­tir dis­cur­sos que ya esta­ban en la socie­dad, retrocedemos. 

Por
últi­mo, en estos días se puso en dis­cu­sión esto de la circulación
de tex­tos y pelí­cu­las. Por un lado, la posi­bi­li­dad de acceso,
limi­ta­do por la cua­ren­te­na. Por otro lado, qué pasa con esos
pro­duc­tos que antes se ven­dían y aho­ra cir­cu­lan de mane­ra gratuita.

Mirá,
yo esta sema­na, por pri­me­ra vez, subí una de mis pelí­cu­las para que
pue­da ser alqui­la­da por Vimeo. Antes, todas mis pelí­cu­las se podía
ver por you­tu­be. Yo no ten­go pro­ble­ma de que la sobras cir­cu­len de
mane­ra gra­tui­ta, por más que uno entien­da que a com­prar hay que ir
con pla­ta, no pago con crea­ti­vi­dad. Pero el momen­to ame­ri­ta que las
obras cir­cu­len, qui­zás hay mucha gen­te que en este con­tex­to tie­ne un
poco más de tiem­po y es difí­cil acce­der, com­prar algu­nos productos.
Yo cele­bro las dos cosas: que alguien si pue­de com­pre un libro mío,
y tam­bién, que alguien lea alguno de los pdf que andan circulando
por inter­net. De todos modos deci­mos gra­tis, pero siem­pre, en este
sis­te­ma, alguien saca pla­ta: los ser­vi­do­res de inter­net, no sé,
alguien va a hacer pla­ta con todo eso. Pero bueno, tam­bién hay que
asu­mir que un pdf, una pelí­cu­la en you­tu­be qui­zás lle­ga a rincones
de este país, en este momen­to, en don­de ni hay una libre­ría o un
lugar para com­prar pelí­cu­las. No veo mal cier­to sen­ti­mien­to de
colec­ti­vi­zar que hoy cir­cu­la en la sociedad. 

Cla­ro,
qui­zás haya que pen­sar en for­mas de colec­ti­vi­zar, y ape­lar a ciertas
for­mas de reci­pro­ci­dad tam­bién, por­que qui­zás un libro o una
pelí­cu­la libe­ra­da lle­ga a gen­te que de otro modo no pue­de acce­der a
ellos, pero tam­bién, a otros que qui­zás sí pue­de pagar y lo están
con­su­mien­do gra­tis, cuan­do para mucha gen­te esos libros o películas
son tam­bién una for­ma de ingre­so para sol­ven­tar sus gas­tos, ¿no?
Tal vez habría que pen­sar en for­mas de reci­pro­ci­dad que impliquen
libe­rar mate­rial a cam­bio de apor­tes solidarios. 

Total­men­te,
es que se mez­cla todo, y más en este con­tex­to. Por eso te digo, yo
cele­bro que acce­dan los que no pue­dan pagar, pero tam­bién que el que
pue­da, “¡dale che, hace un apor­te!”. Ade­más aho­ra, si no existe
la soli­da­ri­dad en este momen­to, ya está. Pero creo que ese
sen­ti­mien­to de soli­da­ri­dad está. El otro día habla­ba con Ezequiel
Gat­to, a pro­pó­si­to de una nota que él escri­bió, don­de plan­teo esto
de que, inclu­so casi sin que­rer, momen­tos así traen ideas nue­vas. Y
con otro ami­go cata­lán tam­bién lo habla­ba, a pro­pó­si­to de su
pro­gra­ma de radio, “Los valien­tes duer­men solos” que él hace en
Bar­ce­lo­na, y me man­dó el extrac­to de un audio don­de abor­da­ba qué
pasó con el arte en el con­tex­to de la mal lla­ma­da gri­pe española,
entre 1918 y 1920 y no se pue­de creer todo lo que suce­dió en ese
perío­do, que es un perío­do de explo­sión de las van­guar­dias. Y eso
fue tan solo hace cien años atrás. Y hoy el artis­ta está
que­ján­do­se por­que no vie­ne el deli­very, que se yo. Cuan­do uno ve
inclu­so las van­guar­dias artís­ti­cas de la bur­gue­sía, el modo en que
ponían el cuer­po, la vida que le daban a su obra en momen­tos en que
no era tan cómo­da la vida, y sin embar­go iban a fondo. 

*Nota publi­ca­da en Revista
Zoom

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