Inter­na­cio­nal. Rusos res­pi­ran ali­via­dos: aho­ra los malos son los chinos

Luis Casa­do /​resu­men Lati­no­ame­ri­cano /​24 de abril de 2020

Hay quien duda de la capa­ci­dad de la pren­sa para mani­pu­lar la opi­nión públi­ca. No obs­tan­te ser­vi­dor tie­ne un ejem­plo in men­te que no logra des­pe­gar­se de sus sinap­sis neu­ro­na­les, lugar en el que se alma­ce­nan los recuer­dos según los que saben.

En mi juven­tud cono­cí algu­nos rusos, gen­te afa­ble, muy dada a can­tar como los dio­ses esos can­tos esla­vos que ele­van el alma, con una acen­tua­da ten­den­cia a caer­se en el bote­llón de vod­ka, sin la más míni­ma señal de dis­cri­mi­na­ción hacia el pis­co, el whisky, el cal­va­dos, el cog­nac, los oru­jos y otros des­ti­la­dos varios, un pelín arro­gan­tes y con­des­cen­dien­tes hacia sus ‘her­ma­nos de la comu­ni­dad socia­lis­ta’ de esa épo­ca, pero tíos nor­ma­les a fin de cuen­tas, seres huma­nos como tú y yo.

Al lle­gar a Euro­pa, –tu me entien­des, a la Euro­pa ‘occi­den­tal’ y más pre­ci­sa­men­te a Fran­cia – , me saca­ron de mi cra­so error y me pre­ci­sa­ron que un ruso nor­mal­men­te cons­ti­tui­do se pasea con un cuchi­llo entre los dien­tes, espe­ra que te duer­mas para ata­car­te a man­sal­va, inva­dir tu terri­to­rio, vio­lar a tu mujer, comer­se a tus niños y robar­te el reloj, pare­ce que allá, relo­jes, no tienen.

En la RDA –Ale­ma­nia del Este– sin embar­go, me habían expli­ca­do con legí­ti­mo orgu­llo: ‘Nues­tros relo­jes son los mejo­res del mun­do por­que avan­zan más rápi­do’. Los sui­zos, casi tan neu­tros como Ricar­do Lagos, se apro­ve­cha­ban de la gue­rra fría (como Ricar­do Lagos) por­que sabían que los relo­jes yan­quis tenían un retra­so de siglos, razón por la cual con­ce­bí la tesis de que los EEUU son un país en vías de sub­de­sa­rro­llo sin que los acon­te­ci­mien­tos que siguie­ron has­ta el día de hoy hayan des­men­ti­do o inva­li­da­do el pro­duc­to de mi intuición.

De modo que cada vez que el Impe­rio, gran poten­cia, le ladra a los rusos, los euro­peos se creen obli­ga­dos a lan­zar su aulli­do de quil­tro tiño­so, inten­tan­do mos­trar, cada uno de ellos, que aulla­ron pri­me­ro. Lo que a pesar de todo no ha sido óbi­ce u obs­tácu­lo para que crez­can mi apa­sio­na­da admi­ra­ción por el tenis que jue­ga María Sha­ra­po­va, de la plan­ta de los pies has­ta la cum­bre de su cabe­ci­ta –dios la guar­de – , y mi reti­cen­cia a acer­car­me a Sere­na Williams por razo­nes que no logro poner en evi­den­cia. Lo cier­to es que, si le agre­gas el dri­ve, el lift, el pas­sing shot y el ‘revés’ de Anna Kour­ni­ko­va, podrías coin­ci­dir con­mi­go en que si los rusos son malos, las rusas son muy buenas.

Has­ta que apa­re­cie­ron los chi­nos. En el ámbi­to eco­nó­mi­co digo, vis­to que si el Impe­rio del Medio no titi­la­ba nin­gún radar has­ta hace unos 30 años, de ahí en ade­lan­te la cosa se puso ama­ri­lla, si oso escri­bir. Su desa­rro­llo inte­gral –eco­nó­mi­co, finan­cie­ro, comer­cial, cien­tí­fi­co, depor­ti­vo, cul­tu­ral, mili­tar, aero­es­pa­cial, geo­po­lí­ti­co… – y un cre­ci­mien­to acro­me­gá­li­co sus­cep­ti­ble de aco­jo­nar al más pin­ta­do comen­za­ron a sus­ci­tar envi­dia, pri­me­ro, una mala leche de mucho cui­da­do más tar­de, y final­men­te una abier­ta y enco­na­da hostilidad.

La lle­ga­da del coro­na­vi­rus des­per­tó en occi­den­te algu­nas ocul­tas espe­ran­zas: aho­ra se van a ir de espal­das los chin­toks, pen­sa­ron sin decir­lo: tú ya sabes, la diplo­ma­cia es el arte patrió­ti­co de men­tir en nom­bre de tu país. Cuan­do Bei­jing deci­dió con­fi­nar la pro­vin­cia de Hubei, –con una pobla­ción equi­va­len­te a la de Fran­cia, Gran Bre­ta­ña o Ita­lia – , la pren­sa occi­den­tal adu­jo: ‘eso es posi­ble solo en una dic­ta­du­ra’. Y con malé­vo­la con­des­cen­den­cia agre­gó: “Los chi­nos son unos bolu­dos: ¡Qué les cos­ta­ba her­vir un poco más el murciélago!”

Era la épo­ca en la que Donald Trump afir­ma­ba sin son­ro­jar­se «It’s going to be just fine… We have it totally under con­trol» (sic).

Entre­tan­to Euro­pa des­cu­brió que esta­ba en cue­ros: la mayor par­te de la indus­tria far­ma­céu­ti­ca y de tec­no­lo­gía médi­ca había sido reins­ta­la­da en Chi­na para apro­ve­char sala­rios más bajos y la opor­tu­ni­dad de un lucro aún mayor. La res­pues­ta de Macron en Fran­cia fue la de hacer de nece­si­dad vir­tud: decre­tó que las mas­ca­ri­llas y los tests de diag­nós­ti­co eran per­fec­ta­men­te inú­ti­les. Vis­to que no habían… (y aún no hay).

Habi­da cuen­ta de que la pan­de­mia ha cau­sa­do los peo­res estra­gos en paí­ses ‘desa­rro­lla­dos, ricos, demo­crá­ti­cos, capi­ta­lis­tas y occi­den­ta­les’, mayor­men­te por­que en las últi­mas déca­das recor­ta­ron masi­va­men­te los pre­su­pues­tos de la sani­dad públi­ca y ade­más tuvie­ron un sos­pe­cho­so retra­so en el encen­di­do, se hizo evi­den­te la urgen­te nece­si­dad de poner cara de yo no fui. Y, con­tem­po­rá­nea­men­te, de echar­le la cul­pa a alguien. Ahí es don­de entra Chi­na. Com­plots, fake news, supo­si­cio­nes gra­tui­tas, men­ti­ras des­ca­ra­das, per­ver­sas insi­nua­cio­nes, todo sir­ve. ¿Prue­bas? Ninguna.

El virus fue crea­do en un labo­ra­to­rio de Wuhan. Chi­na no infor­mó a tiem­po. La doc­to­ra chi­na que aler­tó del virus está des­apa­re­ci­da. Chi­na min­tió en cuan­to al núme­ro de víc­ti­mas y la serie­dad de la ame­na­za… Ste­ve Ban­non, un ace­le­ra­do de la epi­ne­fri­na que diri­gió la cam­pa­ña elec­to­ral de Trump, y que este rele­vó de su car­go de Con­se­je­ro Pre­si­den­cial Estra­té­gi­co por ser dema­sia­do bolu­do (¿por qué te ríes?), va a la TV a pedir una gue­rra con­tra Chi­na “para hacer­le pagar el coro­na­vi­rus…” Todo ello acom­pa­ña­do de sabios cal­cu­li­tos en plan coste/​beneficio de “per­de­do­res y gana­do­res en medio de la cri­sis”. Hay que joderse.

Ayer por la maña­na (23÷04), el Wall Street Jour­nal, dia­rio de las finan­zas pla­ne­ta­rias, publi­ca en por­ta­da un edi­fi­can­te artícu­lo. Helo aquí:

Erro­res del Secre­ta­rio de Salud retra­san la res­pues­ta al virus
Secre­ta­rio de Salud espe­ró sema­nas para infor­mar­le a Trump, y ven­de pro­gre­sos inexistentes

El 29 de enero el Secre­ta­rio de Salud y Ser­vi­cios Huma­nos Alex Azar le dijo al pre­si­den­te Trump que la epi­de­mia del coro­na­vi­rus esta­ba bajo con­trol. ‘El gobierno de los EEUU nun­ca orga­ni­zó una mejor res­pues­ta inter­mi­nis­te­rial a una cri­sis’, le dijo Mr. Azar al pre­si­den­te, en una reu­nión que tuvo lugar ocho días des­pués de que los EEUU anun­cia­ran el pri­mer caso, según altos fun­cio­na­rios de la admi­nis­tra­ción. En ese momen­to el foco esta­ba cen­tra­do en con­te­ner el virus.

Cuan­do otros fun­cio­na­rios pre­gun­ta­ron acer­ca del test de diag­nós­ti­co, el Dr. Robert Red­field, direc­tor del Cen­tro de Con­trol y Pre­ven­ción de Enfer­me­da­des (CDC), comen­zó a res­pon­der. Mr. Azar lo inte­rrum­pió dicién­do­le al pre­si­den­te: “es el test crea­do más rápi­da­men­te en la his­to­ria de los EEUU”, recor­da­ron los fun­cio­na­rios. Azar agre­gó que más de un millón de tests esta­ría dis­po­ni­ble en algu­nas semanas.

Eso no ocu­rrió. El CDC comen­zó a enviar tests la sema­na siguien­te, solo para des­cu­brir un defec­to que obli­gó a devol­ver los tests a los labo­ra­to­rios. Cuan­do a fines de febre­ro los con­se­je­ros de la Casa Blan­ca cri­ti­ca­ron a Mr. Azar por los retra­sos cau­sa­dos por el defec­to men­cio­na­do, este se des­car­gó en el Dr. Red­field, acu­san­do al direc­tor del CDC de haber­lo indu­ci­do en error en cuan­to al pla­zo de correc­ción del defec­to del test. “¿Ud. me ha men­ti­do?”, recuer­da un fun­cio­na­rio que le gri­tó a Red­field. Seis sema­nas des­pués de la reu­nión del 29 de enero el gobierno fede­ral decla­ró la emer­gen­cia nacional…

En estos casos siem­pre hace fal­ta un fusi­ble. El chi­vo expia­to­rio de ser­vi­cio fue el Dr. Red­field, con­fir­man­do eso de que el hilo siem­pre se cor­ta por lo más del­ga­do. Sin áni­mo de for­zar el tra­zo, no pue­do sino ofre­cer­te otro párra­fo del ins­truc­ti­vo artícu­lo del Wall Street Jour­nal:

Muchos fac­to­res embro­lla­ron la res­pues­ta del gobierno fede­ral al coro­na­vi­rus mien­tras los altos car­gos deba­tían de la seve­ri­dad de la ame­na­za, inclu­yen­do comen­ta­rios de Mr. Trump que mini­mi­za­ban el ries­go. Pero entre­vis­tas con más de dos doce­nas de fun­cio­na­rios de gobierno y otras per­so­nas invo­lu­cra­das en los esfuer­zos guber­na­men­ta­les con­tra el virus mues­tran que Mr. Azar espe­ró sema­nas antes de infor­mar­le al pre­si­den­te de la ame­na­za, sobre-ven­dió los pro­gre­sos de su minis­te­rio en los pri­me­ros días y no coor­di­nó efi­caz­men­te las agen­cias de salud bajo su mando.

Lle­ga­dos a este pun­to, uno no pue­de hacer menos que supu­tar a qué pun­to los ata­ques con­tra Chi­na no molan, vis­to lo cual hay que bus­car con urgen­cia de aca­bo de mun­do un cul­pa­ble de remplazo.

No olvi­des que den­tro de poco Trump se jue­ga el pelle­jo bus­can­do su reelec­ción, y no es cosa de car­gar­le el muer­to, o para ser pre­ci­so las dece­nas de miles de muer­tos que ha oca­sio­na­do su can­tin­fles­ca ges­tión de la cri­sis sanitaria.

Ahí es don­de entra Alex Azar, que está hacien­do el uno para reci­bir feroz pata­da en la par­te dis­tal del dor­so que en cas­te­llano cas­ti­zo lla­ma­mos culo. No otro obje­ti­vo tie­ne la nota del Wall Street Jour­nal, dia­rio que como es sabi­do no da pun­ta­da sin hilo.

Como te decía, hay quien duda de la capa­ci­dad de la pren­sa para mani­pu­lar la opi­nión pública.

Poli­ti­ka*

Itu­rria /​Fuen­te

Artikulua gustoko al duzu? / ¿Te ha gustado este artículo?

Twitter
Facebook
Telegram

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *