Boli­via. Una dic­ta­du­ra que nie­ga la pandemia

Sull­ka­ta M. Qui­lla /​Resu­men Lati­no­ame­ri­cano /​21 de abril de 2020

Boli­via vive hoy una dra­má­ti­ca situa­ción a raíz del cóc­tel del gol­pe de Esta­do y el avan­ce de la pan­de­mia del covid-19. El gobierno de fac­to se sos­tie­ne en el poder fác­ti­co, la fuer­za bru­ta y la repre­sión, mien­tras se teme la explo­sión de la pan­de­mia, ya que los más afec­ta­dos serán los más humil­des, don­de las barre­ras eco­nó­mi­cas y cul­tu­ra­les difi­cul­tan la cuarentena.

Las cifras ofi­cia­les hablan de solo 33 muer­tos y que el depar­ta­men­to de San­ta Cruz con­cen­tra el 50% de los con­ta­gios. Los acal­des denun­cian fal­ta de pago de los suel­dos de los médi­cos, pero la dic­ta­du­ra aumen­tó el suel­do a los policías.

El cole­gio de médi­cos de Boli­via y la fede­ra­cio­nes de tra­ba­ja­do­res de la salud denun­cia­ron la fal­ta de de equi­pa­mien­to, insu­mos y pro­tec­ción de bio­se­gu­ri­dad, mien­tras se vira­li­za­ron en redes socia­les videos de médi­cos con pedi­dos deses­pe­ra­dos de ayu­da al Estado.

En el medio del caos, el 6 de abril se rele­vó a Aní­bal Cruz como minis­tro de salud quien había pro­yec­ta­do para los pró­xi­mos cua­tro meses en el país una catás­tro­fe de 3.840 muer­tes y 48.000 infec­ta­dos, con un pro­me­dio de mor­tan­dad de 8%, supe­rior al pro­me­dio mun­dial de 5%. Ade­más, sos­tu­vo que colap­sa­rían las camas de tera­pia inten­si­va y que su meta era redu­cir estas cifras a la mitad.

El nue­vo minis­tro de Salud es Mar­ce­lo Nava­jas, quien fue médi­co ofi­cial de la emba­ja­da de EEUU en Boli­via, y es pala­dín de la salud pri­va­da. Nava­jas se adue­ñó de los ser­vi­cios depar­ta­men­ta­les de salud, con el fin de ocul­tar infor­ma­ción sobre las cifras y el mane­jo de los fondos.

Nava­jas pre­sen­tó un “plan estra­té­gi­co nacio­nal” basa­do en 4 ejes: diag­nós­ti­co, ais­la­mien­to, hos­pi­ta­li­za­ción y moni­to­reo. Plan­teó no masi­fi­car los test como reco­mien­da la Orga­ni­za­ción Mun­dial de la Salud y endu­re­ció los requi­si­tos para su acce­so. Men­cio­nó alber­gues, hote­les, hos­pi­ta­les, para ais­la­mien­to, pero en Pisi­ga la gen­te está en car­pas en con­di­cio­nes infra­hu­ma­nas y en Mon­te­ro en gran­jas de pollos.

Nava­jas mini­mi­zó cíni­ca­men­te las pro­yec­cio­nes catas­tró­fi­cas de su ante­ce­sor: “Las pro­yec­cio­nes serán que en 5 años el mun­do ente­ro ha teni­do con­tac­to con el COVID-19 median­te vacu­na o no”. La pos­tu­ra de mini­mi­zar el virus sigue la línea nega­cio­nis­ta de Jair Bol­so­na­ro y Donald Trump, que puso a EEUU como epi­cen­tro del virus.

“No había equi­pa­mien­to, por más volun­tad que exis­ta de com­prar, no había dón­de com­prar, noso­tros no tenía­mos la prio­ri­dad en la com­pra a nivel mun­dial (…) está­ba­mos en lis­ta de espe­ra”, dijo. Pero fue Áñez quien expul­só a las bri­ga­das médi­cas cuba­nas espe­cia­lis­tas en catás­tro­fes y prohi­bió com­prar a Oru­ro y a Pan­do la medi­ci­na cuba­na, Inter­fe­rón alfa-2B.

La dic­ta­du­ra enca­be­za­da por Jea­ni­ne Áñez, que se auto­pro­rro­gó el man­da­to y pos­pu­so las elec­cio­nes gene­ra­les pro­gra­ma­das para el 3 de mayo, mon­tó un dis­cur­so mediá­ti­co de la desas­tro­sa “heren­cia reci­bi­da” del gobierno cons­ti­tu­cio­nal de Evo Mora­les y apro­ve­cha la cua­ren­te­na para hacer pro­se­li­tis­mo mien­tras la gen­te está en sus casas, toman­do deci­sio­nes en torno al rédi­to polí­ti­co, y no en fun­ción de sal­var vidas.

El COVID-19 es usa­do con el obje­ti­vo de per­pe­tuar­se en el poder y con­so­li­dar un pro­yec­to polí­ti­co neo­li­be­ral, en base a un férreo con­trol infor­ma­ti­vo, en un país don­de el 70% de la pobla­ción tra­ba­ja en la ven­ta ambu­la­to­ria y/​o son cuentapropistas.

En Beni, Cocha­bam­ba y San­ta Cruz se rom­pie­ron las cua­ren­te­nas por­que la gen­te salió a las calles a exi­gir ayu­da ali­men­ta­ria. Los exper­tos advier­ten sobre la inmi­nen­cia de una cri­sis ali­men­ta­ria por la ausen­cia de un Esta­do que garan­ti­ce el cul­ti­vo, la cose­cha, la redis­tri­bu­ción de los ali­men­tos y por la espe­cu­la­ción de los precios.

Hay un des­fa­se entre el dis­cur­so del gobierno y la reali­dad sani­ta­ria del país don­de no hay ni siquie­ra una cam­pa­ña seria de pre­ven­ción masi­va con­tra el COVID-19, mien­tras el con­ta­gio sigue en expan­sión. Ante la ausen­cia del Esta­do, hay una luz en la pobla­ción al reto­mar sus valo­res ances­tra­les de soli­da­ri­dad y reci­pro­ci­dad a tra­vés de sus orga­ni­za­cio­nes socia­les, sin­di­ca­les, barriales.

Antro­pó­lo­ga y eco­no­mis­ta, ana­lis­ta aso­cia­da al Cen­tro Lati­no­ame­ri­cano de Aná­li­sis Estratégico.

Itu­rria /​Fuen­te

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