Pales­ti­na. El gobierno sio­nis­ta no quie­re que los pales­ti­nos se auto­pro­te­jan: Deten­cio­nes y cie­rre de una clí­ni­ca en Jerusalén

Foto: En Tel Aviv, un enfer­me­ro judío reza hacia Jeru­sa­lén, mien­tras su com­pa­ñe­ro musul­mán reza hacia La Meca. 


La recien­te deten­ción en Jeru­sa­lén de altos res­pon­sa­bles pales­ti­nos por acti­vi­da­des «ile­ga­les» vin­cu­la­das con el nue­vo coro­na­vi­rus, y el cie­rre de una impro­vi­sa­da clí­ni­ca avi­van las ten­sio­nes entre israe­líes y pales­ti­nos sobre el esta­tus de la Ciu­dad Santa.

Des­de el prin­ci­pio de la cri­sis sanitaria,
res­pon­sa­bles pales­ti­nos afir­man que la pobla­ción de Jerusalén-Este,
sec­tor pales­tino de la ciu­dad ocu­pa­do y ane­xio­na­do por Israel, es
olvi­da­da por las auto­ri­da­des israe­líes en sus esfuer­zos por fre­nar la
pro­pa­ga­ción del virus. Por ello, Adnan Gheith, gober­na­dor pales­tino de Jeru­sa­lén, y Fadi al Had­mi, minis­tro pales­tino de Asun­tos de Esta­do, dicen haber inten­ta­do actuar para pro­te­ger a estos habitantes.

Sin
embar­go, a prin­ci­pios de abril fue­ron dete­ni­dos duran­te 24 horas por
haber tra­ta­do, según ellos, de adop­tar medi­das, como lle­var a cabo
ope­ra­cio­nes de desin­fec­ción. Y esta sema­na la poli­cía israe­lí cerró
una clí­ni­ca de detec­ción de la enfer­me­dad covid-19 en Sil­wan, barrio
popu­lar de Jeru­sa­lén-Este. La razón: estos tests fue­ron lle­va­dos a cabo
bajo la super­vi­sión de la Auto­ri­dad Pales­ti­na
, según la policía.

La pro­pa­ga­ción del coro­na­vi­rus pue­de en efec­to exa­cer­bar las ten­sio­nes polí­ti­cas en Jeru­sa­lén-Este, una de las zonas más afec­ta­das por el virus,
y que este sába­do regis­tró su pri­me­ra víc­ti­ma mor­tal: una mujer de 78
años, Nawal Abu Al Homos, que murió en un hos­pi­tal israe­lí de Jerusalén,
según el minis­te­rio pales­tino de Salud.

En el cen­tro de esta
polé­mi­ca está el esta­tus mis­mo de Jeru­sa­lén, uno de los temas más
espi­no­sos del con­flic­to israe­lo-pales­tino. Israel con­si­de­ra la ciudad
como su capi­tal «indi­vi­si­ble» mien­tras que los pales­ti­nos esperan
con­ver­tir a Jeru­sa­lén-Este en la capi­tal del Esta­do al que aspiran.

Ambas
par­tes se com­pro­me­tie­ron a pro­se­guir sus nego­cia­cio­nes sobre el estatus
de Jeru­sa­lén en el mar­co de los acuer­dos de Oslo, que también
per­mi­tie­ron la crea­ción de la la Auto­ri­dad Pales­ti­na. Hoy estas
con­ver­sa­cio­nes están en pun­to muer­to y el gobierno pales­tino considera
que Gheith y Had­mi deben ejer­cer su auto­ri­dad en la par­te este de la
ciu­dad. Pero los israe­líes, por su lado, con­si­de­ran a Jeru­sa­lén como
ínte­gra­men­te bajo su juris­dic­ción. «Cual­quier acti­vi­dad de la Autoridad
Pales­ti­na no coor­di­na­da o apro­ba­da por las auto­ri­da­des israe­líes, está
prohi­bi­da por la ley y la poli­cía debe impe­dir­la», insis­tió esta semana
el minis­te­rio israe­lí de Segu­ri­dad Públi­ca tras el cie­rre de la clínica
en Silwan.

Para la poli­cía israe­lí «son infrac­cio­nes reu­nir­se con
direc­to­res de hos­pi­ta­les en Jeru­sa­lén, hablar con la pren­sa, exhor­tar a
la gen­te a que­dar­se en casa para luchar con­tra el virus», se lamenta
Fadi al-Had­mi. «Nues­tro deseo es pro­por­cio­nar ayu­da a la pobla­ción de
Jeru­sa­lén-Este, olvi­da­da inten­cio­nal­men­te» por Israel, dice por su lado
Gheith.

En total, ade­más de la mujer falle­ci­da este sába­do, al menos 81 casos de per­so­nas infec­ta­das se han regis­tra­do en esta par­te de la ciudad,
según el minis­te­rio pales­tino de Salud. Israel ha imple­men­ta­do centros
de detec­ción en los barrios pales­ti­nos de Jeru­sa­lén tras una orden de la
Cor­te supre­ma, a la que recu­rrió una ONG de defen­sa de derechos
humanos.

Ya des­de antes de la covid-19, tan­to Gheith como Hadmi
esta­ban acos­tum­bra­dos a bre­ves deten­cio­nes. En dos años, fueron
arres­ta­dos varias veces por acti­vi­da­des polí­ti­cas «ile­ga­les». Israel
lle­va a cabo deten­cio­nes «para gra­bar en el espí­ri­tu de la pobla­ción la
idea de que la ciu­dad está some­ti­da a su auto­ri­dad
«, opi­na Gheith. Des­de 2001, Israel ha cerra­do más de 80 ins­ti­tu­cio­nes pales­ti­nas en Jeru­sa­lén, dice.

Y
des­de que Esta­dos Uni­dos reco­no­ció a Jeru­sa­lén como capi­tal de Israel
en diciem­bre de 2017, ponien­do fin a déca­das de diplomacia
esta­dou­ni­den­se y de con­sen­so inter­na­cio­nal, las auto­ri­da­des han
ace­le­ra­do sus esfuer­zos para «impe­dir cual­quier visi­bi­li­dad a los pales­ti­nos en Jeru­sa­lén” agrega.

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