Hon­du­ras. A Ber­ta Cáce­res la llo­ra has­ta el sol

Por Delia Ramí­rez*, Resu­men Lati­no­ame­ri­cano 3 de mar­zo de 2020

El ase­si­na­to de Ber­ta no tie­ne una expli­ca­ción úni­ca: moles­ta­ba a DESA, a las trans­na­cio­na­les, al fas­cis­mo y al orden patriar­cal. A cua­tro años del cri­men, su hijo, sus amigxs y com­pa­ñerxs man­tie­nen viva su lucha.

HOMENAJES Y VIGILIA EN ARGENTINA

Se cum­plen cua­tro años del ase­si­na­to de la lide­re­sa hon­du­re­ña Ber­ta Cáce­res, reco­no­ci­da a nivel inter­na­cio­nal por diri­gir una cam­pa­ña que apun­tó a evi­tar que una empre­sa de ener­gía, Desa­rro­llos Ener­gé­ti­cos Socie­dad Anó­ni­ma (DESA), cons­tru­ye­ra una repre­sa hidro­eléc­tri­ca en tie­rras indígenas. 

La media­no­che del 2 de mar­zo de 2016 sica­rios le dis­pa­ra­ron en su domi­ci­lio y lue­go esca­pa­ron. Ber­ta murió minu­tos des­pués en los bra­zos de un amigo.

El 2 de diciem­bre del año pasa­do la Jus­ti­cia decla­ró cul­pa­bles del ase­si­na­to a los res­pon­sa­bles mate­ria­les: los sica­rios, los acto­res más débi­les de la cade­na cri­mi­nal. En el ran­go inter­me­dio de res­pon­sa­bi­li­da­des hay ocho per­so­nas que no fue­ron con­de­na­das. Entre ellas, inte­gran­tes del ejér­ci­to y miem­bros de la empre­sa DESA. Todos gozan de con­ce­sio­nes, pri­vi­le­gios e impu­ni­dad, aún cuan­do exis­ten prue­bas con­tun­den­tes en su contra. 

Tam­po­co fue­ron juz­ga­dos ni inves­ti­ga­dos los máxi­mos res­pon­sa­bles, los auto­res inte­lec­tua­les, quie­nes par­ti­ci­pa­ron de la pla­ni­fi­ca­ción y el finan­cia­mien­to del cri­men. Entre ellos, se encuen­tran altos eje­cu­ti­vos de la empre­sa DESA, quie­nes ade­más son miem­bros de la pode­ro­sa fami­lia hon­du­re­ña Ata­la Zablah, con víncu­los con el gobierno y la indus­tria finan­cie­ra internacional.

La estra­te­gia del apa­ra­to repre­si­vo hon­du­re­ño es la dila­ción, el olvi­do, ade­más del mie­do como la prin­ci­pal herra­mien­ta de dis­ci­pli­na­mien­to. “En el pro­ce­so de la defen­sa del río hay otras per­so­nas que fue­ron ase­si­na­das y ni siquie­ra se inves­ti­gó por­que se tra­ta de per­so­nas que for­man par­te de la comu­ni­dad, son indí­ge­nas, gen­te que no goza de tan­ta visi­bi­li­dad, en Hon­du­ras la impu­ni­dad es uno de los prin­ci­pa­les fac­to­res que ase­gu­ra la con­ti­nui­dad de los ase­si­na­tos”, dice Sal­va­dor Zúñi­ga, hijo de Ber­ta y mili­tan­te com­pro­me­ti­do por la defen­sa de los bie­nes comu­nes y la memo­ria de la lideresa. 

Sal­va­dor vive en Argen­ti­na hace ya varios años. Aquí le tocó tran­si­tar la muer­te de su madre y el pos­te­rior due­lo. Lue­go del gol­pe de esta­do en Hon­du­ras (2009), dis­tin­tas orga­ni­za­cio­nes lo han cui­da­do y pro­te­gi­do. Sal­va­dor levan­ta en alto la lucha de su “mami”, como siem­pre la recuerda. 

El pasa­do y pre­sen­te de Hon­du­ras se carac­te­ri­za por una esca­la­da de vio­len­cia que pro­mue­ve una con­fu­sión en los tipos de crí­me­nes, por lo que se des­co­no­cen las cifras exac­tas de las per­so­nas ase­si­na­das como resul­ta­do del terro­ris­mo de Esta­do. “Los datos ofi­cia­les regis­tran menos per­so­nas de las que real­men­te fue­ron. Hay quie­nes han sido ase­si­na­dos en las mis­mas mar­chas, en esos casos hubo un reco­no­ci­mien­to, pero lue­go hay muchos otros en los que se dijo que fue por el cri­men orga­ni­za­do, por robo o por cri­men pasio­nal”, dice Sal­va­dor. En el caso de Ber­ta en las pri­me­ras hipó­te­sis se habló de inten­to de robo y de “cri­men pasio­nal”, ver­sio­nes que la resis­ten­cia orga­ni­za­da logró des­mon­tar en base a accio­nes y pre­sio­nes internacionales. 

Ber­ta no murió, se multiplicó

La resis­ten­cia nuclea­da alre­de­dor del Con­se­jo Cívi­co de Orga­ni­za­cio­nes Popu­la­res e Indí­ge­nas de Hon­du­ras (COPINH) pos­tu­ló la con­sig­na “A cua­tro años de la siem­bra de Ber­ta” como for­ma de rei­vin­di­car su vida y su lucha fren­te a un pro­yec­to de muer­te. Así, la figu­ra de Ber­ta Cáce­res es cada día que pasa más convocante.

“Sien­to ale­gría de ver cómo la vida de las per­so­nas no ter­mi­na en un ase­si­na­to sino que tie­ne que ver con el andar, el cami­nar, la ener­gía y la cos­mo­vi­sión de los pue­blos indí­ge­nas. Yo creo que todo eso habla de la vida de mi mami. Ella sen­tía en car­ne pro­pia la lucha de los pue­blos”, dice Salvador. 

En los dife­ren­tes tes­ti­mo­nios de quie­nes cono­cie­ron de cer­ca a Ber­ta hay coin­ci­den­cias que des­cri­ben a una mujer excep­cio­nal. La mili­tan­cia se afe­rra a can­tos que traen espe­ran­zas “Ber­ta vive, vive, la lucha sigue, sigue”. 

Tam­bién están quie­nes no se acos­tum­bran a su ausen­cia y deci­den no escon­der su tris­te­za. Yuri­ma, mili­tan­te de la Orga­ni­za­ción Fra­ter­nal Negra Hon­du­re­ña, hija de Miriam Miran­da, otra lide­re­sa que pade­ce la per­se­cu­ción y ame­na­za sis­te­má­ti­ca en ese país, dice: “Ber­ta Cáce­res para mi mamá fue una mujer muy impor­tan­te, no solo una com­pa­ñe­ra de lucha, una her­ma­na, una cóm­pli­ce. La muer­te de Ber­ta para mi mamá fue un gol­pe muy duro que has­ta el sol de hoy la llo­ra. Recor­dar­la es sinó­ni­mo de lucha y de com­pro­mi­so con el pue­blo”. Yuri­ma ha asu­mi­do la lucha por la memo­ria de Ber­ta como otra for­ma de cui­dar tam­bién a su mamá. 

Muchos recuer­dan a Ber­ta como una lucha­do­ra ambien­ta­lis­ta. Pero sus ami­gos, ami­gas y segui­do­res van más allá: guar­dia­na de la vida, com­pro­me­ti­da con la defen­sa de los bie­nes comu­nes, los pue­blos indí­ge­nas, y pro­fun­da­men­te inter­na­cio­na­lis­ta, muy cer­ca­na a la lucha de El Sal­va­dor, tam­bién gol­pea­do por una his­to­ria de mili­ta­ri­za­ción y ase­dio imperialista. 

“Pen­sar en Ber­ta no es solo un acto de nos­tal­gia, tie­ne muchos sen­ti­dos. Cree­mos que hay tareas que tie­nen que ver con la memo­ria, por ejem­plo jus­ti­cia. Jus­ti­cia para Marie­lle Fran­co, para cada una de las com­pa­ñe­ras ase­si­na­das en femi­ci­dios terri­to­ria­les rea­li­za­dos para fre­nar la lucha de las comu­ni­da­des y de los pue­blos. Un apor­te que nos hizo Ber­ta es rei­vin­di­car la dig­ni­dad de la lucha de las muje­res ori­gi­na­rias”, dice Clau­dia Korol, refe­ren­te de Pañue­los en Rebel­día, cer­ca­na a Ber­ta por la con­fluen­cia del femi­nis­mo comu­ni­ta­rio y la nece­si­dad de abra­zar a Hon­du­ras tras el vio­len­to gol­pe de Esta­do que des­ti­tu­yó al enton­ces pre­si­den­te Manuel Zela­ya en 2009. 

Ber­ta asu­mió una lucha con­tra el gol­pis­mo y es por eso que su ase­si­na­to no tie­ne una expli­ca­ción úni­ca: moles­ta­ba a DESA, a las trans­na­cio­na­les, al fas­cis­mo y al orden patriar­cal. El gol­pe a Hon­du­ras fue el pri­me­ro de otros que vinie­ron des­pués en Amé­ri­ca Lati­na de modo enca­de­na­do en el siglo XXI: Para­guay (2012), Bra­sil (2016), Boli­via (2019) y tan­tos inten­tos de des­es­ta­bi­li­za­ción de las frá­gi­les democracias. 

En Argen­ti­na hubo varias acti­vi­da­des de home­na­je des­de el pasa­do jue­ves. En ese con­tex­to, Clau­dia Korol seña­ló: “Pen­sar que se mul­ti­pli­có no es una con­sig­na sino que es traer­la a los desa­fíos actua­les, a las luchas de hoy. Es enten­der que no hay lucha sin ale­gría y no hay lucha sin rebel­día. De las múl­ti­ples Ber­tas me gus­ta recor­dar la Ber­ta Rebel­de, la que se para­ba fren­te a un poli­cía, caía pre­sa y con picar­día nos desa­fia­ba a seguir luchan­do. En este momen­to, hace 4 años, Ber­ta esta­ba en un taller de ener­gías reno­va­bles y hoy esta­mos acá en un taller tra­tan­do de reno­var las ener­gías”, sin­te­ti­zó Korol. 

En las últi­mas horas del domin­go 1 de mar­zo, para reci­bir la fecha del ani­ver­sa­rio, un gru­po de per­so­nas se reu­nió fren­te a la Emba­ja­da de Hon­du­ras en Bue­nos Aires para rea­li­zar una vigi­lia artís­ti­ca, para pedir jus­ti­cia y cele­brar su lega­do. Las siem­pre cerra­das puer­tas de la Emba­ja­da de Hon­du­ras no han podi­do impe­dir que lle­ga­ra el gri­to de Ber­ta: Des­per­te­mos huma­ni­dad, ¡ya no hay tiempo!”.

*Antro­pó­lo­ga social. Mili­tan­te de Movi­mien­to 138. Colec­ti­vo de resis­ten­cia cultural.

Por Cose­cha Roja

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