Desas­tre colo­nial en Puer­to Rico

Por Hedel­ber­to López Blanch, Resu­men Lati­no­ame­ri­cano, 3 mar­zo 2020.-

A lo lar­go de la his­to­ria nun­ca ha sido un secre­to que las metró­po­lis han con­tro­la­do las colo­nias para satis­fa­cer sus intere­ses polí­ti­cos, eco­nó­mi­cos o mili­ta­res, mien­tras que los paí­ses bajo esa domi­na­ción pade­cen nume­ro­sas nece­si­da­des. Ese es el caso de Puer­to Rico, que des­de 1898 y toda­vía en este siglo XXI su pue­blo vive bajo la égi­da de Esta­dos Unidos.

Aun están fres­cas para el mun­do aque­llas imá­ge­nes trans­mi­ti­das por los medios de comu­ni­ca­ción cuan­do des­pués de los hura­ca­nes Irma y María en 2017 que arra­sa­ron la Isla, el pre­si­den­te esta­dou­ni­den­se Donald Trump lle­gó a Puer­to Rico y en vez de otor­gar apo­yo eco­nó­mi­co y finan­cie­ro, lo que hizo fue lan­zar paque­tes de papel higié­ni­co a varios puertorriqueños. 

Los habi­tan­tes de esa isla del Cari­be pade­cie­ron y aun afron­tan inmen­sas nece­si­da­des por los estra­gos de los ciclo­nes que pro­vo­ca­ron más de miles de muer­tos y heri­dos, des­tru­ye­ron vivien­das, incre­men­ta­ron la fal­ta de agua pota­ble y ali­men­tos y colap­sa­ron el sis­te­ma eléctrico.

Para incre­men­tar las des­gra­cias, recien­te­men­te un fuer­te terre­mo­to afec­tó ese terri­to­rio que oca­sio­nó daños con­si­de­ra­bles al país.

Medio año antes del paso de los hura­ca­nes, la colo­nia ya pade­cía una enor­me cri­sis eco­nó­mi­co-finan­cie­ra que Washing­ton no ayu­dó a resol­ver y el país se decla­ró en una espe­cie de quie­bra, pues la deu­da exte­rior se fija­ba en más de 73 000 millo­nes de dólares.

El enton­ces gober­na­dor, Ricar­do Ros­se­lló, infor­mó que tomó la deci­sión de soli­ci­tar­le a la Jun­ta de Super­vi­sión Fis­cal (JSF) impues­ta por el Con­gre­so de Esta­dos Uni­dos des­de junio 30 de 2016, que se aco­gie­ra a la pro­tec­ción del Titu­lo III para tra­ba­jar en for­ma estruc­tu­ra­da e inten­tar can­ce­lar los pagos bajo los pará­me­tros del plan fiscal.

Recor­de­mos que la JSF fue ins­tau­ra­da debi­do a la cri­sis de la deu­da públi­ca puer­to­rri­que­ña con el obje­ti­vo de rees­truc­tu­rar las cuen­tas de la colo­nia, deno­mi­na­da eufe­mís­ti­ca­men­te des­de 1952, Esta­do Libre Aso­cia­do (ELA)

La Jun­ta tie­ne bajo su con­trol las finan­zas de Puer­to Rico y osten­ta la potes­tad de poner en mar­cha pla­nes de aus­te­ri­dad, refor­mar la legis­la­ción del país cari­be­ño y ajus­tar sus prio­ri­da­des económicas.

El Títu­lo III de la Ley para la Super­vi­sión, tam­bién cono­ci­da como Ley Pro­me­sa, pre­vé un pro­ce­so super­vi­sa­do de rees­truc­tu­ra­ción al no lograr los acree­do­res y el Gobierno acuer­dos para los pagos de deu­da. Por tan­to, el país tie­ne que rees­truc­tu­rar par­te de su deu­da en los tribunales.

Una de las con­se­cuen­cias de los desas­tres natu­ra­les que han gol­pea­do al país, es que miles de puer­to­rri­que­ños han aban­do­na­do la Isla y se han ido a Esta­dos Uni­dos para tra­tar de paliar la ago­bian­te situa­ción, pero en el Nor­te los con­si­de­ran como ciu­da­da­nos de segun­da cate­go­ría por lo que les resul­ta difí­cil encon­trar trabajo.

En Puer­to Rico, el 45 % de los ciu­da­da­nos vive por deba­jo de la línea de pobre­za y hay una tasa de des­em­pleo del 19%. Espe­cia­lis­tas indi­can que bajo la teo­ría del endeu­da­mien­to pro­gre­si­vo, el país tie­ne una infra­es­truc­tu­ra y una apa­rien­cia de moder­ni­dad que hace que muchos se con­fun­dan cuan­do lo visi­tan por un tiem­po breve.

Ante la enor­me deu­da que sobre­pa­sa los 75 000 millo­nes de dóla­res, el gobierno y la JSF decre­ta­ron recor­tes por cer­ca de 2 000 millo­nes de dóla­res al gas­to públi­co anual has­ta fina­les del 2020 (cer­ca del 20 % del pre­su­pues­to actual) y de 2 500 millo­nes has­ta 2025.

Asi­mis­mo se dis­mi­nu­ye­ron las pres­ta­cio­nes socia­les, bene­fi­cios labo­ra­les y dere­chos adqui­ri­dos; fue­ron cerra­das dece­nas de escue­las y aumen­tó el cos­te de la uni­ver­si­dad públi­ca. Sólo el 40% de la pobla­ción adul­ta tra­ba­ja o bus­ca empleo (el res­to no apor­ta o lo hace en la eco­no­mía sumer­gi­da). La inver­sión ha caí­do un 20 % y los acti­vos ban­ca­rios en 40 %.

Una recien­te encues­ta de la Comu­ni­dad del Cen­so esti­mó que en 28 de los barrios del sur más cer­ca­nos al epi­cen­tro del recien­te terre­mo­to, la mitad de las fami­lias tie­nen ingre­sos por deba­jo de los están­da­res fede­ra­les de pobreza.

La nece­si­dad eco­nó­mi­ca en esa zona es dra­má­ti­ca. En Guá­ni­ca, Gua­ya­ni­lla, Mari­cao, Peñue­las, ocho de cada 10 fami­lias viven en la pobreza.

Los datos indi­can que el deno­mi­na­dor común en toda esa zona es que más de la mitad de las per­so­nas son pobres.

En algu­nos luga­res las cifras son alar­man­tes pues la pobre­za infan­til en Guá­ni­ca lle­ga al 83%, mien­tras, que en Peñue­las, Pon­ce, Gua­ya­ni­lla las tasas se sitúan en 69 % (sie­te de cada 10). En todo Puer­to Rico es de 57 %.

Mien­tras esto ocu­rre, según datos de orga­ni­za­cio­nes socia­les, en la últi­ma déca­da las sub­si­dia­rias nor­te­ame­ri­ca­nas han extraí­do del país, 330 000 millo­nes de dóla­res, prác­ti­ca­men­te sin pagar impuestos.

Sin auto­no­mía polí­ti­co-eco­nó­mi­ca, sobe­ra­nía ni inde­pen­den­cia, los puer­to­rri­que­ños no tie­nen deci­sión algu­na sobre su país, pero sí pue­den ser­vir en el ejér­ci­to de Esta­dos Uni­dos como lo han hecho en Irak, Siria, Afga­nis­tán y otras dece­nas de luga­res en don­de muchos han per­di­do la vida.

Tris­te papel le ha toca­do a la úni­ca colo­nia de habla his­pa­na que que­da en toda Amé­ri­ca Lati­na y El Caribe.

Itu­rria /​Fuen­te

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