Por Mariano Pacheco/revista
Zoom/Resumen Latinoamericano
Entrevista
al diputado nacional y dirigente del Movimiento Evita. Unidad, expectativas y
contradicciones de un gobierno gestado en la oposición.
Hace
su recibimiento en el Congreso como si se tratara de una entrevista cualquiera
en una Unidad Básica: saluda distendido, ofrece mate, bromea junto a sus
asesores. También allí, como en cualquier local territorial, hay un cuadro con
el rostro de Eva Perón. Leonardo Grosso tiene 36 años y desde hace casi una
década es Diputado Nacional del Movimiento Evita. Estudió Ciencia Política en
la Universidad Nacional de San Martín, sitio del Conurbano donde se lo conoce
por sus intervenciones la frente de la Campaña Nacional Contra la Violencia
Institucional.
En
esta conversación con Zoom, reflexiona sobre la particularidad de ser un
Diputado “de los Movimientos Populares”, sus vínculos con otros parlamentarios
de la izquierda, la relación entre peronismo y diversidad sexual y su posición
frente a la deuda externa. Un diálogo a fondo con un militante que pasó de la
militancia territorial al Congreso.
En
tu caso sos hoy en día Diputado nacional, como el resto de tus 256 colegas,
pero además de integrante del Frente de Todos tenes la particularidad de ser
uno de los seis “Diputados de los Movimientos Populares”. ¿Considerás alguna
diferencia en ese sentido o es lo mismo que cualquier otro parlamentario que
llegó en la boleta por otro sector del peronismo?
En
el actual Congreso ha aumentado la representación de los Movimientos Populares
y yo eso lo vivo como una necesidad de asumir un mayor compromiso. Pasamos de
un bloque de cinco Diputados del Movimiento Evita a uno de seis de los
distintos Movimientos Populares, y eso implica mayor diversidad. Estamos
nosotros pero también el Movimiento Popular La Dignidad, la Corriente Clasista
y Combativa, el Frente Patria Grande y el Partido País de Misiones; la
composición es hoy en día mucho más variopinta, y esto tiene que ver con el
fuerte proceso de pelea en las calles que los movimientos sociales le dieron al
macrismo en los últimos cuatro años. Eso implica mayor responsabilidad, porque
si bien los movimientos tienen más representación parlamentaria, aún no hay una
representación real del sector social, porque los diputados y diputadas que
estamos ya veníamos participando en política y, en general, pertenecemos a los
sectores medios. Ahí veo una deuda pendiente importante de esta democracia:
lograr que los sectores populares estén sentados acá en el parlamento
representando sus propios intereses. De ahí la doble responsabilidad: trabajar
para abrir, no entender nuestra presencia como un punto de llegada sino de
partida, para perforar las instituciones, traer las demandas de los sectores
que históricamente estuvieron relegados de los lugares donde se toman las
decisiones en la Argentina. Y así venimos tratando de hacerlo. Hace unos años,
por ejemplo, comenzamos a instalar la agenda contra la violencia institucional
y trabajar sobre los modos de entender la justicia, los derechos humanos que
quizás antes no estaba, que es la mirada de los sectores populares sobre estos
temas: los casos de gatillo fácil, los pibes que no entran en las políticas de
derechos humanos vinculada a la pelea que dieron nuestras Madres y Abuelas y
los organismos. Después asumimos la agenda de la economía popular, una vez que
se logró construir ese ideario político y ese proyecto, e incorporamos la
Emergencia Social, la Ley de Barrios Populares e incluso la Emergencia
Alimentaria, que hoy es utilizada como herramienta legal por este, nuestro
gobierno, para resolver uno de los peores legados que deja el macrismo que es
el hambre en la Argentina.
Todos
los Diputados de los Movimientos Populares ingresaron por la lista del Frente
de Todos. Pero más allá de eso, ¿hay algún tipo de coordinación formal entre
ustedes?
Si,
hay una articulación que es casi natural, porque todos venimos de la calle, nos
cruzamos en los territorios y por ejemplo, ahora, todas las organizaciones a
las que pertenecemos estamos construyendo la UTEP como espacio de
sindicalización de la economía popular, por todo eso hay una inteligencia común
mucho más aceitada. Y también hay una coordinación de hecho que implica que, entre
todos y todas, nos ayudemos a impulsar los ejes de la economía popular en el
Congreso. Como siempre, cuesta, pero entendemos que vale la pena porque la
coalición de la que somos parte, el Frente de Todos, es hoy gobierno y el
presidente de la Nación habló de la economía popular cuando asumió el 10 de
diciembre del año pasado, cosa que no había sucedido nunca en la historia de la
Argentina. Entendemos que ésta es una buena oportunidad para acompañarnos en
los distintos proyectos que los Diputados y Diputadas de los Movimientos
Populares vamos instalando, en una lógica escalonada, para ir instalando los
temas con mayor fuerza.
¿Qué
pasa con los Diputados de la izquierda? Se supone, en principio, que habría un
horizonte más o menos común entre una
mirada de izquierda y la de un peronismo que lucha por la justicia social. Sin
embargo, por ejemplo respecto del tema de la deuda, no fue posible compartir
una misma plaza entre esa izquierda y estos movimientos populares. ¿Cómo es
entonces esa relación en el parlamento?
Yo
particularmente tengo una relación excelente, tanto con Nicolás del Caño como
con Romina del Plá y consolidamos un vínculo y una articulación política
durante los años macristas, donde todo era
mucho más fácil porque nos unía el espanto, pero por supuesto tenemos
miradas muy diferentes de cómo creemos que hay que abordar la resolución de los
problemas que tiene el país, pero eso no me impide –ni a mí ni al resto de los
Diputados y Diputadas de los Movimientos Populares e incluso otros del Frente
de Todos– ver que ahí hay también sectores populares representados, con otras
estrategias, pero que con sus aciertos y sus errores intentan llevar adelante
una agenda popular dentro del Congreso.
Algo
similar se podría pensar respecto de la consigna del “No Pago de la Deuda
Externa”, ¿no? Digo: fue una consigna histórica de las izquierdas pero
compartida por el peronismo también en los años ochenta, cuando se cuestionaba
la legitimidad de la deuda adquirida por la dictadura. Y hoy en día hay muchas
organizaciones sociales que están reclamando en las calles que se atienda a esa
consigna que dice que “La deuda es con el pueblo”. ¿Cómo se tramita ese planteo
por parte de los Diputados de los Movimientos Populares? O al menos en tu caso…
No,
sí, está bien. Mirá, nosotros lo tenemos muy en claro: hay que negociar y el
gobierno tiene ese mandato para hacerlo. Guzmán fue muy claro y ahí coincidimos
plenamente. Y la movilización que hicimos el 12 de febrero frente al Congreso
coincide con el planteo del ministro de Economía y del presidente de la Nación.
En un país quebrado la prioridad es resolver la pobreza. En un país en el que
mueren niños en Salta y existen serios problemas de desnutrición en el
Conurbano Bonaerense, la prioridad es resolver eso, no pagarle a los bonistas
extranjeros. Entonces: ¿qué dice Guzmán? Que para pagar hay que crecer, porque
ningún país en proceso de descalabro económico puede sostener un compromiso de
pago a los acreedores, así que en definitiva ahí hay una confluencia de intereses.
Y de lo que nosotros intentamos dar cuenta en la movilización del 12 de febrero
tiene que ver con eso. Primero: que el Fondo Monetario en Argentina nunca es
bienvenido. El FMI volvió por una decisión política de Cambiemos, que generó
una de las estafas financieras más importantes de la Argentina, que fue ese
préstamo en el que el 90 o 95% del dinero fue girado al exterior para meterlo
en la bicicleta financiera. Entonces: Argentina recibió el préstamo, cumplió
las condiciones que imponía el FMI, pero ese dinero no sólo no se invirtió en
el país sino que sirvió a la especulación financiera y la economía del país se
derrumbó. Ahí hay responsabilidades claras: del gobierno de Macri, del Fondo
Monetario Internacional y de los especuladores financieros, que son quienes
deben hacerse cargo, y no el pueblo argentino.
Ahora
te quería llevar a otro tema: el de las luchas por la diversidad en la
Argentina contemporánea. Y su relación con la historia del peronismo. Digo: en
los años setenta hubo figuras y procesos emblemáticos, como Néstor Perlongher y
el Frente de Liberación Homosexual, que intentaron acercarse al peronismo, pero
el resultado fue por demás complicado, para decirlo diplomáticamente. ¿Cómo ves ese vínculo hoy, en pleno siglo
XXI?
Y,
está mucho más saldada la discusión. Pero quiero aclarar que, si bien en
aquella ocasión el resultado fue muy malo, se venía de una historia diferente.
Hay un proceso de organización histórico en nuestro país mucho más desarrollado
que en otros y está claramente vinculado al movimiento popular en la Argentina,
y al peronismo. Las primeras reuniones de homosexuales en este país estaban
habilitadas por los contactos que tenían muchos compañeros con los sindicatos,
que prestaban los lugares para poder juntarse: los ferroviarios, por ejemplo. Y
eso sentó las bases materiales, objetivas, para crear en Argentina la primera
organización de homosexuales de América Latina, que se crea a fines de los
sesenta y permite que se comience a desarrollar la Marcha del Orgullo en este país.
O vos recién mencionabas a Perlongher y el FLH, que se vinculó al peronismo y
marchó a Ezeiza a recibir a Perón tras el regreso de su exilio, más allá de que
luego –por las contradicciones que iban metiendo otros sectores en el
movimiento– ese proceso no pudo avanzar. Y ya más cerca en el tiempo, el otro
capítulo importante en la historia de nuestra comunidad se dio con el
kirchnerismo. Si bien había un proceso de acumulación que venía desde los años
ochenta, con la CHA, Carlos Jáuregui y todas las peleas que se fueron dando a
lo largo y ancho del territorio nacional, la realidad es que la Ley de
Matrimonio Igualitario, y la Ley de Identidad de Género, son dos puntos de
acumulación que se producen en el contexto de una nueva oleada de conquista de derechos, en un
proceso de avance de las mayorías populares. Por eso peronismo y comunidad
están directamente vinculadas. Eso, por un lado.
Por
otro lado, yo siempre planteo mi posición política en un sentido más general:
no hay forma de resolver los problemas de un sector de la sociedad, de una
minoría, como a veces se plantea, si no se resuelven los intereses de las
mayorías. En esos intereses y en el destino del pueblo argentino está el
destino de nuestra comunidad, no veo otra posibilidad. Es falso el camino que
propone el liberalismo, que supone que es posible resolver individualmente los
problemas. Y lo vimos durante los cuatro años macristas, aumentó no sólo la
discriminación sino incluso los crímenes de odio cometidos contra las personas
trans, por ejemplo. ¿Por qué? Y, porque la descomposición social no ayuda en
ningún caso a resolver la integración que necesitamos para construir un mundo
con igualdad y con justicia.
Por
último te quería preguntar sobre la situación actual. El gobierno del Frente de
Todos está dando sus primeros pasos. Vos, como parte del proceso del que formás
parte, ¿qué pensás? ¿Qué entienden que se puede hacer hoy en la Argentina tal
como está en estas condiciones?
La
situación es muy complicada pero ahí tenemos una coincidencia enorme con algo
que dijo Alberto durante toda la campaña y que sigue diciendo ahora también,
que es que hay que recuperar la Argentina empezando por los de abajo, y de ahí
ir a buscar a todos. Esa inversión de las prioridades que había que hacer en la
Argentina, nos parece, es el camino. El camino no va a ser la lluvia de
inversiones, no lo fue nunca en la historia de este país. El camino es
robustecer el mercado interno, generar empleo de pico y pala, como decimos
nosotros. El camino es poner el centro de la escena la capacidad política y
productiva que tiene la economía popular para reconstruir tejido social e
incorporar al trabajo a millones de personas en un corto período de tiempo. Por
ahí está el camino que nosotros entendemos tiene que transitar la Argentina
para recuperar su economía, su capacidad de empezar a soñar un país distinto. Y
en eso tenemos una coincidencia plena. Sabemos que no va a ser sencillo y estamos dispuestos a poner
el hombro y el pecho para laburar y sacar el país adelante. Pero también
entendemos que todo ese proceso debe estar acompañado por la fortaleza de una
enorme coalición política que construimos no lo speronistas, no los del Frente
de Todos, solamente, sino el pueblo argentino como estrategia para salir de la
crisis a la que nos había llevado Cambiemos. Esta es la primera vez, al menos
que yo recuerde, que se sale de una crisis económica enorme sin estallido
social, sino con alternativa política, y en esto coinciden también un montón de
compañeros, de analistas y economistas. En término de retroceso de los derechos
de los sectores populares y destrucción de la economía nacional, la crisis que
generó el macrismo no tiene nada que envidiar a la crisis de 2001 y de 1989,
pero con unidad y aprendizaje se logró encontrar una salida política, y es un
trofeo que debemos atesorar como pueblo, porque habla de su maduración. Porque
la crisis no la pagan los que viven en los countries sino los que menos tienen.
Los muertos en la Plaza de Mayo no lo ponen los sectores altos de la sociedad.
Los que se beneficiaron con el macrismo son los que aprietan un botón y se
llevan la plata de la Argentina, o se van a vivir a Europa. Los nuestros no, se
queda acá, con el hambre y la miseria que estos sectores adinerados generaron.
Pero esa respuesta política tiene que ser asumida como un primer paso. Eso
generó expectativas, y ahora esas expectativas tienen que ser cumplidas. Por
eso hay que seguir sosteniendo esa consigna de que la deuda es con el pueblo.
Esa
coalición que logró derrotar al macrismo en las urnas la integran una amplia
amalgama de movimientos populares, como quizá no se había visto en períodos
anteriores, pero también a personajes como Felipe Solá y Sergio Massa. ¿Qué
pasa con esas contradicciones?
A
mí me parece que está bien, que era necesario lograr esa amplitud, y me
encanta. Creo que hay que seguir incluso buscando ampliar ese gran frente que
construimos, inédito, porque participaron de él sectores que nunca en la
historia había participado junto al peronismo, como la CCC y otras que incluso nunca había participado
electoralmente y se sumaron a ser parte de esta gran gesta que fue ponerle fin
al neoliberalismo en Argentina de una manera democrática. Y creo que esa ha
sido la estrategia del campo popular en Argentina, no sólo ahora sino en otros
momentos, sea que se llame peronismo, FREJULI {Frente Justicialista de
Liberación, en 1973}, kirchnerismo o Frente de Todos. Son grandes coaliciones
populares que se proponen enfrentar a los sectores que siempre vienen a hacer
lo mismo: rapiñar los recursos, dejar todo roto e irse.