Eco­no­mía mun­dial: se pro­fun­di­zan los pro­ble­mas x Rolan­do Astarita

Cre­ci­mien­to de la deuda

Ade­más, para finan­ciar las cons­truc­cio­nes de vivien­das y pro­yec­tos de infra­es­truc­tu­ra, los gobier­nos loca­les crea­ron miles de “vehícu­los de finan­cia­mien­to” que toma­ron dine­ro de ban­cos esta­ta­les, mer­ca­dos de bonos e ins­ti­tu­cio­nes diver­sas. El resul­ta­do es que la deu­da total de Chi­na se ha cua­dru­pli­ca­do des­de 2007, alcan­zan­do 28 billo­nes de dóla­res a mitad de 2014, y la mitad está vin­cu­la­da al sec­tor hipo­te­ca­rio (McKin­sey Glo­bal Ins­ti­tu­te). En tan­to, los ingre­sos de los gobier­nos loca­les depen­den, en un 35%, de la ven­ta de tie­rras, y los pre­cios están en baja. Para ali­viar la situa­ción, recien­te­men­te el Ban­co Popu­lar de Chi­na ha per­mi­ti­do que los ban­cos pre­sen­ten como cola­te­ra­les para prés­ta­mos del ban­co cen­tral los bonos emi­ti­dos por los gobier­nos loca­les, y que los vehícu­los de finan­cia­mien­to vuel­van a tomar deu­da para los gobier­nos loca­les. Pero son par­ches; sigue pen­dien­te una masi­va des­va­lo­ri­za­ción de las pro­pie­da­des inmo­bi­lia­rias.

Para­le­la­men­te, el gobierno tra­tó de amor­ti­guar la caí­da en el sec­tor inmo­bi­lia­rio ali­men­tan­do una bur­bu­ja bur­sá­til. Rela­jó con­tro­les, y se lan­za­ron cam­pa­ñas masi­vas en los medios para alen­tar a los inver­so­res medios a apos­tar a la bol­sa. El resul­ta­do fue que los pre­cios de las accio­nes aumen­ta­ron en el año que va a julio de 2015 por fue­ra de toda rela­ción con los fun­da­men­tos de la eco­no­mía. Toda­vía en abril y mayo el 40% de las com­pras de accio­nes lo eran con cré­di­to, y había gen­te que lle­ga­ba a ven­der su casa para inver­tir en el mer­ca­do. Los pre­cios subie­ron, pero se tra­tó de una rique­za fic­ti­cia; no había crea­ción de valor que la res­pal­da­ra. Las empre­sas esta­ta­les tam­bién están fuer­te­men­te endeu­da­das. Según el Minis­te­rio de Finan­zas, en 2013 la deu­da acu­mu­la­da equi­va­lía a 10,7 billo­nes de dólares.

Dada esta mon­ta­ña de deu­das, una defla­ción podría ser una situa­ción desas­tro­sa. Es que a medi­da que bajan los pre­cios, aumen­ta el peso de las deu­das con­traí­das. Sume­mos toda­vía el pro­ble­ma del carry tra­de, que con­sis­te en endeu­dar­se con ban­cos extran­je­ros a tasas rela­ti­va­men­te bajas y lue­go inver­tir en acti­vos nomi­na­dos en yua­nes, de mayor ren­di­mien­to. El nego­cio está en embol­sar la dife­ren­cia. Años del yuan ata­do al dólar, y tasas bajas en EEUU, impul­sa­ron a muchos espe­cu­la­do­res a invo­lu­crar­se en un masi­vo carry tra­de. El BIS cal­cu­la que el endeu­da­mien­to de Chi­na por esta vía se mul­ti­pli­có por cin­co des­de 2008, lle­gan­do en 2015 a 1,1 billo­nes de dóla­res. La deva­lua­ción aumen­ta el peso de la deu­da que tie­nen las empre­sas chi­nas, que aho­ra deben pagar más yua­nes para liqui­dar sus repa­gos en dólares.

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