Señora:
Antes de ingresar a las FARC fuimos mujeres desprotegidas por la sociedad, principalmente por las estructuras de poder, a las que usted pertenece; pero gracias a que encontramos un espacio en la lucha guerrillera, no caímos en ese oficio tan promocionado y despreciado por la sociedad. Pudimos encontrar una solución a nuestra marginalidad y nos volvimos guerreras contra la descomposición de todos los sectores de la sociedad, que día a día va aumentando más por culpa de todos esos fenómenos que el capital y el Estado promueven.
A pesar que nacimos en la cuna de la pobreza, jamás nos dejamos atropellar por la fantasía del mercantilismo y del modernismo sin fronteras.
Señora, qué poco conoce de nuestras vidas, no se deje dominar por el odio y reflexione, no se ponga a inventar ofensas contra nosotras, cosas que usted sabe que son mentiras. Hable de paz, de los cambios sociales para la reconciliación, no calumnie a otras mujeres porque esa actitud la hace discriminadora y defensora de conductas patriarcales.
No olvide que cuando usted solicitaba votos no reparaba en los oficios de los votantes. Muchas mujeres, obligadas por las políticas económicas a desempeñar ese oficio, aumentaron la votación por usted y nunca hizo reproches a ese voto. ¿Cuál es su interés en calificarnos a la mayoría de las mujeres guerrilleras como provenientes de la prostitución? ¿Descalificar nuestra lucha? ¿Mostrarnos como mercancía? Sepa usted que nuestro cuerpo es libre y no lo negociamos, ni permitimos que abusen de él, para eso portamos un fusil en nuestras manos y para enfrentar la violencia de gobiernos, paramilitares y políticos burgueses.
Somos revolucionarias, antes de ser guerrilleras fuimos campesinas, obreras, estudiantes, trabajadoras domésticas, mujeres colombianas soñadoras de justicia y de una patria en paz.
La Habana, 30 de enero de 2015.