“Dos años de “Gue­rra Eco­nó­mi­ca”: una mira­da retros­pec­ti­va al Esta­do vene­zo­lano”- Chris Gilbert

Muchos mar­xis­tas acep­tan un aná­li­sis limi­ta­do del Esta­do capi­ta­lis­ta que lo carac­te­ri­za como un sen­ci­llo ins­tru­men­to de domi­na­ción de cla­se. Aquí están siguien­do a Lenin, quien colo­ca esta tesis en el cen­tro de su indu­da­ble­men­te bri­llan­te El Esta­do y la revo­lu­ción . Sin embar­go, la idea no logra cap­tar lo que es más espe­cí­fi­co de la socie­dad bur­gue­sa moder­na: el nue­vo índi­ce de sepa­ra­ción entre lo eco­nó­mi­co y lo polí­ti­co. En el modo de pro­duc­ción capi­ta­lis­ta, la eco­no­mía cobra un gra­do de auto­no­mía has­ta enton­ces des­co­no­ci­do de la esfe­ra polí­ti­ca. A dife­ren­cia de las cla­ses domi­nan­tes ante­rio­res, la bur­gue­sía en reali­dad pue­de ejer­cer su domi­na­ción, en gran medi­da, a tra­vés de pre­sio­nes eco­nó­mi­cas, sin ape­lar direc­ta­men­te al poder del Estado.

Así lo demues­tra la his­to­ria del capi­ta­lis­mo. Como Ellen Meik­sins Wood ha mos­tra­do de mane­ra con­vin­cen­te en su tra­ba­jo sobre el ori­gen del capi­ta­lis­mo, éste nació en la Ingla­te­rra rural en los siglos XVI y XVII . En con­tra­po­si­ción con sus con­tem­po­rá­neos fran­ce­ses y holan­de­ses, los terra­te­nien­tes ingle­ses de aque­lla épo­ca no ejer­cían gran poder polí­ti­co, que se con­cen­tra­ba más bien en la figu­ra del rey y en el par­la­men­to. Lo que sí tenían eran gran­des exten­sio­nes de tie­rra y dere­chos de pro­pie­dad cla­ra­men­te defi­ni­dos. Con las pre­sio­nes del mer­ca­do que lle­ga­ron a ejer­cer­se en este con­tex­to, sur­gió un nue­vo pro­ce­so que con­du­jo a la diná­mi­ca revo­lu­cio­na­ria del capi­ta­lis­mo, sobre todo al empu­je capi­ta­lis­ta para incre­men­tar la pro­duc­ti­vi­dad [ 1 ] .

La teo­ría mar­xis­ta más correc­ta del Esta­do capi­ta­lis­ta no es la de Lenin (teo­ría que no pres­ta sufi­cien­te aten­ción a la for­ma en que la bur­gue­sía ejer­ce su domi­na­ción) sino que se encuen­tra esbo­za­da en tex­tos del joven Marx como Sobre la cues­tión judía (1844) y La Sagra­da Fami­lia (1844) . Lo que estos escri­tos tem­pra­nos expli­can es cómo la igual­dad for­mal y los dere­chos for­ma­les en los que se basa el Esta­do capi­ta­lis­ta –y que de hecho equi­va­len a una suer­te de neu­tra­li­dad del Esta­do que no es mera­men­te ilu­so­ria– sus­ten­tan la domi­na­ción eco­nó­mi­ca bur­gue­sa. Si el Esta­do capi­ta­lis­ta garan­ti­za un impe­rio de la ley y un dere­cho a la pro­pie­dad pri­va­da que se apli­ca de mane­ra igual a todos, pue­de man­te­ner un terreno de jue­go en el que –por “pare­jo” que sea– los bur­gue­ses siem­pre van a ganar. Por lo tan­to, este Esta­do extra­ña­men­te neu­tral, que asu­me el papel de árbi­tro for­mal en un régi­men mer­can­til, no es un ins­tru­men­to direc­to de domi­na­ción de cla­se, aun­que sí ase­gu­ra las fun­da­cio­nes de esta domi­na­ción [2].

Dos diná­mi­cas polí­ti­cas en el Pro­ce­so Bolivariano

La neu­tra­li­dad polí­ti­ca como carac­te­rís­ti­ca del Esta­do moderno capi­ta­lis­ta, ¿qué nos dice acer­ca de Vene­zue­la y su situa­ción actual? El Esta­do vene­zo­lano pue­de tener sus par­ti­cu­la­ri­da­des –un alto gra­do de cen­tra­li­za­ción a la raíz del ren­tis­mo petro­le­ro y una his­to­ria de asis­ten­cia­lis­mo social que data de la déca­da de los 40– pero no deja de ser, por estas razo­nes, ejem­plo de un Esta­do capi­ta­lis­ta en casi todos los sen­ti­dos. Sin embar­go, para ser más pre­ci­sos, debe­mos reco­no­cer que en la Vene­zue­la con­tem­po­rá­nea exis­te una doble diná­mi­ca. Por un lado, duran­te el Pro­ce­so Boli­va­riano, el Esta­do comen­zó a con­tro­lar más estre­cha­men­te la indus­tria petro­le­ra y a dis­tri­buir una par­te de la ren­ta a tra­vés de pro­gra­mas socia­les de salud, edu­ca­ción y vivien­da. Pues­to que estos últi­mos pasa­ron a ser gra­tui­tos y garan­ti­za­dos para amplios sec­to­res de la pobla­ción, se cons­ti­tu­yó un inter­ven­cio­nis­mo radi­cal y una ver­da­de­ra des­mer­can­ti­li­za­ción de cier­tos valo­res de uso cla­ve. Así, en algu­nas áreas espe­cí­fi­cas , se defi­nió un rum­bo dife­ren­te a la típi­ca neu­tra­li­dad capitalista.

Sin embar­go, esta no es la his­to­ria com­ple­ta: los ele­men­tos más cons­pi­cuos de la eco­no­mía nacio­nal –el comer­cio, las finan­zas y la pro­duc­ción limi­ta­da– con­ti­núan ope­ran­do de acuer­do con la diná­mi­ca capi­ta­lis­ta de siem­pre, mien­tras que el Esta­do res­guar­da el sis­te­ma legal y los dere­chos de pro­pie­dad que garan­ti­zan la con­ti­nui­dad de su fun­cio­na­mien­to. El Esta­do vene­zo­lano actual, en efec­to, defien­de el ámbi­to del inter­cam­bio y la pro­pie­dad pri­va­da que son bási­cos para la ope­ra­ción de la eco­no­mía capi­ta­lis­ta: en este sen­ti­do, el Esta­do cum­ple con la neu­tra­li­dad que abri­ga la domi­na­ción capi­ta­lis­ta. Vemos aquí que el Esta­do vene­zo­lano se ha limi­ta­do –y esta ha sido la esen­cia de muchas de las cam­pa­ñas que ha impul­sa­do el Pre­si­den­te Madu­ro en 2013 y 2014, inclu­yen­do la pro­mul­ga­ción recien­te de las 28 leyes habi­li­tan­tes– a asu­mir­se como pro­pul­sor del desa­rro­llo y como árbi­tro de “pre­cios jus­tos” en la ven­ta de la fuer­za de tra­ba­jo y deter­mi­na­dos pro­duc­tos. Aquí, a efec­tos prác­ti­cos, la “igual­dad de con­di­cio­nes” tan que­ri­da por la bur­gue­sía se ha mantenido.

Las modes­tas ambi­cio­nes del gobierno vene­zo­lano con res­pec­to al grue­so de la acti­vi­dad eco­nó­mi­ca, aun­que nun­ca fue­ron muy cla­ras, se han des­di­bu­ja­do aun más en el últi­mo par de años con el dis­cur­so poco cien­tí­fi­co que se ha usa­do fren­te a la “Gue­rra Eco­nó­mi­ca”: la esca­sez e infla­ción galo­pan­te que han afec­ta­do al país des­de fina­les del 2012. En el dis­cur­so guber­na­men­tal se ha per­di­do de vis­ta la for­ma sis­te­má­ti­ca e indi­rec­ta en que la bur­gue­sía ejer­ce su domi­na­ción. Los pro­ble­mas con­cep­tua­les se mues­tran en dos áreas. Pri­me­ro, el gobierno pro­mue­ve una res­pues­ta a la gue­rra eco­nó­mi­ca pero vaci­la al defi­nir al enemi­go: ¿Son los espe­cu­la­do­res (una frac­ción de la cla­se bur­gue­sa) o son los que colo­can los valo­res de cam­bio por enci­ma de los valo­res de uso (toda la cla­se)? A veces el gobierno lle­ga a decir que las masas deben movi­li­zar­se con­tra la gue­rra eco­nó­mi­ca , olvi­dan­do que si la figu­ra de la gue­rra es correc­ta, éstas debe­rían movi­li­zar­se con­tra el enemi­go y no con­tra la gue­rra en sí mis­ma. Segun­do, hay una ten­den­cia por par­te del gobierno y de los medios de comu­ni­ca­ción esta­ta­les a des­co­no­cer el gra­do en que la “gue­rra eco­nó­mi­ca” se engra­na con la diná­mi­ca nor­mal y espon­tá­nea del capi­ta­lis­mo en la que el obje­ti­vo es maxi­mi­zar el bene­fi­cio (obje­ti­vo que es, pura y sim­ple­men­te, la razón de ser de la cla­se bur­gue­sa y no encie­rra una moti­va­ción política).

Es posi­ble que el gobierno sim­ple­men­te pre­fie­ra la ambi­güe­dad en su dis­cur­so ya que le preo­cu­pa que la cla­ri­dad exce­si­va sobre quién es el adver­sa­rio y cuá­les son los moti­vos en la “gue­rra eco­nó­mi­ca ” pudie­ran evi­den­ciar el gra­do de cola­bo­ra­ción (o inclu­so par­ti­ci­pa­ción) de algu­nos cha­vis­tas en la ofen­si­va eco­nó­mi­ca con­tra el pue­blo. Por un lado, si se defi­ne bien al enemi­go, el públi­co saca­ría la cuen­ta de que el enemi­go tie­ne sus alia­dos y su red de apo­yo en el gobierno y el Esta­do. Por otro lado, si se reco­no­cie­ra que uno de los moto­res prin­ci­pa­les en la gue­rra eco­nó­mi­ca es la diná­mi­ca evi­den­te­men­te espon­tá­nea y apo­lí­ti­ca de bus­car las ganan­cias más altas, esto mos­tra­ría cómo y por qué tan­to escuá­li­dos como cha­vis­tas par­ti­ci­pan en ella.

Tác­ti­cas equi­vo­ca­das en la Gue­rra Económica

Lo que es tris­te es que la fal­ta de cla­ri­dad del gobierno es inne­ce­sa­ria y peli­gro­sa. Como tér­mino, “gue­rra eco­nó­mi­ca” no es total­men­te ideo­ló­gi­co, ya que más allá de la acti­vi­dad nor­mal de la mayo­ría de los acto­res eco­nó­mi­cos, que se basa en la bús­que­da apo­lí­ti­ca y espon­tá­nea de ganan­cias, hay que fijar­se en la acti­vi­dad de los sec­to­res más altos de la bur­gue­sía. Estos han acu­mu­la­do enor­mes acti­vos en dóla­res en el exte­rior (des­vian­do la ren­ta petro­le­ra con fal­sas impor­ta­cio­nes o saqueo finan­cie­ro) y bus­can su entra­da en el país. Son un gru­po de inte­rés con la capa­ci­dad de nin­gu­near el mer­ca­do legal de divi­sas; su pre­sión –com­bi­na­da con la corrup­ción de algu­nos fun­cio­na­rios y el empu­je des­de los medios de comu­ni­ca­ción pri­va­dos para minar el Bolí­var como por­ta­dor de valor– abre la bre­cha entre los dos tipos de cam­bio con el fin polí­ti­co de lograr una libe­ra­li­za­ción y dola­ri­za­ción total de la economía.

Por esta razón el gobierno debe­ría defi­nir mejor su enemi­go: la oli­gar­quía finan­cie­ra y comer­cial vene­zo­la­na, que es la que pro­mue­ve polí­ti­ca­men­te la gue­rra eco­nó­mi­ca. Lo que es sor­pren­den­te es que, a dife­ren­cia de Chá­vez que por lo gene­ral decla­ma­ba con­tra la oli­gar­quía, como regla gene­ral Madu­ro tien­de a fijar la mira­da en sec­to­res más lla­nos de la bur­gue­sía (recien­te­men­te inclu­so pro­po­nien­do des­na­cio­na­li­zar a los ten­de­ros inmi­gran­tes que espe­cu­lan). Al mis­mo tiem­po, públi­ca­men­te hace la paz con figu­ras oli­gár­qui­cas como Loren­zo Men­do­za y deja la ban­ca efec­ti­va­men­te fue­ra del alcan­ce de su recien­te legis­la­ción. Hay que recor­dar que la pre­ci­sión y cui­da­do al defi­nir al enemi­go en cada paso del pro­ce­so polí­ti­co (como mos­tró Mao Tse-Tung antes de tomar el poder en 1949 y tal vez algu­nos años des­pués) es cla­ve para la acción polí­ti­ca efectiva.

Pue­de que en este momen­to el gobierno vene­zo­lano no esté en con­di­cio­nes de avan­zar con­tra una eco­no­mía capi­ta­lis­ta y de modi­fi­car sig­ni­fi­ca­ti­va­men­te el papel del Esta­do como garan­te de su fun­cio­na­mien­to. Sin embar­go, el gobierno come­te un gra­ve error al no res­pon­der con accio­nes con­tun­den­tes al ata­que con fines polí­ti­cos que vie­ne del sec­tor más alto de la bur­gue­sía. Lo más pro­ba­ble es que el gobierno podría atraer a la peque­ña bur­gue­sía como alia­da del blo­que popu­lar y tra­ba­ja­dor –que debe ser la base del movi­mien­to cha­vis­ta– si real­men­te se pro­pu­sie­se actuar con­tra los ban­que­ros y mono­po­lis­tas más pode­ro­sos de Vene­zue­la (con inde­pen­den­cia del color polí­ti­co que pro­fe­sen). Por el con­tra­rio, si el gobierno deja este Esta­do Mayor eco­nó­mi­co intac­to mien­tras se dis­trae por los pre­cios altos y la espe­cu­la­ción –y plan­tea el desa­rro­llo pro­duc­ti­vo como sali­da mági­ca a la lucha de cla­ses – , enton­ces está dan­do indi­ca­cio­nes de optar por una revo­lu­ción pasi­va : es decir, un sim­ple ajus­te que se lle­va a cabo en alian­za con y no en con­tra de los más poderosos.

Notas:

[ 1 ] Ellen Meik­sins Wood, The Ori­gins of Capi­ta­lism: A Lon­ger View, Ver­so, 2002.

[2] Michael Hein­rich, Crí­ti­ca de la Eco­no­mía Polí­ti­ca : Una intro­duc­ción a El Capi­tal de Marx , Esco­lar y Mayo Edi­to­res, Madrid, 2008, cfr. capt. 11.

Chris Gil­bert es pro­fe­sor de Estu­dios Polí­ti­cos en la Uni­ver­si­dad Boli­va­ria­na de Venezuela.

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