Por qué ingre­sé a las filas de las FARC-EP- Cindy Cai­ce­do, gue­rri­lle­ra del Blo­que Mar­tín Caballero

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Así somos los gue­rri­lle­ros faria­nos, hom­bres y muje­res de car­ne y hue­so con pro­fun­dos sen­ti­mien­tos, ale­grías, triun­fos y sufrimientos. 

En los medios de comu­ni­ca­ción se habla insis­ten­te­men­te del reclu­ta­mien­to de meno­res por par­te de nues­tra orga­ni­za­ción, sien­do esta una difa­ma­ción más, que no toma en cuen­ta los con­tex­tos, y sobre la que es nece­sa­rio pronunciarse.

En mi caso soy de ori­gen cam­pe­sino, mi fami­lia es muy pobre, vivía­mos en el cam­po, mi papá admi­nis­tra­ba una fin­ca de café. Esas tie­rras per­te­ne­cían a un terra­te­nien­te que tras explo­tar al máxi­mo a mis padres, al ver que sus tie­rras esta­ban pro­du­cien­do bue­nas ganan­cias, nos echó mal pagan­do lo que habían tra­ba­ja­do, obli­gán­do­nos a irnos para el pue­blo a pasar nece­si­da­des. Somos varios her­ma­nos, mi papá se puso a jor­na­lear, y los ingre­sos eran muy pre­ca­rios. Que­rían dar­nos estu­dio a todos pero en este país es impo­si­ble que un padre de fami­lia con un míse­ro sala­rio y una madre lavan­do ropa aje­na, pue­dan faci­li­tar los medios bási­cos de sub­sis­ten­cia a sus cua­tro hijos y ade­más ver­los lle­gar a la Universidad.

Somos tres her­ma­nas de las cua­les yo soy la menor. Mi padre nos matri­cu­ló en el cole­gio, pero el sala­rio sola­men­te le alcan­za­ba para finan­ciar uni­for­mes y zapa­tos a las mayo­res, enton­ces a mi me toca­ba aguan­tar­me el rega­ño de la pro­fe­so­ra por­que no iba con el uni­for­me y los zapa­tos que exi­gían, lo mis­mo ocu­rría con libros y cua­der­nos. Por esta razón cuan­do cono­cí las FARC-EP y los obje­ti­vos por los cua­les lucha­ba, no dudé en pedir el ingre­so a las filas guerrilleras.

Aho­ra dígan­me esti­ma­dos lec­to­res, ¿sí será jus­to que en nues­tra Colom­bia, un país con tan­ta rique­za, exis­ta tan­ta mise­ria? Es aquí, en estos temas, don­de los medios de la des­in­for­ma­ción hacen oídos sor­dos. Sola­men­te hacen pro­pa­gan­da negra a la gue­rri­lla, des­na­tu­ra­li­zan­do la ver­dad de nues­tra cau­sa, con­sis­ten­te en la lucha por el buen vivir del pue­blo colombiano.

Deci­dí escri­bir sobre cuá­les fue­ron los moti­vos que me lle­va­ron a ingre­sar, por­que den­tro de todo ese cúmu­lo de des­in­for­ma­ción que hay, se dicen una can­ti­dad de men­ti­ras para des­pres­ti­giar nues­tra orga­ni­za­ción ante el pue­blo. Aquí se ingre­sa cons­cien­te­men­te, cada quien pide el ingre­so volun­ta­ria­men­te al movi­mien­to, es men­ti­ra que aquí se trai­ga la gen­te obli­ga­da, o que a los cam­pe­si­nos se les pida cuo­ta fami­liar para engro­sar nues­tras filas. Eso no es así. Sería impo­si­ble para una fuer­za gue­rri­lle­ra como las FARC-EP tener a alguien aquí obli­ga­do, todos los com­ba­tien­tes lle­gan a filas por su pro­pia decisión.

Cuan­do alguien pide ingre­so se le pre­gun­ta la edad y si es menor no se le incor­po­ra a filas, ya que es una vio­la­ción a las nor­mas de reclu­ta­mien­to. Tam­bién se le inda­ga sobre su esta­do de salud, si sufre algu­na enfer­me­dad. Se le expli­ca pun­to por pun­to nues­tro regla­men­to, los debe­res y los dere­chos de los com­ba­tien­tes, se le acla­ra que a filas se lle­ga por tiem­po inde­fi­ni­do, se le da tiem­po para que lo pien­se bien, por­que ingre­sar a la gue­rri­lla es un paso tras­cen­den­tal. Por eso esta deci­sión debe ser cons­cien­te. Des­pués del ingre­so hay un cur­so bási­co polí­ti­co-mili­tar, don­de el nue­vo com­ba­tien­te es entre­na­do para afron­tar la vida gue­rri­lle­ra ele­gi­da por él.

Aquí apren­de­mos la ver­da­de­ra his­to­ria de Colom­bia. Ade­más nos ense­ñan mate­má­ti­cas, geo­gra­fía, comu­ni­ca­cio­nes, enfer­me­ría, odon­to­lo­gía, filo­so­fía, eco­no­mía polí­ti­ca y otros docu­men­tos para for­ta­le­cer­nos ideo­ló­gi­ca­men­te y tener la capa­ci­dad de enfren­tar todas las difi­cul­ta­des peque­ñas y gran­des que en esta lucha de resis­ten­cia hay que desa­fiar. Una de las cosas más impor­tan­tes es que aquí se tra­ba­ja a dia­rio para derro­tar el anal­fa­be­tis­mo, ya que aquí lle­gan muchos com­ba­tien­tes que no tuvie­ron la posi­bi­li­dad de apren­der a leer y escri­bir. En estos casos la preo­cu­pa­ción es por instruirlos.

Lo mejor que tie­ne el Ejér­ci­to del Pue­blo es que nues­tros man­dos son muy huma­nos y res­pe­tuo­sos con sus subal­ter­nos; ellos han pasa­do por todas las situa­cio­nes que se dan en la gue­rra como cual­quier com­ba­tien­te. Se con­vier­ten en segun­dos padres, ya que una de sus mayo­res preo­cu­pa­cio­nes es pre­ci­sa­men­te la tro­pa. Es res­pon­sa­bi­li­dad del man­do sacar­las airo­sas, triun­fan­tes, y guiar­las por el mejor camino. En las FARC-EP la vida y el bien­es­tar de cada uno de los com­ba­tien­tes es impor­tan­te. Nos infun­den el valor ante el enemi­go de cla­se, pero tam­bién nos incul­can el res­pe­to por él, por los pri­sio­ne­ros de gue­rra y por sus heri­dos. Son cien­tos de veces en las que nues­tros enfer­me­ros han cura­do a sol­da­dos y poli­cías heri­dos en combate.

El gue­rri­lle­ro debe ser inte­gral. No solo nos dedi­ca­mos a com­ba­tir, tam­bién a recrear­nos, estu­diar y tra­ba­jar. Don­de hay con­di­cio­nes pro­du­ci­mos nues­tros pro­pios ali­men­tos. El tra­ba­jo y el estu­dio aquí son una cons­tan­te. Por su lado, la recrea­ción exis­te, pero la pode­mos lograr cuan­do la situa­ción de orden públi­co nos favorece.

Así somos los gue­rri­lle­ros faria­nos, hom­bres y muje­res de car­ne y hue­so con pro­fun­dos sen­ti­mien­tos, ale­grías, triun­fos, sufri­mien­tos y tam­bién pade­ce­mos gran­des tris­te­zas cuan­do vemos caer nues­tros com­pa­ñe­ros de lucha. Sin embar­go, la vida que han entre­ga­do nues­tros héroes revo­lu­cio­na­rios, tam­bién nos da fuer­zas para seguir luchan­do por esa segun­da y defi­ni­ti­va inde­pen­den­cia con la que todos soñamos.

Por eso hoy es per­ti­nen­te recor­dar las pala­bras de nues­tro coman­dan­te Alfon­so Cano: “Aquí en las FARC nadie esta ami­la­na­do, esta­mos abso­lu­ta­men­te lle­nos de dig­ni­dad, de moral, de moral de combate”.

¡Hemos jura­do ven­cer y venceremos!
Mon­ta­ñas de Colom­bia, 30 de octu­bre de 2014

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