La Meda­lla de Oro de Nava­rra, para el movi­mien­to obre­ro- Miguel A Lla­mas “pit­tu”

indizea

Mien­tras comía­mos, ha sur­gi­do el deba­te. El vino y los maria­ni­tos ante­rio­res han sol­ta­do nues­tras len­guas y nos hemos atre­vi­do a decir esas cosas que no son polí­ti­ca­men­te correc­tas den­tro de la izquier­da, pero que todos sabe­mos: hubo quie­nes duran­te el Fran­quis­mo, pese a no ser pre­ci­sa­men­te des­afec­tos al Régi­men, hicie­ron “cosas bue­nas” por Nava­rra. Es decir, y que que­de entre noso­tros, que no fue­ron unos autén­ti­cos bas­tar­dos todo el rato de su vida. Que aun­que se apro­ve­cha­ran de la Dic­ta­du­ra para hacer­se ricos o vivir con extra­or­di­na­ria pla­ci­dez, como diría Mayor Ore­ja, de vez en cuan­do hacían algo “bueno” que sería bien recor­da­do por la pro­le, por el pue­blo llano.

Me estoy refi­rien­do a Felix Huar­te. No quie­ro entrar en el deba­te de si era o no una bue­na per­so­na. Estoy segu­ro de que sus alle­ga­dos, ami­gos y demás afir­ma­rán que lo era, y no voy a poner­lo en duda. El padre o el abue­lo de cada uno siem­pre es el mejor.

Pero una cosa es lo que la fami­lia y los ami­gos le reco­noz­can a uno, y otra muy dis­tin­ta que una ins­ti­tu­ción públi­ca como el Gobierno de Nava­rra te entre­gue una meda­lla. Por cier­to, una Meda­lla de Oro ya bas­tan­te deva­lua­da, ya que hace unos años les fue entre­ga­da a UGT, CCOO y la CEN. Pero bueno, un reco­no­ci­mien­to públi­co al fin y al cabo.

La obs­ti­na­ción del Gobierno de Nava­rra es, ade­más de una afren­ta para los fami­lia­res de los escla­vos que con­tru­ye­ron a las órde­nes de Huar­te el infa­me Monu­men­to a los Caí­dos, una bur­la al movi­mien­to obre­ro de Nafa­rroa. Por­que se vie­ne a decir que este per­so­na­je fue la pie­za cla­ve de la indus­tria­li­za­ción del herrial­de, y a mi me pare­ce que ya está bien de comul­gar con rue­das de molino. Que siem­pre han sido los empre­sa­rios, los empren­de­do­res o los lis­ti­llos apro­ve­cha­dos que se arri­man al árbol que mejor som­bra da, lla­mé­mos­les como que­rais, los que han saca­do este país pa´lante. Y ¿qué hay de la cla­se obre­ra? ¿Quié­nes eran las que mane­ja­ban las máqui­nas, los que ponían la fuer­za de tra­ba­jo, los que morían en los acci­den­tes labo­ra­les? ¿Quié­nes eran las que todos los días madru­ga­ban para ir a las fábri­cas y pro­du­cir esos bie­nes de con­su­mo con los que los patro­nos hacían nego­cio obte­nien­do la con­sa­bi­da plusvalía?

Pues ya es hora de recor­dar que fue esa cla­se obre­ra la que con su lucha nos legó una serie de dere­chos, aho­ra tan recor­ta­dos y tan txi­ki­ti­tos que casi ni se ven por cul­pa de las mil y una vuel­ta de tuer­ca del neo­li­be­ra­lis­mo. Gen­te que con una capa­ci­dad de lucha y una entre­ga enor­me salió a la calle, hizo huel­gas, se enfren­tó al patrón, a la poli­cía y a los gober­nan­tes para mejo­rar sus con­di­cio­nes de tra­ba­jo y la socie­dad en gene­ral. Los y las que lucha­ron por unos ser­vi­cios públi­cos como la edu­ca­ción y la sani­dad, por las 40 horas labo­ra­les, por la segu­ri­dad en el pues­to de tra­ba­jo, con­tra la con­ta­mi­na­ción, por unas vivien­das dignas…

Si alguien se mere­ce una meda­lla de oro esa es la socie­dad nava­rra que duran­te el fran­quis­mo luchó por los dere­chos de la ciu­da­da­nía y por la liber­tad. En sus pues­tos de tra­ba­jo o en la calle, sacan­do ade­lan­te a sus fami­lias o edu­can­do en otros valo­res a las gene­ra­cio­nes que hoy esta­mos invi­ta­das a seguir con sus luchas en todos los ámbitos.

Nun­ca pre­mia­rán a esa cla­se tra­ba­ja­do­ra quie­nes día si y día tam­bién tra­tan de anu­lar­la para man­te­ner sus pri­vi­le­gios. Sola­men­te pre­mia­rán a los sin­di­ca­tos que han aban­do­na­do las trin­che­ras de la luchas de cla­ses para ocu­par sillo­nes millo­na­rios en con­se­jos de dia­lo­go social. A los otros, palos y más palos.

Pero si alguien se mere­ce una meda­lla de oro esa es la socie­dad nava­rra que duran­te el fran­quis­mo luchó por los dere­chos de la ciu­da­da­nía y por la liber­tad. En sus pues­tos de tra­ba­jo o en la calle, sacan­do ade­lan­te a sus fami­lias o edu­can­do en otros valo­res a las gene­ra­cio­nes que hoy esta­mos invi­ta­das a seguir con sus luchas en todos los ámbitos.

Por lo tan­to, que se dejen de meda­llas y de reco­no­ci­mien­tos extem­po­rá­neos y escu­chen lo que les dice la calle: bas­ta de recor­tes y de des­truc­ción de empleo y teji­do indus­trial, bas­ta de hacer nego­cio a nues­tra cos­ta, bas­ta de robar­nos y vaciar las arcas públi­cas, dejad de arra­sar los ser­vi­cios públi­cos, ¡que se vayan todos!

¡Si es que toda­vía les ten­dría­mos que “escla­vi­zar” para demo­ler el Monu­men­to a los Caí­dos! Pero noso­tros nun­ca cae­re­mos tan bajo, esa no será nues­tra ven­gan­za. Nues­tra ven­gan­za será crear una nue­va socie­dad basa­da en valo­res de jus­ti­cia y soli­da­ri­dad. Y no lo hare­mos por una medalla.

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