Emily Morris: Cuba ha demos­tra­do que la eco­no­mía socia­lis­ta es posible

La experiencia de los antiguos países del CAME ha demostrado que el éxito de la transición de la economía socialista a la de mercado no está garantizado y que los costos sociales pueden ser altos. Visto sin ideas preconcebidas, el caso cubano sugiere que otra manera podría ser posible, a pesar de todo. La expe­rien­cia de los anti­guos paí­ses del CAME ha demos­tra­do que el éxi­to de la tran­si­ción de la eco­no­mía socia­lis­ta a la de mer­ca­do no está garan­ti­za­do y que los cos­tos socia­les pue­den ser altos. Vis­to sin ideas pre­con­ce­bi­das, el caso cubano sugie­re que otra mane­ra podría ser posi­ble, a pesar de todo. En la ima­gen, La Haba­na al ama­ne­cer. Foto: Lady­re­ne Pérez/​Cuba­de­ba­te

Por Dra Emily Morris*

¿Cuál es el vere­dic­to sobre la eco­no­mía de Cuba, casi un cuar­to de siglo des­pués de la caí­da del blo­que sovié­ti­co? La his­to­ria que gene­ral­men­te se cuen­ta es sen­ci­lla, con un men­sa­je cla­ro. En ella se des­cri­be una alter­nan­cia cícli­ca de la polí­ti­ca guber­na­men­tal entre momen­tos de capi­tu­la­ción prag­má­ti­ca a las fuer­zas del mer­ca­do, que eran res­pon­sa­bles de todos los pro­gre­sos, y los perío­dos de rigi­dez ideo­ló­gi­ca y la reafir­ma­ción del con­trol del Esta­do, que son res­pon­sa­bles de todas las difi­cul­ta­des eco­nó­mi­cas [1]. Des­pués de la diso­lu­ción del blo­que comer­cial CAME, los obser­va­do­res nor­te­ame­ri­ca­nos de Cuba esta­ban segu­ros de que la eco­no­mía socia­lis­ta esta­tal enfren­ta­ría un colap­so inmi­nen­te. “Cuba nece­si­ta una tera­pia de cho­que, un cam­bio rápi­do a los mer­ca­dos libres”, decla­ra­ron. La res­tau­ra­ción del capi­ta­lis­mo en la isla era “inevi­ta­ble”; cual­quier demo­ra entra­ña­ría no sólo obs­ta­cu­li­zar el desem­pe­ño eco­nó­mi­co, sino que sería infli­gir gra­ves cos­tos huma­nos y des­acre­di­tar los logros socia­les de Cuba. Dada su obs­ti­na­da nega­ti­va a embar­car­se en un cur­so de la libe­ra­li­za­ción y pri­va­ti­za­ción, la “hora final” de Fidel Cas­tro había, por fin, lle­ga­do. [2] El pro­ble­ma con este razo­na­mien­to es que la reali­dad ha fra­ca­sa­do visi­ble­men­te en cum­plir con sus pre­dic­cio­nes. A pesar de que Cuba enfren­tó excep­cio­nal­men­te gra­ves con­di­cio­nes, sufrió el peor shock externo en com­pa­ra­ción con cual­quie­ra de los miem­bros del blo­que sovié­ti­co y, gra­cias al lar­go embar­go eco­nó­mi­co de los EEUU, ha enfren­ta­do un entorno úni­co hos­til a nivel inter­na­cio­nal, su eco­no­mía ha teni­do resul­ta­dos pare­jos con otros que per­te­ne­cie­ron al CAME, ocu­pan­do el déci­mo ter­cer lugar entre los 27 de los cua­les el Ban­co Mun­dial tie­ne datos com­ple­tos. Como mues­tra la Figu­ra 1, su tra­yec­to­ria de cre­ci­mien­to ha segui­do la ten­den­cia gene­ral para las “eco­no­mías en tran­si­ción”: una pro­fun­da rece­sión a prin­ci­pios de los noven­ta, segui­do de una recu­pe­ra­ción que demo­ró alre­de­dor de una déca­da en res­tau­rar la ren­ta nacio­nal per cápi­ta real a su nivel de 1990, aumen­tan­do apro­xi­ma­da­men­te el 40 por cien­to por enci­ma de ella en 2013. [3]

Producto Interno Bruto real percápita, Cuba y las economías en transición, 1990-2013Pro­duc­to Interno Bru­to real per­cá­pi­ta, Cuba y las eco­no­mías en tran­si­ción, 1990 – 2013 

No hay duda de que los cuba­nos han sufri­do gra­ves difi­cul­ta­des des­de 1990, pero en tér­mi­nos de resul­ta­dos socia­les, otros paí­ses del CAME lo han pasa­do peor. Como se mues­tra en la Figu­ra 2, la tasa de mor­ta­li­dad infan­til de Cuba en 1990 era del 11 por mil, ya mucho mejor que la nor­ma del CAME; para el año 2000 se había redu­ci­do a sólo el 6 por mil, una mejo­ra más rápi­da de lo que muchos de los paí­ses de Euro­pa cen­tral que se habían refu­gia­do bajo las alas de la Unión Euro­pea. Hoy en día es de 5 por mil, mejor que los EE.UU., de acuer­do con esti­ma­dos de la ONU, y muy por enci­ma del pro­me­dio de Amé­ri­ca Lati­na. Datos de espe­ran­za de vida, que se mues­tran en la Figu­ra 3, dan un pano­ra­ma simi­lar: en Cuba, la espe­ran­za de vida se ele­vó de 74 a 78 años en el trans­cur­so de la déca­da de 1990, a pesar de un lige­ro aumen­to en las tasas de mor­ta­li­dad para los gru­pos vul­ne­ra­bles duran­te los más difí­ci­les años de la cri­sis. Mien­tras tan­to, en los otros miem­bros del CAME, el aumen­to de la pobre­za con­tri­bu­yó a que se redu­je­ra el pro­me­dio de 69 a 68 años. Hoy Cuba tie­ne la mayor expec­ta­ti­va de vida entre todos los ex miem­bros del blo­que sovié­ti­co, y entre los más altos de Amé­ri­ca Latina.

Tasas de mortalidad infantil, países seleccionados, 1990-2010Tasas de mor­ta­li­dad infan­til, paí­ses selec­cio­na­dos, 1990 – 2010 
Esperanza de vida al nacer, países seleccionados, 1990-2012.Espe­ran­za de vida al nacer, paí­ses selec­cio­na­dos, 1990 – 2012. 

La opi­nión de Miami

Estos resul­ta­dos han sido pasa­dos por alto en gran medi­da por los espe­cia­lis­tas prin­ci­pa­les fue­ra de la isla, un gru­po mayo­ri­ta­ria­men­te finan­cia­do y asen­ta­do en los Esta­dos Uni­dos, y abru­ma­do­ra­men­te domi­na­do por émi­gré ‘Cuba­nó­lo­gos’, como se defi­nen a sí mis­mos, que son pro­fun­da­men­te hos­ti­les al régi­men de La Haba­na. [5] Las prin­ci­pa­les figu­ras des­de 1970 han inclui­do a Car­me­lo Mesa-Lago de la Uni­ver­si­dad de Pit­ts­burgh, “el Decano de los Estu­dios de Cuba” y autor de más de trein­ta libros; y su fre­cuen­te coau­tor Jor­ge Pérez-López, direc­tor de asun­tos eco­nó­mi­cos inter­na­cio­na­les para el Depar­ta­men­to de Tra­ba­jo de Esta­dos Uni­dos, un nego­cia­dor cla­ve del Tra­ta­do de Libre Comer­cio de Amé­ri­ca del Nor­te (TLCAN) y a la cabe­za por muchos años de la Aso­cia­ción para el Estu­dio de la Eco­no­mía Cuba­na (ASCE). La publi­ca­ción anual de la ASCE, “Cuba en Tran­si­ción”, publi­ca­da des­de Mia­mi, ofre­ció una serie de esque­mas para la rees­truc­tu­ra­ción de la eco­no­mía de la isla siguien­do patro­nes capi­ta­lis­tas. Como el títu­lo de su revis­ta sugie­re, los cuba­nó­lo­gos tra­ba­ja­ron con las supo­si­cio­nes de la “eco­no­mía en tran­si­ción”, que sur­gió como una rama de la eco­no­mía del desa­rro­llo en la déca­da de 1990 para ges­tio­nar la aper­tu­ra de los anti­guos paí­ses del CAME al capi­tal occi­den­tal. Este mode­lo, a su vez se basó en el mar­co del Con­sen­so de Washing­ton, que había cris­ta­li­za­do alre­de­dor de las refor­mas neo­li­be­ra­les impues­tas a paí­ses de Amé­ri­ca Lati­na por el FMI y el Ban­co Mun­dial en los 1980s. [6] Sus pres­crip­cio­nes de polí­ti­cas cen­tra­das en la aper­tu­ra de la eco­no­mía a los flu­jos mun­dia­les de capi­tal, la pri­va­ti­za­ción de acti­vos esta­ta­les, la des­re­gu­la­ción de pre­cios y sala­rios y recor­tes al gas­to social, el pro­gra­ma imple­men­ta­do a tra­vés de Euro­pa cen­tral y Orien­tal, así como gran par­te de la anti­gua Unión Sovié­ti­ca, por tec­nó­cra­tas y ase­so­res del FMI, el Ban­co Mun­dial, el BERD (Ban­co Euro­peo de Recu­pe­ra­ción y Desa­rro­llo), la USAID y otras ins­ti­tu­cio­nes inter­na­cio­na­les. Entre los líde­res en este cam­po esta­ba el libro de János Kor­nai decla­ra­da­men­te haye­kiano El camino hacia una eco­no­mía libre (1990); en unos años una indus­tria flo­re­cien­te sobre la “tran­si­ción” se habría desa­rro­lla­do, e incluía como un axio­ma que había una sola ruta a seguir, des­de la eco­no­mía socia­lis­ta pla­ni­fi­ca­da esta­tal al capi­ta­lis­mo de libre mer­ca­do. La resis­ten­cia no sólo era inú­til, sino cos­to­sa, y las refor­mas par­cia­les esta­ban “con­de­na­das al fra­ca­so” [7]. Cuan­do los “paí­ses en tran­si­ción” caye­ron en rece­sión a par­tir de 1990, sus difi­cul­ta­des fue­ron atri­bui­das a la tibie­za de sus éli­tes polí­ti­cas: “velo­ci­dad y esca­la” eran la esen­cia; era impres­cin­di­ble apro­ve­char la “polí­ti­ca extra­or­di­na­ria” del perío­do [8], poner más énfa­sis en las ins­ti­tu­cio­nes y la “bue­na gober­nan­ta”. A fina­les de los 1990s, varios fac­to­res habían dado lugar a una modi­fi­ca­ción de la orto­do­xia de la “tran­si­ción”. En pri­mer lugar, la esta­bi­li­za­ción de los regí­me­nes pro-occi­den­ta­les en la mayor par­te del ex blo­que sovié­ti­co dis­mi­nu­yó el sen­ti­do de la urgen­cia polí­ti­ca. En segun­do lugar, el con­tras­te entre la fuer­te con­trac­ción de las eco­no­mías ex CAME pri­va­ti­za­das y los resul­ta­dos decep­cio­nan­tes de los pro­gra­mas de ajus­te estruc­tu­ral en Amé­ri­ca Lati­na y Áfri­ca, y en pleno auge el desa­rro­llo diri­gi­do por el Esta­do en Chi­na y los paí­ses de recien­te indus­tria­li­za­ción de Asia orien­tal eran dema­sia­do evi­den­tes para ser igno­ra­dos. Y así sur­gió el Post-Con­sen­so de Washing­ton. Los eco­no­mis­tas de la tran­si­ción se que­da­ron detrás de sus cole­gas del desa­rro­llo en hacer este cam­bio, pero con la lle­ga­da del nue­vo mile­nio un libro de tex­to influ­yen­te reco­no­ció la diver­gen­cia ‘humi­llan­te’ entre sus pre­dic­cio­nes y los resul­ta­dos reales; los estu­dio­sos de tran­si­ción pasa­ron a desa­rro­llar su pro­pio Post-Con­sen­so Washignton.[9] Pero aun­que aho­ra había menos énfa­sis en la velo­ci­dad de la refor­ma, el “pro­gre­so en la tran­si­ción” era toda­vía con­si­de­ra­do la prin­ci­pal expli­ca­ción para el éxi­to eco­nó­mi­co y los pro­ble­mas fue­ron atri­bui­dos sis­te­má­ti­ca­men­te a la insu­fi­cien­te libe­ra­li­za­ción. Los prin­ci­pa­les cuba­nó­lo­gos se unie­ron en gran medi­da al mode­lo del Con­sen­so de Washing­ton. Hicie­ron res­pon­sa­bles a las “carac­te­rís­ti­cas anti-mer­ca­do” de la polí­ti­ca cuba­na por la pro­fun­da rece­sión de 1990 – 1993 y las pri­va­cio­nes del Perío­do espe­cial; a los fac­to­res exter­nos se les dio impor­tan­cia secun­da­ria. De acuer­do con la crí­ti­ca de las refor­mas par­cia­les, Mesa-Lago ata­có las medi­das de Cuba en 1994 como que eran “a medias” y “medio-cocinadas”.[10] La expli­ca­ción habi­tual de la polí­ti­ca cuba­na es muy sim­ple: es el resul­ta­do del “dog­ma­tis­mo obs­ti­na­do” de su Pre­si­den­te, su “aver­sión a la refor­ma del mer­ca­do, su volun­tad de aplas­tar a los que se le opo­nen y lle­var a toda la nación jun­to a él en su opo­si­ción”. Unos pocos comen­ta­ris­tas dise­mi­na­ron la cul­pa un poco más en gene­ral: Rubén Berríos la empren­de con­tra líde­res enve­je­ci­dos y rígi­dos buró­cra­tas, afe­rrán­do­se a los vie­jos hábi­tos; Mau­ri­cio de Miran­da Parron­do ve una resis­ten­cia a la refor­ma por par­te de toda la capa gober­nan­te. El fra­ca­so total [11] por no apli­car polí­ti­cas de “tran­si­ción” ha deja­do a la eco­no­mía cuba­na en quie­bra o, más recien­te­men­te, la con­vir­tió en una mera depen­den­cia de Vene­zue­la.

Visión des­de La Habana

El eje Pit­ts­burgh-Mia­mi tien­de a pasar por alto dos aspec­tos impor­tan­tes en los cua­les la expe­rien­cia de los cuba­nos dife­ría de las de las pobla­cio­nes ex CAME en Euro­pa Cen­tral. En pri­mer lugar, los recuer­dos de la extre­ma pobre­za y la pri­va­ción aso­cia­da con el sis­te­ma pre-comu­nis­ta, jun­to con la fuer­za rela­ti­va de los logros de Cuba en mate­ria de salud y edu­ca­ción antes de 1989, los habían deja­do con menos ape­ti­to por la refor­ma radi­cal de libre mer­ca­do. En segun­do lugar, mien­tras que el sen­ti­mien­to nacio­na­lis­ta en Euro­pa Cen­tral podía abra­zar la “tran­si­ción” como la libe­ra­ción de la domi­na­ción rusa, en Cuba popu­lar­men­te se per­ci­bía como una ame­na­za a la sobe­ra­nía nacio­nal que ema­na­ba del depre­da­dor his­tó­ri­co, los EE.UU. Este es el pano­ra­ma en el que los eco­no­mis­tas cuba­nos y los polí­ti­cos están trabajando.[12] Los con­se­je­ros y fun­cio­na­rios no hablan en tér­mi­nos de “tran­si­ción”, sino más bien de ‘ajuste’-respuesta a un cam­bio radi­cal en las con­di­cio­nes exter­nas, den­tro de los pará­me­tros esta­ble­ci­dos por la ideo­lo­gia socia­lis­ta y nacio­na­lis­ta. Esto impli­ca un mar­co polí­ti­co más fle­xi­ble que el recha­zo rígi­do, impul­sa­do por la ideo­lo­gía, a la refor­ma repre­sen­ta­da por los cuba­nó­lo­gos. Los eco­no­mis­tas y los res­pon­sa­bles polí­ti­cos expre­sa­ron por igual estos pará­me­tros en tér­mi­nos de prin­ci­pios, en vez de dog­mas mar­xis­tas-leni­nis­tas o una “línea del par­ti­do”. Estos prin­ci­pios inva­ria­ble­men­te inclu­yen la defen­sa de la sobe­ra­nía nacio­nal, la pre­ser­va­ción de los logros de la Revo­lu­ción ‑las ganan­cias o logros en edu­ca­ción, salud, equi­dad social y empleo pleno, con fre­cuen­cia men­cio­na­dos sim­ple­men­te como los logros- y man­te­nien­do la “éti­ca revo­lu­cio­na­ria” la cual ha inclui­do una fuer­te pos­tu­ra ofi­cial con­tra la corrup­ción y la opo­si­ción a la osten­ta­ción. [13] Los deba­tes inter­nos sobre la polí­ti­ca eco­nó­mi­ca han sido en gran medi­da invi­si­bles para los obser­va­do­res extran­je­ros, inclu­yen­do los cuba­nó­lo­gos con sede en Esta­dos Uni­dos. En par­te, esto se debe a lo cerra­do del pro­ce­so polí­ti­co en Cuba y el con­trol esta­tal sobre los medios de comu­ni­ca­ción, dejan­do a muchos comen­ta­ris­tas exter­nos depen­der de rumo­res; mucho de lo que lle­ga a los EE.UU. se deri­va de infor­mes selec­ti­vos por par­te de gru­pos disi­den­tes, finan­cia­dos ya sea por par­te de orga­ni­za­cio­nes de emi­gra­dos o los pro­gra­mas nor­te­ame­ri­ca­nos, y que sir­ven prin­ci­pal­men­te para con­fir­mar pre­jui­cios pre­con­ce­bi­dos. Los com­ple­jos pro­ce­sos de dis­cu­sión, for­mu­la­ción de polí­ti­cas y adap­ta­ción, en el que las pre­fe­ren­cias de los líde­res no siem­pre pre­va­le­cen, se han cerra­do a los extran­je­ros. Ade­más de las ron­das cons­tan­tes de las reunio­nes en el barrio, nive­les regio­na­les y nacio­na­les estruc­tu­ra­dos por el sis­te­ma de Poder Popu­lar, ha habi­do deba­tes entre los eco­no­mis­tas que ali­men­tan los deba­tes polí­ti­cos. Los inves­ti­ga­do­res del Cen­tro de Estu­dios de la Eco­no­mía Cuba­na (CEEC), el Cen­tro de Inves­ti­ga­cio­nes Sobre la Eco­no­mía Inter­na­cio­nal (CIEI), el Cen­tro de Inves­ti­ga­cio­nes de la Eco­no­mía Mun­dial (CIEM), el Ins­ti­tu­to Nacio­nal de Inves­ti­ga­cio­nes Eco­nó­mi­cas (INIE) en el Minis­te­rio de Eco­no­mía y Pla­ni­fi­ca­ción, y, has­ta 1996, el Cen­tro de Estu­dios de Amé­ri­ca (CEA) han par­ti­ci­pa­do en semi­na­rios perió­di­cos con los res­pon­sa­bles polí­ti­cos, iden­ti­fi­can­do las debi­li­da­des del sis­te­ma actual y deba­tien­do solu­cio­nes para ellas. Los gru­pos de tra­ba­jo esta­ble­ci­dos por un pro­gra­ma de inves­ti­ga­ción de la Uni­ver­si­dad de La Haba­na exa­mi­na­ron dife­ren­tes mode­los de socia­lis­mo y su apli­ca­ción a Cuba; pro­ble­mas a nivel eco­nó­mi­co sec­to­rial; pro­pues­tas de refor­ma de la ges­tión de la empre­sa; y las impli­ca­cio­nes, tan­to polí­ti­cas como filo­só­fi­cas, del fin del blo­que sovié­ti­co. Sus escri­tos, publi­ca­dos en Eco­no­mía Cuba­na: Bole­tín Infor­ma­ti­vo del CIEM, Cuba: Inves­ti­ga­ción Eco­nó­mi­ca del INIE y en otros luga­res tien­den a adhe­rir­se a los esti­los ofi­cia­les de dis­cur­so, lo que pue­de oscu­re­cer su sig­ni­fi­ca­do para los obser­va­do­res exter­nos; impor­tan­tes pers­pec­ti­vas ana­lí­ti­cas pue­den ser ente­rra­das entre pesa­das con­si­de­ra­cio­nes his­tó­ri­cas, citas de dis­cur­sos y elo­gios a los líde­res por sus logros has­ta el momen­to. El voca­bu­la­rio tam­bién es fami­liar: en lugar de la jer­ga del FMI, los eco­no­mis­tas cuba­nos se refie­ren a la “adap­ta­ción”, “actua­li­za­ción”, el “uso de meca­nis­mos de mer­ca­do”, el’ “ajus­te” de los pre­cios admi­nis­tra­dos, la des­cen­tra­li­za­ción de “medi­das ” y los pro­ce­sos eco­nó­mi­cos emer­gen­tes. Leer esto a tra­vés de la tran­si­ción o de los-espe­jue­los-rotos de los cuba­nó­lo­gos, no equi­va­le a nin­gún deba­te en abso­lu­to, y con­fir­ma su sos­pe­cha de que la polí­ti­ca está deter­mi­na­da total­men­te por capri­cho pre­si­den­cial. [14] Hay, por supues­to, una serie de comen­ta­rios fue­ra de la isla que se van fue­ra de la corrien­te; aquí se pue­den dis­tin­guir tres enfo­ques. Pri­me­ro, sim­pa­ti­zan­tes del régi­men o apo­lo­gis­tas, que con­tra­rres­tan la ten­den­cia nega­ti­va de los cuba­nó­lo­gos dan­do un bri­llo muy posi­ti­vo a la reali­dad cuba­na. En común con el con­sen­so, pre­sen­tan la posi­bi­li­dad de ele­gir entre desa­fío o tran­si­ción al capi­ta­lis­mo, pero cele­bran lo pri­me­ro y lamen­tan cual­quier aper­tu­ra al mer­ca­do como “ren­dir­se a lo inevitable’.[15] Un segun­do gru­po podría ser des­cri­to como ami­gos crí­ti­cos: son más posi­ti­vos acer­ca de los obje­ti­vos de los polí­ti­cos cuba­nos, y más dis­pues­tos a reco­no­cer los pro­ble­mas que enfren­ta el país; pero al igual que los cuba­nó­lo­gos, vin­cu­lan el pro­gre­so de la “tran­si­ción” al desem­pe­ño eco­nó­mi­co y sos­tie­nen que el insu­fi­cien­te “cam­bio sis­té­mi­co” es el cul­pa­ble los pro­ble­mas de Cuba.[16] Por últi­mo, un peque­ño núme­ro de eco­no­mis­tas han tra­ta­do de ana­li­zar el desa­rro­llo de Cuba en sus pro­pios tér­mi­nos, sin elu­cu­bra­cio­nes teo­ló­gi­cas, en una pers­pec­ti­va com­pa­ra­da. Sobre la base de estas inves­ti­ga­cio­nes, José Mar­zo-Poquet ha suge­ri­do que la polí­ti­ca eco­nó­mi­ca cuba­na pue­de ofre­cer una alter­na­ti­va a la de los paí­ses en “tran­si­ción”, una que sea evo­lu­ti­va y de carác­ter expe­ri­men­tal; Claes Brun­de­nius, com­pa­ran­do sus for­ta­le­zas y debi­li­da­des con las de Viet­nam y Chi­na, así como las de los paí­ses del Este y cen­tro de Euro­pa, lle­ga a la con­clu­sión pro­vi­sio­nal de que se pue­de pro­du­cir “una eco­no­mía de mer­ca­do con carac­te­rís­ti­cas cuba­nas”. [17] Dada la com­pa­ra­ción implí­ci­ta en los comen­ta­rios tra­di­cio­na­les entre el cur­so de Cuba y los de las “eco­no­mías de tran­si­ción”, es nota­ble que los estu­dios com­pa­ra­ti­vos de ellas real­men­te son rela­ti­va­men­te raros. En par­te, esto pue­de deber­se al pro­ble­ma de la iden­ti­fi­ca­ción de los con­jun­tos de datos pro­por­cio­na­les, pero tam­bién refle­ja una ten­den­cia gene­ral entre los cuba­nó­lo­gos para cen­trar­se exclu­si­va­men­te en su isla natal. [18] Al mis­mo tiem­po, los prin­ci­pa­les eco­no­mis­tas de “tran­si­ción”, que hacen un amplio uso de los mar­cos com­pa­ra­ti­vos ‑uno de sus pun­tos fuer­tes- tien­den a con­cen­trar­se en Euro­pa del Este y cen­tral, la anti­gua Unión Sovié­ti­ca, o los con­tras­tes Rusia-Chi­na, hacien­do caso omi­so a la luz que el cur­so dis­tin­to de Cuba podría apor­tar­les. Lo que sigue, enton­ces, será una narra­ción ana­lí­ti­ca, tra­zan­do la evo­lu­ción de la polí­ti­ca de ajus­tes, des­de la ges­tión de cri­sis has­ta la esta­bi­li­za­ción, la rees­truc­tu­ra­ción de Cuba y la más recien­te ron­da de refor­mas, bajo Raúl Cas­tro, en sus pers­pec­ti­vas comparativas.[19] Su obje­ti­vo no sólo es poner de relie­ve los pro­ble­mas de las inter­pre­ta­cio­nes exis­ten­tes, sino con­tri­buir a un deba­te más fruc­tí­fe­ro de la tra­yec­to­ria de Cuba y, más en gene­ral, para vol­ver a abrir la cues­tión de las estra­te­gias de desa­rro­llo alter­na­ti­vo para los peque­ños paí­ses en un mun­do globalizado.

I. Sor­tean­do la crisis

De todos los paí­ses del blo­que sovié­ti­co, Cuba fue par­ti­cu­lar­men­te vul­ne­ra­ble a la caí­da de la URSS. Había sido prác­ti­ca­men­te obli­ga­da a entrar en rela­cio­nes con el CAME, al cual se unió en 1970, debi­do al embar­go nor­te­ame­ri­cano, impues­to por Ken­nedy en 1962 tras el fra­ca­so de la inva­sión mili­tar apo­ya­do por la CIA el año ante­rior, lo que cor­tó las rela­cio­nes con su anti­guo socio comer­cial. Duran­te los años 70 y 80, Cuba se había vuel­to cada vez más depen­dien­te de la URSS en el comer­cio y las finan­zas. La eco­no­mía se había vuel­to muy depen­dien­te de las expor­ta­cio­nes de azú­car, por­que Cuba reci­bió un pre­cio pre­fe­ren­cial -$ 0,42 por libra en el ini­cio de los años 90, en com­pa­ra­ción con un pre­cio en el mer­ca­do mun­dial de $ 0,09. Las impor­ta­cio­nes ascen­dían a 40 por cien­to del PIB inclui­do el 50 por cien­to del sumi­nis­tro de ali­men­tos de la isla, el 90 por cien­to de su petró­leo y los insu­mos esen­cia­les para la agri­cul­tu­ra y la manu­fac­tu­ra; un défi­cit comer­cial de $ 3 mil millo­nes fue finan­cia­do por la Unión Sovié­ti­ca en tér­mi­nos gene­ro­sos. Des­pués de los inten­tos de con­ver­tir los acuer­dos del CAME en comer­cio en divi­sas en enero de 1990, los acuer­dos bila­te­ra­les con la URSS se rom­pie­ron por com­ple­to en el año 1991. [20] Ali­men­tos, com­bus­ti­ble e insu­mos deja­ron de lle­gar. La esca­la de este cho­que externo es evi­den­te a par­tir de los datos com­pa­ra­ti­vos sobre los ingre­sos de expor­ta­ción, cré­di­to externo y la capa­ci­dad de impor­ta­ción. En el caso de Cuba, los ingre­sos de expor­ta­ción fue­ron gol­pea­dos con par­ti­cu­lar dure­za, depen­dien­te como era de los pre­cios infla­dos del azú­car y con opor­tu­ni­da­des excep­cio­nal­men­te esca­sas para la diver­si­fi­ca­ción a otros socios comer­cia­les. En la mayo­ría de los anti­guos paí­ses del CAME, los ingre­sos de expor­ta­ción habían casi recu­pe­ra­do su nivel de 1990 para 1993; en el caso de Cuba, eran el 79 por cien­to infe­rio­res pues habían baja­do de $ 5.4 mil millo­nes a $ 1.2 mil millo­nes. La Haba­na tam­bién fue gol­pea­da más fuer­te­men­te en tér­mi­nos de finan­cia­mien­to externo. La dure­za del gol­pe se vio agra­va­da por la pér­di­da repen­ti­na del cré­di­to externo y la fal­ta de nue­vas fuen­tes de finan­cia­ción. Mien­tras que los “paí­ses en tran­si­ción” dis­fru­ta­ron del apo­yo del FMI, el Ban­co Mun­dial y el BERD para ayu­dar con su ajus­te pos­te­rior al CAME, las san­cio­nes de Esta­dos Uni­dos sig­ni­fi­ca­ban que no había ese tipo de asis­ten­cia para Cuba. El total de los prés­ta­mos ofi­cia­les netos a las “eco­no­mías de tran­si­ción” para 1991 – 1996 ascen­die­ron a 112 dóla­res per cápi­ta, mien­tras que para Cuba la cifra era de $ 26. [21] Con la Ofi­ci­na de Con­trol de Acti­vos Extran­je­ros (OFAC) de EE.UU., que ame­na­za las ins­ti­tu­cio­nes finan­cie­ras de ter­ce­ros paí­ses con el enjui­cia­mien­to por rela­cio­nes con La Haba­na, el acce­so de Cuba al cré­di­to comer­cial duran­te la cri­sis tam­bién era extre­ma­da­men­te limi­ta­do. El resul­ta­do del colap­so de los ingre­sos por expor­ta­ción y el cré­di­to externo fue una con­trac­ción agu­da de la capa­ci­dad de impor­ta­ción de Cuba, incom­pa­ra­ble con cual­quier otro país post-CAME. Entre 1990 y 1993, una dis­mi­nu­ción del 70 por cien­to en el gas­to de las impor­ta­cio­nes redu­jo la rela­ción importaciones/​PIB de Cuba des­de alre­de­dor del 40 por cien­to, uno de los más altos del gru­po, al 15 por cien­to, una de las más bajas, de acuer­do con el BERD. En 1993, Cuba tenía menos dine­ro dis­po­ni­ble para cubrir sus nece­si­da­des tota­les de impor­ta­ción de lo que había gas­ta­do en 1990 solo en com­bus­ti­ble y comi­da. Al mis­mo tiem­po, los inten­tos de Cuba para la recons­truc­ción de los ingre­sos de divi­sas fue­ron obs­trui­das por las san­cio­nes nor­te­ame­ri­ca­nas, que blo­quea­ron el acce­so no sólo a los mer­ca­dos de Esta­dos Uni­dos, sino tam­bién a los prés­ta­mos o la ayu­da al desa­rro­llo de la mayo­ría de las ins­ti­tu­cio­nes mul­ti­la­te­ra­les, al tiem­po que finan­cia­mien­tos comer­cia­les eran más caros y difí­ci­les de con­se­guir. Como resul­ta­do de ello, Cuba se enfren­tó a las más duras res­tric­cio­nes de divi­sas que cual­quier país del anti­guo CAME; esto limi­tó la inver­sión y el cre­ci­mien­to, y deja­ron la eco­no­mía excep­cio­nal­men­te vul­ne­ra­ble a los cam­bios en los tér­mi­nos de inter­cam­bio o fluc­tua­cio­nes en las cosechas.

Medi­das de emergencia

Las ase­ve­ra­cio­nes de los cuba­nó­lo­gos sobre que las carac­te­rís­ti­cas endó­ge­nas fue­ron las res­pon­sa­bles de la seve­ri­dad de la con­trac­ción de 1990 – 1993 es igno­rar el impac­to extra­or­di­na­ria­men­te gra­ve del colap­so del CAME. Vien­do sólo una opción entre la tran­si­ción o la rigi­dez, ellos han carac­te­ri­za­do la polí­ti­ca del gobierno des­pués de 1990 como una mera exten­sión de su estra­te­gia de rec­ti­fi­ca­ción “anti-mer­ca­do” de 1986, delcpro­ce­so de rec­ti­fi­ca­ción ‑serie de medi­das adop­ta­das para hacer fren­te a la des­ace­le­ra­ción de los 1980s sufri­da por todos los paí­ses del CAME- inclu­yen­do una cam­pa­ña anti-corrup­ción- ponien­do fre­nos a los mer­ca­dos agrí­co­las, invir­tien­do en el turis­mo y los nego­cios con­jun­tos. La Haba­na fue acu­sa­da de no “tomar medi­das para hacer fren­te a la pro­fun­da cri­sis eco­nó­mi­ca”. [22] Sin embar­go, para enfren­tar la cri­sis exter­na de 1990 a 1991, el gobierno cubano no hizo nada. Las medi­das de emer­gen­cia se adop­ta­ron con rapi­dez para diri­gir rápi­da­men­te los recur­sos que se ago­ta­ban a las prio­ri­da­des eco­nó­mi­cas y socia­les. De hecho, la gra­ve­dad del gol­pe hizo impo­si­ble la con­ti­nui­dad: con insu­mos que no lle­ga­ban, el plan eco­nó­mi­co dejó rápi­da­men­te de fun­cio­nar. En lugar de embar­car­se en un pro­ce­so de libe­ra­li­za­ción y pri­va­ti­za­ción al igual que sus anti­guos socios del CAME, sin embar­go, el enfo­que cubano con­ser­vó, e incre­men­tó, sus acti­vos ins­ti­tu­cio­na­les exis­ten­tes. Estos inclu­yen no sólo el esta­do de bien­es­tar, los con­tro­les de pre­cios, el mono­po­lio del inter­cam­bio inter­na­cio­nal y la pro­pie­dad nacio­nal de los medios de pro­duc­ción, sino tam­bién una capa­ci­dad para una res­pues­ta colec­ti­va diri­gi­da por el Esta­do que se bene­fi­ció de una lar­ga tra­di­ción de gal­va­ni­zar el apo­yo volun­ta­rio a tra­vés de la movi­li­za­cio­nes masi­vas y un pro­ce­so polí­ti­co que podría recu­rrir a los meca­nis­mos de par­ti­ci­pa­ción y deba­te públi­co. La carac­te­ri­za­ción de Fidel Cas­tro de los años de la cri­sis como un Perío­do Espe­cial en Tiem­po de Paz fue vis­ta por obser­va­do­res exter­nos como un eufe­mis­mo, pero den­tro de Cuba se enten­dió inme­dia­ta­men­te como una refe­ren­cia a los pro­ce­di­mien­tos de pro­tec­ción civil esta­ble­ci­dos en caso de desas­tre natu­ral o un ata­que de Esta­dos Uni­dos. El Ejer­ci­cio de Defen­sa Eco­nó­mi­ca de 1990, en que se cor­ta­ron los sumi­nis­tros de elec­tri­ci­dad y agua por perío­dos cor­tos, para ensa­yar res­pues­tas colec­ti­vas de emer­gen­cia rela­cio­na­das con las fábri­cas, las ofi­ci­nas, los hoga­res, las escue­las y los hos­pi­ta­les uti­li­za­ron méto­dos de orga­ni­za­ción colec­ti­va y la coor­di­na­ción de múl­ti­ples orga­nis­mos, simi­la­res a las de ejer­ci­cios de pre­pa­ra­ción para hura­ca­nes o de defen­sa mili­tar. Los mis­mos tipos de movi­li­za­ción fue­ron evi­den­tes a prin­ci­pios del 1991 con el Pro­gra­ma Ali­men­ta­rio, en el que fue­ron lla­ma­dos los agri­cul­to­res y habi­tan­tes de la ciu­dad a con­tri­buir a la pro­duc­ción de ali­men­tos; los Foros de pie­zas de repues­to de diciem­bre de 1991, sobre ideas para el reci­cla­je de máqui­nas y la sus­ti­tu­ción de impor­ta­cio­nes; y el Plan ener­gé­ti­co en enero de 1992, en el que los hoga­res, las empre­sas y las auto­ri­da­des loca­les iden­ti­fi­ca­ron mane­ras de redu­cir el con­su­mo de com­bus­ti­ble. Los esfuer­zos de Cuba para man­te­ner el empleo y el esta­do de bien­es­tar duran­te la cri­sis, y para ase­gu­rar que se aten­die­ran las nece­si­da­des bási­cas, esta­ban otra vez en fuer­te con­tras­te con los paí­ses en “tran­si­ción”, don­de el des­em­pleo ofi­cial se había dis­pa­ra­do a un pro­me­dio del 20 por cien­to en la déca­da de 1990. [23] En Cuba, don­de el 98 por cien­to de la fuer­za labo­ral ofi­cial era emplea­da por el esta­do, el núme­ro total de pues­tos de tra­ba­jo en reali­dad aumen­tó en 40.000 entre 1990 – 1993 y la tasa ofi­cial de des­em­pleo cayó de 5,4 a 4,3 por cien­to [24] ‑inclu­so mien­tras la eco­no­mía se con­traía en un ter­cio, fue­ron aban­do­na­dos los pro­yec­tos de inver­sión, las asig­na­cio­nes de com­bus­ti­ble y el trans­por­te se recor­ta­ron, se redu­jo la sema­na labo­ral (de 5,5 a 5 días), y las fábri­cas cerra­das o ope­ra­das en hora­rios seve­ra­men­te redu­ci­dos. Un Decre­to del Minis­te­rio de Tra­ba­jo y Segu­ri­dad Social en abril de 1991 ase­gu­ró for­mal­men­te la segu­ri­dad del empleo, esti­pu­lan­do que los tra­ba­ja­do­res des­pe­di­dos debi­do a la fal­ta de insu­mos se man­ten­drían en la nómi­na y reci­bi­rían dos ter­cios de su sala­rio has­ta que fue­ran reasig­na­dos. La res­pon­sa­bi­li­dad del Esta­do de garan­ti­zar las nece­si­da­des bási­cas sig­ni­fi­ca­ba que el cos­to adi­cio­nal de man­te­ner a los tra­ba­ja­do­res emplea­dos en esta for­ma, en lugar de las pres­ta­cio­nes por des­em­pleo, fue rela­ti­va­men­te bajo. La segu­ri­dad ali­men­ta­ria bási­ca se man­tu­vo en con­di­cio­nes de esca­sez agu­da duran­te­los ini­cios de los 1990s. El aco­pio, cuer­po de dis­tri­bu­ción esta­tal, adqui­rió la comi­da de los alma­ce­nes de impor­ta­ción y gran­jas cuba­nas y cana­li­zó los sumi­nis­tros a tra­vés del sis­te­ma de racio­na­mien­to de ali­men­tos y otras redes, como las vías socia­les, que pro­por­cio­na­ron ali­men­tos gra­tui­tos o sub­si­dia­dos a los luga­res de tra­ba­jo, escue­las y cen­tros de salud. Gra­cias a los pre­cios fijos del sis­te­ma de racio­na­mien­to, el cos­to per cápi­ta de satis­fa­cer las nece­si­da­des bási­cas de ali­men­tos, alre­de­dor de 40 pesos al mes, se man­tu­vo por deba­jo de la pen­sión míni­ma de la segu­ri­dad social de 85 pesos men­sua­les. [25] Al prin­ci­pio de la cri­sis, las tien­das esta­ta­les que habían ven­di­do los ali­men­tos fue­ra del racio­na­mien­to -por la libre- a pre­cios más cer­ca de los nive­les del mer­ca­do, se cerra­ron. [26] El Pro­gra­ma Ali­men­ta­rio pro­mo­vió el auto-apro­vi­sio­na­mien­to local y la expe­ri­men­ta­ción a peque­ña esca­la, inclu­yen­do el uso de la trac­ción ani­mal, abo­nos orgá­ni­cos, con­trol bio­ló­gi­co de pla­gas y el cul­ti­vo de tie­rras mar­gi­na­les. [27]

La des­cen­tra­li­za­ción y el debate

Los narra­ti­va de los cuba­nó­lo­gos sobre la rigi­dez polí­ti­ca y con­trol fuer­te­men­te cen­tra­li­za­do tie­ne poca rela­ción con las for­mas que el Esta­do cubano adop­tó a medi­da que las cir­cuns­tan­cias varia­ban, inclu­so duran­te lo peor de la cri­sis. La des­cen­tra­li­za­ción de la toma de deci­sio­nes a nivel local comen­zó den­tro del exten­so esta­do del bien­es­tar a medi­da que el sumi­nis­tro de ali­men­tos para el sis­te­ma de racio­na­mien­to y otras vías socia­les se hizo menos fia­ble. [28] La pro­tec­ción social lle­gó a depen­der de una serie de orga­nis­mos esta­ta­les loca­les, inclu­yen­do el Sis­te­ma de Vigi­lan­cia Ali­men­ta­ria y Nutri­cio­nal (SISVAN) ‑que super­vi­sa los nive­les de nutri­ción, asig­nó racio­nes suple­men­ta­rias y man­tu­vo redes de apo­yo para las madres y los bebés, con el apo­yo de UNICEF y pro­fe­sio­na­les de la salud, que esta­ban fami­lia­ri­za­dos con las per­so­nas más vul­ne­ra­bles en sus comu­ni­da­des. Como par­te de este pro­ce­so la red de Con­se­jos Popu­la­res, crea­da en 1991, ayu­dó en la iden­ti­fi­ca­ción de los hoga­res ” en ries­go” y en la admi­nis­tra­ción de los pro­gra­mas de ayu­da. [29] Esta adap­ta­ción y la des­cen­tra­li­za­ción de las orga­nis­mos fue acom­pa­ña­da de una rela­ja­ción del con­trol cen­tral en la eco­no­mía en gene­ral. Como los sumi­nis­tros no lle­ga­ban, los geren­tes de empre­sas tenían que encon­trar solu­cio­nes loca­les a los pro­ble­mas; por su par­te, el Minis­te­rio de Comer­cio Exte­rior, que ante­rior­men­te tenía un mono­po­lio, cedió el dere­cho sobre las fuen­tes de insu­mos de ori­gen y mer­ca­dos segu­ros a cien­tos de empre­sas. [30] Un dis­cur­so que recha­za a Cuba como el úni­co esta­do “no-demo­crá­ti­co” en el con­ti­nen­te ame­ri­cano no tie­ne espa­cio para el examen del con­jun­to de las orga­ni­za­cio­nes de masas que cons­ti­tu­yen su esfuer­zo por crear un sis­te­ma “par­ti­ci­pa­ti­vo”; pero la his­to­ria del perío­do pos­te­rior a 1990 no se pue­de enten­der sin refe­ren­cia a estos pro­ce­sos. Los deba­tes nacio­na­les se han pues­to en mar­cha en los momen­tos crí­ti­cos, la par­ti­ci­pa­ción de las asam­bleas en toda la isla, abier­tas a todo el mun­do ‑otro con­tras­te con los paí­ses del orien­ta­les del CAME. En 1990, cuan­do la cri­sis aún se desa­rro­lla­ba, los pre­pa­ra­ti­vos ya esta­ban en mar­cha para el IV Con­gre­so del Par­ti­do Comu­nis­ta de Cuba. Como se pro­fun­di­za­ron los pro­ble­mas eco­nó­mi­cos, el ámbi­to y el alcan­ce de las dis­cu­sio­nes pre­vias al Con­gre­so se amplia­ron; miles de reunio­nes se lle­va­ron a cabo no sólo en ins­ti­tu­cio­nes del Par­ti­do, sino tam­bién en el luga­res de tra­ba­jo y asam­bleas de las orga­ni­za­cio­nes de masas. El Con­gre­so, que se cele­bró tan sólo tres meses des­pués de la diso­lu­ción final del CAME, pro­du­jo una reso­lu­ción de 18 pun­tos en la eco­no­mía que se con­vir­tió en la pri­me­ra decla­ra­ción for­mal inte­gral del nue­vo mar­co de la polí­ti­ca de Cuba. [31] A dife­ren­cia de los pro­gra­mas de tran­si­ción ela­bo­ra­dos por los otros anti­guos paí­ses del CAME, con la ayu­da de ase­so­res occi­den­ta­les, la reso­lu­ción del PCC no era un mode­lo para la libe­ra­li­za­ción, sino una lis­ta de prin­ci­pios y obje­ti­vos gene­ra­les; no se anun­cia­ron medi­das con­cre­tas, ni nin­gún calen­da­rio o secuen­cia­ción. Pero la carac­te­ri­za­ción de los cuba­nó­lo­gos del tex­to del PCC como mera­men­te “anti-mer­ca­do” es enga­ño­sa. La reso­lu­ción reite­ró el com­pro­mi­so con los prin­ci­pios fun­da­men­ta­les de la sobe­ra­nía y la pro­tec­ción social, y con­ser­vó un mar­co gene­ral de la pro­pie­dad esta­tal; pero más allá de eso, inclu­yó una mez­cla de libe­ra­li­za­ción y enfo­ques diri­gi­dos por el Esta­do. Algu­nos artícu­los como “desa­rro­llar el turis­mo”,” pro­mo­ver las expor­ta­cio­nes “,”mini­mi­zar las impor­ta­cio­nes “, “bus­car nue­vas for­mas de inver­sión extran­je­ra”, “con­tro­lar el gas­to esta­tal y el sumi­nis­tro de dine­ro” ‑sugi­rie­ron una libe­ra­li­za­ción par­cial en res­pues­ta a las nue­vas con­di­cio­nes inter­na­cio­na­les, mien­tras que otros- “con­ti­nuar con el pro­gra­ma de ali­men­tos “, “dar prio­ri­dad a la salud, la edu­ca­ción y el tra­ba­jo cien­tí­fi­co”, “cen­tra­li­zar la pla­ni­fi­ca­ción para el bene­fi­cio públi­co”, “pro­te­ger los logros de la revo­lu­ción” – indi­ca­ban un rol del Esta­do toda­vía exten­so. Una refor­ma cons­ti­tu­cio­nal del año siguien­te con­fir­mó el con­jun­to de las prio­ri­da­des socia­les, polí­ti­cas y eco­nó­mi­cas mien­tras con­ti­nua­ba la vague­dad acer­ca de los deta­lles de la polí­ti­ca. Ambos docu­men­tos reve­lan un enfo­que hete­ro­do­xo y fle­xi­ble en la polí­ti­ca eco­nó­mi­ca, a tra­vés de un pro­ce­so de for­mu­la­ción de polí­ti­cas com­ple­jas que ‑a pesar de que fue cui­da­do­sa­men­te docu­men­ta­do al menos por uno de los inves­ti­ga­do­res de los Esta­dos Uni­dos en ese momen­to- fue igno­ra­do en gran medi­da fue­ra de la isla. [32]

II. Des­equi­li­brios y estabilización

Tan­to las for­ta­le­zas y debi­li­da­des de la res­pues­ta polí­ti­ca ini­cial de Cuba a la cri­sis son evi­den­tes en las cuen­tas fis­ca­les. En con­tras­te con la fuer­te con­trac­ción del gas­to públi­co en los paí­ses en tran­si­ción, [33] en Cuba se le per­mi­tió al gas­to glo­bal a subir lige­ra­men­te de 14.2 mil millo­nes de pesos en 1990 a un pro­me­dio de 14.5 mil millo­nes para 1991 – 1993. Las prio­ri­da­des del gobierno fue­ron reve­la­das en un mayor gas­to en salud (un 19 por cien­to) y las sub­ven­cio­nes (de has­ta el 80 por cien­to), lo que pagó por un aumen­to del 40 por cien­to en el per­so­nal médi­co y man­te­ner la dis­tri­bu­ción de ali­men­tos sub­si­dia­dos. Estos incre­men­tos fue­ron par­cial­men­te com­pen­sa­dos por fuer­tes recor­tes en Defen­sa, una baja de un 43 por cien­to entre 1989 y 1993, y la inver­sión, que se redu­jo en más de la mitad. Con el PIB y los ingre­sos del gobierno en decli­ve, el défi­cit fis­cal aumen­tó de 10 por cien­to del PIB en 1990 al 34 por cien­to en 1993. El equi­li­brio macro­eco­nó­mi­co fue cla­ra­men­te una prio­ri­dad duran­te la emer­gen­cia ini­cial. Los bene­fi­cios del gas­to defi­ci­ta­rio duran­te la cri­sis fue­ron cla­ros ‑sir­vió para miti­gar tan­to la con­trac­ción y redu­cir al míni­mo el cos­to social de la cri­sis exter­na. Sin embar­go, la polí­ti­ca guar­dó para des­pués pro­ble­mas a más lar­go pla­zo: en ausen­cia de finan­cia­mien­to externo o cual­quier mer­ca­do finan­cie­ro nacio­nal, el défi­cit fue total­men­te mone­ti­za­do, dan­do lugar a una fuer­te caí­da en el valor del dine­ro: la tasa del mer­ca­do negro se redu­jo de alre­de­dor de 7 pesos por dólar en 1990 a más de 100 pesos por dólar en 1993. Este gra­do de depre­cia­ción de la mone­da no era excep­cio­nal entre los anti­guos paí­ses del CAME, pero en el caso de Cuba, por­que la infla­ción fue supri­mi­da por los con­tro­les esta­ta­les, pro­du­jo un patrón úni­co de los cam­bios en los pre­cios rela­ti­vos y los ingre­sos. En los otros paí­ses ex CAME la libe­ra­li­za­ción de los sala­rios, los pre­cios y tipos de cam­bio des­ató espi­ra­les de depre­cia­ción-infla­ción-des­ca­pi­ta­li­za­ción que se tra­du­je­ron en fuer­tes caí­das en los sala­rios reales, sobre todo para los peor paga­dos, por lo que la des­igual­dad de los sala­rios reales se amplió rápi­da­men­te. [34] En Cuba, la caí­da en el valor del peso se limi­tó a los pre­cios y tipos de cam­bio en la eco­no­mía infor­mal; den­tro de la eco­no­mía for­mal, domi­na­da por el Esta­do, la des­igual­dad de los sala­rios reales se redu­jo en reali­dad, por­que los que esta­ban en el extre­mo más alto de la esca­la que podían per­mi­tir­se el lujo de bie­nes impor­ta­dos y del mer­ca­do negro se vie­ron de pron­to enfren­ta­dos a un aumen­to brus­co de los pre­cios, mien­tras que para los de los sala­rios o bene­fi­cios esta­ta­les más bajos, que sólo podían per­mi­tir­se los pro­duc­tos de pri­me­ra nece­si­dad a pre­cio fijo, el cos­to de vida ini­cial­men­te se man­tu­vo esta­ble. Sin embar­go, el decli­ve del peso creó un abis­mo cada vez mayor entre los que tenían acce­so a la mone­da fuer­te y los que depen­dían de los ingre­sos en pesos. Las per­so­nas que tra­ba­ja­ban en el sec­tor esta­tal se hicie­ron cada vez más cons­cien­tes de la bre­cha entre sus ingre­sos reales y los de las per­so­nas que ope­ran en la eco­no­mía infor­mal en el mer­ca­do negro, por lo que los incen­ti­vos mate­ria­les iban en la direc­ción opues­ta a los mora­les. El colap­so del valor del peso en rela­ción con el dólar era tam­bién un sím­bo­lo de la ero­sión de la auto­es­ti­ma nacio­nal cuba­na, con los que depen­dían de los sala­rios en pesos con­vir­tién­do­se cons­tan­te­men­te en el parien­te empo­bre­ci­do no sólo de los de afue­ra: los gusa­nos que habían emi­gra­do a los EE.UU. y la nue­va afluen­cia de turis­tas, pero tam­bién de los ladro­nes y jine­te­ros en casa. Tam­bién había un abis­mo cada vez mayor entre la retó­ri­ca heroi­ca ofi­cial de la uni­dad y de la difi­cul­tad com­par­ti­da, y la reali­dad coti­dia­na de la pobre­za y la des­igual­dad -del dicho al hecho hay un gran tre­cho como se decía. La par­te más corro­si­va del dis­cur­so de la éti­ca revo­lu­cio­na­ria fue el hecho de que muchos de los que ini­cial­men­te se nega­ron a par­ti­ci­par en la acti­vi­dad del mer­ca­do negro, o inclu­so a com­prar en los mer­ca­dos infor­ma­les, aho­ra se vie­ron obli­ga­dos a hacer­lo. Su par­ti­ci­pa­ción rea­cia que se refle­ja en el voca­bu­la­rio de dis­cul­pa, mar­có una acep­ta­ción invo­lun­ta­ria en que la nece­si­dad de resol­versobre­vi­vir tenía que anu­lar otras con­si­de­ra­cio­nes. [35] Con el tiem­po, este sis­te­ma dual soca­vó los incen­ti­vos al tra­ba­jo y la soli­da­ri­dad social; aumen­ta­ron las pre­sio­nes para robar, el ausen­tis­mo y la corrup­ción que fue­ron un las­tre para la eco­no­mía for­mal. Entre 1993 – 1994 hubo impe­ra­ti­vos socia­les, eco­nó­mi­cos y polí­ti­cos urgen­tes de acción para res­tau­rar la esta­bi­li­dad mone­ta­ria: los sumi­nis­tros de ali­men­tos esta­ban en lo más pre­ca­rio; la deses­pe­ra­ción lle­va­ría a la “cri­sis de los ‘bal­se­ros” ‘y un motín en la capi­tal, el male­co­na­zo. A dife­ren­cia de los otros paí­ses ex CAME, sin embar­go, pero en línea con el obje­ti­vo de tra­tar de sal­va­guar­dar los logros, el gobierno se negó a adop­tar un paque­te de esta­bi­li­za­ción de tera­pia de cho­que. Los cuba­nó­lo­gos cul­pa­ron la caí­da del peso a esta “ter­que­dad”, y acu­sa­ron al gobierno de negar­se a reco­no­cer los pro­ble­mas. Pero aun­que el dis­cur­so ofi­cial cubano con­ti­nuó refi­rién­do­se a la dis­mi­nu­ción en el poder de com­pra no como infla­ción, lo que sugie­re una pér­di­da per­ma­nen­te de la capa­ci­dad de com­pra, sino como ‘esca­sez’, el gobierno no esta­ba negán­do­se. Con las difi­cul­ta­des, que eran agu­das en 1993, sien­do com­par­ti­das por todos los fun­cio­na­rios, apar­te de la peque­ña mino­ría que reci­bía reme­sas ape­nas era nece­sa­rio expli­car los pro­ble­mas, y los ase­so­res eco­nó­mi­cos esta­ban ocu­pa­dos lidian­do con los retos de la polí­ti­ca. [36] Una serie de refor­mas fue­ron intro­du­ci­das en 1993 – 94; dado que eran muy dife­ren­tes de las rece­tas del Con­sen­so de Washing­ton para la esta­bi­li­za­ción, fue­ron obvia­das por inade­cua­das por los cuba­nó­lo­gos. Sin embar­go, tuvie­ron éxi­to en pro­du­cir un cam­bio notable.

El regre­so del dólar

Las nue­vas medi­das no se pre­sen­ta­ron como refor­mas de esta­bi­li­za­ción, ni des­ti­na­das prin­ci­pal­men­te para hacer fren­te a la depre­cia­ción mone­ta­ria. Ellos tra­ta­ron de lle­var las acti­vi­da­des del mer­ca­do negro al sec­tor for­mal, y por lo tan­to, ele­var la acti­vi­dad eco­nó­mi­ca y redu­cir el défi­cit fis­cal a tra­vés del aumen­to de los ingre­sos. La pri­me­ra medi­da, en julio de 1993, fue la eli­mi­na­ción de la prohi­bi­ción de la tenen­cia de dóla­res ame­ri­ca­nos. Los dóla­res en lo ade­lan­te podrían ser can­jea­dos por pesos cuba­nos (CUP) y vice­ver­sa, en las tran­sac­cio­nes per­so­na­les. Has­ta enton­ces, el peso cubano había sido la úni­ca mone­da que cir­cu­la­ba den­tro de la eco­no­mía ofi­cial, apar­te de un peque­ño núme­ro de tien­das de pro­pie­dad esta­tal cono­ci­das como diplo­tien­das que aten­dían prin­ci­pal­men­te a diplo­má­ti­cos, estu­dian­tes extran­je­ros y los pocos cuba­nos, prin­ci­pal­men­te músi­cos y depor­tis­tas, que habían gana­do dine­ro en el extran­je­ro. Pero aho­ra un núme­ro cre­cien­te de cuba­nos esta­ban reci­bien­do los dóla­res ya sea por las reme­sas fami­lia­res o la obten­ción de divi­sas infor­mal­men­te o ile­gal­men­te a tra­vés de la acti­vi­dad del turis­mo. Se supo­nía que iban a cam­biar­los a la tasa ofi­cial de 1 peso por dólar; pero dado que el valor del peso se había redu­ci­do en ese momen­to, la mayo­ría de la gen­te la esta­ba usan­do ya sea para ir de com­pras a las diplo­tien­das a tra­vés de inter­me­dia­rios, o en el inter­cam­bio en el mer­ca­do negro. Con la amplia­ción del des­equi­li­brio mone­ta­rio, la prohi­bi­ción del uso de dóla­res se esta­ba con­vir­tien­do en invia­ble: la poli­cía esta­ba per­dien­do el tiem­po, se esti­mu­la­ba la corrup­ción menor y crea­ba frus­tra­ción entre el cre­cien­te núme­ro de cuba­nos que tuvo que rom­per la ley con el fin de gas­tar su mone­da fuer­te. A tra­vés de la lega­li­za­ción, y con el cam­bio de divi­sa, pos­te­rior­men­te, faci­li­ta­do por la crea­ción de un peso con­ver­ti­ble (CUC) con un valor a la par con el dólar y el esta­ble­ci­mien­to de la esta­tal Casas de Cam­bio (cono­ci­do como Cade­cas) en 1995, el gobierno alen­tó a las reme­sas como una nue­va fuen­te de divi­sas que nece­si­ta­ban deses­pe­ra­da­men­te. La medi­da tam­bién impul­só los ingre­sos fis­ca­les, a tra­vés de impues­tos sobre las ven­tas en las tien­das en dóla­res, y miti­gó la ero­sión de la auto­ri­dad del Esta­do cau­sa­da por sus esfuer­zos cada vez más inú­ti­les para impe­dir a los cuba­nos el uso de sus dóla­res. La refor­ma que­dó muy lejos de la libe­ra­li­za­ción de los mer­ca­dos de divi­sas imple­men­ta­das bajo la tute­la occi­den­tal en los demás paí­ses ex CAME, ya que sólo se apli­ca­ba a las tran­sac­cio­nes per­so­na­les den­tro de la eco­no­mía nacio­nal; todas las demás ope­ra­cio­nes de tipo de cam­bio se man­tu­vie­ron bajo el con­trol del Esta­do. Pero limi­ta­da como lo fue en el alcan­ce y la fun­ción, tuvo el efec­to de la incor­po­ra­ción del sis­te­ma de doble mone­da en la eco­no­mía for­mal: la dico­to­mía ya no era entre el mer­ca­do negro y el sec­tor legal, sino entre el sec­tor de tran­sac­ción per­so­nal, don­de los dóla­res ame­ri­ca­nos cir­cu­la­ban y podían ser cam­bia­dos en las Cade­cas al cam­bio ‘no ofi­cial’ del mer­ca­do, lue­go alre­de­dor de 100 pesos para el dólar, y el sec­tor esta­tal, que uti­li­za el tipo de cam­bio “ofi­cial” de la pari­dad dólar/​peso. Al traer la dico­to­mía del sis­te­ma de doble mone­da a la luz públi­ca, las Cade­cas tam­bién cam­bia­ron la for­ma en que los cuba­nos enten­die­ron la caí­da de los ingre­sos reales, por­que la dis­mi­nu­ción del peso ya no podía ser nega­da. La fal­ta de poder adqui­si­ti­vo aho­ra era ofi­cial­men­te cuan­ti­fi­ca­ble como una cues­tión de pobre­za y no de esca­sez, y el abis­mo entre la mino­ría con acce­so a divi­sas fuer­tes y los que no lo tenían, se con­vir­tió en un pro­ble­ma de des­igual­dad en lugar de ile­ga­li­dad. Al mis­mo tiem­po, la tarea de res­tau­rar los ingre­sos reales y los nive­les de vida lle­gó a ser vis­ta bajo una luz dife­ren­te: aho­ra el ajus­te impli­có la nece­si­dad de res­tau­rar el valor de mer­ca­do del peso cubano, lo que sig­ni­fi­ca­ba que el des­equi­li­brio mone­ta­rio tuvo que ser pues­to bajo con­trol por la reduc­ción del défi­cit fis­cal; y el sumi­nis­tro de bie­nes, espe­cial­men­te ali­men­tos, dis­po­ni­bles para su com­pra en pesos tuvo que ser aumen­ta­do. La segun­da medi­da, intro­du­ci­da en sep­tiem­bre de 1993, amplió el alcan­ce de la acti­vi­dad por cuen­ta pro­pia bajo el Decre­to Ley 141. La gama de acti­vi­da­des cuen­ta­pro­pis­tas fue amplia­do de 41 a 158, lo que resul­tó en un aumen­to de los regis­tra­dos como autó­no­mos de alre­de­dor de 15.000 a fina­les de 1992 a más de 150.000 en 1999. Esto fue bien reci­bi­do por los cuba­nó­lo­gos como medi­da de libe­ra­li­za­ción, pero cri­ti­ca­do por su limi­ta­do alcan­ce. Los tra­ba­ja­do­res por cuen­ta pro­pia eran toda­vía sólo alre­de­dor del 5 por cien­to de la fuer­za labo­ral; las licen­cias dura­ban sólo dos años y tenían que ser obte­ni­das en la ofi­ci­na local del Minis­te­rio de Tra­ba­jo; la gama de acti­vi­da­des apro­ba­das se limi­ta­ba prin­ci­pal­men­te a los ser­vi­cios per­so­na­les. Sin embar­go, la refor­ma abrió un nue­vo camino median­te el esta­ble­ci­mien­to de un sis­te­ma de impues­tos para este tipo de empre­sas, con una estruc­tu­ra ini­cial­men­te cru­da, y a menu­do regre­si­va, de tari­fas pla­nas que fue mejo­ra­do pos­te­rior­men­te cuan­do la capa­ci­dad de pre­sen­ta­ción de infor­mes y reco­pi­la­ción creció.

Con­sul­tas

Mien­tras que la des­pe­na­li­za­ción del dólar y la aper­tu­ra del tra­ba­jo por cuen­ta pro­pia se intro­du­je­ron por decre­to, el gobierno pro­ce­dió con más cau­te­la en mate­ria de ajus­te fis­cal, cuya nece­si­dad fue reco­no­ci­da en la Asam­blea Nacio­nal en diciem­bre de 1993. En lugar de impo­ner un paque­te de aus­te­ri­dad de recor­tes de gas­tos, el gobierno una vez más puso en mar­cha un deba­te nacio­nal y esta­ble­ció un nue­vo pro­ce­so de con­sul­ta, los Par­la­men­tos Obre­ros, para deba­tir los cam­bios. Estos foros fue­ron con­vo­ca­dos en los meses siguien­tes para con­si­de­rar las pro­pues­tas de recor­tes; el paque­te final no se intro­du­jo has­ta que sus deli­be­ra­cio­nes se com­ple­ta­ron, en mayo de 1994. El retra­so fue incom­pren­si­ble para los aspi­ran­tes a ase­so­res eco­nó­mi­cos exter­nos de Cuba, que insis­tie­ron en la nece­si­dad urgen­te de esta­bi­li­za­ción. Pero el pro­ce­so de con­sul­ta era impor­tan­te para el éxi­to del ajus­te. Sin duda, tenía sus defec­tos, pero no era un mero par­che a medi­das de reduc­ción de per­so­nal que ya se hubie­ran deci­di­do: algu­nos de los recor­tes pro­pues­tos fue­ron aban­do­na­dos debi­do a las obje­cio­nes. Mien­tras el impues­to sobre la ren­ta fue acep­ta­do en prin­ci­pio, este fue recha­za­do para los emplea­dos del Esta­do; y mien­tras se acor­da­ron aumen­tos gran­des de pre­cios para los ciga­rri­llos, el alcohol, la gaso­li­na, la elec­tri­ci­dad y algu­nos medios de trans­por­te, [37] los de los bie­nes bási­cos se man­tu­vie­ron fijos muy por deba­jo de su cos­to, sin tener en cuen­ta las impli­ca­cio­nes fis­ca­les. Tam­bién se con­fir­mó que si se eli­mi­na­ban pues­tos de tra­ba­jo el pro­ce­so debía ser gra­dual, para per­mi­tir­les a los tra­ba­ja­do­res des­pe­di­dos la posi­bi­li­dad de encon­trar otro empleo. La par­ti­ci­pa­ción de los tra­ba­ja­do­res en la ela­bo­ra­ción de las medi­das de esta­bi­li­za­ción sig­ni­fi­ca­ba que a pesar de que la segu­ri­dad del empleo se debi­li­tó, el com­pro­mi­so de pre­ve­nir el des­em­pleo masi­vo se man­tu­vo intac­to. La reaper­tu­ra repen­ti­na de los mer­ca­dos ‑agro­mer­ca­dos- anun­cia­da en sep­tiem­bre de 1994 para los agri­cul­to­res, en las pos­tri­me­rías del male­co­na­zo, tam­bién con­tri­bu­yó a la esta­bi­li­za­ción, aun­que ese no era su obje­ti­vo prin­ci­pal. Los deta­lles de las con­ver­sa­cio­nes entre los líde­res del gobierno no se han hecho públi­cos, pero la deci­sión se cree amplia­men­te que fue resis­ti­da por Fidel Cas­tro, que vio en los agro­mer­ca­dos un “cal­do de cul­ti­vo para una gran can­ti­dad de males y defor­ma­cio­nes”, y con el apo­yo de Raúl y la Aso­cia­ción Nacio­nal de Agri­cul­to­res Peque­ños (ANAP) con el argu­men­to de que podrían ayu­dar a aumen­tar el sumi­nis­tro de ali­men­tos. [38] Una vez más, los obser­va­do­res de Cuba en Pit­ts­burgh y Mia­mi vie­ron la refor­ma como insu­fi­cien­te, ya que repre­sen­ta sólo una libe­ra­li­za­ción par­cial del mer­ca­do de los pro­duc­tos agrí­co­las: el Esta­do sigue desem­pe­ñan­do un papel impor­tan­te en la dis­tri­bu­ción de ali­men­tos para satis­fa­cer su garan­tía uni­ver­sal de las nece­si­da­des bási­cas. El sis­te­ma de racio­na­mien­to se man­tu­vo en su lugar y los agri­cul­to­res esta­ban sien­do obli­ga­dos a faci­li­tar las cuo­tas para el aco­pio y sólo podían ven­der el exce­den­te en los mer­ca­dos; los nue­vos pun­tos de ven­ta esta­ban fuer­te­men­te regu­la­dos, ins­pec­cio­na­dos y some­ti­dos a impues­tos. Ofi­cial­men­te, los pre­cios se deter­mi­nan libre­men­te por la ofer­ta y la deman­da, sin embar­go, el gobierno tra­tó de fre­nar eso median­te la impo­si­ción de res­tric­cio­nes a la fle­xi­bi­li­dad de los pre­cios y la sub­va­lo­ra­ción de ellos en pun­tos de ven­ta del Esta­do. En con­jun­to, estas cua­tro polí­ti­cas tra­je­ron una sus­tan­cial esta­bi­li­za­ción fis­cal y mone­ta­ria, pero la natu­ra­le­za del ajus­te con­tras­ta mar­ca­da­men­te con la de las otras eco­no­mías ex CAME. La pri­me­ra dife­ren­cia es que, en lugar de redu­cir el défi­cit fis­cal median­te la reduc­ción de los gas­tos del Esta­do, como ocu­rrió en la anti­gua Unión Sovié­ti­ca y Euro­pa del Este, el gobierno cubano cerró la bre­cha prin­ci­pal­men­te por el aumen­to de los ingre­sos del Esta­do. Entre 1993 y 1995, los ingre­sos fis­ca­les nomi­na­les aumen­ta­ron un 37 por cien­to, mien­tras que el gas­to se redu­jo en sólo un 5 por cien­to. Dos ter­ce­ras par­tes de los nue­vos ingre­sos vinie­ron del aumen­to de las ven­tas en las tien­das de divi­sas de pro­pie­dad esta­tal, que aho­ra se lla­man Tien­das de Recau­da­ción de Divi­sas (TRD), y el res­to gra­cias a nue­vos impues­tos indi­rec­tos y tasas. La segun­da dife­ren­cia es que los pre­su­pues­tos de asis­ten­cia social cuba­na se man­tu­vie­ron incó­lu­mes, con la reduc­ción de per­so­nal limi­ta­da prin­ci­pal­men­te a los sub­si­dios del Ejér­ci­to, la admi­nis­tra­ción del Esta­do y de las empre­sas. [39] Con la pose­sión de un gas­to nomi­nal cons­tan­te ya que el PIB cre­ció, la rela­ción gasto/​PIB del gobierno de Cuba cayó des­de un máxi­mo del 87 por cien­to del PIB en 1993 al 57 por cien­to en 1997, aun­que esto era toda­vía mucho mayor que el pro­me­dio de “país en tran­si­ción” de alre­de­dor del 40 por cien­to. [40] De esta mane­ra, Cuba logró com­bi­nar la pro­tec­ción social con la rápi­da reduc­ción del défi­cit fis­cal, de 5.1 mil millo­nes de pesos en 1993 a menos de 800 en 1995. Este fue un cam­bio mucho más radi­cal que lo que se con­si­guió en otras par­tes: el défi­cit fis­cal había pro­me­dia­do 30 por cien­to del PIB entre 1991 y‑1993, en com­pa­ra­ción con un pro­me­dio de 8.8 por cien­to para los paí­ses ex CAME; en 1995 se había redu­ci­do a 5,5 por cien­to, y se esta­bi­li­zó en torno al 3 por cien­to a par­tir de enton­ces. [41] Las medi­das de 1993 – 1994 tam­bién ayu­da­ron a esta­bi­li­zar el peso: la des­pe­na­li­za­ción del dólar atra­jo nue­vos flu­jos de divi­sas, el auto­em­pleo dio un poco de estí­mu­lo a la ofer­ta de ser­vi­cios, el ajus­te fis­cal redu­jo el défi­cit públi­co, el gas­to mone­ti­za­do y los agro­mer­ca­dos ali­via­ron la esca­sez de ali­men­tos [42] y redu­je­ron pre­cios. [43] A fina­les de 1994, la depre­cia­ción de la mone­da no sólo había sido dete­ni­da, pero par­cial­men­te rever­ti­da, con una tasa de alre­de­dor de 60 pesos por dólar: menos de la mitad de su valor de 150 pesos por dólar en febre­ro de 1994. En los siguien­tes 18 meses con­ti­nuó apre­cián­do­se, para lle­gar a 18 pesos por dólar a media­dos de 1996. Este gra­do de con­so­li­da­ción de la mone­da no ha sido igua­la­da por los paí­ses en “tran­si­ción”: mien­tras que la mayo­ría tuvie­ron éxi­to en dete­ner la depre­cia­ción, nin­guno logró un rebo­te. [44] Sin embar­go, a pesar de que la infla­ción de Cuba fue pues­ta bajo con­trol, los des­equi­li­brios mone­ta­rios gra­ves per­sis­tie­ron como el valor del peso, que se man­tu­vo muy por deba­jo de su nivel de 1990. Esto sig­ni­fi­ca­ba que los sala­rios y los pre­cios esta­ta­les, que se man­tu­vie­ron rela­ti­va­men­te esta­bles en tér­mi­nos nomi­na­les, se man­tu­vie­ron bajos en rela­ción con las mone­das duras y los pre­cios de mer­ca­do. La tasa de cam­bio infra­va­lo­ra­da de CADECA sir­vió como medio de supri­mir la deman­da de impor­ta­cio­nes a tra­vés de las difi­cul­ta­des com­par­ti­das duran­te la pró­xi­ma déca­da, mien­tras que el gobierno se cen­tró en la nece­si­dad urgen­te de recons­truir los ingre­sos de divisas.

La ene­mis­tad de EE.UU.

Sin embar­go, aun cuan­do la eco­no­mía se esta­bi­li­zó, el entorno externo se agra­vó. El embar­go comer­cial impues­to por Ken­nedy en 1962 había sido con­fir­ma­do por suce­si­vas órde­nes eje­cu­ti­vas en las déca­das que siguie­ron. Pero en 1992, duran­te el Perío­do Espe­cial, se endu­re­ció por la Ley Torri­ce­lli. En 1996, la cuer­da se ten­só aún más cuan­do Clin­ton fir­mó la Ley Helms-Bur­ton, el aumen­to de las penas para las ins­ti­tu­cio­nes de ter­ce­ros paí­ses ‘tra­fi­can­do’ con los anti­guos acti­vos de Esta­dos Uni­dos, con­fis­ca­dos des­pués de 1959; y prohi­bió la entra­da en los EE.UU. a los que habían tra­ba­ja­do para estas empre­sas. La prohi­bi­ción se exten­dió a los pagos en dóla­res pro­ce­sa­dos a tra­vés de la bol­sa de New York, inclu­so si las tran­sac­cio­nes no impli­ca­ban nin­gu­na enti­dad esta­dou­ni­den­se. La Ley obli­gó a los paí­ses que comer­cian con EE.UU. a cer­ti­fi­car que sus pro­duc­tos no con­tie­nen mate­rias pri­mas o inter­me­dias de Cuba. [45] La impor­tan­cia dada al prin­ci­pio de la sobe­ra­nía nacio­nal y la segu­ri­dad en Cuba es fácil­men­te com­pren­si­ble en este con­tex­to. Sin embar­go, tam­bién ha impues­to res­tric­cio­nes per­ju­di­cia­les en la dis­cu­sión inter­na. El gobierno de [Fidel] Cas­tro res­pon­dió a la Ley Helms-Bur­ton con una ley para ‘reafir­mar la dig­ni­dad y la sobe­ra­nía de Cuba “, que hizo ile­gal para cual­quier cubano divul­ga­se infor­ma­ción, en par­ti­cu­lar de eco­no­mía, que podría soca­var la segu­ri­dad nacio­nal. Un resul­ta­do fue el cie­rre de un impor­tan­te pro­gra­ma de inves­ti­ga­ción en el Cen­tro de Estu­dias de Amé­ri­ca (CEA) des­pués de que sus inves­ti­ga­do­res publi­ca­ron el pri­mer aná­li­sis exhaus­ti­vo del ajus­te cubano en inglés. [46] Este tipo de acti­tud defen­si­va ‑los inves­ti­ga­do­res se habían con­si­de­ra­do a sí mis­mos como revo­lu­cio­na­rios lea­les pero crí­ti­cos– en últi­ma ins­tan­cia sir­vió para debi­li­tar la capa­ci­dad de Cuba para res­pon­der crea­ti­va­men­te a las con­di­cio­nes cambiantes

III Rees­truc­tu­ra­ción

Con el embar­go de Esta­dos Uni­dos blo­quean­do el acce­so a la finan­cia­ción derra­ma­da sobre los otros paí­ses ex CAME, Cuba ha teni­do que crear nue­vas indus­trias ente­ras con recur­sos extre­ma­da­men­te limi­ta­dos. El nivel de la inver­sión agre­ga­da, que se redu­jo en más del 85 por cien­to entre 1990 y 1993, se ha man­te­ni­do muy bajo. De acuer­do con cifras ofi­cia­les de ingre­so nacio­nal, para el año 2012 toda­vía era sólo la mitad del nivel de 1990, con una rela­ción de inversión/​PIB de alre­de­dor del 10 por cien­to, en com­pa­ra­ción con un pro­me­dio para los miem­bros ex CAME de 20 – 25 por cien­to. [47] Con una tasa tan baja de la inver­sión agre­ga­da, que es aún más sor­pren­den­te que la recu­pe­ra­ción y el cre­ci­mien­to del PIB de Cuba ha esta­do en línea con la media del “país en tran­si­ción”. Las polí­ti­cas se han cen­tra­do en la mejo­ra de las reser­vas de divi­sas median­te el desa­rro­llo de nue­vas indus­trias de expor­ta­ción, lo que redu­ce la depen­den­cia de las impor­ta­cio­nes de ali­men­tos y de ener­gía, la bús­que­da de nue­vos mer­ca­dos y la obten­ción de fuen­tes alter­na­ti­vas de finan­cia­mien­to externo, todo den­tro de las limi­ta­cio­nes impues­tas por las san­cio­nes de Esta­dos Uni­dos. Su éxi­to rela­ti­vo, en tér­mi­nos del gra­do de rees­truc­tu­ra­ción alcan­za­do por el mon­to de finan­cia­mien­to dis­po­ni­ble, se pue­de atri­buir a un enfo­que diri­gi­do por el Esta­do de “ele­gir solo ganadores¨

Atraer la inversión

Debi­do a las san­cio­nes, la inver­sión extran­je­ra direc­ta (IED) ha ofre­ci­do la más bara­ta, y a menu­do la úni­ca vía, para Cuba obte­ner finan­cia­ción en mone­da dura. Tam­bién per­mi­te a los fun­cio­na­rios cuba­nos man­te­ner con­ver­sa­cio­nes con los socios extran­je­ros a puer­ta cerra­da, y así evi­tar la aten­ción de la Ofi­ci­na de Con­trol de Acti­vos Extran­je­ros. Se ha enfren­ta­do a desa­fíos de la sos­pe­cha de los inver­so­res, la renuen­cia den­tro del gobierno cubano -“la Inver­sión Extran­je­ra no nos gus­ta­ba mucho’, admi­tió Fidel con iro­nía en el Con­gre­so del PCC en 1997, antes de pasar a expli­car su impor­tan­cia y la nece­si­dad de adap­tar las estruc­tu­ras lega­les, finan­cie­ras y téc­ni­cas de Cuba. Des­de 1990, la polí­ti­ca hacia la inver­sión extran­je­ra direc­ta ha evo­lu­cio­na­do para adap­tar­se a estas res­tric­cio­nes. [48] El pro­ce­so de ajus­te de las acti­tu­des, regla­men­tos, de con­ta­bi­li­dad, de arbi­tra­je, de segu­ros y de mano de obra se ini­ció tan pron­to como Cuba per­dió sus socios del CAME. Las empre­sas mix­tas con empre­sas pri­va­das extran­je­ras se habían lega­li­za­do en 1982, y el pri­mer pro­yec­to pilo­to esta­ble­ci­do en 1988; pero en res­pues­ta a la nece­si­dad urgen­te de nue­vos acuer­dos, cin­cuen­ta habían sido fir­ma­do a fina­les de 1991. Una refor­ma cons­ti­tu­cio­nal de julio de 1992 rede­fi­nió la pro­pie­dad esta­tal obli­ga­to­ria que se apli­ca úni­ca­men­te a los medios de pro­duc­ción “fun­da­men­ta­les”; una ley de inver­sión extran­je­ra en 1995 acla­ró aún más el mar­co regu­la­to­rio. Pero mien­tras que el obje­ti­vo ha sido el de atraer nue­vas inver­sio­nes, el Esta­do cubano no renun­cia al con­trol. Se siguió res­trin­gien­do el alcan­ce de la inver­sión extran­je­ra direc­ta, cual­quier gran trans­fe­ren­cia de acti­vos esta­ta­les a la pro­pie­dad extran­je­ra requie­re que el Comi­té Eje­cu­ti­vo del Con­se­jo de Minis­tros esté con­ven­ci­do de que sería para “con­tri­buir a la capa­ci­dad eco­nó­mi­ca del país y el desa­rro­llo sos­te­ni­ble, sobre la base del res­pe­to a la sobe­ra­nía y la inde­pen­den­cia del país”, al pro­por­cio­nar capi­tal nue­vo, nue­vos mer­ca­dos, la tec­no­lo­gía o las habi­li­da­des, inclu­yen­do la expe­rien­cia de ges­tión. Las apro­ba­cio­nes han esta­do en una base de caso por caso, y en los últi­mos años muchas de las pro­pues­tas han sido recha­za­das, con un pro­ce­so de revi­sión de la polí­ti­ca en cur­so. Por tan­to, las nor­mas se han ase­gu­ra­do de que la aper­tu­ra a la inver­sión extran­je­ra direc­ta haya sido con­tro­la­da den­tro del sis­te­ma de ges­tión eco­nó­mi­co esta­tal-socia­lis­ta. La evo­lu­ción de la polí­ti­ca de IED res­pon­dió a las cir­cuns­tan­cias cam­bian­tes. A prin­ci­pios de 1990 algu­nas opor­tu­ni­da­des se per­die­ron, debi­do a las demo­ras o malen­ten­di­dos; una vez que habían iden­ti­fi­ca­do los pro­ble­mas, las auto­ri­da­des tra­ta­ron de sim­pli­fi­car los pro­ce­di­mien­tos para hacer las cosas más fáci­les. Para 1997, la capa­ci­dad de impor­ta­ción se había recu­pe­ra­do lo sufi­cien­te como para redu­cir la nece­si­dad urgen­te de divi­sas, mien­tras que la Ley Helms-Bur­ton disua­día a los inver­so­res extran­je­ros. Como resul­ta­do no hubo una mayor libe­ra­li­za­ción del régi­men de IED en el Con­gre­so del PCC de 1997, jus­to un espal­da­ra­zo al enfo­que exis­ten­te, espe­ci­fi­can­do que el capi­tal debe bus­car­se, en par­ti­cu­lar para la infra­es­truc­tu­ra, la mine­ría y el desa­rro­llo ener­gé­ti­co. Esto fue segui­do por un cam­bio hacia pro­yec­tos más gran­des, lo que resul­ta en la no reno­va­ción de los con­tra­tos para los peque­ños inver­so­res. Aun­que los cuba­nó­lo­gos lamen­ta­ron un cam­bio de polí­ti­ca, la natu­ra­le­za esen­cial de la estra­te­gia de la inver­sión extran­je­ra direc­ta se man­tu­vo sin cam­bios. Mien­tras que el núme­ro de acuer­dos de empre­sas con­jun­tas por año se redu­jo de alre­de­dor de 40 en 1991 – 1997 a un pro­me­dio de 25 al final de la déca­da, los con­tra­tos más gran­des sig­ni­fi­can que el flu­jo de entra­da neto anual pro­me­dio de capi­tal extran­je­ro aumen­tó de $ 180 millo­nes en 1993 – 96 a $ 320 millo­nes en 1997 – 2000. Este perío­do tam­bién vio la pri­me­ra par­te de la pri­va­ti­za­ción de los acti­vos cuba­nos, en 1999 una empre­sa fran­ce­sa, Alta­dis, tomó una par­ti­ci­pa­ción del 50 por cien­to de Haba­nos, el dis­tri­bui­dor inter­na­cio­nal de los taba­cos cuba­nos, por 500 millo­nes de dóla­res y la pri­me­ra empre­sa mix­ta de pro­pie­dad total­men­te extran­je­ra, una plan­ta de ener­gía que cos­tó 15 millo­nes de dóla­res cons­trui­da por una empre­sa pana­me­ña. A par­tir de 2001-08, la polí­ti­ca de IED fue de nue­vo afec­ta­da por el empeo­ra­mien­to de las rela­cio­nes con los EE.UU. duran­te la ‘gue­rra con­tra el terror’ ‑Cuba había sido desig­na­da un “esta­do patro­ci­na­dor del terro­ris­mo” por la Admi­nis­tra­ción Reagan-con el aumen­to del moni­to­reo y enjui­cia­mien­tos. Bush Jr esta­ble­ció un Pro­yec­to de Tran­si­ción en Cuba para pla­near una Cuba post-comu­nis­ta y el Depar­ta­men­to de Esta­do inten­si­fi­có los esfuer­zos para detec­tar y enjui­ciar a los vio­la­do­res de las san­cio­nes nor­te­ame­ri­ca­nas, des­alen­tan­do el inte­rés de empre­sas extran­je­ras. En 2004, Washing­ton impu­so una mul­ta de 100 millo­nes de dóla­res al ban­co sui­zo UBS por la entre­ga de un lote de bille­tes de dólar a Cuba. La Haba­na res­pon­dió can­ce­lan­do el uso de dóla­res en tran­sac­cio­nes nacio­na­les, aun­que toda­vía podrían tener­se y cam­biar­los por CUC, con un recar­go del 10 por cien­to. Al mis­mo tiem­po, las rela­cio­nes de Cuba con Vene­zue­la iban flo­re­cien­do. Hugo Chá­vez había sido invi­ta­do a Cuba por pri­me­ra vez como un líder de la opo­si­ción en 1994. Des­pués de la vic­to­ria elec­to­ral de Chá­vez en 1998, y espe­cial­men­te des­pués de la derro­ta del inten­to de gol­pe en 2002 y la huel­ga con­tra su gobierno, los víncu­los comer­cia­les entre los dos paí­ses se for­ta­le­cie­ron, cul­mi­nan­do en un acuer­do bila­te­ral en diciem­bre de 2004 del inter­cam­bio de petró­leo vene­zo­lano de 53.000 barri­les al día-por ser­vi­cios pro­fe­sio­na­les cuba­nos, tra­ba­ja­do­res de la salud y maes­tros. Por pri­me­ra vez des­de 1990, Cuba reci­bió finan­cia­mien­to sig­ni­fi­ca­ti­vo en tér­mi­nos pre­fe­ren­cia­les, el levan­ta­mien­to de la inver­sión y el cre­ci­mien­to anual del PIB, que se ele­vó a un pro­me­dio de 10 por cien­to en 2005-07. Con Vene­zue­la, Cuba fue miem­bro fun­da­dor de un nue­vo acuer­do comer­cial, el ALBA -Alian­za Boli­va­ria­na para los Pue­blos de Nues­tra Amé­ri­ca- que lle­gó a incluir a Boli­via, Ecua­dor, Nica­ra­gua y cua­tro nacio­nes de las islas del Cari­be. El pro­me­dio anual de cre­ci­mien­to de los ingre­sos de expor­ta­ción se ele­vó 30 por cien­to en 2005-07, un aumen­to del 9 por cien­to sobre la déca­da ante­rior. Aun­que las esta­dís­ti­cas cuba­nas sobre los flu­jos inter­na­cio­na­les de capi­tal son muy esca­sas, la evi­den­cia dis­po­ni­ble con­fir­ma la rees­truc­tu­ra­ción radi­cal de la pro­duc­ción y el comer­cio inter­na­cio­nal logra­do con rela­ti­va­men­te esca­sa finan­cia­ción. La IED de Cuba ha sido de sólo alre­de­dor del 1 por cien­to del PIB des­de media­dos de los años 90, en com­pa­ra­ción con un pro­me­dio para los paí­ses ex CAME en Euro­pa del Este y Cen­tral en torno al 4 por cien­to. [49] La Haba­na tuvo éxi­to en con­se­guir un alto impac­to por cada dólar de inver­sión de capi­tal median­te la selec­ción de gana­do­res y nego­ciar con­tra­tos direc­ta­men­te. Sin embar­go, el resul­ta­do es que la rein­ser­ción de Cuba en la eco­no­mía mun­dial ha sido lide­ra­da por sólo un puña­do de indus­trias. Las figu­ras 4 y 5, a con­ti­nua­ción, ponen de relie­ve la estre­cha base de la rees­truc­tu­ra­ción eco­nó­mi­ca de Cuba y la recu­pe­ra­ción a par­tir de 1990. La figu­ra 4 mues­tra las cua­tro fuen­tes prin­ci­pa­les de cre­ci­mien­to y el cam­bio a par­tir de 1990: en pri­mer lugar el turis­mo en la déca­da de 1990, a con­ti­nua­ción, el níquel y la ener­gía, en la pasa­da déca­da, los ser­vi­cios pro­fe­sio­na­les lide­ran en la recu­pe­ra­ción. Den­tro del CAME, el azú­car había repre­sen­ta­do el 73 por cien­to de todos los ingre­sos de expor­ta­ción; el défi­cit comer­cial había sido de alre­de­dor de $ 2 mil millones.

Composición de los flujos de intercambios externos 1990-2012Com­po­si­ción de los flu­jos de inter­cam­bios exter­nos 1990 – 2012 

Para el 2012, el azú­car repre­sen­ta­ba sólo el 3 por cien­to de los ingre­sos de expor­ta­ción, mien­tras que las indus­trias de recien­te desa­rro­llo del turis­mo, de níquel, de pro­ce­sa­mien­to de petró­leo y de ser­vi­cios pro­fe­sio­na­les gana­ban lo sufi­cien­te como para pro­du­cir un supe­rá­vit comer­cial anual de bie­nes y ser­vi­cios com­bi­na­dos de más de mil millo­nes de dóla­res. La indus­tria del turis­mo y la mine­ría de níquel se reca­pi­ta­li­za­ción a tra­vés de la inver­sión extran­je­ra direc­ta pri­va­da; el pro­ce­sa­mien­to de petró­leo y ser­vi­cios pro­fe­sio­na­les a tra­vés del con­ve­nio Cuba-Vene­zue­la de 2004. Esto últi­mo ha hecho la mayor con­tri­bu­ción a los ingre­sos de divi­sas, de hecho, las ganan­cias de la ven­ta de ser­vi­cios pro­fe­sio­na­les a Vene­zue­la han supe­ra­do las de todas las expor­ta­cio­nes de bie­nes com­bi­na­dos des­de el año 2005, aun­que el mayor cre­ci­mien­to des­de el año 2008 ha veni­do de la refi­ne­ría de petró­leo de Cien­fue­gos, una joint ven­tu­re entre las empre­sas petro­le­ras esta­ta­les cuba­nas y vene­zo­la­nas. El sec­tor de la bio­tec­no­lo­gía, en el que se han con­cen­tra­do las espe­ran­zas, ha esta­do recien­te­men­te cre­cien­do a un salu­da­ble rit­mo ‑las expor­ta­cio­nes se dupli­ca­ron entre 2008 y 2012- pero, con sólo el 3 por cien­to de los ingre­sos tota­les de expor­ta­ción, aún no ha cre­ci­do lo sufi­cien­te como para con­du­cir la eco­no­mía nacio­nal. Para el año 2012 el supe­rá­vit comer­cial de Cuba (de bie­nes y ser­vi­cios com­bi­na­dos), jun­to con las reme­sas que se esti­ma han cre­ci­do a alre­de­dor de 2 mil millo­nes, pare­cen haber pro­por­cio­na­do sufi­cien­tes divi­sas para per­mi­tir una acu­mu­la­ción de reser­vas inter­na­cio­na­les, indi­ca­do por el sal­do nega­ti­vo del esti­ma­do “finan­cia­mien­to externo neto” en la Figu­ra 4.

Tasa de cambio de mercado peso-dólar 1990-2013Tasa de cam­bio de mer­ca­do peso-dólar 1990 – 2013 

La figu­ra 5, que mues­tra el des­tino geo­grá­fi­co de las expor­ta­cio­nes, reve­la la medi­da en que el comer­cio de bie­nes de Cuba se ha reorien­ta­do. En 1990, el 75 por cien­to de las expor­ta­cio­nes se ven­die­ron a los anti­guos paí­ses del CAME, pero para 2012 éstos repre­sen­ta­ron menos del 5 por cien­to. Alre­de­dor del año 2000, Cuba había teni­do éxi­to en el logro de un gra­do sin pre­ce­den­tes en la diver­si­fi­ca­ción de sus socios para la expor­ta­ción, con Euro­pa Occi­den­tal repre­sen­tan­do el 32 por cien­to del total, los anti­guos paí­ses del CAME el 27 por cien­to y Cana­dá el 17 por cien­to, Asia el 12 por cien­to, y el res­to en las Amé­ri­cas, excep­to en los EE.UU., que per­ma­ne­ce cerra­do a las expor­ta­cio­nes cuba­nas, un 10 por cien­to. Des­de enton­ces, la depen­den­cia de un solo socio ha aumen­ta­do una vez más: en 2012, Vene­zue­la repre­sen­tó no sólo el 45 por cien­to de las expor­ta­cio­nes de bie­nes, estos deben ser pro­duc­tos deri­va­dos del petró­leo de la refi­ne­ría de Cien­fue­gos, pero tam­bién muchos de los ser­vi­cios no turís­ti­cos de Cuba.

IV Las refor­mas de Raúl

El aumen­to de los ingre­sos de divi­sas en 2005-07 a tra­vés del comer­cio con Vene­zue­la tra­jo un ali­vio muy bien­ve­ni­do. Pero para el momen­to en que Raúl Cas­tro y su equi­po habían asu­mi­do for­mal­men­te el car­go en 2008, el aumen­to había ter­mi­na­do. Tres hura­ca­nes muy des­truc­ti­vos y la caí­da de los pre­cios del níquel a raíz de la cri­sis finan­cie­ra mun­dial eli­mi­na­ron el supe­rá­vit comer­cial y las reser­vas de divi­sas fue­ron dre­na­das, dejan­do a Cuba inca­paz de cum­plir con sus obli­ga­cio­nes de deu­da. A pesar de que la pro­tec­ción social siguió intac­ta, la ofer­ta de dine­ro se había esta­bi­li­za­do y la dis­ci­pli­na fis­cal segu­ra, esta­ba cla­ro que iba a lle­var más que la recu­pe­ra­ción de los ingre­sos de divi­sas para per­mi­tir que el peso cubano vol­vie­se a su nivel ante­rior y así res­tau­rar el valor real de sala­rios, pres­ta­cio­nes y pre­cios. El des­equi­li­brio mone­ta­rio se había arrai­ga­do; la co-exis­ten­cia de dos con­jun­tos de pre­cios, ingre­sos, tipos de cam­bio, y mer­ca­dos admi­nis­tra­dos por el esta­do, blo­queó la inte­gra­ción entre las eco­no­mías nacio­na­les y exter­nos, lo que resul­ta en una estruc­tu­ra des­equi­li­bra­da y dis­tor­sio­na­da de la pro­duc­ción. En tér­mi­nos reales, los sala­rios esta­ta­les cuba­nos se habían man­te­ni­do por deba­jo de su nivel de 1990 duran­te muchos años, con la tasa de cam­bio de CADECA aho­ra a 24 pesos por dólar, en com­pa­ra­ción con la anti­gua tasa del mer­ca­do negro de 7 pesos en 1990 (Figu­ras 6 y 7). La des­igual­dad y los incen­ti­vos per­ver­sos per­sis­tie­ron. Sólo una peque­ña par­te pri­vi­le­gia­da de la pobla­ción con acce­so a divi­sas fuer­tes podía per­mi­tir­se el lujo de ir de com­pras con regu­la­ri­dad en los mer­ca­dos libres; para el res­to, los bene­fi­cios del ‘goteo’ del nue­vo sec­tor no esta­tal eran débi­les e indi­rec­tos, pro­ce­den­tes prin­ci­pal­men­te de la recau­da­ción de los impues­tos des­ti­na­dos a finan­ciar el gas­to social.

Valor de $ 100 como múltiplo del salario mensual promedioValor de $ 100 como múl­ti­plo del sala­rio men­sual promedio 
Tasa de cambio de mercado peso-dólar 1990-2013Tasa de cam­bio de mer­ca­do peso-dólar 1990 – 2013 

Ade­más de la cre­cien­te des­igual­dad, la bifur­ca­ción de la eco­no­mía había obs­ta­cu­li­za­do el desa­rro­llo a tra­vés del cre­ci­mien­to de un sec­tor infor­mal para­si­ta­rio, que dre­na los recur­sos de la eco­no­mía for­mal, ofre­cien­do incen­ti­vos para que los tra­ba­ja­do­res cali­fi­ca­dos, inclui­dos los maes­tros, ocu­pen pues­tos de tra­ba­jo de baja cua­li­fi­ca­ción por sala­rios en CUC y fomen­tar el robo de los recur­sos del Esta­do, para la re-ven­ta en el mer­ca­do negro a pre­cios ele­va­dos. La pre­va­len­cia de la corrup­ción y el aumen­to de la des­igual­dad de ingre­sos habían soca­va­do pro­gre­si­va­men­te la éti­ca igua­li­ta­ria y la cre­di­bi­li­dad de la retó­ri­ca socia­lis­ta, un efec­to agra­va­do a medi­da que los cuba­nos más ricos aho­ra pue­den ase­gu­rar­se el acce­so pre­fe­ren­cial a los pues­tos de tra­ba­jo, la edu­ca­ción y la salud median­te el pago por el pri­vi­le­gio a tra­vés de cana­les infor­ma­les. Mien­tras tan­to, el cos­to de los sub­si­dios con­su­me fon­dos que de otro modo podrían haber sido uti­li­za­dos para la inversión.

Linea­men­tos

El pri­mer pro­ble­ma para el nue­vo equi­po de Raúl Cas­tro, diri­gi­do por el minis­tro de Eco­no­mía, Marino Muri­llo, fue res­tau­rar el equi­li­brio externo, des­pués de los pro­ble­mas de 2008. Esto se logró median­te una fuer­te reduc­ción de las impor­ta­cio­nes, que redu­je­ron el cre­ci­mien­to ofi­cial del PIB a sólo el 1,4 por cien­to. [50] Des­de enton­ces, la estra­te­gia eco­nó­mi­ca ha sido defi­ni­da como ‘actua­li­za­ción’ del mode­lo ‑de diver­si­fi­ca­ción de la pro­duc­ción, la reani­ma­ción de la eco­no­mía nacio­nal des­ca­pi­ta­li­za­da, y la reali­nea­ción de pre­cios, tazas de cam­bio e ingre­sos- en lugar de poner en mar­cha un pro­ce­so de esti­lo chino de la acu­mu­la­ción capi­ta­lis­ta bajo el lide­raz­go del Par­ti­do Comu­nis­ta. A pesar de que el esti­lo de lide­raz­go de Raúl es muy dife­ren­te al de su her­mano, este ha sido cui­da­do­so en vin­cu­lar esta revi­sión con las polí­ti­cas de Fidel, varias veces uti­li­zan­do citas de sus dis­cur­sos, una de las favo­ri­tas ha sido ‘Revo­lu­ción es sen­ti­do del momen­to his­tó­ri­co; es cam­biar todo lo que debe ser cam­bia­do’. [51] Des­pués de algu­nas refor­mas ini­cia­les modes­tas, Raúl pre­pa­ró el terreno para un enfo­que más radi­cal con el lan­za­mien­to de un deba­te nacio­nal más en el perío­do pre­vio al VI Con­gre­so del PCC en abril de 2011. Un pro­yec­to de docu­men­to, “Linea­mien­tos de la Polí­ti­ca Eco­nó­mi­ca y social del Par­ti­do y la Revo­lu­ción”, se dis­tri­bu­yó en noviem­bre de 2010 para su dis­cu­sión en reunio­nes en todo el país, don­de se obser­va­ron comen­ta­rios y revi­sio­nes pro­pues­tas. Un tex­to redac­ta­do de nue­vo se pre­sen­tó al Con­gre­so, modi­fi­ca­do, y lue­go se publi­có en mayo de 2011. [52] A pesar de que estos “Linea­mien­tos” esta­ban des­ti­na­dos para diri­gir la polí­ti­ca has­ta el año 2016, el docu­men­to no fue para nada un plan quin­que­nal. Al igual que la reso­lu­ción del PCC de 1991, sobre la eco­no­mía, se esbo­zó un con­jun­to de prin­ci­pios y obje­ti­vos, en lugar de esta­ble­cer un pro­gra­ma de refor­mas. A pesar de todas las defi­cien­cias del sis­te­ma de par­ti­ci­pa­ción de Cuba, este con­ti­nuó sir­vien­do tan­to como con­duc­tor de la polí­ti­ca ofi­cial. Esto fue ilus­tra­do por la for­ma en que fue exa­mi­na­do y revi­sa­do una direc­ti­va de des­pi­dos a gran esca­la del sec­tor públi­co, con la par­ti­ci­pa­ción de los sin­di­ca­tos ofi­cia­les, des­pués de que los emplea­dos del Esta­do arre­me­tie­ron con­tra el rit­mo exce­si­va­men­te apre­su­ra­do del ajus­te y la invia­ble e injus­ta for­ma en que se lle­va­ba a cabo. Los acon­te­ci­mien­tos demos­tra­ron que, aun­que de nin­gu­na mane­ra “inde­pen­dien­te”, los sin­di­ca­tos cuba­nos desem­pe­ña­ron un papel impor­tan­te en el esta­ble­ci­mien­to de lími­tes de la polí­ti­ca y en la apli­ca­ción prác­ti­ca de la “racio­na­li­za­ción” o cie­rres de empre­sas. [53] El pro­ce­so de con­sul­ta sobre los “Linea­mien­tos” tam­bién pro­por­cio­nó una opor­tu­ni­dad para el escru­ti­nio públi­co, lo que resul­tó en algu­nos ajus­tes sig­ni­fi­ca­ti­vos en el docu­men­to final. Y mien­tras que la eje­cu­ción des­de mayo de 2011 ha sido coor­di­na­da cen­tral­men­te por una comi­sión bajo el lide­raz­go de Muri­llo, con infor­mes perió­di­cos sobre el pro­gre­so obe­dien­te­men­te pre­sen­ta­dos a la Asam­blea Nacio­nal y al Par­ti­do, este ha impli­ca­do a una gama mucho más amplia de orga­nis­mos, con inter­ac­cio­nes com­ple­jas entre las par­tes, el gobierno y comi­sio­nes de exper­tos. El pro­ce­so de imple­men­ta­ción ha inclui­do una serie de expe­ri­men­tos y pro­yec­tos pilo­to, así como pro­gra­mas de recon­ver­sión, de inves­ti­ga­ción y de moni­to­reo. Las “Linea­mien­tos” y dis­cur­sos ofi­cia­les hacen un mon­tón de refe­ren­cias a ”uti­li­zar los meca­nis­mos” del mer­ca­do, pero esta rela­ción como un com­po­nen­te de la polí­ti­ca diri­gi­da por el Esta­do, en con­tras­te con la ten­den­cia neo­li­be­ral que han apun­ta­la­do las estra­te­gias “de tran­si­ción” en otros luga­res. En las medi­das adop­ta­das has­ta la fecha han par­ti­ci­pa­do ele­men­tos de la libe­ra­li­za­ción, inclu­yen­do la expan­sión del sec­tor no esta­tal, más amplio mar­gen para la inver­sión extran­je­ra, con­ce­sio­nes fis­ca­les para las zonas espe­cia­les de desa­rro­llo y la des­re­gu­la­ción de los mer­ca­dos de auto­mó­vi­les de segun­da mano y de vivien­da. Pero en lugar de ceder el con­trol de la eco­no­mía al sec­tor pri­va­do, el gobierno ha acom­pa­ña­do a estos movi­mien­tos con medi­das des­ti­na­das explí­ci­ta­men­te a for­ta­le­cer la super­vi­sión del Esta­do. Des­de que Raúl asu­mió la pre­si­den­cia, ha aumen­ta­do los recur­sos y la auto­ri­dad de la jefa de la Con­tra­lo­ría Gene­ral, Gladys Beje­rano, una figu­ra cla­ve que con­sis­ten­te­men­te ha sido pasa­da por alto por los comen­ta­ris­tas exter­nos. El tra­ba­jo de la Con­tra­lo­ra Gene­ral no sólo ha esta­do des­ti­na­do a for­ta­le­cer los esfuer­zos de lucha con­tra la corrup­ción, con la aten­ción cen­tra­da en los más per­ni­cio­sos abu­sos de alto nivel, lo que lo que ha lle­va­do a lar­gas penas de pri­sión para algu­nos altos fun­cio­na­rios, sino tam­bién a mejo­rar el cum­pli­mien­to tri­bu­ta­rio, a tra­vés de la difu­sión de infor­ma­ción y un impor­tan­te pro­gra­ma de capa­ci­ta­ción a nivel nacio­nal para los fun­cio­na­rios, geren­tes, con­ta­do­res y los autó­no­mos. Es decir, el uso de los acti­vos ins­ti­tu­cio­na­les del Esta­do para cons­truir el apa­ra­to y la cul­tu­ra nece­sa­ria para refor­zar la efi­cien­cia y la equi­dad en el sec­tor for­mal, en el que los mer­ca­dos están jugan­do un papel más impor­tan­te que antes. El desem­pe­ño eco­nó­mi­co cubano des­de la cri­sis finan­cie­ra glo­bal ha sido más débil de lo espe­ra­do, con un pro­me­dio de cre­ci­mien­to anual del PIB de menos del 3 por cien­to, no lle­gan a las metas repe­ti­da­men­te. La ayu­da de Vene­zue­la con­ti­núa, pero el impul­so ini­cial que esta tra­jo se ha esta­bi­li­za­do des­de el año 2008, y la con­ti­nua­da exclu­sión de Cuba del mer­ca­do de Esta­dos Uni­dos y la mayo­ría de las fuen­tes de finan­cia­ción inter­na­cio­nal sigue sien­do un las­tre para el cre­ci­mien­to. Ha habi­do pocas mejo­ras en los sala­rios reales en el sec­tor esta­tal, apar­te de los tra­ba­ja­do­res de ser­vi­cios de salud que vie­ron un alza a prin­ci­pios de 2014. Una decep­ción par­ti­cu­lar ha sido la fal­ta de un repun­te sig­ni­fi­ca­ti­vo en la pro­duc­ción agrí­co­la, a pesar de la dis­tri­bu­ción de tie­rras a los agri­cul­to­res pri­va­dos y una serie de medi­das des­ti­na­das a mejo­rar sus incen­ti­vos, redes de dis­tri­bu­ción, el sumi­nis­tro de insu­mos y la dis­po­ni­bi­li­dad de finan­cia­ción. En pers­pec­ti­va com­pa­ra­da, el cre­ci­mien­to del PIB cubano ha sido peor que la media de los paí­ses “en tran­si­ción” des­de el año 2008, a pesar de una reduc­ción sus­tan­cial de las plan­ti­llas del sec­tor públi­co; el ajus­te se ha man­te­ni­do lo sufi­cien­te­men­te len­to para evi­tar un shock de deman­da o gene­rar un fuer­te aumen­to del des­em­pleo. Pero los resul­ta­dos que­dan por deba­jo de la mejo­ra que se espe­ra de las refor­mas de 2011. Más allá de jugue­tear con las regu­la­cio­nes para que los nue­vos mer­ca­dos fun­cio­nen mejor, movi­das más auda­ces están sien­do con­si­de­ra­das para aumen­tar la inver­sión extran­je­ra y para hacer fren­te a las difi­cul­ta­des per­sis­ten­tes crea­das por el sis­te­ma de doble mone­da. Una segun­da ini­cia­ti­va, la aper­tu­ra de la Zona Espe­cial de Desa­rro­llo de Mariel a fina­les de 2013, uni­da por una nue­va línea de ferro­ca­rril a La Haba­na, está des­ti­naao tan­to a pro­mo­ver un ‘clús­ter’ indus­trial orien­ta­do al pro­ce­sa­mien­to de la expor­ta­ción alre­de­dor del puer­to y para atraer a las empre­sas cuba­nas y extran­je­ras que pro­veen el mer­ca­do interno. Acom­pa­ñan­do a estos dos acon­te­ci­mien­tos hay una nue­va ley de inver­sión extran­je­ra, que entró en vigor a fina­les de junio de 2014 des­pués de muchos años de dis­cu­sión. Para decep­ción de los cuba­nó­lo­gos, esto es sólo una revi­sión de la legis­la­ción de 1995: mien­tras que hay ajus­tes a los impues­tos y otros incen­ti­vos, y una invi­ta­ción más explí­ci­ta a los inver­sio­nis­tas de Esta­dos Uni­dos, los prin­ci­pios cen­tra­les per­ma­ne­cen: el Esta­do cubano será el guar­dián y debe estar con­ven­ci­do de que cada inver­sión extran­je­ra con­tri­bu­ye a sus obje­ti­vos de desarrollo.

Dia Cero

Sin embar­go, el éxi­to en la atrac­ción de la inver­sión extran­je­ra sólo pue­de per­pe­tuar un mode­lo de cre­ci­mien­to dis­tor­sio­na­do, siem­pre y cuan­do la dife­ren­cia entre los tipos de cam­bio, el tipo de cam­bio “ofi­cial” de la pari­dad peso-dólar-CUC, y la tasa de CADECA ‘no ofi­cial’ pero legal de 24 pesos a el CUC/​dólar crea una gama de pre­cios ofi­cia­les, no ofi­cia­les, en dóla­res y pesos no con­ver­ti­bles, que impi­den la inte­gra­ción entre las eco­no­mías nacio­na­les y exter­nas. A medi­da que el sec­tor no esta­tal se ha desa­rro­lla­do, se ha vuel­to cada vez más cla­ro que las empre­sas pri­va­das rela­ti­va­men­te inefi­cien­tes han sido capa­ces de pros­pe­rar den­tro de la eco­no­mía nacio­nal ya que sus cos­tos en pesos cuba­nos, inclu­yen­do la mano de obra, están infra­va­lo­ra­dos en la tasa CADECA/​CUC que uti­li­zan para sus tran­sac­cio­nes. En efec­to, el Esta­do cubano está sub­si­dian­do el nue­vo sec­tor no esta­tal a tra­vés de la tasa infra­va­lo­ra­da de CADECA. Mien­tras tan­to, las empre­sas esta­ta­les tie­nen que uti­li­zar el tipo de cam­bio ofi­cial sobre­va­lua­do, una gra­ve des­ven­ta­ja en tér­mi­nos de su com­pe­ti­ti­vi­dad. Una for­ma de “ilu­sión mone­ta­ria” que sig­ni­fi­ca que las empre­sas esta­ta­les efi­cien­tes repor­tan pér­di­das por lo que no pue­den obte­ner capi­tal para la inver­sión, mien­tras que los empre­sa­rios pri­va­dos que ope­ran a nive­les muy bajos de pro­duc­ti­vi­dad dis­fru­tan de fuer­tes sub­si­dios esta­ta­les ocul­tos pero se que­jan de impues­tos exce­si­va­men­te altos. El Linea­mien­to 55 esta­ble­ce cla­ra­men­te que el sis­te­ma de doble mone­da debe abor­dar­se, pero la redac­ción es críp­ti­ca y el cam­bio ha sido len­to en lle­gar. [54] El retra­so se debe en par­te a la aver­sión al ries­go. Cual­quier reajus­te mone­ta­rio impli­ca­rá una re-valo­ra­ción per­ju­di­cial y, a raíz del colap­so extre­mo del peso a prin­ci­pios de 1990, el Ban­co Cen­tral se ha cen­tra­do en man­te­ner la esta­bi­li­dad. El mie­do a una nue­va cri­sis ha pro­vo­ca­do una pre­fe­ren­cia por la pre­cau­ción, no sólo den­tro del gobierno y de la buro­cra­cia, sino tam­bién den­tro de la pobla­ción en su con­jun­to; muchos hoga­res se han adap­ta­do a las estruc­tu­ras de pre­cios dis­tor­sio­na­dos, y por lo tan­to se han con­ver­ti­do en depen­dien­tes de ellos. Entre los años 90 y media­dos de 2008, la per­cep­ción de la mejo­ra gra­dual a tra­vés del ajus­te era sufi­cien­te para cal­mar el impe­ra­ti­vo de res­ta­ble­cer el equi­li­brio en el sis­te­ma mone­ta­rio; pero la des­ace­le­ra­ción pos­te­rior ha lle­va­do el tema a la pales­tra. Final­men­te, a prin­ci­pios de 2013, se hicie­ron los pri­me­ros movi­mien­tos. Des­pués de dos años de estu­dio, un pro­gra­ma pilo­to comen­zó a per­mi­tir que algu­nas empre­sas esta­ta­les uti­li­cen las tasas de CUP-CUC de alre­de­dor de 10 pesos por 1 CUC para com­pras a pro­vee­do­res nacio­na­les, sea esta­do, coope­ra­ti­va o pri­va­dos. En octu­bre de 2013, el gobierno anun­ció que se había ela­bo­ra­do un calen­da­rio para la refor­ma mone­ta­ria. En mar­zo de 2014 se publi­ca­ron ins­truc­cio­nes deta­lla­das para la fija­ción de pre­cios y liqui­da­ción de cuen­tas en el ‘Dia Cero’, cuan­do el CUC des­apa­re­ce­rá. [55] El peso cubano se habrá enton­ces pre­su­mi­ble­men­te con­ver­ti­do en direc­ta­men­te con­ver­ti­ble en mone­da extran­je­ra, aun­que los deta­lles de cual­quier con­trol de cam­bios pla­ni­fi­ca­dos no se cono­cen aún. Con el fin de mini­mi­zar la inte­rrup­ción, el Esta­do va a esta­ble­cer pará­me­tros para los nue­vos pre­cios en pesos cuba­nos y pro­vee­ría sub­si­dios para cubrir las pér­di­das ini­cia­les; los nue­vos pre­cios, deno­mi­na­dos en la mone­da úni­ca, refle­ja­rían enton­ces la pér­di­da de poder de com­pra inter­na­cio­nal del peso des­de 1990, y los “sub­si­dios ocul­tos” al sec­tor pri­va­do serían eli­mi­na­dos. Aún no se ha espe­ci­fi­ca­do el tema vital de cuál será el nue­vo tipo de cam­bio úni­co. La tasa CADECA exis­ten­te de 24 pesos por dólar ‑la cual sub­va­lo­ra al peso- podría pare­cer ser la menos per­ju­di­cial y la que, a tra­vés de su enor­me deva­lua­ción del tipo de cam­bio ofi­cial, mejo­ra­ría radi­cal­men­te la com­pe­ti­ti­vi­dad del sec­tor empre­sa­rial. Pero sería inser­tar la eco­no­mía cuba­na en el mer­ca­do glo­bal como un pro­duc­tor de muy bajos sala­rios y esta­ble­cer una sepa­ra­ción exce­si­va entre los ex gana­do­res en CUC y las esca­las sala­ria­les en pesos cuba­nos. Una tasa de 20, 15 o inclu­so 10 pesos por CUC/​dólar ofre­ce­ría una correc­ción par­cial de los ingre­sos reales rela­ti­vos, ade­más de mejo­rar la com­pe­ti­ti­vi­dad per­mi­tien­do un ajus­te adi­cio­nal una vez que las cosas se hayan asen­ta­do y la con­fian­za se haya res­tau­ra­do. [56] En el momen­to de escri­bir este artícu­lo, no hay aún fecha para el Día Cero, y toda­vía no hay cer­te­za sobre cómo se mane­ja­ría una reeva­lua­ción del peso. Al abor­dar el pro­ce­so de uni­fi­ca­ción mone­ta­ria con pre­cau­ción, el gobierno espe­ra cla­ra­men­te que sea posi­ble redu­cir al míni­mo los cos­tos del reajus­te de pre­cios. No hay casos direc­ta­men­te com­pa­ra­bles al cubano, por­que uni­fi­ca­cio­nes mone­ta­rias de otros paí­ses se han lle­va­do a cabo ya sea cuan­do las balan­zas comer­cia­les posi­ti­vas han pro­por­cio­na­do abun­dan­tes divi­sas, o con el apo­yo externo; y nin­guno tenía la estruc­tu­ra par­ti­cu­lar de los mer­ca­dos frag­men­ta­dos y los pre­cios de Cuba. Sin los datos mone­ta­rios nece­sa­rios para com­pren­der ple­na­men­te las con­di­cio­nes de Cuba, sólo pode­mos espe­cu­lar sobre el impac­to pro­ba­ble del cam­bio. Pero pare­ce cla­ro que esta refor­ma ten­drá con­se­cuen­cias de lar­go alcan­ce en los pró­xi­mos años, no sólo para los pre­cios rela­ti­vos y la dis­tri­bu­ción del ingre­so, sino tam­bién para la diná­mi­ca del cre­ci­mien­to eco­nó­mi­co cubano.

Las divi­sio­nes sociales

No es fácil eva­luar cuál es la pro­por­ción de la pobla­ción con acce­so a CUC o divi­sas, y en qué can­ti­da­des. Algu­nas esti­ma­cio­nes sugie­ren que la mitad de la pobla­ción tie­ne algu­nos CUC, pero en muchos casos la suma es muy peque­ña. La con­cen­tra­ción de los aho­rros en cuen­tas ban­ca­rias es muy alto, pero los que tie­nen éxi­to en las empre­sas en el mer­ca­do negro, por ejem­plo, man­tie­nen su dine­ro en otro lugar. Lo que pue­de ser iden­ti­fi­ca­do con algu­na cer­te­za son los gru­pos socia­les que tie­nen más acce­so a CUC, y los que no tie­nen nin­guno. Los más pobres son los que depen­den de las pen­sio­nes del Esta­do o de asis­ten­cia social, sin apo­yo fami­liar. Las pen­sio­nes son ape­nas sufi­cien­tes para la sub­sis­ten­cia, por lo que los ser­vi­cios socia­les tie­nen que com­ple­men­tar­los don­de no hay fami­lia, o la fami­lia es dema­sia­do pobre. A pesar de que hay más dine­ro alre­de­dor de La Haba­na, y por lo tan­to más opor­tu­ni­da­des para los jóve­nes y con­di­cio­nes de ganar algo, para las per­so­nas mayo­res que no pue­den hacer algo al res­pec­to pue­de ser uno de los peo­res luga­res, por­que los pre­cios de mer­ca­do son más altos. Las per­so­nas que rea­li­zan tra­ba­jos esta­ta­les muy mal paga­dos, sin acce­so a las boni­fi­ca­cio­nes, las opor­tu­ni­da­des para los hur­tos, los tra­ba­jos com­ple­men­ta­rios o las reme­sas, tam­bién per­ma­ne­cen cer­ca del lími­te de sub­sis­ten­cia. Los otros que están mal, pro­ba­ble­men­te más de la mitad de la pobla­ción, son los que logran sobre­vi­vir, ya que pue­den com­ple­men­tar sus ingre­sos esta­ta­les de algu­na mane­ra, viven al día y no tie­nen sufi­cien­te para aho­rrar. Los fun­cio­na­rios del gobierno están en esta cate­go­ría, que tam­bién inclu­ye a las per­so­nas que viven fue­ra de las modes­tas reme­sas o par­ti­ci­pan en la peque­ña acti­vi­dad pri­va­da, legal o ile­gal. Las dife­ren­cias sala­ria­les son impor­tan­tes, pero no son el prin­ci­pal deter­mi­nan­te del con­su­mo real; eso depen­de del acce­so a los CUC. Algu­nos de los emplea­dos del Esta­do más afec­ta­dos han sido los miem­bros y fun­cio­na­rios del PCC, que se supo­ne no par­ti­ci­pen en nin­gu­na acti­vi­dad no ofi­cial. Es posi­ble que ten­gan pri­vi­le­gios en espe­cie, pero no en los ingre­sos. Para algu­nos pro­fe­sio­na­les, los via­jes de tra­ba­jo al extran­je­ro pue­den ofre­cer la opor­tu­ni­dad de obte­ner dine­ro extra para artícu­los gran­des, tales como repa­ra­cio­nes de la casa. Con el paso del tiem­po, la pro­por­ción de los tra­ba­ja­do­res del Esta­do que reci­be algún tipo de bono ha cre­ci­do. En pri­mer lugar, había jabas men­sua­les, lle­nas de bie­nes bási­cos, como la lejía o pas­ta de dien­tes; aho­ra boni­fi­ca­cio­nes de 10 – 25 CUC o más son comu­nes. Duran­te la últi­ma déca­da, los ingre­sos de un núme­ro cre­cien­te de hoga­res han aumen­ta­do lo sufi­cien­te como para con­se­guir un telé­fono móvil, mejo­rar sus vivien­das o com­prar un coche de segun­da mano. Pero los ingre­sos esta­ta­les nomi­na­les no han subi­do en línea con el cos­to de la vida, por lo que para alguien depen­der toda­vía de un sala­rio en pesos sola­men­te sigue sien­do muy difí­cil. La mino­ría rica es un gru­po sepa­ra­do. Son las pocas per­so­nas que reci­ben reme­sas gene­ro­sas, algu­nos agri­cul­to­res pri­va­dos, los pocos pro­pie­ta­rios exi­to­sos de empre­sas no esta­ta­les ile­ga­les o no, figu­ras depor­ti­vas o cul­tu­ra­les inter­na­cio­na­les, geren­tes de empre­sas corrup­tas y el oca­sio­nal fun­cio­na­rio públi­co corrup­to. Es decir, que no con­si­guen su pri­vi­le­gio de los ingre­sos en pesos paga­dos por el Esta­do cubano. Viven en un mun­do dife­ren­te a la mayo­ría de la pobla­ción. La polí­ti­ca hacia este gru­po es tra­tar de detec­tar y cas­ti­gar la delin­cuen­cia eco­nó­mi­ca y for­ta­le­cer el sis­te­ma fis­cal, para ase­gu­rar que los altos ingre­sos están fuer­te­men­te gra­va­dos, tan­to a tra­vés de impues­tos sobre la ren­ta y al por menor; pero el gobierno está aban­do­nan­do cual­quier inten­to de impe­dir­les tener altos ingre­sos deri­va­dos de la acti­vi­dad legal. Están sien­do levan­ta­das así las res­tric­cio­nes a los juga­do­res de béis­bol que van a jugar en el extran­je­ro, y los cuba­nos son aho­ra más libres de via­jar al extran­je­ro para tra­ba­jar y lue­go regre­sar. Para la mayo­ría, sin embar­go, la mejo­ra en el nivel de vida ha sido leve y muy len­ta; hecho aún más difí­cil de sopor­tar, sobre todo en La Haba­na, por­que ellos pue­den ver las como­di­da­des sien­do dis­fru­ta­das por los demás, a menu­do no gana­das con tra­ba­jo hon­ra­do. Pro­duc­tos bási­cos toda­vía están sub­ven­cio­na­dos, pero algu­nos ali­men­tos bási­cos se han eli­mi­na­do de la libre­ta y tie­nen que ser com­pra­dos en los mer­ca­dos agrí­co­las. Este ha sido un pro­ce­so gra­dual, acom­pa­ña­do por un len­to aumen­to de los sala­rios nomi­na­les y una exten­sión de las boni­fi­ca­cio­nes. Las fuen­tes de ali­men­ta­ción han mejo­ra­do, pero ha habi­do aumen­tos en los pre­cios de ser­vi­cios públi­cos de agua y elec­tri­ci­dad, que tien­den a anu­lar el aumen­to de los sala­rios; por lo que para muchas per­so­nas, la mejo­ra del nivel de vida es ape­nas per­cep­ti­ble. Sin embar­go, la red de segu­ri­dad per­ma­ne­ce en su lugar, y la infra­es­truc­tu­ra y los ser­vi­cios públi­cos son sin duda mejor que antes, lo que refle­ja las prio­ri­da­des del gobierno para uti­li­zar los nue­vos flu­jos de ingre­sos pro­ce­den­tes de los impues­tos y la expor­ta­ción de ser­vi­cios profesionales.

¿Una alternativa?

El segun­do y últi­mo man­da­to pre­si­den­cial de Raúl Cas­tro va a ter­mi­nar el año 2018 a más tar­dar. En 2016, cuan­do el pro­ce­so de cin­co años de ‘actua­li­za­ción’ bajo los actua­les Linea­mien­tos lle­gue a su fin, el obje­ti­vo es que la eco­no­mía ten­ga una base pro­duc­ti­va más amplia y un sec­tor pri­va­do más gran­de, al tiem­po que con­ser­ve los ser­vi­cios de salud, edu­ca­ción y bien­es­tar uni­ver­sal. Para lograr­lo, ten­drá que aumen­tar la tasa de inver­sión. Dado el éxi­to de Cuba en el cul­ti­vo de las rela­cio­nes ofi­cia­les con nue­vos socios, entre ellos Chi­na, Bra­sil y Rusia, la aspi­ra­ción a aumen­tar el flu­jo de la inver­sión extran­je­ra pare­ce fac­ti­ble. La tarea más difí­cil será la de aumen­tar la efi­cien­cia y dina­mis­mo den­tro de la eco­no­mía nacio­nal, al tiem­po que evi­te acen­tuar las dife­ren­cias de ingre­sos y divi­sio­nes socia­les que ame­na­zan el pro­yec­to socia­lis­ta del Esta­do. Antes de des­car­tar a Cuba como una fuer­za gas­ta­da, la mag­ni­tud de sus logros has­ta la fecha debe ser reco­no­ci­da. Si bien reco­no­cen que los meca­nis­mos de mer­ca­do pue­den con­tri­buir a una eco­no­mía más diver­si­fi­ca­da y diná­mi­ca, las auto­ri­da­des cuba­nas no se han tra­ga­do las pro­me­sas de pri­va­ti­za­ción a gran esca­la y la libe­ra­li­za­ción, y siem­pre han sido cons­cien­tes de los cos­tos socia­les. Este enfo­que, en for­ma no menos impor­tan­te por las con­di­cio­nes inter­na­cio­na­les excep­cio­nal­men­te difí­ci­les, ha teni­do más éxi­to en tér­mi­nos de cre­ci­mien­to eco­nó­mi­co y la pro­tec­ción social que lo que los mode­los del Con­sen­so de Washing­ton podrían pre­de­cir. Com­pa­ran­do la expe­rien­cia de Cuba con la de los anti­guos paí­ses del CAME en Euro­pa del Este o de hecho con Chi­na y Viet­nam, es posi­ble iden­ti­fi­car algu­nas de las carac­te­rís­ti­cas dis­tin­ti­vas de su tra­yec­to­ria. En pri­mer lugar, Cuba fue capaz de man­te­ner una red de pro­tec­ción a la socie­dad duran­te la cri­sis, en agu­do con­tras­te con los otros. En el con­tex­to par­ti­cu­lar­men­te seve­ro del shock externo de la isla y el medio ambien­te externo hos­til, su com­pro­mi­so con la pro­vi­sión de bien­es­tar uni­ver­sal, sin duda, sir­vió para limi­tar las difi­cul­ta­des socia­les. Vin­cu­la­do a ello ha esta­do el pro­ce­so de amplia con­sul­ta popu­lar, sobre todo en tres momen­tos crí­ti­cos-el comien­zo de la cri­sis, el pro­ce­so de esta­bi­li­za­ción, y el pre­lu­dio de la nue­va fase de ajus­te de Raúl Cas­tro. En ter­cer lugar, gra­cias a la man­ten­ción del con­trol de los sala­rios y los pre­cios duran­te el perío­do ini­cial de cho­que y la recu­pe­ra­ción, le fue posi­ble res­tau­rar la esta­bi­li­dad con rela­ti­va rapi­dez median­te la res­tric­ción de una espi­ral infla­cio­na­ria. Aun­que los sala­rios y los pre­cios fijos crea­ron las con­di­cio­nes para una eco­no­mía infor­mal flo­re­cien­te, tam­bién sir­vie­ron para redu­cir al míni­mo las inte­rrup­cio­nes y limi­tar la bre­cha de ingre­sos den­tro de la eco­no­mía for­mal. Aun­que los dos son muy dis­tin­tos, la estra­te­gia tie­ne com­pa­ra­ción con el sis­te­ma de Chi­na de la ‘doble vía’, en el que se man­tie­ne el camino “pla­nea­do”, mien­tras que el camino del “mer­ca­do” se desa­rro­lla a la vez, pro­por­cio­nan­do opor­tu­ni­da­des para la expe­ri­men­ta­ción y el apren­di­za­je. Para tener todas sus inefi­cien­cias y con­fu­sio­nes, la ‘bifur­ca­ción’ de Cuba y su ‘segun­da eco­no­mía’ juga­ron un papel en la adap­ta­ción a las nue­vas con­di­cio­nes. En cuar­to lugar, el Esta­do retu­vo el con­trol del pro­ce­so de rees­truc­tu­ra­ción eco­nó­mi­ca, lo que le per­mi­tió cana­li­zar los recur­sos en divi­sas muy limi­ta­dos para deter­mi­na­das indus­trias, logran­do una nota­ble recu­pe­ra­ción de los ingre­sos de divi­sas en rela­ción con la can­ti­dad de capi­tal dis­po­ni­ble. Estas empre­sas tam­bién sir­vie­ron como “opor­tu­ni­da­des de apren­di­za­je” para los pla­ni­fi­ca­do­res cuba­nos, geren­tes y tra­ba­ja­do­res a pen­sar a tra­vés de la for­ma de adap­tar­se a las dis­tin­tas con­di­cio­nes inter­na­cio­na­les. La base de expor­ta­ción crea­da con este enfo­que pue­de ser dema­sia­do estre­cha para impul­sar el cre­ci­mien­to sos­te­ni­ble a lar­go pla­zo, pero fue una for­ma efi­caz de res­tau­rar la capa­ci­dad des­pués de que el perío­do de cri­sis. Por últi­mo, el recha­zo de Cuba a la corrien­te prin­ci­pal de la ruta de ‘tran­si­ción al capi­ta­lis­mo’ per­mi­tió espa­cio para un pro­ce­so de ajus­te des­cri­to por un fun­cio­na­rio como “evo­lu­ción per­ma­nen­te” [57] ‑que ha sido fle­xi­ble y sen­si­ble a las con­di­cio­nes y limi­ta­cio­nes cam­bian­tes de Cuba. Esto con­tras­ta nota­ble­men­te con las rece­tas más rígi­das para la libe­ra­li­za­ción y la pri­va­ti­za­ción impul­sa­da por las hor­das de con­sul­to­res de tran­si­ción en otros anti­guos paí­ses del CAME. Cuba es un país pobre, pero sus sis­te­mas de salud y edu­ca­ción son faros en la región. Su enfo­que ha demos­tra­do que, a pesar de las con­tra­dic­cio­nes y difi­cul­ta­des, es posi­ble incor­po­rar meca­nis­mos de mer­ca­do den­tro de un mode­lo de desa­rro­llo diri­gi­do por el Esta­do, con resul­ta­dos rela­ti­va­men­te posi­ti­vos en tér­mi­nos de los ren­di­mien­tos de la eco­no­mía y los resul­ta­dos socia­les. Esto plan­tea la siguien­te pre­gun­ta: ¿por qué debe­mos supo­ner que el Esta­do va a aban­do­nar su papel domi­nan­te en la eco­no­mía, o que el enfo­que actual de la polí­ti­ca final­men­te de paso a un camino de tran­si­ción hacia el capi­ta­lis­mo? Un supues­to fun­da­men­tal de la eco­no­mía de tran­si­ción ha sido la afir­ma­ción de Kor­nai que la ‘alte­ra­ción par­cial del sis­te­ma’ no pue­de tener éxi­to; la efi­cien­cia y el dina­mis­mo sólo se maxi­mi­zan cuan­do la trans­for­ma­ción de un sis­te­ma eco­nó­mi­co de “socia­lis­mo pla­ni­fi­ca­do” a un “mer­ca­do capi­ta­lis­ta” es com­ple­ta, por­que el pri­me­ro es dema­sia­do infle­xi­ble para sobre­vi­vir en el lar­go pla­zo. Pero la expe­rien­cia de los anti­guos paí­ses del CAME ha demos­tra­do que el éxi­to no está garan­ti­za­do y que los cos­tos socia­les pue­den ser altos. Vis­to sin ideas pre­con­ce­bi­das, el caso cubano sugie­re que otra mane­ra podría ser posi­ble, a pesar de todo.

Notas

1 Car­me­lo Mesa-Lago, ‘Eco­no­mic and Ideo­lo­gi­cal Cycles in Cuba: Policy and Per­for­man­ce, 1959 – 2002’, in Archi­bald Rit­ter, ed., The Cuban Eco­nomy, Pit­ts­burgh 2004 2 Elia­na Car­do­so and Ann Hel­we­ge, Cuba after Com­mu­nism, Cam­brid­ge, ma 1992, pp. 51, 1, 11; Andrés Oppenhei­mer, Castro’s Final Hour, New York 1992 3 Cuba entró al Con­se­jo de Ayu­da Mitua Eco­nó­mi­ca, cono­ci­do como CAME en 1970, des­pués que el embar­go de Esta­dos Uni­dos cor­ta­ra el acce­so a los mer­ca­dos ame­ri­ca­nos. Los otros miem­bros ple­nos en 1989 eran la URSS, la RDA, Polo­nia, Che­cos­lo­va­quia, Hun­gría, Ruma­nia, Viet­nam y Mon­go­lia. El tér­mino “eco­no­mías en tran­si­ción” aquí inclu­ye los esta­dos suce­so­res de todos los miem­bros del CAME apar­te de Mon­go­lia y Viet­nam cuyo tra­yec­to­ria ha esta­do deter­mi­na­da por su cer­ca­nía a la esfe­ra de influen­cia de la Repú­bli­ca Popu­lar Chi­na. 4 Ver Manuel Fran­co et al., ‘Impact of Energy Inta­ke, Phy­si­cal Acti­vity and Popu­la­tion-wide Weight Loss on Car­dio­vas­cu­lar Disea­se and Dia­be­tes Mor­ta­lity in Cuba, 1980 – 2005’, Ame­ri­can Jour­nal of Epi­de­miology, vol. 166, no. 12, Sep­tem­ber 2007. 5 El tér­mino Cuba­no­logy fue acu­ña­do en 1970, por ana­lo­gía con la Kem­li­no­lo­gía de la Gue­rra Fría: Helen Yaf­fe, Che Gue­va­ra: The Eco­no­mics of Revo­lu­tion, Basings­to­ke 2009, p. 4. Yaf­fe des­cri­be ele­men­to por ele­men­to de la inves­ti­ga­ción encar­ga­da por el Pen­tá­gono, Spe­cial Ope­ra­tions Research Offi­ce, CIA, ‘Natio­nal Defen­ce Edu­ca­tion’ and the Cuban-Ame­ri­can Natio­nal Foun­da­tion, el pode­ro­so lobby émi­gré. 6 Ver John William­son, ‘What Washing­ton Means by Policy Reform’, in John William­son, ed., Latin Ame­ri­can Adjust­ment: How Much Has Hap­pe­ned?’, Washing­ton, dc 1990. 7 János Kor­nai, The Road to a Free Eco­nomy, New York 1990, p. 31. 8 Anders Åslund, ‘Prin­ci­ples of pri­va­ti­za­tion for for­merly socia­list coun­tries’, Stockholm Ins­ti­tu­te of Soviet and East Euro­pean Eco­no­mics Wor­king Paper 18, 1991; Les­zek Bal­ce­ro­wicz, ‘Com­mon falla­cies in the deba­te on the transition to a mar­ket eco­nomy’, Eco­no­mic Policy, vol. 9, no. 19, Decem­ber 1994. 9 Gérard Roland, Transition and Eco­no­mics: Poli­tics, Mar­kets and Firms, Cam­brid­ge, ma 2000, p. 14. 10 ‘Anti-mar­ket fea­tu­res’: Mesa-Lago, ‘The Eco­no­mic Effects on Cuba of the Down­fall of Socia­lism in the ussr and Eas­tern Euro­pe’, in Mesa-Lago, ed., Cuba after the Cold War, Pit­ts­burgh 1993, p. 176; ‘half-baked’: Mesa-Lago, Are Eco­no­mic Reforms Pro­pe­lling Cuba to the Mar­ket?, Mia­mi 1994, pp. 70 – 1. 11 Mesa-Lago, Cuba after the Cold War, pp. 246 – 7; Rubén Berríos, ‘Cuba’s Eco­no­mic Res­truc­tu­ring, 1990 – 1995’, Com­mu­nist Eco­no­mies and Eco­no­mic Trans­for­ma­tion, vol. 9, no. 1, 1997, p. 117; Mau­ri­cio de Miran­da Parron­do, ‘The Cuban Eco­nomy: Amid Eco­no­mic Stag­na­tion and Rever­sal of Reforms’, Cana­dian Foun­da­tion for the Ame­ri­cas, Onta­rio 2005. 12 Lo que sigue se basa en entre­vis­tas lle­va­das a cabo duran­te una serie de via­jes de inves­ti­ga­ción des­de 1995 con fun­cio­na­rios del Minis­te­rio para la Inver­sión Extran­je­ra (MINVEC), Minis­te­rio de Turis­mo (Min­tur), Cáma­ra de Comer­cio, el Minis­te­rio de la Indus­tria Bási­ca, Minis­te­rio de Comer­cio Exte­rior y el Ban­co Cen­tral de Cuba; aca­dé­mi­cos de la Uni­ver­si­dad de La Haba­na; y direc­ti­vos de Taba­gest y Cuba­ní­quel. 13 A pesar de que el trá­fi­co de influen­cias y enri­que­ci­mien­to ilí­ci­to, sin duda exis­ten en Cuba, un esfuer­zo por man­ner están­da­res éti­cos es evi­den­te no sólo en las reglas for­ma­les de los fun­cio­na­rios del gobierno y en la con­duc­ta de los miem­bros del Par­ti­do y seve­ras penas para los que son encon­tra­dos cul­pa­bles de corrup­ción sino tam­bién en el com­por­ta­mien­to y la apa­rien­cia de muchos fun­cio­na­rios. Un exhaus­ti­vo estu­dio lle­va­do a cabo para demos­trar el alcan­ce de la corrup­ción en Cuba ter­mi­nó hacien­do lo con­tra­rio y con­fir­mó el alcan­ce de los esfuer­zos para con­te­ner­la: : Ser­gio Díaz-Bri­quets and Jor­ge Pérez-López, Corrup­tion in Cuba: Cas­tro and Beyond, Aus­tin 2006. Cuba sco­res rela­ti­vely well on both World Bank and Trans­pa­rency Inter­na­tio­nal corrup­tion indi­ces. 14 Por ejem­plo, Car­do­so and Hel­we­ge, Cuba after Com­mu­nism, pp. 44 – 6. 15 Richard Gott, Cuba: A New His­tory, New Haven, ct 2004, p. 325. See also Isaac Saney,Cuba: A Revo­lu­tion in Motion, Lon­don and New York 2004; Anto­nio Car­mo­na Báez, Sta­te Resis­tan­ce to Glo­ba­li­za­tion in Cuba, Lon­don 2004. 16 Manuel Pas­tor and Andrew Zim­ba­list, ‘Wai­ting for Chan­ge: Adjust­ment and Reform in Cuba’, World Deve­lop­ment, vol. 23, no. 5, 1995. Ver tam­bién Jor­ge Domín­guez and Daniel Erik­son, ‘Cuba’s Eco­no­mic Futu­re: A Dozen Com­pa­ra­ti­ve Les­sons’, en Shahid Javed Bur­ki and Daniel Erik­son, eds, Trans­for­ming Socia­list Eco­no­mies: Les­sons for Cuba and Beyond, Basings­to­ke 2005; Susan Ecks­tein, Back from the Futu­re: Cuba under Cas­tro, New Bruns­wick 1994. 17 José March-Poquet, ‘What Type of Transition Is Cuba Under­going?’, , vol. 12, no. 1, 2000; Post Com­mu­nist Eco­no­mies, vol. 12, no. 1, 2000; Claes Brun­de­nius, ‘Whither the Cuban Eco­nomy after Reco­very?’, Jour­nal of Latin Ame­ri­can Stu­dies, vol. 34, no. 2, May 2002. 18 Una excep­ción es una com­pa­ra­ción super­fi­cial entre Cuba y las eco­no­mías en tran­si­ción (Cuba’s Abor­ted Reform: Socio­eco­no­mic Effects, Inter­na­tio­nal Com­pa­ri­sons, and Transition Poli­cies, Gains­vi­lle, fl 2005, pp. 158 – 164). Sus datos con­fir­man que la ten­den­cia del PIB de Cuba ha esta­do cer­ca del pro­me­dio de las eco­no­mías en tran­si­ción pero la dis­cu­sión reve­la su pro­pó­si­to, cen­trar­se sólo en la debi­li­dad rela­ti­va de Cuba dede­bi­li­dad rela­ti­va con los acto­res más fuer­tes, y se opo­ne a la posi­bi­li­dad de que la polí­ti­ca cuba­na podría haber bene­fi­cia­do el cre­ci­mien­to de cual­quier mane­ra. 3333 19 Un enfo­que ‘ana­lí­ti­co narra­ti­va’ que demues­tra la gama de posi­bles cami­nos de la trans­for­ma­ción median­te el examen de cómo las con­di­cio­nes espe­cí­fi­cas han deter­mi­na­do resul­ta­dos de las polí­ti­cas en cada caso, fue explo­ra­do por Dani Rodrik y otros ‑en par­ti­cu­lar Ying­yi Qian, ‘How Reform Wor­ked in Chi­na’- en . Rodrik, ed, En bus­ca de la pros­pe­ri­dad: In Search of Pros­pe­rity: Analy­tic Narra­ti­ves on Eco­no­mic Growth, Prin­ce­ton and Oxford 2003. 20 Ver José Luis Rodrí­guez García’s report, ‘La Eco­no­mía de Cuba ante la cam­bian­te coyun­tu­ra inter­na­cio­nal’, in Eco­no­mía Cuba­na, vol. 1, nos. 1 and 2, 1991 and 1992. 21 OECD, Geo­graphi­cal Dis­tri­bu­tion of Finan­cial Flows to Deve­lo­ping Coun­tries, 1998. 22 On post-cri­sis stra­tegy as rec­ti­fi­ca­ción, see the con­tri­bu­tions by Mesa-Lago, Svej­nar and Pérez López in Mesa-Lago’s Cuba after the Cold War; Jor­ge Pérez López, ‘Cas­tro Tries Sur­vi­val Stra­tegy’, Transition, World Bank 1995. On fai­lu­re to address the cri­sis: Mari­fe­li Pérez-Sta­ble, The Cuban Revo­lu­tion: Ori­gins, Cour­se and Legacy, Oxford 1999, p. 176. 23 Nau­ro Cam­pos and Fabri­zio Cori­ce­lli, ‘Growth in Transition: What We Know, What We Don’t and What We Should’, Jour­nal of Eco­no­mic Lite­ra­tu­re, vol. 40, no. 3, Sep­tem­ber 2002, Table 6. 24 Eco­no­mía Cuba­na: Bole­tín Infor­ma­ti­vo, vol. 1, no. 2, p. 21 and vol. 1, no. 7, p. 22, 1992. 25 José Alva­rez, ‘Over­view of Cuba’s Food Ratio­ning Sys­tem’, Gains­vi­lle, fl 2004, p. 4. 26 Paul Collins, ‘Cuba’s Food Dis­tri­bu­tion Sys­tem’, in San­dor Halebsky et al., Cuba in Transition: Cri­sis and Trans­for­ma­tion, Boul­der, co 1992. 27 Julia Wright, Sus­tai­na­ble Agri­cul­tu­re and Food Secu­rity in an Era of Oil Scar­city: Les­sons from Cuba, Lon­don 2008. 28 Los esfuer­zos para man­te­ner la nutri­ción bási­ca son des­cri­tos por Ange­la Ferriol Murua­ga en ‘La segu­ri­dad ali­men­ta­ria en Cuba’, Eco­no­mía Cuba­na: Bole­tín Infor­ma­ti­vo, vol. 2, no. 3, 1996; ‘Pobre­za en con­di­cio­nes de refor­ma eco­nó­mi­ca: el reto a la equi­dad en Cuba’, Cuba: Inves­ti­ga­ción Eco­nó­mi­ca 4, no. 1, INIE, 1998; ‘Retos de la polí­ti­ca social’,Temas, 1998 y ‘Retos de la política
social’, Cuba: Inves­ti­ga­ción Eco­nó­mi­ca 11, no. 2, 2005.11, no. 2, 2005. Cuba: Inves­ti­ga­ción Eco­nó­mi­ca 11, no. 2, 2005. 29 Anto­ni Kap­cia, Cuba in Revo­lu­tion: A His­tory Sin­ce the Fif­ties, Lon­don 2008, p. 165, des­cri­be de los Con­se­jos Popu­la­res, ‘un nue­vo nivel de repre­sen­ta­ción en el barrio’. 30 Ele­na Álva­rez, ‘Carac­te­rís­ti­cas de la Aper­tu­ra Exter­na Cuba­na (I)’, Eco­no­mía Cuba­na: Bole­tín Infor­ma­ti­vo, vol. 1, no. 26, 1996. 31 PCC , IV Con­gre­so del Par­ti­do Comu­nis­ta de Cuba: Dis­cur­sos y Docu­men­tos, La Haba­na, 1992. 32 For the account, see Gail Reed, Island in the Storm: The Cuban Com­mu­nist Party’s Fourth Con­gress, Mel­bour­ne and New York 1992. 33 Cam­pos and Corri­ce­lli, ‘Growth in Transition: What We Know’, Table 10. 34 Joseph Sti­glitz, Glo­ba­li­za­tion and Its Dis­con­tents, Lon­don 2002, pp. 133 – 65; ver tam­bién Bran­ko Mila­no­vic´, ‘Inco­me, Inequa­lity and Poverty during the Transition from Plan­ned to Mar­ket Eco­nomy’, World Bank Regio­nal and Sec­to­ral Stu­dies, Washing­ton, dc 1998. 35 Mari­sa Wil­son, ‘No Tene­mos Vian­das! Cul­tu­ral Ideas of Scar­city and Need’, Inter­na­tio­nal Jour­nal of Cuban Stu­dies 3, June 2009. 36 Edi­cio­nes ante­rio­res de 1990 de Eco­no­mía Cuba­na: Bole­tín Infor­ma­ti­vo ras­trean el des­pla­za­mien­to, preo­cu­pa­cio­nes y res­pues­tas. 37 Geor­ge Carria­zo, ‘Cuba: Aper­tu­ra y adap­ta­ción a una nue­va reali­dad’, Eco­no­mía Cuba­na: Bole­tín Infor­ma­ti­vo 15, May 1994. 38 Fidel Cas­tro, Por el camino correc­to: Reco­pi­la­ción de tex­tos, Hava­na 1986, cita­do en Díaz-Bri­quets and Pérez-López, Corrup­tion in Cuba, p. 164. A pro­pó­si­to la reapar­tu­ra de mer­ca­dos agro­pe­cua­rios, bajo el pro­ce­so de rec­ti­fi­ca­ción fue recha­za­da en el Con­gre­so del PCC de 1991; pos­te­rior­men­te, en diciem­bre 1993, la Asam­blea Nacio­nal había des­es­ti­ma­do otro lla­ma­do para su rein­tro­duc­ción. Por tan­to, la cues­tión se habría deja­do en el orden del día de la par­la­men­tos Obre­ros de enero a mayo de 1994. 39 Carria­zo, ‘Cuba: Aper­tu­ra y adap­ta­ción a una nue­va reali­dad’. 40 Cam­pos and Cori­ce­lli, ‘Growth in Transition: What We Know’, Table 6. 41 ONEI; World Bank, World Deve­lop­ment Indi­ca­tors. 42 La inges­tión de calo­rías pro­me­dio retro­ce­dió a los nive­les de pre­cri­sis en 1999: Fran­co y otros, ‘Impact of Energy Inta­ke’. 43 Los pre­cios al con­su­mi­dor no fue­ron publi­ca­dos por la ONEI para 1990 – 94, cuan­do el valor del peso esta­ba cayen­do, por lo que no exis­te un índi­ce ofi­cial de los sala­rios reales. Pre­cios de los ali­men­tos más bajos habrían con­tri­bui­do a un des­cen­so en el índi­ce ofi­cial de pre­cios al con­su­mi­dor de 11,5 por cien­to y 4,9 por cien­to res­pec­ti­va­men­te en 1995 y 1996. 44 La tasa de infla­ción ofi­cial pro­me­dio anual de Cuba fue de cero en 1997 a 2000 y sólo 2 por cien­to en 2000-12, en com­pa­ra­ción con los pro­me­dios de los paí­ses en tran­si­ción de 28 por cien­to a fina­les de los años 90 y alre­de­dor de 8 por cien­to en 2000-12. Hay un mon­tón de con­tro­ver­sias acer­ca de la tasa ofi­cial de Cuba: los cam­bios reales en el cos­to de la vida para el sos­te­ni­mien­to domés­ti­cohan varia­do, en fun­ción de cuál es la pro­por­ción de ingre­sos que gas­tan en el mer­ca­do ofi­cial o no ofi­cial, urbano o rural, en pesos o en mone­da dura, don­de el com­por­ta­mien­to de los pre­cios ha varia­do amplia­men­te. Sin embar­go, no hay duda de que, aun­que el poder de com­pra pue­de haber caí­do, el con­su­mo glo­bal real de los hoga­res no ha dis­mi­nui­do a un rit­mo que se corres­pon­de­ría con las tasas medias de infla­ción de las eco­no­mías en tran­si­ción des­de media­dos de los años 90. 45 Estos pode­res extra­te­rri­to­ria­les auto-otor­ga­dos pro­vo­ca­ron uno de las pocas sos­te­ni­das pro­tes­tas de los alia­dos de Esta­dos Uni­dos: la UE pre­sen­tó una deman­da en con­tra de las dis­po­si­cio­nes de la Ley Helms-Bur­ton en la OMC, reti­ra­da cuan­do los EE.UU. estu­vie­ron de acuer­do en no pro­ce­sar a los paí­ses de la UE. Cana­dá, Méxi­co, Espa­ña, Fran­cia, Ita­lia y los Paí­ses Bajos han con­ti­nua­do con el comer­cio con Cuba; eje­cu­ti­vos de She­rritt Inter­na­tio­nal, una empre­sa mine­ra cana­dien­se, tie­nen prohi­bi­do entrar en los EE.UU. 46 Julio Carran­za Val­dés, Luis Gutié­rrez Urda­ne­ta, and Pedro Mon­real Gon­zá­lez, Cuba: Res­truc­tu­ring the Eco­nomy: A Con­tri­bu­tion to the Deba­te, Lon­don 1996. La secuen­cia de even­tos se docu­men­ta en Mau­ri­cio Gui­lliano, El Caso de CEA: Inte­lec­tua­les e Inqui­si­do­res en Cuba. ¿Peres­troi­ka en la Isla?, Mia­mi 1998. 47 Tasas de inver­sión de 1990s son pro­por­cio­na­dos por Cam­pos and Cori­ce­lli, ‘Growth in Transition: What We Know’; datos más recien­te es pro­por­cio­na­da por el PNUD e indi­ca­do­res de desa­rro­llo del Ban­co Mun­dial. 48 La polí­ti­ca­de IED es dis­cu­ti­da más ampliam­men­te en Emily Morris, ‘Cuba’s New Rela­tionship with Foreign Capi­tal: Eco­no­mic Policy-Making sin­ce 1990’, Jour­nal of Latin Ame­ri­can Stu­dies, vol. 40, no. 4, 2008. 49 World Bank (data are for Cen­tral and Eas­tern Euro­pe). 50 Series ofi­cia­les del PIB real de Cuba se basan en los pre­cios y pon­de­ra­cio­nes de 1997, que impli­ca cier­ta dis­tor­sión de las tasas de cre­ci­mien­to anual, a pesar de que hace menos dife­ren­cia a la ten­den­cia gene­ral. Jor­ge Pérez-López y Car­me­lo Mesa-Lago duda­ron ini­cial­men­te de la exis­ten­cia de una olea­da de cre­ci­mien­to en 2005-08 atri­bu­yén­do­lo a “dis­con­ti­nui­da­des, la ofus­ca­ción y rom­pe­ca­be­zas ‘: ver “Esta­dís­ti­cas del PIB cubano en el mar­co del perío­do espe­cial “, en Cuba Tran­si­ción de 2009, ASCE, pp. 153 – 66. Esta­ban más dis­pues­tos a acep­tar el cre­ci­mien­to ofi­cial del PIB una vez que estas cifras comen­za­ron a mos­trar un estan­ca­mien­to. 51 ‘Revo­lu­ción detec­ta el momen­to his­tó­ri­co; cam­bia todo lo que debe ser cam­bió”: Fidel Cas­tro, 1 de mayo de 2000. 52 Par­ti­do Comu­nis­ta de Cuba, ‘Pro­yec­to de Linea­mien­tos de la Polí­ti­ca Eco­nó­mi­ca y social del Par­ti­do y la Revo­lu­ción “de 2011. 53 On the role of tra­de unions see Ste­ve Lud­lam, ‘Cuban Labour at 50: What About the Wor­kers?’, Bulle­tin of Latin Ame­ri­can Research, vol. 28, no. 4, 2009, and ‘Aspects of Cuba’s Stra­tegy to Revi­ve Socia­list Values’, Scien­ce and Society, vol. 76, no. 1, 2012, pp. 41 – 65. The latest pro­duct of deli­be­ra­tions bet­ween govern­ment and unions has been the Labour Code (Law 116) appro­ved by the Natio­nal Assembly in Decem­ber 2013 after a con­sul­ta­tion pro­cess repor­ted to have invol­ved 2.8 million wor­kers. 54 Lite­ral: ‘Se avan­za­rá hacia la uni­fi­ca­ción mone­ta­ria, tenien­do en cuen­ta la pro­duc­ti­vi­dad del tra­ba­jo y la efec­ti­vi­dad de los meca­nis­mos dis­tri­bu­ti­vos y redis­tri­bu­ti­vos. Por su com­ple­ji­dad, este pro­ce­so exi­gi­rá una rigu­ro­sa pre­pa­ra­ción y eje­cu­ción, tan­to en el plano obje­ti­vo como sub­je­ti­vo.’ (Toma­do de New Left Review. Tra­du­ci­do por la AIN y La Pupi­la Insom­ne)

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