¿Don­de esta la van­guar­dia?- Gui­ller­mo Cieza

Cuan­do mira­ba a Vene­zue­la des­de lejos supo­nía que el asun­to era sen­ci­llo. Había una estruc­tu­ra buro­crá­ti­ca heren­cia de la vie­ja cuar­ta repú­bli­ca ator­ni­lla­da en el Esta­do y en el PSUV, y una van­guar­dia inci­pien­te expre­sa­da en los movi­mien­tos socia­les. Algo de eso escri­bí en un articu­lo publi­ca­do en 2007 “Perón, Kirch­ner y Chá­vez”, que fue publi­ca­do en la com­pi­la­ción “Vene­zue­la, la Revo­lu­ción por otros Medios”.
Des­de esa mira­da, cuan­do se for­mó el Polo Patrió­ti­co supu­se que bue­na par­te de los pro­ble­mas del pro­ce­so boli­va­riano se iban a reen­cau­zar. Lue­go esa pro­pues­ta se opa­có y no enten­dí porqué.
Des­pues de un año y medio de vivir en Vene­zue­la debo reco­no­cer que des­de lejos había idea­li­za­do lo de los “movi­mien­tos socia­les”, con­cep­to que en este país desig­na a un suje­to muy ato­mi­za­do, com­pues­to por alre­de­dor de 17.000 orga­ni­za­cio­nes, la mayo­ría loca­les o sec­to­ria­les. Hay muy pocas orga­ni­za­cio­nes con pre­sen­cia nacio­nal y son bas­tan­te heterogéneas.
La admi­nis­tra­ción del Minis­tro Itu­rri­za hizo una for­mi­da­ble apues­ta a la incor­po­ra­ción de los movi­mien­tos socia­les a la ges­tión del pro­ce­so boli­va­riano con una fuer­te direc­cio­na­li­dad hacia la pro­mo­ción de las Comu­nas y la visua­li­za­ción del suje­to comunero.
Esa incor­po­ra­ción tuvo luces y som­bras. Por un lado el tra­ba­jo extra­or­di­na­rio desa­rro­lla­do por algu­nos com­pa­ñe­ros y com­pa­ñe­ras que se des­ple­ga­ron en todo el país, pro­mo­vien­do encuen­tros de comu­ne­ros, incen­ti­van­do la auto­or­ga­ni­za­ción y el pro­ta­go­nis­mo popu­lar, opo­nién­do­se a la cons­truc­ción de comu­nas de male­tín, inten­tan­do sumar y arti­cu­lar pro­ce­sos dife­ren­tes, acom­pa­ñan­do al minis­tro en su tra­ba­jo incansable.
Por otro lado, mili­tan­tes de movi­mien­tos socia­les que al asu­mir la ges­tión públi­ca actua­ron ejer­cien­do la mis­ma mez­quin­dad y sec­ta­ris­mo que cri­ti­ca­ban cuan­do esta­ban en el llano. Que con­fun­die­ron el avan­ce de la revo­lu­ción con el engor­de de su orga­ni­za­ción, o el cre­ci­mien­to de su refe­ren­cia personal.
La apa­ri­ción del suje­to comu­ne­ro replan­tea la espe­ran­za de una nue­va van­guar­dia por nacer. Lo que he cono­ci­do del movi­mien­to comu­ne­ro tam­bién tie­ne sus luces y som­bras. Allí he vis­to expe­rien­cias que emo­cio­nan, ver­da­de­ros baluar­tes de la tran­si­ción al socia­lis­mo, pero tam­bién prác­ti­cas cau­di­llis­tas y des­via­cio­nes corporativistas.
Si embar­go es indu­da­ble que las comu­nas tie­nen la ven­ta­ja de una com­po­si­ción social homo­gé­nea de tra­ba­ja­do­res o cam­pe­si­nos, y un mayor con­trol social de sus diri­gen­tes. Mas allá del fun­cio­na­mien­to demo­crá­ti­co con­sa­gra­do por la ley y los meca­nis­mos de con­tra­lo­ría comu­nal, sus diri­gen­tes son per­so­nas que viven en el terri­to­rio de la Comu­na y es fácil adver­tir si hay modi­fi­ca­cio­nes en sus hábi­tos de vida o su nivel de ingresos.
Las Comu­nas hoy son una reali­dad polí­ti­ca con sus for­ta­le­zas y debi­li­da­des. Pero si es impor­tan­te cono­cer la foto del pre­sen­te, no debe­mos con­fun­dir esa foto con su poten­cia­li­dad polí­ti­ca. Como bien lo advir­tió Chá­vez en su Gol­pe de Timón, las Comu­nas pue­den lle­gar a con­ver­tir­se en la loco­mo­to­ra que con­duz­can al tren boli­va­riano en el camino hacia el Socia­lis­mo del Siglo XXI.
Des­pués de haber tran­si­ta­do por casi todos los Esta­dos del país com­par­tien­do y viven­cian­do Talle­res de For­ma­ción Polí­ti­ca que incluían a ser­vi­do­res públi­cos, mili­tan­tes del PSUV y de otros par­ti­dos del Polo Patrió­ti­co, comu­ne­ros e inte­gran­tes de movi­mien­tos socia­les, mi res­pues­ta a la pre­gun­ta de “¿Dón­de está la van­guar­dia?” es “En todos lados”. Es una van­guar­dia dis­per­sa, pero tangible.
En una visi­ta rea­li­za­da a Vene­zue­la en el año 2009 alguien inten­tó expli­car­me el pro­ce­so boli­va­riano dicién­do­me que era “una Revo­lu­ción sin revo­lu­cio­na­rios”. Des­de las con­clu­sio­nes que sur­gen de nues­tra expe­rien­cia no se pue­de adhe­rir a esa idea. En Vene­zue­la no fal­tan revolucionarios.
La exis­ten­cia tan­gi­ble de esa van­guar­dia dis­per­sa, real­za la impor­tan­cia polí­ti­ca de la con­vo­ca­to­ria de Uni­dad, Uni­dad, Uni­dad del Coman­dan­te Chá­vez en sus últi­mas apa­ri­cio­nes públicas.
No se tra­ta de negar la exis­ten­cia en el seno del cha­vis­mo de pro­yec­tos dife­ren­cia­dos, inclu­so de posi­cio­na­mien­tos que se verían muy feli­ces si se aban­do­na­ra una orien­ta­ción de tran­si­ción al socia­lis­mo. Se tra­ta de adver­tir que por aho­ra solo esa uni­dad polí­ti­ca es capaz de con­te­ner la uni­dad de la van­guar­dia. Y que si Chá­vez era res­pon­sa­ble de bue­na par­te de los impul­sos hacia la tran­si­ción al socia­lis­mo, hoy el gobierno de Madu­ro no ha renun­cia­do a esa perspectiva.
No hay posi­bi­li­dad de tra­ba­jar por la arti­cu­la­ción de la van­guar­dia dis­per­sa y por la crea­ción de una agen­da pro­pia que pro­mue­va los cam­bios revo­lu­cio­na­rios, si no se sigue tra­ba­jan­do por la Uni­dad polí­ti­ca, apo­yan­do las ini­cia­ti­vas trans­for­ma­do­ras del Pre­si­den­te Madu­ro y apos­tan­do a desa­rro­llar la cons­truc­ción social y polí­ti­ca más pro­me­te­do­ra: Las Comunas. 

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