Mujer Faria­na entre­vis­ta a Nata­lie Mistral

Natalie Mistral, guerrillera internacionalista de las FARC-EP
Nata­lie Mis­tral, gue­rri­lle­ra inter­na­cio­na­lis­ta de las FARC-EP

“Soy comu­nis­ta, siem­pre lo he sido, y como tal soy inter­na­cio­na­lis­ta; no reco­noz­co ni el con­cep­to bur­gués del Esta­do nación, ni las fron­te­ras arti­fi­cia­les que quie­ren deli­mi­tar mi iden­ti­dad. Soy del pue­blo, una ciu­da­da­na del mun­do que tomó par­te en una gue­rra glo­bal que decla­ra­ron hace mucho los gran­des capi­ta­lis­tas al res­to de la humanidad”.

Lo ante­rior es par­te de una pro­cla­ma escri­ta por Nata­lie Mis­tral bajo el títu­lo Somos inter­na­cio­na­lis­tas… ¡y qué! en la que rei­vin­di­ca su con­di­ción de com­ba­tien­te inter­na­cio­na­lis­ta a la vez que exal­ta el valor y el des­ape­go por lo indi­vi­dual de tan­tos hom­bres y muje­res que como ella, deci­die­ron un día expan­dir su exis­ten­cia para entre­gar lo mejor de sí a la noble cau­sa de los oprimidos.

Esta sen­ten­cia es sufi­cien­te para saber que Nata­lie es una mujer que, como muchos otros seres en el pla­ne­ta, no cree en las fron­te­ras cuan­do de defen­der la jus­ti­cia y la dig­ni­dad huma­na se tra­ta. Rati­fi­ca ese sen­ti­mien­to soli­da­rio cuan­do afir­ma “Colom­bia mere­ce que el mun­do mire hacia ella”. Otro aspec­to impor­tan­te de resal­tar es su tra­yec­to­ria como acti­vis­ta sin­di­cal y su vin­cu­la­ción a las luchas socia­les de su país.

Casi dos años des­pués de estas decla­ra­cio­nes, con la expe­rien­cia de más doce años de mili­tan­cia en las FARC-EP, eta­pa carac­te­ri­za­da por ser una de las más cruen­tas en la arre­me­ti­da fas­cis­ta con­tra la orga­ni­za­ción, Nata­lie habla para mujer­fa­ria­na, sobre polí­ti­ca exte­rior, inte­gra­ción lati­no­ame­ri­ca­na y feminismo.

Mujer Faria­na (MF): ¿Qué opi­na usted de la polí­ti­ca exte­rior de los Esta­dos Uni­dos? ¿Qué rela­ción ve usted entre los con­flic­tos de Libia, Siria, Ucra­nia y Vene­zue­la, y en ese con­tex­to qué papel jue­ga Colombia?

Nata­lie Mis­tral (NM): La polí­ti­ca exte­rior de los Esta­dos Uni­dos es una polí­ti­ca agre­si­va para el con­trol geo-eco­nó­mi­co del pla­ne­ta, al mejor esti­lo colo­nial. Es decir que la sobre­vi­ven­cia del modo de vida nor­te­ame­ri­cano depen­de de su acce­so ili­mi­ta­do a los recur­sos ener­gé­ti­cos y bio­ló­gi­cos pro­du­ci­dos por otras nacio­nes, y para garan­ti­zar­lo todos los medios les pare­cen válidos.

Lo que esta­mos vien­do aho­ra es la apli­ca­ción de una estra­te­gia de des­es­ta­bi­li­za­ción en con­tra de los gobier­nos que no se some­ten a sus intere­ses. Para esto uti­li­zan y poten­cian una opo­si­ción reac­cio­na­ria inter­na, la orga­ni­zan y ali­men­tan arti­fi­cial­men­te con la ayu­da de la CIA. Esto, median­te gru­pos para­mi­li­ta­res que gene­ran vio­len­cias calle­je­ras y con el pleno apo­yo de los medios inter­na­cio­na­les, da una sen­sa­ción de caos e ingo­ber­na­bi­li­dad. Suce­dió en Libia, Siria y Ucra­nia entre tan­tos sinies­tros ejem­plos. El caso vene­zo­lano es un ejem­plo de heroi­ci­dad de todo un pue­blo que no se deja pre­sio­nar ni mani­pu­lar, a pesar de la evi­den­te e inten­sa des­es­ta­bi­li­za­ción que arre­ció des­de la muer­te del coman­dan­te Chávez.

En Colom­bia el con­tex­to es dife­ren­te, por­que la Repú­bli­ca está, des­de su crea­ción, some­ti­da a los intere­ses de Washing­ton, por lo tan­to no hay demo­cra­cia sino una dic­ta­du­ra enmas­ca­ra­da y de caras cam­bian­tes. Aquí, la opo­si­ción polí­ti­ca evo­lu­cio­na hacia una con­fron­ta­ción de cla­ses, don­de la expre­sión más ele­va­da es la lucha revo­lu­cio­na­ria arma­da, que sur­ge ante la impo­si­bi­li­dad de la exis­ten­cia de una ver­da­de­ra demo­cra­cia. Estoy hablan­do de un pue­blo en armas que lle­va resis­tien­do más de 50 años, que ha sufri­do más masa­cres y des­apa­ri­cio­nes que duran­te las dic­ta­du­ras del Cono Sur. La inter­ven­ción de los Esta­dos Uni­dos en este caso, es para man­te­ner la rela­ción de depen­den­cia, no dejar caer el gobierno, cues­te lo que cues­te; pues sin su inter­ven­ción, hace muchos años que Colom­bia hubie­ra rea­li­za­do su revo­lu­ción e ins­tau­ra­do la ver­da­de­ra democracia.

Colom­bia para el con­ti­nen­te es una pie­za cla­ve en el table­ro geo-estra­té­gi­co. Su posi­ción geo­grá­fi­ca cen­tral, sus rique­zas acuí­fe­ras, bio­ló­gi­cas y mine­ro-ener­gé­ti­cas son impor­tan­tes para Esta­dos Uni­dos, pero tam­bién deci­si­va para lograr la con­so­li­da­ción demo­crá­ti­ca de toda la región, en caso de lograr­se la demo­crá­ti­ca real en favor del pue­blo. Pode­mos decir que quien con­tro­la a Colom­bia, con­tro­la a Amé­ri­ca Lati­na, y nues­tra apues­ta es por los pueblos.

M.F: ¿Qué sig­ni­fi­can los pro­ce­sos de inte­gra­ción lati­no­ame­ri­cano, como UNASUR, ALBA Y CELAC, pue­den estos orga­nis­mos coad­yu­var a la paz de Colombia?

N.M: Con­si­de­ro que son pro­ce­sos impor­tan­tes des­de los esta­dos, para que toda Amé­ri­ca Lati­na, y el Cari­be, recu­pe­ren su sobe­ra­nía… para la cons­truc­ción de la Patria Gran­de Boli­va­ria­na. Y cla­ro, la con­so­li­da­ción de un nue­vo blo­que de poder que defien­da el bien­es­tar de su pobla­ción y la paz, cam­bia el pano­ra­ma para el jue­go colo­nia­lis­ta y gue­rre­ris­ta de los Esta­dos Uni­dos, prin­ci­pios expues­tos en la decla­ra­ción de la II Cum­bre de la CELAC rea­li­za­da en La Haba­na, Cuba en enero de 2013. El ALBA es ade­más, un orga­nis­mo inde­pen­dien­te eco­nó­mi­ca y polí­ti­ca­men­te, con rela­ción a los intere­ses del capi­ta­lis­mo cen­tral. Con­si­de­ro que son de las pocas ins­tan­cias inter­na­cio­na­les que podrían ser aptas para mediar en un con­flic­to social arma­do, tan inten­so y pro­lon­ga­do como el colombiano.

M.F: Hable­mos aho­ra de su con­di­ción de mujer y gue­rri­lle­ra ¿Se con­si­de­ra usted feminista?

N.M: Si defi­ni­mos el femi­nis­mo como un pen­sa­mien­to crí­ti­co y una prác­ti­ca polí­ti­ca que recha­za el tra­to injus­to hacia las muje­res y la domi­na­ción de un sexo sobre el otro, sea cual sea, sí. Pero ante todo soy comu­nis­ta. Con­si­de­ro que la lucha de cla­ses es por natu­ra­le­za anti-patriar­cal anti-racis­ta, anti-homo­fó­bi­ca y abso­lu­ta­men­te inter­na­cio­na­lis­ta. Eso no solo es una lin­da decla­ra­ción de prin­ci­pios, es una nece­si­dad, por­que el mis­mo sis­te­ma capi­ta­lis­ta se fun­da­men­ta en la divi­sión racial, sexual y social del tra­ba­jo; por lo tan­to no se des­trui­rá el capi­ta­lis­mo sin ven­cer estas con­cep­cio­nes erró­neas. La equi­dad en todos estos sen­ti­dos es mi aspi­ra­ción para la sociedad.

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