Argu­men­to sen­ci­llo sobre la explo­ta­ción- Rolan­do Astarita

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En tiem­pos en que mucha gen­te (inclui­dos inte­lec­tua­les de izquier­da y diri­gen­tes sin­di­ca­les) se empe­ña en «dar las gra­cias» al gobierno por tal o cual con­ce­sión, y en que otra mucha gen­te nos lle­na de pro­me­sas elec­to­ra­les, es con­ve­nien­te sub­ra­yar que la socie­dad capi­ta­lis­ta es una socie­dad asen­ta­da en la explotación.
Esto sig­ni­fi­ca, entre otras cosas, que lo que reci­ben los tra­ba­ja­do­res como sala­rio no es más que una par­te del pro­du­ci­do por ellos mis­mos. Por supues­to, ésta es una idea intra­ga­ble para los defen­so­res del orden exis­ten­te. Es que si exis­te explo­ta­ción, los explo­ta­dos no tie­nen nada que agra­de­cer, ya que siem­pre están reci­bien­do una peque­ña par­te de lo que gene­ran. Y si esta idea se gene­ra­li­za­ra, los tra­ba­ja­do­res ter­mi­na­rían con­si­de­ran­do a sus gober­nan­tes y a los polí­ti­cos del sis­te­ma, no como almas cari­ta­ti­vas preo­cu­pa­das por el bien­es­tar del pue­blo, sino como lo que son, defen­so­res del orden social explo­ta­dor. De ahí el empe­ño de los ideó­lo­gos del sis­te­ma en negar vali­dez a la teo­ría mar­xis­ta. A fin de apor­tar ele­men­tos al deba­te, repro­duz­co (con lige­ras modi­fi­ca­cio­nes) una nota que escri­bí en noviem­bre de 2008. Es una argu­men­ta­ción sen­ci­lla a favor de la tesis que dice que en la socie­dad capi­ta­lis­ta el tra­ba­jo asa­la­ria­do es explo­ta­do. Fue pre­sen­ta­da por Marx (en El Capi­tal ) y aquí me limi­to a expo­ner­la con cier­to deta­lle, y a esta­ble­cer sus cone­xio­nes con la lla­ma­da super­es­truc­tu­ra, así como sus con­se­cuen­cias para lo que usual­men­te se ense­ña en eco­no­mía. El argu­men­to no sólo es lógi­co, sino tam­bién histórico.

Situa­ción A: una socie­dad feu­dal ideal

Par­ti­mos de un mode­lo de peque­ña socie­dad feu­dal. Hay un señor feu­dal que posee una exten­sión de tie­rra. Esta exten­sión de tie­rras se divi­de en dos par­tes. Una par­te es tie­rra del señor; otra par­te, de igual exten­sión que la del señor, está ocu­pa­da por 20 fami­lias cam­pe­si­nas. Cada una de las 20 fami­lias posee un lote de tie­rra. Con el tra­ba­jo en el lote, cada una obtie­ne (des­con­ta­da la semi­lla para vol­ver a sem­brar) una uni­dad neta de cereal, que con­su­me ínte­gra­men­te, ela­bo­ran­do el pan. Los cam­pe­si­nos no son pro­pie­ta­rios de los lotes; pero los poseen «de hecho», así como sus herra­mien­tas de tra­ba­jo. Legal­men­te los lotes son pro­pie­dad del señor. Por ese moti­vo los cam­pe­si­nos están obli­ga­dos a pagar un tri­bu­to al señor, que con­sis­te en tra­ba­jar la tie­rra del señor; y no pue­den aban­do­nar las tie­rras. Pro­pia­men­te, son sier­vos campesinos.
Los sier­vos cam­pe­si­nos tra­ba­jan 6 días; 3 en sus lotes, y 3 en la tie­rra del señor; los domin­gos des­can­san. En la tie­rra del señor pro­du­cen (tam­bién des­con­ta­da la semi­lla para vol­ver a sem­brar) 20 uni­da­des netas de cereal que, natu­ral­men­te, van para el señor. El señor y su fami­lia con­su­men 7 uni­da­des de cereal (están mejor ali­men­ta­dos que los cam­pe­si­nos). El señor uti­li­za otras 1,5 uni­da­des de cereal para man­te­ner a un inte­lec­tual, quien expli­ca a los cam­pe­si­nos que el orden social deri­va de la volun­tad de dios, y no tie­ne sen­ti­do inten­tar cam­biar­lo. Tam­bién emplea 7,5 uni­da­des de cereal para ali­men­tar a 5 sol­da­dos (los sol­da­dos tam­bién con­su­men un poco más que los cam­pe­si­nos) que cui­dan que los sier­vos cam­pe­si­nos no se rebe­len, y cum­plan con sus obli­ga­cio­nes. Por últi­mo, ven­de las 4 uni­da­des de cereal res­tan­tes a un comer­cian­te que vie­ne de lejos. Éste le pro­vee de armas para sus sol­da­dos; de algún libro para el inte­lec­tual; y de bie­nes de lujo (por ejem­plo, a la seño­ra del señor­feu­dal le encan­tan las sedas)
Cómo se juz­ga: Un mar­xis­ta dirá que los cam­pe­si­nos no reci­ben remu­ne­ra­ción algu­na por los 3 días sema­na­les que tra­ba­jan en la tie­rra del señor. El señor se apro­pia de un exce­den­te por el que no ha tra­ba­ja­do, y del que vive él mis­mo, su fami­lia, los sol­da­dos y el inte­lec­tual. Por lo tan­to los cam­pe­si­nos son explo­ta­dos. Un inte­lec­tual eco­no­mis­ta neo­clá­si­co acor­da­rá en esto.

Situa­ción B: tra­ba­jo asa­la­ria­do y capitalismo

El modo de pro­duc­ción capi­ta­lis­ta se ha ins­ta­la­do. El señor se las ha inge­nia­do para des­po­jar –vio­len­cia median­te, pero esto ape­nas es un «deta­lle his­tó­ri­co»– a los cam­pe­si­nos de sus lotes de tie­rra y sus ins­tru­men­tos de tra­ba­jo. Los cam­pe­si­nos han deja­do de ser sier­vos, y pasa­ron a ser tra­ba­ja­do­res libres.
Son libres por­que han sido «libe­ra­dos» de los medios de pro­duc­ción y de la tie­rra, y pue­den ven­der su fuer­za de tra­ba­jo. La tie­rra, los ins­tru­men­tos de tra­ba­jo y la semi­lla son pro­pie­dad pri­va­da del señor. Pero éste ya no es «señor», sino «empre­sa­rio capitalista».
Los 20 cam­pe­si­nos tra­ba­jan toda la tie­rra (la que antes pro­pia­men­te era del señor y la que con­for­ma­ba sus lotes) y pro­du­cen 40 uni­da­des netas de cereal. A cam­bio reci­ben una masa sala­rial en dine­ro, que equi­va­le a 20 uni­da­des de cereal. Lo sufi­cien­te para que cada fami­lia se man­ten­ga. El empre­sa­rio lle­va las 40 uni­da­des de cereal al mer­ca­do más cer­cano. Los cam­pe­si­nos asa­la­ria­dos con­cu­rren a ese mer­ca­do y com­pran 20 uni­da­des de cereal con el sala­rio que han reci­bi­do. Con el dine­ro reci­bi­do el empre­sa­rio paga el siguien­te sala­rio a los cam­pe­si­nos; que éstos gas­ta­rán com­pran­do de nue­vo cereal; con lo que el dine­ro vol­ve­rá a manos del empre­sa­rio, y así de segui­do. El sala­rio es una asig­na­ción dada a los cam­pe­si­nos para par­ti­ci­par del pro­duc­to que ellos mis­mos repro­du­cen cons­tan­te­men­te con su tra­ba­jo. Pero ade­más en cada ron­da al empre­sa­rio le que­da el equi­va­len­te de 20 uni­da­des de cereal, que rea­li­za en dine­ro al ven­der el pro­duc­to en el mer­ca­do. Ese exce­den­te en dine­ro es la plus­va­lía. Aho­ra, como antes, emplea el equi­va­len­te de 7 uni­da­des para el con­su­mo. Le que­dan 13 para impues­tos y otros gas­tos. Paga impues­tos por una suma de dine­ro equi­va­len­te a 9 uni­da­des del cereal que ven­dió. Con esto pue­den man­te­ner­se 5 sol­da­dos y un inte­lec­tual, que están con­tra­ta­dos por el Esta­do. El inte­lec­tual, que aho­ra es eco­no­mis­ta, expli­ca que los cam­pe­si­nos reci­ben una paga por su tra­ba­jo, y que la ganan­cia se debe al sacri­fi­cio que rea­li­za el capi­ta­lis­ta al pos­ter­gar su con­su­mo; esto es, la ganan­cia pro­vie­ne de su abs­ti­nen­cia. Des­pués de con­su­mir y pagar impues­tos, al empre­sa­rio le que­da el equi­va­len­te a otras 4 uni­da­des. Pero en lugar de gas­tar­lo en lujos, aho­ra está dis­pues­to a inver­tir ese dine­ro pro­duc­ti­va­men­te, arren­dan­do tie­rras veci­nas y con­tra­tan­do más cam­pe­si­nos para tra­ba­jar. Ya habrá tiem­po para dis­fru­tes. Está a un paso de con­ver­tir­se en una máqui­na dedi­ca­da a acre­cen­tar el capi­tal que ade­lan­ta en cada ciclo de pro­duc­ción. De mane­ra que tie­ne razón el eco­no­mis­ta. Su ganan­cia es un pre­mio por su abs­ti­nen­cia. Nadie se sacri­fi­ca como él por el avan­ce del pro­gre­so humano. Su lema pasa a ser «acu­mu­lar y acumular».
Cómo se juz­ga: Un mar­xis­ta dirá que con res­pec­to a la situa­ción A, don­de la explo­ta­ción apa­re­cía de mane­ra diá­fa­na, sólo se modi­fi­có la for­ma social, esto es, la rela­ción social. En A los cam­pe­si­nos pro­du­cían 20 uni­da­des de cereal que con­su­mían direc­ta­men­te; y 20 uni­da­des de cereal que entre­ga­ban al señor. En B los tra­ba­ja­do­res cam­pe­si­nos siguen pro­du­cien­do 20 uni­da­des de cereal para su con­su­mo. Y otras 20 uni­da­des por las que no se les paga. Aho­ra, como antes, los pro­duc­to­re­sen­tre­gan tra­ba­jo sin reci­bir nada a cam­bio. Éste es el secre­to de la plus­va­lía, o ganan­cia del capi­ta­lis­ta. Tam­po­co des­apa­re­ció la coer­ción sobre los cam­pe­si­nos. Antes los cam­pe­si­nos esta­ban suje­tos a la tie­rra y eran obli­ga­dos por los sol­da­dos a tra­ba­jar en la tie­rra del señor. Aho­ra son libres; pero si no tra­ba­jan como asa­la­ria­dos del empre­sa­rio, se mue­ren de ham­bre. Por lo tan­to están obli­ga­dos a con­tra­tar­se como asa­la­ria­dos. Se ve que la ganan­cia no pro­vie­ne de que el empre­sa­rio se abs­ten­ga de con­su­mir (¿alguien ha hecho la prue­ba de dejar de con­su­mir para ver si lo aho­rra­do cre­ce por sí mismo?).
Muy dis­tin­tas serán las con­clu­sio­nes del eco­no­mis­ta neo­clá­si­co moderno. Here­de­ro de aquel vie­jo inte­lec­tual que teo­ri­za­ba sobre la abs­ti­nen­cia, dirá que aquí no hay explo­ta­ción algu­na. Pro­vis­to de sus corres­pon­dien­tes fun­cio­nes de uti­li­dad y pro­duc­ción, expli­ca­rá que lo que gana el empre­sa­rio se debe al «ren­di­mien­to mar­gi­nal de la tie­rra y del capi­tal» (el «capi­tal» es el ara­do y demás herra­mien­tas, que pare­cen «ren­dir» sin que haya tra­ba­jo humano). Y dirá tam­bién que lo que gana el cam­pe­sino es igual a la pro­duc­ti­vi­dad mar­gi­nal de su tra­ba­jo. ¿Explo­ta­ción? ¿Lucha de cla­ses? ¿Rela­cio­nes socia­les de pro­duc­ción? Pala­bre­ría mar­xis­ta para con­fun­dir a los jóve­nes y des­viar a la cien­cia de su rec­to camino. Que­da sin embar­go por res­pon­der la pre­gun­ta cla­ve: Si no hay explo­ta­ción en la socie­dad capi­ta­lis­ta, ¿qué dife­ren­cia de fon­do se esta­ble­ce entre la situa­ción A y B des­cri­tas? Éste es el pro­ble­ma a resol­ver por quie­nes impug­nan la teo­ría de la explo­ta­ción de Marx.

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