Vene­zue­la: ¿Qué será de la vida del socia­lis­mo?- Toby Val­de­rra­ma y Anto­nio Aponte

La Revo­lu­ción Cha­vis­ta abrió las puer­tas de la his­to­ria, de la idea revo­lu­cio­na­ria, del Socia­lis­mo. Y cuan­do esta idea se encar­ne en la masa, cuan­do la masa, el pue­blo, los humil­des entien­dan su nece­si­dad, des­cu­bran su fuer­za, enton­ces todo esta­rá per­di­do para el sis­te­ma capi­ta­lis­ta mun­dial. Toda la situa­ción que hoy atra­ve­sa­mos se expli­ca por la nece­si­dad vital de los domi­nan­tes de aplas­tar la idea socia­lis­ta. Veamos.

Cuan­do el Coman­dan­te evo­lu­cio­nó has­ta hacer­se Socia­lis­ta, cuan­do com­pren­dió que el Cris­tia­nis­mo que lo ali­men­tó des­de su infan­cia, su lucha por hacer reali­dad el pre­cep­to cris­tiano de “amaos los unos a los otros”, su boli­va­ria­nis­mo, era la esen­cia tam­bién del Socia­lis­mo, enton­ces su bata­lla exis­ten­cial tomó otra mag­ni­tud, se hizo Gigan­te y des­per­tó la ira de la bestia.

Todas las fuer­zas del sis­te­ma capi­ta­lis­ta se con­fa­bu­la­ron con­tra aquel hom­bre que se con­vir­tió en Após­tol del Socia­lis­mo. Des­de ese día, la his­to­ria nues­tra ha sido la his­to­ria por aplas­tar a la idea socialista.

Toda la con­fu­sión que hoy vivi­mos, todo lo incom­pren­si­ble de los actos de lado y lado, se expli­ca por la nece­si­dad de la idea domi­nan­te, el capi­ta­lis­mo, de aplas­tar a la idea emer­gen­te, al Socia­lis­mo. La per­se­cu­ción des­pia­da­da de la idea del Socia­lis­mo expli­ca el labe­rin­to de hoy, las con­duc­tas, la for­ma como se pelea, cómo se retro­ce­de, la ambi­güe­dad del ambien­te de lado y lado. Hemos cam­bia­do la lucha por el Socia­lis­mo por la lucha por la demo­cra­cia burguesa.

Esta idea socia­lis­ta es, en resu­men, dar base mate­rial al lla­ma­do de Cris­to de “amaos los unos a los otros”. La com­pren­sión de que no pode­mos vivir en fra­ter­ni­dad, que no pue­de haber paz en la socie­dad, mien­tras no exis­ta una eco­no­mía de pro­pie­dad social. Den­tro del capi­ta­lis­mo, sólo habrá la gue­rra de “todos con­tra todos”, el “hom­bre lobo del hom­bre”. Son inú­ti­les las bús­que­das de la con­vi­ven­cia den­tro del rei­no del egoís­mo, den­tro del capitalismo.

Los capi­ta­lis­tas oli­gar­cas ase­si­na­ron al Coman­dan­te y le die­ron un duro gol­pe a la idea socia­lis­ta. Hace ya un año que se des­di­bu­ja al pun­to de per­der­se en la nos­tal­gia, es un eco que se escu­cha allá a lo lejos y sólo en solem­nes oca­sio­nes. Al per­der la idea socia­lis­ta con­tor­nos pre­ci­sos, al con­fun­dir­se con fal­si­fi­ca­cio­nes, al difu­mi­nar su núcleo, el gobierno revo­lu­cio­na­rio pier­de fuer­za, su idea fuer­za. Ya no hay dife­ren­cias sus­tan­cia­les con los oli­gar­cas, todos somos igua­les. Pode­mos dia­lo­gar, si no se hace es por fallas de los hom­bres, no hay razo­nes de fon­do que lo evi­ten. Así, en el altar de una paz impo­si­ble, sacri­fi­ca­mos la idea socia­lis­ta. Sur­ge el espec­tro del pac­to de pun­to fijo con otras caras, otra retó­ri­ca, pero la mis­ma esen­cia: una for­ma de domi­na­ción, una garan­tía de repar­to capi­ta­lis­ta de la renta.

Sin embar­go, hay un obs­tácu­lo: el gobierno revo­lu­cio­na­rio lle­va tatua­da en la fren­te, en el cora­zón, la idea Socia­lis­ta, la idea de Chá­vez. Esta impron­ta trae tres con­se­cuen­cias para el gobierno revolucionario:

Una, si tra­ta de sepa­rar­se de ella se debi­li­ta, se des­di­bu­ja, se ale­ja del alma de las masas, se con­vier­te en un sarcasmo.

Dos, si inten­ta cam­biar Socia­lis­mo por popu­lis­mo, por clien­te­lis­mo, ese barril sin fon­do no se sacia con todos los dóla­res del mundo.

Tres, si inten­ta acer­car­se a los capi­ta­lis­tas, hacer con ellos pac­tos, admi­nis­trar­les la hacien­da, aun a espal­das de la masa, los capi­ta­lis­tas no lo acep­tan. La oli­gar­quía, el capi­ta­lis­mo, no le per­do­na este olor, este color, es nece­sa­rio sacar­lo de raíz, borrar­lo. La osa­día de haber pre­ten­di­do insu­rrec­ción fren­te a lo esta­ble­ci­do nece­si­ta cabe­zas de turcos.

El gobierno no tie­ne otra opción que vol­ver a la sen­da Socialista.

¡Viva Chá­vez y su lega­do ori­gi­nal: el Socialismo!

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