El día que los pre­sos y pre­sas vas­cas estu­vie­ron en Ave­ni­da de Mayo- Car­los Aznarez

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Resu­men Latinoamericano/​Carlos Azná­rez - ¿Alguien tie­ne duda que los vas­cos y vas­cas son gen­te de con­vic­cio­nes fuer­tes y pocas ñañe­rías? Sólo ellos y ellas podían lan­zar­se esta pasa­do domin­go a la calle a fes­te­jar sus tra­di­cio­nes y su pre­sen­te de lucha, bajo una llu­via cons­tan­te que inter­ca­la­ba el moles­to txi­ri miri (así se deno­mi­na en eus­ke­ra a esa agüi­ta que sue­le calar has­ta los hue­sos) con un copio­so dilu­vio. “Es un día típi­ca­men­te vas­co” dijo alguno, ya que en Eus­kal Herria, la llu­via es par­te del esce­na­rio coti­diano. En cual­quier encuen­tro simi­lar se hubie­ra sus­ci­ta­do una estam­pi­da, pero ayer no era cosa de sacar­le el cuer­po a la fies­ta y a la rei­vin­di­ca­ción nacional.
Todo esto ocu­rrió en la muy por­te­ña Ave­ni­da de Mayo, a metros de la his­tó­ri­ca Pla­za, cuan­do la colec­ti­vi­dad vas­ca, esa que bre­ga mayo­ri­ta­ria­men­te y a pesar de los pesa­res, por una Eus­kal Herria inde­pen­dien­te de Espa­ña y Fran­cia, se jun­tó a comer, beber, bai­lar, escu­char músi­ca, y por supues­to (más allá de algu­nos con­ser­va­do­res que nun­ca fal­tan, aun­que esta vez hicie­ron mutis por el foro) a soli­da­ri­zar­se con sus pre­sos y pre­sas que por más de 500 resis­ten en las cár­ce­les vas­cas.
Por eso, abun­da­ron esta vez las con­sig­nas de “Eus­kal Pre­soak kale­ra” (Pre­sos vas­cos a casa) o “No habrá paz jus­ta sin los pre­sos en la calle”, pero tam­bién se recor­dó con mala ostia a ese ex juez que anda por estas tie­rras vivien­do del cuen­to. Se lla­ma Gar­zón, y por lo menos entre los vas­cos y vas­cas (y entre muchos argen­ti­nos que no se tra­gan sus men­ti­ras) es “per­so­na no gra­ta” por su con­tri­bu­ción doc­tri­na­ria para que miles de jóve­nes vas­cos, cata­la­nes y galle­gos (por nom­brar sólo a algu­nos) pasa­ran por la tor­tu­ra y se fue­ran por déca­das a las cár­ce­les tum­bas espa­ño­las y francesas.
Cien­tos de fir­mas, reco­gi­das una a una, sin que hubie­ra que hacer mayor esfuer­zo de con­ven­ci­mien­to, fue­ron depo­si­ta­das en la mesa de la orga­ni­za­ción Amig@s del Pue­blo Vas­co exi­gien­do “Amnis­tía ya” para los pre­sos y pre­sas. Pero tam­bién, aco­plán­do­se a lo que muy pron­to (a prin­ci­pios de junio) va a ocu­rrir entre Duran­go e Iru­ñea-Pam­plo­na (esta últi­ma es la de los San Fer­mi­nes y la pelea con­tra la dere­cha más ran­cia), hubo tam­bién una cade­na huma­na en ple­na fies­ta, por “el dere­cho a deci­dir” del pue­blo vas­co. Como dice la pla­ta­for­ma que lo orga­ni­za en Eus­kal Herria: “Gure esku dago” (Está en nues­tras manos), aquí tam­bién se enca­de­na­ron jóve­nes bai­la­ri­nes (dan­tza­ris) con mili­tan­tes de EHL y Eus­kal­tza­leak (la Escue­la de len­gua vas­ca) para demos­trar que en Argen­ti­na somos muchos y muchas los que des­de la diás­po­ra que­re­mos que Eus­kal Herria sea muy pron­to inde­pen­dien­te, socia­lis­ta y con los pre­sos y pre­sas suma­dos por ente­ro al pro­ce­so de recons­truc­ción de la Patria lejana.
En medio de tan­ta eufo­ria y con la piel y las ropas cho­rrean­do agua, no fal­tó el recor­da­to­rio a los pre­sos gra­ve­men­te enfer­mos, como son Ibon Ipa­rra­gi­rre, Ven­tu­ra Tomé o Josu Uri­betxe­be­rria, cuyos nom­bres se hicie­ron ban­de­ra de una exi­gen­cia que no pue­de espe­rar más: Amnis­tia y “todos y todas a casa”, que ya está bien de impo­si­ción impe­rial, de malos tra­tos, de terro­ris­mo de Esta­do, y otras truculencias.

Fue una fies­ta de con­fra­ter­ni­dad y eso tam­bién es valo­ra­ble en estas cir­cuns­tan­cias, ya que se nece­si­tan unir todas las volun­ta­des allá y aquí tam­bién, para que los inva­so­res aban­do­nen defi­ni­ti­va­men­te el terri­to­rio que ocu­pan des­de hace cien­tos de años. Aho­ra, a pre­pa­rar­se para levan­tar la apues­ta en el mes de junio y que Bue­nos Aires tam­bién se haga eco del gri­to que miles y miles darán en las calles y rutas de Eus­kal Herria: “Gure esku dago”. Corra­mos la voz: mano con mano, con nues­tras ban­de­ras, con nues­tras ansias de liber­tad. Por Eus­kal Herria, la nación de los vas­cos y vascas

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