¿La Sex­ta no es tele­ba­su­ra?- J. Connolly

El inso­por­ta­ble hedor a fran­quis­mo que rezu­man, aún hoy, las prin­ci­pa­les estruc­tu­ras de poder del Rei­no, es ya indi­si­mu­la­ble. El estre­cho cam­po de jue­go del ima­gi­na­rio polí­ti­co que recrea el Régi­men, divi­di­do entre pijo-con­ser­va­do­res y pijo-pro­gres, deja fue­ra a millo­nes de víc­ti­mas de la cri­sis-esta­fa que recla­man, cada vez con más fuer­za, un nue­vo mar­co polí­ti­co ver­da­de­ra­men­te democrático.

El capi­ta­lis­mo es un autén­ti­co exper­to en que las cosas parez­can lo que no son, sien­do capaz de gene­rar, con el úni­co obje­ti­vo de mul­ti­pli­car los bene­fi­cios, una cosa y su con­tra­ria, al menos, aparentemente.

Así, den­tro de la lamen­ta­ble reali­dad mediá­ti­ca que sopor­ta­mos, encon­tra­mos un jue­go de espe­jos defor­ma­dos entre las cade­nas “con­ser­va­do­ras” y las “pro­gre­sis­tas”, que vie­nen bási­ca­men­te a repro­du­cir el esque­ma de poder de la tran­si­ción, con el PP a la dere­cha y el PSOE a la izquier­da (sí, es un decir) repre­sen­tan­do un tea­tri­llo en el que, en reali­dad, los acto­res res­pon­den ante el mis­mo director.

La repug­nan­te uti­li­za­ción pro­pa­gan­dís­ti­ca de una dere­cha siem­pre agre­si­va, radi­cal, del pode­río que da la pren­sa escri­ta y audio­vi­sual, impreg­na y pudre el arco infor­ma­ti­vo con medios como 13TV, Inter­eco­no­mía, La Gace­ta, ABC o La Razón. Muchos de ellos empre­sa­rial­men­te rui­no­sos pero sos­te­ni­dos intere­sa­da­men­te para trans­mi­tir los valo­res (de algún modo hay que lla­mar­los) de las cla­ses dominantes.

Dichos libe­los eje­cu­tan la fun­ción cri­mi­na­li­za­do­ra de todo lo que se mue­va, que se con­vier­te, por arte de bir­li­bir­lo­que, en terro­ris­mo orga­ni­za­do. Y con esa matra­ca se tiran día sí y día no, con­ven­cién­do­nos que Ada Colau es ETA y que el 22M no fue­ron más de millón y medio de per­so­nas recla­man­do dig­ni­dad, sino coman­dos en bus­ca de sangre.

Seña­lan e insul­tan a orga­ni­za­cio­nes socia­les, cul­tu­ra­les y polí­ti­cas sin que sea nece­sa­rio ate­ner­se a la ver­dad de los hechos. La pro­pa­gan­da es mucho más impor­tan­te que la vera­ci­dad, ya cono­cen aque­lla máxi­ma: “No per­mi­tas que la reali­dad te estro­pee una bue­na noticia”

En otra ori­lla, apa­ren­te­men­te, se sitúa La Sex­ta, que ha gana­do su cuo­ta de pan­ta­lla diri­gién­do­se al públi­co pro­gre­sis­ta, jugan­do, al igual que hace el PSOE fren­te al PP, a estar situa­dos en otra ace­ra, del lado del ciu­da­dano. Nada más lejos de la realidad.

Wyo­ming es muy sim­pá­ti­co si hay que meter­se con Rajoy… tan­to como si le man­da­ran hacer­lo con Vene­zue­la o con los mani­fes­tan­tes que se defien­den como pue­den de una agre­sión policial.

El tra­to reci­bi­do a Willy Tole­do, tras defen­der a las per­so­nas dete­ni­das el 22M, no se dife­ren­cia, más que en los ges­ti­tos, del gri­te­río nacio­nal-cató­li­co que ento­na el gato cas­po­so que sal­ta del teja­do de Inter­eco­no­mía al de 13tv.

El últi­mo epi­so­dio, si aca­so el más cla­ro de lo que expli­co, ha sido el pro­ta­go­ni­za­do por el pro­gra­ma La Sex­ta Noche, que es al deba­te de ideas lo que una ham­bur­gue­sa de McDo­nald a la gas­tro­no­mía: Basura.

Un pro­gra­ma que paga, qui­sie­ra saber cuán­to, a tres caver­ní­co­las ultra­de­re­chis­tas para que voci­fe­ren y gene­ren espec­tácu­lo al más puro esti­lo de la tele­mier­da del cora­zón; gri­tan­do, impi­dien­do hablar, insul­tan­do. Les he oído lla­mar ase­si­na a Dolo­res Ibá­rru­ri, hablar de Para­cue­llos al más puro esti­lo de la dic­ta­du­ra fran­quis­ta, com­pa­rar la PAH con ETA y echar en cara a Ada Colau “estar gor­di­ta”, con el ham­bre que se pasa en el país.

La Sex­ta for­ma par­te del Régi­men y hace aún más daño a quie­nes luchan que los medios abier­ta­men­te de dere­chas, jugan­do a ser en lo mediá­ti­co lo que sig­ni­fi­có Feli­pe Gon­zá­lez en lo polí­ti­co, bene­fac­to­ra de los de siem­pre con apa­rien­cias progresistas.

Haz­le boi­cot, infór­ma­te par­ti­ci­pan­do en las cosas que pasan, sin que te las cuen­ten los voce­ros de la cas­ta, lle­ven cha­que­ta de pana o de Arma­ni… tie­nen el mis­mo jefe.

Apa­ga las teles y encien­de tu mente.

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