20 muje­res ase­si­na­das por el patriar­ca­do en el esta­do español

Tere­sa Mollá Castells*

Cimac­no­ti­cias Sí, a fecha de hoy ya han sido 20 las muje­res ase­si­na­das por los terro­ris­tas machis­tas que el patriar­ca­do engen­dra y sólo esta­mos a fina­les del pri­mer tri­mes­tre. Y hay dos casos que se siguen inves­ti­gan­do pero que, al pare­cer, tam­bién serían ase­si­na­tos machistas.
Y son ya más de mil 280 las muje­res ase­si­na­das por el patriar­ca­do des­de 1995. ¿Dón­de están quie­nes defien­den la vida en estos casos?

Toda­vía no ha aca­ba­do el pri­mer tri­mes­tre del año y las cifras son espe­luz­nan­tes. Más de 20 muje­res ase­si­na­das y agre­di­das por quie­nes afir­ma­ron amar­las. Y las asesinaron.
Apar­te de las con­cen­tra­cio­nes que las femi­nis­tas rea­li­za­mos perió­di­ca­men­te haya o no ase­si­na­tos machis­tas con el fin de denun­ciar este sin fin de crí­me­nes, nadie alza la voz más allá de los momen­tos pun­tua­les en los que el ase­si­na­to cae en tu pue­blo o ciu­dad, o cuan­do se acer­ca el 25 de noviem­bre que enton­ces todo se tiñe de dolor y refe­ren­cias a este terrorismo.
Sólo las femi­nis­tas y algu­nos hom­bres que van des­per­tan­do de la pesa­di­lla patriar­cal y nos acom­pa­ñan, denun­cia­mos a lo lar­go del año este goteo ince­san­te de asesinatos.

Los pode­res públi­cos, encar­ga­dos de velar por la vida y la inte­gri­dad de las per­so­nas, se dedi­can a “lamen­tar lo ocu­rri­do” y a mirar a otra par­te. O toda­vía peor con estos que nos (des)gobiernan, a seguir recor­tan­do par­ti­das y recur­sos des­ti­na­dos a la pre­ven­ción y a la sen­si­bi­li­za­ción para evi­tar estos episodios.
La for­ma­ción y sen­si­bi­li­za­ción en igual­dad no intere­sa a esta gen­tu­za que nos (des)gobierna por­que cues­tio­na su for­ma de enten­der el mun­do y las cosas. Y esa visión es la que impo­ne el patriarcado.
Una visión misó­gi­na, andro­cén­tri­ca y por supues­to des­igual. Una visión con rela­cio­nes sen­ti­men­ta­les com­ple­ta­men­te asi­mé­tri­cas en las que el varón ha de vol­ver a gober­nar en su casa con mano férrea y ha de impo­ner su ley a toda cos­ta. Sin con­ce­sio­nes ni negociaciones.
Ése es el mode­lo que bus­can. Y, por supues­to, todo ade­re­za­do con los “hijos que Dios nos man­de, ven­gan como ven­gan”. ¿Les sue­na? A mí sí.
Y para ello se están apro­pian­do de los medios audio­vi­sua­les para trans­mi­tir por todas las vías ese tipo de socie­dad, o ¿aca­so no vemos ya en la publi­ci­dad cómo han vuel­to a sur­gir en los anun­cios las fami­lias con dos o más cria­tu­ras, en la que cada cual tie­ne su papel cla­ra­men­te asig­na­do, según el man­da­to patriarcal?
Lo están hacien­do y nadie se lo está impi­dien­do. Están vol­vien­do a impo­ner mode­los sim­bó­li­cos que refuer­zan ese patriar­ca­do ase­sino con cada anun­cio, con cada pro­gra­ma basu­ra que emiten.
¿Dón­de están los defen­so­res de la vida en estos casos? ¿Cuán­do y dón­de se mani­fies­tan cada vez que ase­si­nan a una mujer? ¿Dón­de está la jus­ti­cia en esos casos? ¿Dón­de las asam­bleas de indig­na­dos que tam­bién lo debe­rían estar por estos asesinatos?
¿Dón­de están las mues­tras de dolor hacia las fami­lias de las víc­ti­mas, que lo son del terro­ris­mo machis­ta por par­te de las auto­ri­da­des del Esta­do? ¿Dón­de que­dan las infor­ma­cio­nes impar­cia­les, no ses­ga­das, ni sen­sa­cio­na­lis­tas por par­te de los medios de comu­ni­ca­ción? ¿Dón­de que­dan las volun­ta­des polí­ti­cas de poner fin a este regue­ro de muertes?
La dila­ta­da expe­rien­cia en la denun­cia de este tipo de terro­ris­mo me dice que es algo que no interesa.
No intere­sa deno­mi­nar­lo como lo que es, TERRORISMO, por­que a las par­tes impli­ca­das como lo son los de fal­das lar­gas y negras, los de los fru frus, quie­nes nos (des)gobiernan, quie­nes asu­men posi­cio­nes jerar­qui­za­das y fun­cio­nan a gol­pe de órde­nes y todas las per­so­nas que defien­den “por acción u omi­sión” medi­das enca­mi­na­das a per­pe­tuar el feroz patriar­ca­do en que vivi­mos, no quie­ren cam­biar las cosas.
Y no quie­ren cam­biar­las por­que les fun­cio­nan a ellos que son, mayo­ri­ta­ria­men­te, quie­nes osten­tan el poder en todos los ámbi­tos. Y cam­biar las cosas sería tener que renun­ciar a dema­sia­dos pri­vi­le­gios a los que no están dis­pues­tos a ceder.
La fero­ci­dad del patriar­ca­do se mide en núme­ro de muje­res ase­si­na­das. Y lle­va­mos más de 20 en menos de tres meses. Y esto no pare­ce que vaya a cam­biar mucho. Al menos mien­tras no eche­mos a esta gen­tu­za del poder.
Y ya no me refie­ro sólo a quie­nes nos (des)gobiernan, que tam­bién y los pri­me­ros. Me refie­ro a quie­nes diri­gen medios de comu­ni­ca­ción, a quie­nes enca­be­zan la Con­fe­ren­cia Epis­co­pal, el Con­se­jo Gene­ral del Poder Judi­cial, lo máxi­mos res­pon­sa­bles de los Cuer­pos y Fuer­zas de Segu­ri­dad del Esta­do, que en dema­sia­das oca­sio­nes, tam­bién, miran hacia otro lado.
A los diri­gen­tes de los ban­cos y no sólo de los gran­des ban­cos y de las patro­na­les que poten­cian un capi­ta­lis­mo feroz basa­do en la injus­ti­cia, inequi­dad, des­igual­dad, y por tan­to en el des­igual repar­to de recur­sos que siem­pre reper­cu­te nega­ti­va­men­te sobre la vida de las muje­res, y a todo per­so­na que no cola­bo­re en la cons­truc­ción de un mun­do más equi­ta­ti­vo, más soli­da­rio y con mayo­res opor­tu­ni­da­des de igual­dad entre las que tie­nen los hom­bres por ser­lo y las que tie­nen las mujeres.
Qui­zás sea una utó­pi­ca y segu­ro que, como dice mi sabio padre, yo no lo veré, pero estoy segu­ra que algún día habrá un levan­ta­mien­to en con­tra de estos ase­si­na­tos de muje­res y enton­ces el patriar­ca­do temblará.
Por aho­ra, segui­re­mos denun­cia­do todo lo que poda­mos y mien­tras nos que­de un hilo de voz a estos ase­si­nos machis­tas que son quie­nes los per­pe­tran y quie­nes los per­mi­ten con accio­nes u omisiones.
tmolla@​telefonica.​net

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