Ucra­nia, la des­es­ta­bi­li­za­ción y el fac­tor eco­nó­mi­co- José Luis Rodríguez

ucraniaUcra­nia se ha con­ver­ti­do en polí­gono de lucha entre gru­pos de poder que defien­den intere­ses que poco o nada tie­nen que ver con las aspi­ra­cio­nes más legí­ti­mas del pue­blo ucraniano.

Más allá de lo apa­ren­te, si se exa­mi­na con dete­ni­mien­to la con­fron­ta­ción entre los gru­pos que repre­sen­tan los intere­ses eco­nó­mi­cos de Euro­pa Occi­den­tal y aque­llos aso­cia­dos más estre­cha­men­te con la eco­no­mía rusa, esta pug­na ha deri­va­do en un gol­pe de esta­do a favor de los pri­me­ros, que logra­ron movi­li­zar el des­con­ten­to de una par­te de la pobla­ción del país con fuer­zas enca­be­za­das por par­ti­dos de ultra­de­re­cha y la acti­va par­ti­ci­pa­ción de ban­das mer­ce­na­rias de ideo­lo­gía fascista.

Todo esto ocu­rre en un con­tex­to de his­tó­ri­cas ten­sio­nes nacio­na­lis­tas sub­ya­cen­tes que no pue­den igno­rar­se, pero don­de la ver­da­de­ra raíz de los con­flic­tos actua­les se remon­ta a las con­se­cuen­cias eco­nó­mi­cas del derrum­be de la URSS y a la tran­si­ción a un capi­ta­lis­mo neo­li­be­ral, que está en la base de los pro­ble­mas que enfren­ta Ucra­nia actualmente.

Efec­ti­va­men­te, en ese dolo­ro­so pro­ce­so Ucra­nia fue uno de los paí­ses más gol­pea­dos, regis­tran­do una caí­da del 65% de su PIB entre 1989 y 1999, con un cre­ci­mien­to sis­te­má­ti­co de la infla­ción, que alcan­zó un 36,5% anual entre 1995 y el 2004. Lue­go de una efí­me­ra recu­pe­ra­ción, la eco­no­mía fue impac­ta­da por la cri­sis actual regis­tran­do una caí­da del 14,8% del PIB en el año 2009, la mayor con­trac­ción de toda la Comu­ni­dad de Esta­dos Inde­pen­dien­tes que agru­pa a 11 anti­guos miem­bros de la URSS.

Más recien­te­men­te la eco­no­mía solo ha alcan­za­do cre­cer un 10,2% entre el 2010 y el 2013, no logran­do recu­pe­rar­se aún del impac­to de la cri­sis, ade­más de per­ma­ne­cer a nive­les que aún no recu­pe­ran los de 1989. Este dete­rio­ro ha con­lle­va­do un fuer­te des­ba­lan­ce finan­cie­ro externo, con sal­dos nega­ti­vos de cuen­ta corrien­te en torno al 8% del PIB, a lo que se suman défi­cits pre­su­pues­ta­rios supe­rio­res al 4% des­de el 2012.

De tal modo, el país ha sufri­do un fuer­te pro­ce­so de endeu­da­mien­to y sola­men­te en los últi­mos cua­tro años la deu­da exter­na cre­ció más de 36,000 millo­nes de dóla­res, alcan­zan­do en el 2013 140,000 millo­nes, lo que repre­sen­ta alre­de­dor del 80% de su PIB.

Con la apli­ca­ción de medi­das de ajus­te –que a cri­te­rio del FMI y la Unión Euro­pea (UE) resul­ta­ban insu­fi­cien­tes- y habi­da cuen­ta de su ele­va­da vul­ne­ra­bi­li­dad exter­na, los suce­si­vos gobier­nos del país han reci­bi­do fuer­tes pre­sio­nes para ace­le­rar este pro­ce­so, que encon­tra­ron eco en diri­gen­tes más dóci­les a los dic­ta­dos de Occi­den­te. Esto lle­vó a la lla­ma­da Revo­lu­ción Naran­ja, que en el 2004 impug­nó la vic­to­ria elec­to­ral de Vik­tor Yanu­kó­vich y logro impo­ner a la favo­ri­ta neo­li­be­ral Yulia Timoshen­ko, que gober­nó como pri­me­ra minis­tra entre el 2007 el 2010.

Pre­ci­sa­men­te duran­te ese perío­do el FMI otor­gó al país un cré­di­to por 16,500 millo­nes de dóla­res. Sin embar­go, con la elec­ción de Yanu­kó­vich como pre­si­den­te en febre­ro del 2010, un nue­vo prés­ta­mo de 15,000 millo­nes del pro­pio orga­nis­mo fue congelado.

De otra par­te, Ucra­nia ha sido tam­bién muy depen­dien­te ener­gé­ti­ca­men­te, ya que pro­du­ce sola­men­te un 25% del gas que con­su­me, sien­do sumi­nis­tra­do un 35% por Rusia y un 40% por paí­ses de Asia Central.

Rusia igual­men­te ha pre­sio­na­do tam­bién país duran­te años median­te las tari­fas ener­gé­ti­cas, gene­rán­do­se una impor­tan­te deu­da por este con­cep­to. Igual­men­te en fechas más recien­tes han exis­ti­do inten­sas ges­tio­nes para incor­po­rar a Ucra­nia a la Unión Adua­ne­ra que inte­gran Rusia, Kazajs­tán y Bie­lo­rru­sia, con el posi­ble ingre­so de Arme­nia este año.

En un cálcu­lo que tra­tó de lograr la varian­te más redi­tua­ble para sal­var la cri­sis, duran­te el 2013 la admi­nis­tra­ción de Yanu­kó­vich ges­tio­nó el posi­ble ingre­so de Ucra­nia a un Acuer­do de Aso­cia­ción con la UE, para lo cual los socios comu­ni­ta­rios esta­ban dis­pues­tos a com­pen­sar sola­men­te con 1,000 millo­nes de dóla­res las posi­bles pér­di­das del país por su ale­ja­mien­to del mer­ca­do ruso, adon­de iba a parar el 25% de las expor­ta­cio­nes del país. Sin embar­go ese acuer­do supo­nía el libre comer­cio con la UE lo que se tra­du­ci­ría en el des­pla­za­mien­to de los pro­duc­tos de Ucra­nia dada su baja com­pe­ti­ti­vi­dad, con las enor­mes pér­di­das que con­se­cuen­te­men­te se registrarían.

La deci­sión adop­ta­da por el gobierno ucra­niano el 21 de noviem­bre pasa­do recha­zan­do ese acuer­do fue el fac­tor que des­ata­ría las pro­tes­tas de los intere­sa­dos en el acer­ca­mien­to a Euro­pa, lo que uni­do al esta­lli­do de otras ten­sio­nes inter­nas sub­ya­cen­tes, con­du­jo a la com­ple­ja situa­ción actual.

Fren­te a esta coyun­tu­ra, el 17 de diciem­bre el gobierno ruso otor­gó un cré­di­to de 15,000 millo­nes de dóla­res y la reba­ja del 33% en las tari­fas del gas, deci­sio­nes que fue­ron sus­pen­di­das con el gol­pe de esta­do y que colo­can a Ucra­nia en una situa­ción cer­ca­na al default finan­cie­ro actualmente.

Los nue­vos gober­nan­tes que toma­ron el poder tras el gol­pe de esta­do, han refe­ri­do que el país requie­re así una inyec­ción de 35,000 millo­nes de dóla­res entre el 2014 y el 2015 para hacer fren­te a sus obli­ga­cio­nes finan­cie­ras. No obs­tan­te, la res­pues­ta de la UE y el FMI ha sido muy cau­te­lo­sa no ava­lan­do de momen­to esa cifra y ponien­do como con­di­ción que cual­quier finan­cia­mien­to ten­dría que cum­plir con los pro­gra­mas de ajus­te pro­pug­na­dos duran­te años.

De este modo la actual coyun­tu­ra eco­nó­mi­ca se des­cri­be por algu­nos eco­no­mis­tas de dere­cha como Anders Aslund, como la supues­ta opor­tu­ni­dad para poner en orden la eco­no­mía del país redu­cien­do gas­tos socia­les, eli­mi­nan­do sub­si­dios, con­ge­lan­do sala­rios, libe­ra­li­zan­do pre­cios y abrien­do el país a la inver­sión extran­je­ra, entre otras medi­das del rece­ta­rio neoliberal.

Cier­ta­men­te ni el gobierno de Vik­tor Yanu­kó­vich, ni el de su pre­de­ce­so­ra Yulia Timoshen­ko tuvie­ron éxi­to en desa­rro­llar los cam­bios estruc­tu­ra­les reque­ri­dos para que la eco­no­mía ucra­nia­na pudie­ra cre­cer de mane­ra esta­ble y recu­pe­rar siquie­ra el nivel del PIB que tuvo en 1989.

Adi­cio­nal­men­te las suce­si­vas admi­nis­tra­cio­nes que han gober­na­do el país han sido impug­na­das por acu­sa­cio­nes de corrup­ción. En ese sen­ti­do la pro­pia Yulia Timoshen­ko resul­tó pro­ce­sa­da y encar­ce­la­da por mane­jo inapro­pia­do de los fon­dos públi­cos y tam­bién se ha acu­sa­do a Vík­tor Yanu­kó­vich por la mal­ver­sa­ción de unos 12,000 millo­nes de dóla­res. Es así que Ucra­nia ocu­pa el lugar 29º entre los paí­ses más corrup­tos del mun­do, según el Índi­ce de Per­cep­ción de la Corrup­ción que cal­cu­la la ONG Trans­pa­rency International.

Des­de otra pers­pec­ti­va, la direc­ción adop­ta­da por el actual gobierno ucra­niano está enfi­la­da cla­ra­men­te con­tra Rusia, no sola­men­te por lo que pue­de sig­ni­fi­car su decla­ra­da volun­tad de acer­ca­mien­to a la UE y a Esta­dos Uni­dos, sino tam­bién por el efec­to que tie­ne sobre los empre­sa­rios rusos. Al res­pec­to, vale la pena recor­dar que el grue­so del gas que Rusia expor­ta a Euro­pa pasa por gaso­duc­tos ucra­nia­nos y ya la incer­ti­dum­bre que comien­za a abrir­se paso se refle­ja en las caí­das en la bol­sa de las accio­nes de com­pa­ñías como GAZPROM.

Real­men­te los acon­te­ci­mien­tos por venir pue­den lle­var a una con­fron­ta­ción que con­duz­ca a lo que algu­nos ana­lis­tas han lla­ma­do como la II Gue­rra Fría o inclu­so al des­mem­bra­mien­to del país en medio de una gue­rra civil.

Si estos esce­na­rios terri­bles lle­ga­ran a mate­ria­li­zar­se, un obser­va­dor impar­cial ten­dría que reco­no­cer que fue­ron los impac­tos de la apli­ca­ción de polí­ti­cas neo­li­be­ra­les en Ucra­nia por más de 20 años los que han crea­do las con­di­cio­nes de enor­me vul­ne­ra­bi­li­dad exter­na que hoy sufre el país y que se encuen­tran en los orí­ge­nes de los acon­te­ci­mien­tos actua­les, por más que la pro­pa­gan­da se empe­ñe en no reco­no­cer­lo así.

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