Suje­to polí­ti­co y antagonismo

Kolitza

”La con­cien­cia uni­ta­ria del pro­le­ta­ria­do se ha for­ma­do o se está for­man­do a tra­vés de la crí­ti­ca de la civi­li­za­ción capi­ta­lis­ta, y crí­ti­ca quie­re decir cul­tu­ra, y no ya evo­lu­ción espon­tá­nea y natu­ra­lis­ta. Crí­ti­ca quie­re decir pre­ci­sa­men­te esa cons­cien­cia del yo que Nova­lis ponía como fina­li­dad de la cul­tu­ra. Yo que se opo­ne a los demás, que se dife­ren­cia y, tras crear­se una meta, juz­ga los hechos y los acon­te­ci­mien­tos, ade­más de en sí y por sí mis­mos, como valo­res de pro­pul­sión o de repul­sión. Cono­cer­se a sí mis­mos quie­re decir ser lo que se es, quie­re decir ser due­ños de sí mis­mos, dis­tin­guir­se, salir fue­ra del caso, ser ele­men­to de orden, pero del orden pro­pio y de la pro­pia dis­ci­pli­na a un ideal. Y eso no se pue­de obte­ner si no se cono­ce tam­bién a los demás, su his­to­ria, el decur­so de los esfuer­zos que han hecho los demás para ser lo que son, para crear la civi­li­za­ción que han crea­do y que que­re­mos sus­ti­tuir por la nues­tra.” (Grams­ci, Socia­lis­mo y Cul­tu­ra, Scrit­ti Gio­va­ni­lli, 1916)

No hay mayor impo­ten­cia en la polí­ti­ca que la incons­cien­cia del espa­cio obje­ti­vo en el que uno se mue­ve. El espa­cio, en polí­ti­ca, es lo que defi­ne a los dife­ren­tes acto­res, carac­te­ri­za­dos por dife­ren­tes intere­ses. La estra­te­gia se defi­ne, siem­pre, a par­tir del máxi­mo gra­do de cons­cien­cia posi­ble. Cons­cien­cia de quién eres tú, y de a quién tie­nes enfren­te. La con­cien­cia polí­ti­ca, por lo tan­to, es la con­cien­cia del enemi­go y las con­di­cio­nes de enfren­ta­mien­to con el mismo.

La en teo­ría uni­dad popu­lar Sor­tu, LAB, Ernai, ha hecho lle­gar ha hecho lle­gar recien­te­men­te a nues­tras casas (en caso de las jóve­nes pro­le­ta­rias a las de nues­tros padres), un nue­vo docu­men­to estra­té­gi­co car­ga­do de incons­cien­cia polí­ti­ca. Este docu­men­to pre­ten­de defi­nir la vía vas­ca hacia la sobe­ra­nía. Ya va sien­do hora de pre­gun­tar­se, dicho sea de paso pero ya con cier­to har­taz­go, por qué las casas de los mili­tan­tes vas­cos actúan de recep­to­ras de estra­te­gias y cuán­do los mili­tan­tes van a tener la posi­bi­li­dad de par­ti­ci­par, median­te un deba­te estra­té­gi­co abier­to, en la con­fec­ción de dicha estra­te­gia de prin­ci­pio a fin.

El suje­to de la vía vas­ca defi­ni­da en el docu­men­to es la ciu­da­da­nía vas­ca, es decir, la vía vas­ca es la estra­te­gia, y el suje­to, todo el mun­do. Sor­tu, en su cre­du­li­dad de la per­se­cu­ción de mayo­rías abs­trac­tas, dic­ta­mi­na que en las ins­ti­tu­cio­nes de Eus­kal Herria el obje­ti­vo es adop­tar las deci­sio­nes que satis­fa­gan las nece­si­da­des y deseos de la ciu­da­da­nía (es decir, de todo el mun­do), siem­pre con el apo­yo de la socie­dad y sus dife­ren­tes acto­res (véa­se 3.4.3). Espe­rar tener el apo­yo de los dife­ren­tes acto­res de la socie­dad en las deci­sio­nes polí­ti­cas es hacer abs­trac­ción del carác­ter anta­gó­ni­co de estos intere­ses, y por lo tan­to es un cri­te­rio absur­do e inefi­caz. El cri­te­rio demo­cra­tis­ta de hacer feliz a todo el mun­do pare­ce ela­bo­ra­do para salir al paso de la peor mane­ra posi­ble ante la deman­da de cri­te­rios por par­te de la base mili­tan­te en pue­blos y barrios y se ve obli­ga­da a hacer­se res­pon­sa­ble de sus deci­sio­nes en las ins­ti­tu­cio­nes muni­ci­pa­les y fora­les. La incons­cien­cia polí­ti­ca es evi­den­te: no está defi­ni­do el cam­po de jue­go polí­ti­co, y no hay una com­pren­sión cla­ra de quién es el suje­to polí­ti­co que cons­tru­ye la estra­te­gia, ni mucho menos fren­te a quién la cons­tru­ye. Esta situa­ción nos lle­va a la infe­rio­ri­dad de con­di­cio­nes en el cam­po de bata­lla polí­ti­co, ya que la socie­dad es anta­gó­ni­ca, y el sec­tor domi­nan­te (la cla­se capi­ta­lis­ta) está orga­ni­za­da en par­ti­dos del régi­men con sus intere­ses bien defi­ni­dos. Noso­tros sin embar­go, con esca­so poder de actua­ción y enci­ma obvian­do que sus intere­ses y los nues­tros son anta­gó­ni­cos, y tam­bién lo son en la cues­tión nacio­nal, deja­mos des­pro­te­gi­da a la cla­se tra­ba­ja­do­ra, al no hacer una apues­ta cla­ra por pro­te­ger úni­ca y exclu­si­va­men­te sus intereses.

La cues­tión es que en Eus­kal Herria se pro­du­ce lucha de cla­ses, y que la izquier­da aber­tza­le tie­ne que ser la orga­ni­za­ción del pue­blo tra­ba­ja­dor vas­co, y no de todo el pue­blo vas­co. Mien­tras el pue­blo tra­ba­ja­dor vas­co no posea el poder mate­rial, no habrá posi­bi­li­da­des de inde­pen­den­cia, por­que la cla­se capi­ta­lis­ta indus­trial, comer­cial y finan­cie­ra vas­ca es impe­ria­lis­ta, y nece­si­ta esta­dos impe­ria­lis­tas, sus influen­cias, sus ejér­ci­tos y sus poli­cías capi­ta­lis­tas para per­pe­tuar su domi­nio. Por lo tan­to, en nues­tra vía hacia la sobe­ra­nía SÍ sobra gen­te, si que­re­mos que sea nues­tra vía, y no la del PNV o el com­ple­jo PSN-UPN, que es la vía de la bar­ba­rie social y la sumi­sión a Espa­ña. En Fran­cia más de lo mis­mo, y digo más por­que toda­vía más que en Hegoalde.

El de Eus­kal Herria Bidean es un docu­men­to de ideo­lo­gía bur­gue­sa, por­que mis­ti­fi­ca el dere­cho, la volun­tad, la deci­sión, todas ellas cate­go­rías bur­gue­sas abs­trac­tas, sin tener en con­si­de­ra­ción ni por un momen­to al enemi­go mate­rial y las con­di­cio­nes obje­ti­vas que nos impo­ne. Este docu­men­to sólo satis­fa­ce como docu­men­to estra­té­gi­co a la buro­cra­cia com­pla­cien­te, fun­cio­na­rios y pequeños/​medianos empre­sa­rios, que en su con­jun­to no com­po­nen ni un 10 por cien de la base social de la izquier­da abertzale.

El otro 90 por cien de la base socio­po­lí­ti­ca de la izquier­da aber­tza­le nece­si­ta­mos una estra­te­gia que nos saque del ato­lla­de­ro eco­nó­mi­co y polí­ti­co en el que esta­mos meti­dos, la bar­ba­rie social a la que se nos arras­tra y la exclu­sión de las esfe­ras de deci­sión polí­ti­cas, obli­ga­dos a man­te­ner un dis­cur­so peque­ño bur­gués y con la ame­na­za per­ma­nen­te de ser ile­ga­li­za­dos y per­se­gui­dos si defen­de­mos nues­tros dere­chos eco­nó­mi­cos y polí­ti­cos. Somos más ambi­cio­sos, que­re­mos una estra­te­gia de cla­se para cons­truir Eus­kal Herria, aun­que no nos pon­ga­mos de acuer­do en las for­mu­la­cio­nes, aun­que no ten­ga­mos aún una expre­sión polí­ti­ca y un dis­cur­so ela­bo­ra­do como lo tie­ne ese diez por cien­to en Sor­tu. Las bases de Sor­tu se tam­ba­lean des­de hace tiem­po ante una estra­te­gia que no res­pon­de a sus ganas de con­quis­tar el dere­cho a la vivien­da, al tra­ba­jo y a la liber­tad. En el momen­to en que la mayo­ría tra­ba­ja­do­ra y des­em­plea­da del espec­tro socio­po­lí­ti­co de la izquier­da aber­tza­le ela­bo­re sus pro­pios modos de orga­ni­za­ción polí­ti­ca, eco­nó­mi­ca y teó­ri­ca, todo el régi­men capi­ta­lis­ta, espa­ñol y fran­cés, sufri­rá el embis­te revo­lu­cio­na­rio de la cohe­ren­cia y la ver­da­de­ra des­obe­dien­cia, la des­obe­dien­cia al tra­ba­jo asa­la­ria­do (al escla­vis­mo), a la dis­ci­pli­na del des­em­pleo y la for­ma­ción; la des­obe­dien­cia a la ley del régi­men; la des­obe­dien­cia a la paz social impues­ta con la pre­sen­cia arma­da per­ma­nen­te del régi­men en las calles; la des­obe­dien­cia a los patro­nes cul­tu­ra­les y su sis­te­ma edu­ca­ti­vo y mediá­ti­co; la des­obe­dien­cia de cla­se a todos los fun­da­men­tos del poder capi­ta­lis­ta de la bur­gue­sía vas­ca y sus esta­dos impe­ria­lis­tas. Todo el erró­neo dis­cur­so miti­fi­ca­dor, los con­cep­tos abs­trac­tos y las pala­bras hue­cas de la demo­cra­cia, las refle­xio­nes auto­com­pla­cien­tes que no dicen nada a nadie, darán paso a una ver­da­de­ra estra­te­gia del pue­blo tra­ba­ja­dor vas­co, no de la ciu­da­da­nía vas­ca en general.

Vaya­mos al docu­men­to; de lo que se tra­ta, en resu­mi­das cuen­tas, es de ”acu­mu­lar” en pro­por­cio­nes nun­ca antes vis­tas todo un con­jun­to de frag­men­tos socia­les, o ”mate­rias primas”(3.2.3) del pro­ce­so popu­lar, en torno al ”dere­cho a deci­dir”, defi­ni­do en abs­trac­to. La cues­tión que se le plan­tea a este docu­men­to es bien sen­ci­lla, el dere­cho a deci­dir qué, y el dere­cho a deci­dir de quién. Por­que es evi­den­te que en esta socie­dad hay dere­cho a deci­dir, lo que suce­de es que hay una cla­se que tie­ne el poder mate­rial, y por lo tan­to, que osten­ta el dere­cho a deci­dir, y resul­ta que esa cla­se osten­ta­do­ra de todo el poder social, se encuen­tra cómo­da en los paí­ses impe­ria­lis­tas, y no quie­re ni que­rrá, por su dis­po­si­ción estruc­tu­ral, aven­tu­ras sobe­ra­nis­tas con el pue­blo tra­ba­ja­dor vas­co, a dife­ren­cia de la cla­se capi­ta­lis­ta cata­la­na (por razo­nes que no es posi­ble desa­rro­llar aquí). De lo que se tra­ta es de que los que posee­mos un míni­mo o inclu­so un nulo poder mate­rial, es decir, los obre­ros (tra­ba­ja­do­res y des­em­plea­dos vas­cos), ten­ga­mos el poder, y por lo tan­to el dere­cho a deci­dir. La estra­te­gia es el méto­do para con­se­guir el poder, no el dere­cho abstracto.

La segun­da fase del pro­yec­to Zutik Eus­kal Herria tra­ta de la con­fi­gu­ra­ción del suje­to polí­ti­co. Si la cues­tión del dere­cho a deci­dir es la rele­van­te, lo pri­me­ro es decir quién está enfren­te, es decir, quien tie­ne de fac­to el dere­cho a deci­dir, por tener el poder para mate­ria­li­zar su deci­sión. Esos que deci­den, son los que poseen a su nom­bre varios cen­te­na­res de vivien­das vacías, los que cogen bajo su man­do ejér­ci­tos de tra­ba­ja­do­res a los que extraen un plus­va­lor, los due­ños de las máqui­nas sofis­ti­ca­das, hor­nos, tro­que­les, trans­por­tes, fábri­cas y pabe­llo­nes, museos, los geren­tes y pro­pie­ta­rios de los sumi­nis­tros bási­cos como el gas, la elec­tri­ci­dad, el agua, de las gran­des infra­es­truc­tu­ras como el super­puer­to de Bil­bao, los aero­puer­tos, las auto­pis­tas, las vías de tren. Los jefes y direc­to­res de tele­vi­sio­nes, radios, perió­di­cos. Los due­ños y direc­to­res de nues­tros dine­ros, del capi­tal finan­cie­ro acu­mu­la­do en Eus­kal Herria a tra­vés de la expro­pia­ción impe­ria­lis­ta de mate­rias pri­mas en paí­ses de la peri­fe­ria y su trans­for­ma­ción en capi­tal mer­can­til a tra­vés de la explo­ta­ción de la mano de obra vas­ca. En su con­jun­to com­po­nen la cla­se capi­ta­lis­ta vas­ca, la cla­se que deci­de, la que tie­ne dere­cho y poder para deci­dir. Y el dere­cho a deci­dir que posee, se deri­va de su poder, la pro­pie­dad del capi­tal social acu­mu­la­do, en for­ma de infra­es­truc­tu­ra pro­duc­ti­va, dine­ro y obe­dien­cia de los tra­ba­ja­do­res. Y de hecho, esta cla­se hace tiem­po que ha deci­di­do, y su deci­sión es for­mar par­te de los paí­ses impe­ria­lis­tas espa­ñol y fran­cés, y en el caso espa­ñol, no sólo for­mar par­te, sino par­te esen­cial de la con­fi­gu­ra­ción eco­nó­mi­ca española.

Fren­te a esa cla­se que deci­de, exis­ten miles de pen­sio­nis­tas que se con­su­men en sus peque­ños cajo­nes fren­te al tele­vi­sor, escu­chan­do el veneno que la cla­se posee­do­ra del capi­ta­lo fijo pro­duc­ti­vo vier­te en sus men­tes y cora­zo­nes (capi­tal fijo que los pen­sio­nis­tas mis­mos han pro­du­ci­do de for­ma ena­je­na­da en su vida pro­duc­ti­va), y mal­co­mien­do la esca­sa comi­da into­xi­ca­da que les es ase­qui­ble com­prar en los pese­bres del Eros­ki y el DIA. Exis­ti­mos olea­das de nue­vas gene­ra­cio­nes que hemos sido sis­te­má­ti­ca­men­te tor­tu­ra­dos y dis­ci­pli­na­dos duran­te miles de horas en cen­tro peni­ten­cia­rios de some­ti­mien­to de nues­tras facul­ta­des pro­duc­ti­vas, afec­ti­vas e inte­lec­tua­les. Esos cen­tros fríos en los que nun­ca está­ba­mos a gus­to por­que son cen­tros en los que nues­tros enemi­gos de cla­se nos retie­nen y mol­dean a su anto­jo, des­de la guar­de­ría has­ta las facul­ta­des, con extor­sión, ame­na­za y cas­ti­go per­ma­nen­tes. Somos miles y miles de jóve­nes vas­cas las que hemos pasa­do por esas cár­ce­les, autén­ti­cas pre­sas polí­ti­cas que, una vez sali­do de ellas, no vol­ve­mos a ser jamás las que pudi­mos ser, por­que nos damos cuen­ta de que el tiem­po que hemos pasa­do en esas cár­ce­les, el tiem­po que nos han arre­ba­ta­do, lo han uti­li­za­do para hacer un mun­do en con­tra nues­tra, y que no tene­mos sitio en él. Que no tene­mos posi­bi­li­dad de tra­ba­jar, de amar, de hacer fami­lia, de poseer una vivien­da o un sim­ple tro­zo de tie­rra que nos per­mi­ta ali­men­tar­nos, de empu­ñar armas con las que defen­der­nos. Algu­nos de noso­tros hemos con­se­gui­do, tras mucho esfuer­zo, el pre­mio de desa­rro­llar para empre­sas ”vas­cas” un tra­ba­jo cua­li­fi­ca­do sin que ni siquie­ra nos paguen el trans­por­te al pues­to de tra­ba­jo, en régi­men de ‘prác­ti­cas’. Exis­ten tam­bién en la Eus­kal Herria impe­ria­lis­ta fren­te a los dio­ses posee­do­res de la rique­za que los obre­ros pro­fa­nos hemos ido gene­ran­do por capas gene­ra­cio­na­les, ejér­ci­tos de muje­res afec­ti­va­men­te some­ti­das, sin poder de deci­sión en la fami­lia, o sin fami­lia y en la abso­lu­ta pre­ca­rie­dad, tra­ba­jo en con­di­cio­nes de semi­es­cla­vi­tud bajo el régi­men del sala­rio o de escla­vi­tud com­ple­ta bajo el esque­ma de los tra­ba­jos domés­ti­cos y repro­duc­ti­vos. En muchos casos, bajo ambos regí­me­nes del yugo del tra­ba­jo. La fuer­za moral que estas muje­res demues­tran para aga­rrar­se a la idea abs­trac­ta de una feli­ci­dad ausen­te es dig­na de elo­gio. Exis­ten ejér­ci­tos de des­em­plea­dos con hijos, y miles de tra­ba­ja­do­res en la situa­ción pre­ca­ria de no saber si maña­na podrán lle­vas el sus­ten­to que hoy lle­van a sus casas. Y la cau­sa de todo esto no es el neo­li­be­ra­lis­mo, sino la rela­ción pura de capi­tal, la reali­dad de que vivi­mos en un mun­do que no es nues­tro, en un mun­do en el que nos per­mi­ten vivir sus ver­da­de­ros due­ños, a cam­bio de nues­tra obe­dien­cia, sumi­sión y productividad.

Noso­tras y noso­tros, los que vivi­mos en terri­to­rio ajeno, en casa aje­na, en pues­to de tra­ba­jo ajeno, que­re­mos hacer­nos due­ños de nues­tros espa­cios, y ese es nues­tro sue­ño polí­ti­co, un sue­ño al que esta supues­ta vía vas­ca no res­pon­de en absoluto.

Una estra­te­gia revo­lu­cio­na­ria que res­pon­da a los deseos del pue­blo tra­ba­ja­dor vas­co no subor­di­na la cohe­ren­cia al opor­tu­nis­mo (3.2.4.1), ni la des­obe­dien­cia a la legi­ti­ma­ción demo­crá­ti­ca (3.2.2). Una estra­te­gia que res­pon­da a los deseos del pue­blo tra­ba­ja­dor vas­co no limi­ta el poder de Udal­bil­tza a una mera figu­ra­ción ins­ti­tu­cio­nal y cohe­sión terri­to­rial (3.4.3 c), sino que le atri­bui­ría ple­nos pode­res polí­ti­cos y eco­nó­mi­cos como garan­te del poder popu­lar fue­ra de las ins­ti­tu­cio­nes bur­gue­sas, don­de es por defi­ni­ción impo­si­ble desa­rro­llar­lo. ¿Cuál es la pro­pues­ta de trans­for­ma­ción social? En el apar­ta­do 3.3, en el des­glo­se de esa línea gene­ral de actua­ción, la trans­for­ma­cin social eco­nó­mi­ca se tra­du­ce en dos pun­tos; desa­rro­llar todo el pro­ce­so polí­ti­co en base a valo­res femi­nis­tas (lo cual no es decir nada, ya que femi­nis­ta es casi cual­quie­ra, inclu­si­ve Aran­tza Qui­ro­ga, de lo que se tra­ta es de defi­nir cuál es nues­tro femi­nis­mo, y cuá­les sus valores)y en segun­do lugar; cons­truir el espa­cio socio­eco­nó­mi­co vas­co y desa­rro­llar la trans­for­ma­ción social. Habi­da cuen­ta de que el espa­cio socio­eco­nó­mi­co vas­co ya exis­te, y ade­más es de los más poten­tes del mun­do, lo úni­co que nos que­da como des­glo­se con­cep­tual de la trans­for­ma­ción eco­nó­mi­ca y social es desa­rro­llar la trans­for­ma­ción eco­nó­mi­ca y social, lo cual no sig­ni­fi­ca sino una mera redun­dan­cia. Segu­ra­men­te alguien dirá que es la car­ta de los dere­chos socia­les la que va a desa­rro­llar este apar­ta­do, lo cual sólo deja en evi­den­cia una cosa; que las estruc­tu­ras ofi­cia­les de la izquier­da aber­tza­le no tie­nen alcan­ce estra­té­gi­co en esta cues­tión y dele­gan esa res­pon­sa­bi­li­dad fue­ra de ella.

Una incog­ni­ta gigan­tes­ca es la posi­bi­li­dad lógi­ca de la rela­ción entre un par­ti­do (Sor­tu) que pre­ten­de res­pon­der a los deseos e intere­ses de toda la ciu­da­da­nía, y un sin­di­ca­to (LAB) que se defi­ne como el defen­sor de la cla­se tra­ba­ja­do­ra vas­ca (3.5). Ten­ga­mos en cuen­ta que los intere­ses de la socie­dad, en el mejor de los casos son anta­gó­ni­cos de cla­se, y en el peor (el nues­tro) los defi­ne la cla­se domi­nan­te capi­ta­lis­ta con sus medios de pro­duc­ción ideo­ló­gi­cos. Por lo tan­to, Sor­tu y LAB son ins­tan­cias lla­ma­das a defen­der, según este docu­men­to, intere­ses con­tra­pues­tos, y de este modo, lla­ma­dos a una lucha inter­na. En lo que res­pec­ta a Ernai, le corres­pon­de ofre­cer una alter­na­ti­va inte­gral fren­te a la situa­ción que pade­ce la juven­tud vas­ca (es decir, una situa­ción abs­trac­ta que al pare­cer, com­par­ten la hija de Urku­llu, los per­se­gui­dos por la cau­sa de Segi, y todos los cha­va­les que van a Ale­ma­nia a tra­ba­jar por 4 euros la hora). Por ten­sión lógi­ca tam­bién Ernai está, por lo tan­to, lla­ma­do a la con­fu­sión ideo­ló­gi­ca si adop­ta esta estra­te­gia abs­trac­ta y se olvi­da de don­de pro­vie­nen sus bases, que se com­po­nen en su inmen­sa mayo­ría de jóve­nes pre­ca­rios, des­em­plea­das y polí­ti­ca­men­te perseguidos.

No cri­ti­co por cri­ti­car, sino para pro­te­ger los exiguos frag­men­tos ideo­ló­gi­cos que en medio de la enves­ti­da ideo­ló­gi­ca gene­ra­li­za­da hemos logra­do ate­so­rar. Que­re­mos pro­te­ger­los, esos frag­men­tos de cohe­ren­cia, por­que de su recon­fi­gu­ra­ción nace­rá en el futu­ro, cuan­do esta estra­te­gia abs­trac­ta de dar­se se vea abo­ca­da a la nada, una autén­ti­ca estra­te­gia cons­ti­tu­yen­te nacio­nal y des­de aba­jo, que res­pon­da ple­na­men­te a los deseos y nece­si­da­des del pue­blo tra­ba­ja­dor vas­co y al empo­de­ra­mien­to mate­rial de todos los gru­pos explo­ta­dos y humi­lla­dos que lo componemos.

Sólo me que­da, por lo tan­to, ani­mar a las bases de LAB, Sor­tu y Ernai a la refle­xión y al deba­te, a la no sumi­sión a estas doc­tri­nas que aplas­tan aún más el yugo que pen­de sobre noso­tras. Ani­mo a las bases a apren­der a decir que no, a hacer­se con el con­trol de sus des­ti­nos empo­de­rán­do­se tam­bién de los ins­tru­men­tos de la izquier­da aber­tza­le que debe­rían ser de todos. Y ela­bo­rar una teo­ría y una estra­te­gia para un poder cons­ti­tu­yen­te revo­lu­cio­na­rio en Eus­kal Herria, que per­mi­ta a pen­sio­nis­tas, jóve­nes, muje­res, des­em­plea­dos y tra­ba­ja­do­res pre­ca­rios hacer­nos due­ños de las calles, de las máqui­nas, de las infra­es­truc­tu­ras, de los edi­fi­cios, de las tie­rras, mon­tes y bos­ques de Eus­kal Herria. Ese es el rum­bo, y por lo tan­to, diga­mos no a una estra­te­gia abs­trac­ta de sumi­sión al enemi­go y omi­sión del debate.

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