Resumen
La lucha contra los efectos del capitalismo nos interroga sobre la cuestión del sujeto colectivo. A partir de un somero repaso histórico sobre la construcción de la opresión patriarcal en el capitalismo y la dinámica histórica del movimiento feminista, se pone sobre la mesa la necesidad de reconstruir un planeamiento de clase que, desde la filosofía de la praxis y no desde la unilateralidad economicista, permita superar la fragmentación de los combates. Este rearme no es posible sin una lucha consecuente contra todas las divisiones que el capitalismo produce en el seno de la clase trabajadora, y específicamente, las emanadas de la opresión patriarcal, inscritas en la dinámica de la lucha de clases.
1. El sujeto y el sujeto feminista
Las dimensiones de la crisis sistémica en que nos encontramos hacen urgente abordar la
transformación de una situación que nos ubica en la disyuntiva anunciada por Rosa
Luxemburgo: socialismo o barbarie.
Si la crisis golpea con fuerza al conjunto de la clase trabajadora, la energía del golpe no
se reparte por igual: recae sobre las mujeres, y entre ellas, las inmigrantes. El desempleo,
subempleo, desmantelamiento de servicios públicos (altamente feminizado), privatización
doméstica de las tareas de cuidado y atención a a personas dependientes… La crisis está
reforzando la división sexual del trabajo y la violencia machista disciplinadora asociada a
ella: reclusión doméstica, merma de la autonomía económica y revitalización de relaciones
de dependencia económica familiar o de pareja. Los recortes salariales se ceban en los
sectores menos organizados- o con menor capacidad de respuesta sindical- y alimentan la
brecha salarial estructural. La reacción conservadora en materia de salud reproductiva en
el Estado español es la enésima broma macabra en una coyuntura donde, ahora más que
nunca, la maternidad forzosa constituye un factor de riesgo de exclusión social evidente y
la desnutrición infantil es una realidad insoslayable.
Evitar la barbarie exige una toma de partido fundamental: ¿es posible desarrollar un
modelo social, económico y político emancipador – también para las mujeres- dentro del
capitalismo o si por el contrario es necesario romper con actual modelo: ¿reforma o
revolución?. ¿Y quiénes debemos abordar, a quiénes interpelan estas tareas? La cuestión
del sujeto es una cuestión estratégica:¿cuáles son nuestros objetivos?¿quién es el
enemigo?; táctica ¿qué aliados?¿bajo qué condiciones?; y organizativa:¿cómo nos
organizamos?¿bajo qué parámetros?.
Así pues, la discusión sobre el sujeto no es un debate filosófico para gente con tiempo
libre: es una de las condiciones del éxito de la batalla. Tampoco es un ejercicio teórico
estéril, si es que realmente nos podemos permitir el lujo de prescindir de la teoría. Sin
embargo, es comprensible que en los términos en que se ha desarrollado esta temática,
también para el caso del feminismo, se haya convertido en una materia poco accesible
fuera del ámbito universitario, la inflación de neologismos y los argumentos de autoridad
tampoco no han ayudado a democratizarlo , asfixiando demasiado a menudo el
pensamiento crítico.
Es un lugar común de la literatura feminista contemporánea la crisis del sujeto feminista
una crisis que cabalga paralela al cuestionamiento general de la noción de sujeto colectivo
y especialmente al cuestionamiento de la pertinencia y la existencia del sujeto colectivo en
de la clase trabajadora. En su lugar se han sucedido una la explosión cámbrica de
candidaturas alternativas- unas nuevas, otras no tanto- : precariado, cognitariado,
ciudadanía, … Mientras la agenda capitalista se ha impuesto a escala planetaria poniendo
y deponiendo gobiernos, interviniendo política, económica y militarmente y la miseria se
generaliza entre la población de la Champion League de la economía, se han ido
sucediendo análisis que preconizaban un nuevo capitalismo, tan diferente, que justificaba
el lujo de volver la espalda a siglos de teoría y experiencia práctica de movimiento obrero
internacional. A pesar de que el hacinamiento, el hambre, los CIES (campos de
concentración de extranjeros), la censura, la represión política y sindical y el tráfico de
personas son fenómenos muy actuales y recurrentes del capitalismo.
Tratamos la cuestión ubicándonos en una tradición política y filosófica concreta, con
humildad y abierta al debate para la acción. En el contraste de posturas se estimula el
pensamiento crítico y se clarifican las posiciones, avanzamos. Defendemos una
perspectiva de ruptura desde una posición tanto epistemológica como práctica desde la
tradición de la filosofía de la praxis2. Una perspectiva que nos posibilite entender las
relaciones sociales que constituyen las relaciones de explotación y de opresión y ver las siluetas de los sujetos colectivos que ‑emanados de dichas relaciones- no sólo las producen
o reproducen sino que se erigen en sujetos políticos para su destrucción y la creación un
futuro alternativo a la barbarie capitalista.
La filosofía de la praxis postula la lectura antropológica de Marx que planta en el seno de
la teoría del valor la teoría del fetichismo de la mercancía, y que nos remite a un sujeto
colectivo vivo y concreto que hace la historia en unas condiciones históricas dadas (Prior
Olmos, 1998;Kohan, 2014). La clase trabajadora abordada por tanto como el conjunto de
personas desposeídas de los medios necesarios para existir y desarrollarse, obligada a
someterse a relaciones salariales (directas o mediadas), entendida como un sujeto colectivo
que “se construye como tal (incorporando las múltiples individualidades e identidades de
grupo) en la lucha contra su enemigo histórico. Constituye el conjunto de la clase
trabajadora, por eso conforma un sujeto colectivo” (Kohan, 2014:52).