Vic­to­ria veci­nal en Ham­bur­go: el Rote Flo­ra con­ti­nua­rá exis­tien­do como cen­tro social

Más artículos El pasa­do 17 de enero, se publi­có ofi­cial­men­te el nue­vo pla­nea­mien­to urbano que favo­re­ce a los acti­vis­tas y sal­va el cen­tro social Rote Flo­ra de la des­apa­ri­ción

Tras sema­nas de pro­tes­tas, dis­tur­bios e inclu­so la crea­ción de un esta­do de excep­ción por par­te de la Poli­cía ale­ma­na en el cen­tro de Ham­bur­go, (“Gefah­ren­ge­biet” o zona de peli­gro), la lucha de los ciu­da­da­nos de Ham­bur­go por man­te­ner abier­to el cen­tro social y cul­tu­ral de izquier­das Rote Flo­ra pare­ce haber teni­do éxito.

El dis­tri­to de Alto­na en Ham­bur­go ha deci­di­do cam­biar el pla­nea­mien­to urba­nís­ti­co pre­vis­to, lla­ma­do “Sterns­chan­ze 7”, que afec­ta al edi­fi­cio en el que se encuen­tra el polé­mi­co cen­tro cul­tu­ral Rote Flo­ra de la izquier­da alter­na­ti­va, según infor­ma el dia­rio NDR Info.

Con la publi­ca­ción el pasa­do vier­nes de la modi­fi­ca­ción del plan de orde­na­mien­to urbano en el bole­tín ofi­cial de Ham­bur­go y en las orde­nan­zas muni­ci­pa­les, será bas­tan­te difí­cil para el pro­pie­ta­rio del inmue­ble con­se­guir una auto­ri­za­ción para la inter­ven­ción en el edi­fi­cio, tan­to para la demo­li­ción como para la reha­bi­li­ta­ción de este, ya que exis­ten incom­pa­ti­bi­li­da­des entre el con­tra­to de com­pra (que impi­de la inter­ven­ción en el edi­fi­cio) y el pla­nea­mien­to urba­nís­ti­co (que exi­gi­ría su alteración).

El Rote Flo­ra, anti­guo tea­tro edi­fi­ca­do en 1888, per­sis­te como cen­tro ocu­pa­do auto­ges­tio­na­do duran­te más de vein­te años, habien­do ser­vi­do el cen­te­na­rio edi­fi­cio des­de 1989 como salón de bai­le, cine, cafe­te­ría, espa­cio para expo­si­cio­nes artís­ti­cas, con­gre­sos y acti­vi­da­des polí­ti­cas y cul­tu­ra­les, pres­tan­do un ser­vi­cio social al barrio en el que se encuen­tra, el Schanzenviertel.

Fue en 2001 cuan­do el actual pro­pie­ta­rio, Klaus­mar­tin Kretsch­mer, adqui­rió el inmue­ble ase­gu­ran­do que no tenía inte­rés eco­nó­mi­co alguno en él, aun­que el Ayun­ta­mien­to se ase­gu­ró el dere­cho a recom­prar el edi­fi­cio duran­te una déca­da, has­ta 2011.

Sin embar­go, Kretsch­mer recla­mó el des­alo­jo del edi­fi­cio y exi­gió la sali­da de sus ocu­pan­tes con pla­zo máxi­mo has­ta el 20 de diciem­bre pasa­do. No dis­pues­tos a aban­do­nar el cen­tro social, los acti­vis­tas lle­va­ron a cabo el día 21 de diciem­bre una mani­fes­ta­ción comu­ni­ca­da y legal en con­tra del des­alo­jo del edi­fi­cio, lo que no fue impe­di­men­to para el des­plie­gue de 3.000 agen­tes de poli­cía con el fin de repri­mir la protesta.

Miles de per­so­nas par­ti­ci­pa­ron en la mani­fes­ta­ción, que fue dura­men­te repri­mi­da por la Poli­cía des­de el mis­mo ini­cio de la mar­cha, usan­do caño­nes de agua, gas pimien­ta y porras con­tra los acti­vis­tas que, lejos de dis­per­sar­se, resis­tie­ron duran­te horas cer­ca­dos por los agen­tes, con duras car­gas poli­cia­les que fue­ron res­pon­di­das por los mani­fes­tan­tes con el lan­za­mien­to de obje­tos. Los enfren­ta­mien­tos se sal­da­ron con cen­te­na­res de per­so­nas heri­das y dece­nas de detenidos.

Esa fue la chis­pa que encen­dió la mecha de la des­obe­dien­cia civil que ha man­te­ni­do en jaque a las auto­ri­da­des de Ham­bur­go con pro­tes­tas dia­rias duran­te sema­nas. La impo­si­bi­li­dad de la Poli­cía para con­tro­lar el des­con­ten­to social hizo que esta toma­ra la deci­sión de esta­ble­cer un perí­me­tro de con­trol poli­cial lla­ma­do “Gefah­ren­zo­ne” (zona de peli­gro) el 3 de enero, con­vir­tien­do en un esta­do poli­cial una amplia exten­sión del cen­tro de Ham­bur­go, don­de viven 100.000 personas.

La decla­ra­ción de la zona de peli­gro de los cén­tri­cos barrios de St. Pau­li, Alto­na y Sterns­chan­ze otor­ga­ba pode­res espe­cia­les a la Poli­cía, que podía patru­llar las calles paran­do, regis­tran­do, iden­ti­fi­can­do y dete­nien­do a cual­quier per­so­na sin nece­si­dad de jus­ti­fi­car sos­pe­cha algu­na, una deci­sión que escan­da­li­zó a la socie­dad ale­ma­na y que hizo her­vir las redes socia­les, logran­do el efec­to con­tra­rio al que la Poli­cía pre­ten­día obte­ner con la repre­sión: el incre­men­to de la pro­tes­ta y la des­obe­dien­cia civil.

El con­flic­to adqui­rió tal mag­ni­tud que logró con­ta­giar a otras ciu­da­des ale­ma­nas, en las que se con­vo­ca­ron tam­bién mani­fes­ta­cio­nes en soli­da­ri­dad con los acti­vis­tas del Rote Flo­ra y los habi­tan­tes del “Gefah­ren­ge­biet”, ade­más de lle­gar pro­fu­sa­men­te a la pren­sa extranjera.

La deci­sión poli­cial del 9 de enero de redu­cir la ‘zona de peli­gro’ a tres áreas con­tro­la­das más peque­ñas (en torno a tres comi­sa­rías que supues­ta­men­te eran el obje­ti­vo de los acti­vis­tas) tam­po­co con­si­guió aca­bar con la pre­sión social.

Final­men­te, el pasa­do 17 de enero, se publi­có ofi­cial­men­te el nue­vo pla­nea­mien­to urbano que favo­re­ce a los acti­vis­tas y sal­va el cen­tro social Rote Flo­ra de la des­apa­ri­ción: el Rote Flo­ra segui­rá sien­do el Rote Flora.

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