Falle­ció en Méxi­co el reco­no­ci­do inte­lec­tual argen­tino Juan Gelman

“Murió tran­qui­lo, en su casa, rodea­do de su fami­lia (…), de una enfer­me­dad que se lla­ma sín­dro­me de mie­lo­dis­pla­sia”, dijo una fuen­te de la fami­lia que pre­fi­rió man­te­ner en reser­va su identidad.

El falle­ci­mien­to se pro­du­jo hacia las 16.30 hora local (22.30 GMT), agregó.

“En estos momen­tos esta­mos espe­ran­do asun­tos de trá­mi­te y maña­na será el vela­to­rio”, aña­dió la mis­ma fuen­te de la fami­lia y dijo que “no va a haber nin­gún acto oficial”.

El escri­tor nació en Bue­nos Aires en 1930 y salió de Argen­ti­na en 1976 para exi­liar­se en Méxi­co huyen­do de la dic­ta­du­ra mili­tar en su país.

Gel­man fue hijo de inmi­gran­tes rusos, se ini­ció en la poe­sía des­de muy peque­ño, orien­ta­do por su her­mano Boris quien fue un lec­tor com­pul­si­vo. Aban­do­nó su carre­ra de Quí­mi­ca para dedi­car­se por com­ple­to al des­tino de las letras.

UNA VIDA MARCADA POR LA DICTADURA.

Duran­te la épo­ca de la dic­ta­du­ra argen­ti­na, Gel­man sufrió el secues­tro de su hija Nora Eva, y la des­apa­ri­ción de su hijo Mar­ce­lo Ariel y de su nue­ra María Clau­dia Iruretagoyena.

Lue­go de una inten­sa bús­que­da por varios años, el 7 de enero de 1990 el Equi­po Argen­tino de Antro­po­lo­gía Foren­se iden­ti­fi­có los res­tos de su hijo Mar­ce­lo, encon­tra­dos en un río de San Fer­nan­do den­tro de un tam­bor de gra­sa lleno de cemen­to. Se deter­mi­nó tam­bién que había sido ase­si­na­do de un tiro en la nuca.

Fue has­ta 1998 Gel­man des­cu­brió que su hija fue lle­va­da a Uru­guay por medio del Plan Cón­dor, que vin­cu­la­ba a las dic­ta­du­ras sud­ame­ri­ca­nas y Esta­dos Uni­dos, y que había sido man­te­ni­da con vida al menos has­ta dar a luz a una niña en el Hos­pi­tal Mili­tar de Montevideo.

En 2000 la nie­ta de Gel­man, Andrea, fue encon­tra­da y Gel­man pudo reu­nir­se con ella.

De su obra poé­ti­ca se des­ta­can las publi­ca­cio­nes Vio­lín y otras cues­tio­nes en 1956, En el jue­go en que anda­mos, en 1959, Gotán, en 1962, Los poe­mas de Sid­ney West en 1969, Fábu­las, en 1970.

En 1997 obtu­vo el Pre­mio Nacio­nal de Poe­sía en Argen­ti­na, el pre­mio Juan Rul­fo en el año 2000, en 2004 el Pre­mio Ibe­ro­ame­ri­cano de Poe­sía Ramón López Velar­de, en 2005 los pre­mios Ibe­ro­ame­ri­cano Pablo Neru­da y Rei­na Sofía de Poe­sía, y en el año 2007 el Pre­mio Cervantes

(Con infor­ma­ción de EFE)

Vea aquí los artícu­los de Juan Gel­man en Cubadebate

Juan Gelman y su nieta Macarena en Uruguay. Foto: AP

Juan Gel­man y su nie­ta Maca­re­na en Uru­guay. Foto: AP

Alza tus brazos…

Alza tus brazos,
ellos encie­rran a la noche,
des­áta­la sobre mi sed,
tam­bor, tam­bor, mi fuego.

Que la noche nos cubra con una campana,
que sue­ne sua­ve­men­te a cada gol­pe del amor.

Entié­rra­me la som­bra, láva­me con ceniza,
cáva­me del dolor, lím­pia­me el aire:
yo quie­ro amar­te libre.

Tú des­tru­yes el mun­do para que esto suceda
tu comien­zas el mun­do para que esto suceda.

Juan Gelman

El jue­go en que andamos

Si me die­ran a ele­gir, yo elegiría
esta salud de saber que esta­mos muy enfermos,
esta dicha de andar tan infelices.
Si me die­ran a ele­gir, yo elegiría
esta ino­cen­cia de no ser un inocente,
esta pure­za en que ando por impuro.
Si me die­ran a ele­gir, yo elegiría
este amor con que odio,
esta espe­ran­za que come panes desesperados.
Aquí pasa, señores,
que me jue­go la muerte.

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Lími­tes

¿Quién dijo algu­na vez: has­ta aquí la sed,
has­ta aquí el agua?

¿Quién dijo algu­na vez: has­ta aquí el aire,
has­ta aquí el fuego?

¿Quién dijo algu­na vez: has­ta aquí el amor,
has­ta aquí el odio?

¿Quién dijo algu­na vez: has­ta aquí el hombre,
has­ta aquí no?

Sólo la espe­ran­za tie­ne las rodi­llas nítidas.
Sangran.

Gelman

Oración

Habí­ta­me, penétrame.
Sea tu san­gre una como mi sangre.
Tu boca entre a mi boca.
Tu cora­zón agran­de el mío has­ta estallar.
Desgárrame.
Cai­gas ente­ra en mis entrañas.
Anden tus manos en mis manos.
Tus pies cami­nen en mis pies, tus pies.
Árde­me, árdeme.
Cól­me­me tu dulzura.
Báñe­me tu sali­va el paladar.
Estés en mí como está la made­ra en el palito.
Que ya no pue­do así, con esta sed
quemándome.

Con esta sed quemándome.

La sole­dad, sus cuer­vos, sus perros, sus pedazos.

Juan-Gelman-ganador-Cervantes

Fidel
Del poe­ma­rio “Gotán” (1962).

Dirán exac­ta­men­te de Fidel
gran con­duc­tor el que incen­dió la his­to­ria etcétera
pero el pue­blo lo lla­ma el caba­llo y es cierto
Fidel mon­tó sobre Fidel un día
se lan­zó de cabe­za con­tra el dolor con­tra la muerte
pero más toda­vía con­tra el pol­vo del alma
la His­to­ria par­la­rá de sus hechos gloriosos
pre­fie­ro recor­dar­lo en el rin­cón del día
en que miró su tie­rra y dijo soy la tierra
en que miró su pue­blo y dijo soy el pueblo
y abo­lió sus dolo­res sus som­bras sus olvidos
y solo con­tra el mun­do levan­tó en una estaca
su pro­pio cora­zón el úni­co que tuvo
lo des­ple­gó en el aire como una gran bandera
como un fue­go encen­di­do con­tra la noche oscura
como un gol­pe de amor en la cara del miedo
como un hom­bre que entra tem­blan­do en el amor
alzó su cora­zón lo agi­ta­ba en el aire
lo daba de comer de beber de encender
Fidel es un país
yo lo vi con olea­jes de ros­tros en su rostro
la His­to­ria arre­gla­rá sus cuen­tas allá ella
pero lo vi cuan­do subía gen­te por sus hubiéramos
bue­nas noches His­to­ria agran­da tus portones
entra­mos con Fidel con el caballo

Juan Gelman en León. © Fotografía de José Ramón Vega.

Juan Gel­man en León. © Foto­gra­fía de José Ramón Vega.

Epi­ta­fio

Un pája­ro vivía en mí.
Una flor via­ja­ba en mi sangre.
Mi cora­zón era un violín.

Qui­se o no qui­se. Pero a veces
me qui­sie­ron. Tam­bién a mí
me ale­gra­ban: la primavera,
las manos jun­tas, lo feliz.

¡Digo que el hom­bre debe serlo!

Aquí yace un pájaro.
Una flor.
Un violín.

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