Estupefacta, sin palabras, casi sin aire me he quedado mientras leía la noticia en la cual Rodolfo Ares abandona su cargo en el Gobierno de Lakua para dedicarse a la campaña electoral del Partido Socialista.
Se va satisfecho del deber cumplido y con la conciencia tranquila, según sus palabras. Pero yo diría que se va sin dar la cara, y sin depurar su responsabilidad directa en la muerte de Iñigo Cabacas. Él se va y yo me quedo con mi impotencia total. Deja pendiente una gran deuda con la familia de Iñigo , conmigo misma, como parte de la sociedad vasca a la que pertenezco y a la que ellos dicen defender, aunque más vale que nos defendamos nosotrxs de su orden y de su ley; no sea que terminemos desplomadxs, sin vida, en alguna calle de cualquier pueblo de nuestra querida Euskal Herria. Se va sin esclarecer con todo tipo de detalles lo ocurrido aquella fatídica fecha y sin poner encima de la mesa su dimisión, tal como una amplia mayoría del pueblo ha venido exigiendo.
El transcurrir del tiempo sigue su ritmo. Sin detenerse, ajeno a la frustración e impotencia del sentir de una amplia mayoría de la gente de a pie, de la gente de la calle. El juicio por la muerte de Iñigo no se iniciará al menos hasta el próximo año. Van camino de cinco meses desde que el joven seguidor del Athletic se desplomó en el suelo bilbaíno cuando se encontraba celebrando junto a su cuadrilla el triunfo de su equipo de futbol. Con alegría y en paz como toda celebración requiere. Tras permanecer en coma murió al de tres días. La autopsia desveló, lo que la inmensa mayoría sabíamos, su muerte fue causada por el impacto en su cabeza de una de las muchas pelotas de goma lanzadas indiscriminadamente por el brazo armado del capitalismo, a una distancia inferior de 20 metros. Cualquiera podríamos haber sido la víctima o victimas de habernos encontrado en el callejón donde se encuentra la Herriko Taberna de Indautxu. Parece que las calles cercanas a los batzokis son más seguras. La calle que es un sitio público y de todxs se transformó de pronto en un escenario de terror, angustia y pánico. En una trampa mortal sin poder escapar de ella, cada cual, abandonado a su suerte, a su destino.
La Unión europea aconsejó al Departamento de Interior de Lakua la no utilización de esta medida represiva dada su alta peligrosidad. Está claro que Lakua hizo oídos sordos a esta recomendación. Europa es el icono referente, cuando al poder político le interesa; en caso contrario se vuelve sordo, mudo y ciego. Las escopetas de bolas de caucho macizo se lanzan a una velocidad de 720 km/h con una fuerza muy superior a la permitida por Europa. Ninguna de las victimas que han sufrido los impactos de pelotazos de goma en alguna parte de su cuerpo sabe quien les disparó. Quienes aprietan el gatillo siempre se mantienen en el anonimato y al día siguiente siguen ganándose el sueldo a costa de reprimir al pueblo. Para finales del presente año quieren prohibir su uso en territorio europeo, mediante Decreto. Ya veremos la decisión final que tomará el Gobierno de Lakua en este tema.
Mayor prioridad le dan al hecho que en un uno de los laterales de una txozna de las comparsas bilbaínas apareciese el dibujo de un coche policía con flechas y hachas. Raudos y veloces se presentaron allí amenazando con llevar a cabo acciones legales y administrativas pertinentes en caso de no retirar dicho dibujo. La misma prisa dada, para ir a detener bajo la acusación de desordenes públicos a personas, las cuales se encadenan como muestra de solidaridad con los presos vascos con enfermedades graves, para que se cumpla lo que dice hasta su propia ley, para que se les excarcele.
El pueblo ni olvida, ni perdona. La calle es la voz del pueblo y así se ha visto en las recientemente finalizadas fiestas de Bilbao. Ellas han sido testigo directo como espacio reindivicativo que son, de diferentes muestras de solidaridad y apoyo para que el caso de Iñigo no quede anclado en el pasado, ni el olvido. Que dejen de ocultar la verdad y manipular datos. Exigimos justicia. Que ofenden cuando intentan comprar el silencio y el olvido mediante ofrecimiento económico. Que nunca más vuelva a producirse ninguna actuación de este tipo.
La justicia no es sólo una cuestión de ética, sino de dignidad como individuos y como sociedad a la que pertenecemos. Frente a la violencia policial nos queda la respuesta social mediante la movilización y la organización. Cabacas siempre se mantendrá vivo en nuestra memoria por mucho que se empeñen en dejarlo en el olvido. Seguiremos exigiendo justicia.
ASESINOS DE RAZONES Y DE VIDAS,
QUE NUNCA TENGÁIS REPOSO A LO LARGO DE VUESTROS DÍAS
Y QUE EN LA MUERTE OS PERSIGAN NUESTRAS MEMORIAS.
Campanadas a Morts – Lluis Llach.