“En la tierra seremos reinas,
y de verídico reinar,
y siendo grandes nuestros reinos,
llegaremos todas al mar. (*)
Oveja descarriada dijeron por ahí…
Ésto que les voy a contar sucedió a principios del siglo XX, es la historia de una mujer leyenda, de la que se dijo fue muy hermosa ¿De quién hablamos?, de la célebre, la cotizada, pintada, cantada, amada, burlada. Ella, la“ Macorina. Musa que vibró en el candor del canto que la veneró y acercó a nuestros días.
Así, “la Macorina”, es que triunfó sobre todos sus hombres gracias a otra mujer, que llegó a compartir junto al cantante brasilero Barroso, la Chavela, una parte de su vida que hábilmente supo rescatar el asturiano Alfonso Camín.
Ella, la más solicitada y cotizada.
Fue la primera mujer chófer de Cuba, y cuentan que más de una mente coincidió en que dicho “consentimiento” representó un verdadero escándalo, corrían los años 20!!! Así es como pasó el expediente nuestra plebeya, “la más bella”, por un tiempo. Otorgado por el Municipio de La Habana, y expedido a nombre de María Calvo Nodarse; la“ Macorina, asentó el principio.
Primera mujer que tuvo licencia para conducir en La Habana.
La voz de Chavela Vargas, la que recién abandonó “su propio paraíso” que paseó por el mundo y logró a golpe de balacera, trago de tequila, y canción… Ponme la mano aquí, Macorina, ponme la mano aquí. La“ Macorina entró en cantinas de su mano, casas y escenarios por la puerta ancha; abrió gargantas y reclamos, estimuló apetito sexual, agarradita al pecho de la consagrada como mexicana, Chavela Vargas, la que viviera hasta hace apenitas una semana y abandonara nuestro mundo de la naturaleza humana del doble filo de la experiencia, con más de noventa “castañas” como popularmente se diría de éste lado del planeta.
Así, hasta nuestros días ha llegado su imagen.
Aquí, aquí, ponme la mano aquí, Macorina. Sí, la voz de Chavela Vargas acercó la leyenda, supo hacerla familiar entre nosotros de esa manera propia que sólo ella supo, tan singular, a nuestros días y noches prisioneras de las flores, que canta y grita la canción que falta, la distancia.
Envuelta en música y pintura.
Venerada por artistas, hasta por el propio pintor cubano Cundo Bermúdez, 1978; a treinta y cuatro años del cuadro de la“ Macorina, ella, la mujer de carne y hueso aparece posando sobre un descapotable rojo; el mencionado «carro colorao», presente en la composición, cantada a viva voz por Abelardo Barroso derrochando nostalgia de enamorado, como la Chavela, hasta el amanecer entre conciertos y trago largo. Porque es del amor y viene cuando se comparte su vuelo, el de la“ Macorina. Ay, Macorina de mi vida y corazón.
María Calvo Nodarse, ensalzó su cuerpo contorneándolo al ritmo que la espuma del mar de La Habana brinca sobre el malecón, alzó su imagen bella como una altiva torre alta a deshoras de la madrugada; arrollada en el vacío de las sábanas solitarias del deseo por los mismos que la disputaran .
Parida en Guanajay (1892).
Nació para vivir como la Chavela aventura tras aventura, trasladándose a escondidas de su familia a La Habana, a los 15 años. Dicen que si “raptada” por la pasión del por entonces novio o filtreo, quizá harto de la negación de la familia a formalizar tales amoríos, nunca lo vamos a saber. Lo que sí sabemos es que la hermosísima capital cubana sin parangón en el sentido más amplio de la palabra, La Habana, la de por entonces ofreció mucho a la belleza despierta que al parecer tenía la bella; ideas claras, definidas, de cómo quería vivir y soñar en un mundo que se la abrió, tanto para la vida como para la decadencia.
Se habló de las estrecheces del inicio de su vida entre cuatro paredes, con el supuesto primer novio; de que tomó conocimiento rápido de las posibilidades que se la abrían en la coqueta, atrayente y sugerente gran ciudad, y apartó con decisión a un lado al “raptador de joyas humanas”. A los pocos meses aquella flor quiso abrirse por si sola a la sociedad, y hacer valer su perfume.
La“Macorina se lanzó de forma atrevida a la vida, barranco abajo. Empezó desde la propia cima apostando sobre ella lo máximo. Entró al ruedo, círculo definido de machos, hombres con buena posición económica.
Macorina pasó a cotizarse en estos ambientes de forma selectiva. Comenzó atravesando un camino directo y rápido de la opulencia, y según declaró ella misma, en una entrevista que le hiciera Guillermo Villarronda, para la revista Bohemia, un 26 de octubre de 1958:
«… más de una docena de hombres permanecían rendidos a mis pies, anegados de dinero, suplicantes de amor.»
La hermosa flor joven, inocente que un día llegara sin un peso a La Habana pasó a rodearse de casas de lujo, caballos, pieles, joyas de un incalculable valor, automóviles principalmente europeos los preferidos, y más etcéteras. Según se cuenta, los gastos mensuales ascendían a $2.000 mensuales, sin contar las cantidades extras, con las que al parecer ayudaba la más de las bellas a su numerosa familia; verdadera fortuna, si tienen en cuenta que se habla de la década de los años veinte.
Directa al podium del deshonor, degradación; cotizada por todo lo alto entre los más ricos habaneros de la época dedicados de lleno a la política y hombres de los más diversos negocios. Macorina subió como la pólvora dentro de ese podrido mundo. Y, de la misma manera acabó con poco más de cuarenta años, en la más absoluta pobreza rechazada por la misma avaricia puesta ya en otros ojos quinceañeros.
No la funcionó el restaurador de sueños.
Macorina, terminó viviendo como cuando llegó, en un cuartito alquilado, de una casa familiar habanera. La que llegara a ser tan popular, la“ Macorina que tiene en su honor que se sepa, dos composiciones musicales, y la pintura de Cundo Bermúdez, además de inmortalizada en las famosas charangas de Bejucal, donde en los desfiles de personajes aparecía una muñecona con careta debajo de la cual estaba su creador, el albañil llamado Lorenzo Romero Miñoso. Así cuenta que fue como María, se convirtió en “La Macorina”, y pese a detestar el apodo, cierto es, que pasó con él, por la gracia del humorístico albañil, a la fama popular y a la historia que mejor supo dignificarla, a partir del triunfo sostenido de la canción cantada y musicalizada por Chavela Vargas.
Macorina tiene más leyendas…
Historias como la contada, o como la que afirma que fue una guerrillera, una luchadora por la libertad (?), pueda, quizá basara su elección en liberación personal. También se cuenta que su verdadero nombre es María Constanza Caraza Valdés, el cual se cambió por el de María Calvo Nodarse, ¿qué importancia tiene? Una cosa es bien cierta, que en el permiso para conducir expedido por el Municipio de La Habana aparece con el nombre, con el que ella misma se ha dado a conocer. También se la ha descrito como hija de negra y chino (?), pero las fotos que de ella se publicaron (incluida la que apareció en el permiso de conducir), muestra otra realidad, rasgos marcadamente diferenciados, pero ésto en sí mismo tampoco tiene ninguna importancia, la historia que estoy contando, la de “La Macorina”, es otra historia.
Sí, es otra historia, otra leyenda…
Nadie podrá negar que letra, y evidentemente música, han logrado triunfar a la “Macorina; indudablemente ha sido la Chavela, con letra de Alfonso Camín (1890−1982): asturiano llegado a La Habana a los 15 años, que al parecer sobrevivió como pudo entre muy diferentes empleos, hasta redactor del Diario de la Marina, periódico que lo envió como reportero de guerra a Europa en la I Guerra Mundial. Se cuenta, que fue un prolífico autor de agitada vida que publicó muchas obras, y que a los pocos días de nacer, Alfonso Camín… los padrinos que le llevaban a la iglesia para bautizarlo discutieron, y en un arrebato acalorado, dejaron al recién nacido abandonado en un prado, se les olvidó recogerlo!!! Pero siempre aparece un buen samaritano, en éste caso un labrador. Autor de 123 libros, regresó a Asturias tierra natal en 1967. Murió en condiciones de miseria como la“Macorina, un 12 de diciembre de 1982 con más de noventa años.
En 1936 se encontraba en Madrid donde contrajo matrimonio.
En cuanto estalló la guerra civil, cuando otros cubanos y emigrantes en Cuba de la Península llegaban a defender a la República, uniéndose a las Brigadas Internacionales, éste se dio el piro hacia la isla sin pensarlo dos veces. A mediados de los años cincuenta, cuando Cuba se decantaba por la revolución, se despide de ella definitivamente y se marcha a México.
María Calvo Nodarse murió en La Habana un 15 de junio de 1977.
Lo más sorprendente, “para la cubania”, es que hayan sido dos extranjeros ‑una mexicana de origen costarricense y un peninsular asturiano- quienes inmortalizaran a Macorina… el escándalo de La Habana. Así es como, Alfonso Camín, que no pasó a la posteridad por sus numerosas obras, toma pulso su nombre por la letra de “La Macorina”, en voz de la “Chavela:
Ponme la mano aquí, Macorina/ponme la mano aquí.
Tus pies dejaban la estera/y se escapaba tu saya
buscando la guardarraya/que al ver tu talle tan fino
las cañas azucareras/se echaban por el camino
para que tú las molieras/como si fueras molino.
Tus senos, carne de anón/tu boca una bendición
de guanábana madura/y era tu fina cintura
la misma de aquel danzón/caliente de aquel danzón.
Después el amanecer/que de mis brazos te lleva,
y yo sin saber qué hacer/de aquel olor a mujer,
a mango y a caña nueva/con que me llenaste al son
caliente de aquel danzón.
‑II-
Desde la otra orilla…
Soledad crió siete hermanos
y su sangre dejó en su pan,
y sus ojos quedaron negros
de no haber visto nunca el mar.”
Porque la Libertad no debe mendigarse, ni colectiva ni individual, es que se me ocurre pensar en mujer, que pueda dar tamaña altura a esta nota, en la lucha por su liberación, podía pensar en tantas de ellas en el mundo! Propongo disfrutar esta nueva jornada acercando al hilo de la lectura a Lucila Godoy Alkayaga, conocida popularmente como …
(*) Gabriela Mistral
La que supo abrirse camino trabajando con empeño desde los 15 años y comenzara sus estudios en una escuelita rural, y luchó, mucho luchó hasta llegar a educadora, poeta, incluso nombrada embajadora de la cultura latinoamericana, la que ésta primavera del 2012, hubiese cumplido 123 años. Tiempo que rondaba la oportunidad de ofrecer mi mano para el saludo al mundo de Lucila…
Dedico éste presente a la llamada «reina de la literatura latinoamericana». A ella, a la que naciera en el villarejo andino de nombre Vicuña, allá en Chile, en el mismo Chile que segaran la vida al presidente Allende, Victor Jara, y tantos hombres y mujeres del pueblo… Lugar en el que hoy existe un museo en su memoria, y la calle donde nació un hermoso mes de abril.
Hija de Juan Jerónimo Godoy y Petronila Alkayaga, de ascendencia vasca (Francisco Alkayaga Barraza, abuelo materno).
Cuentan de ésta abnegada mujer, que aunque su padre abandonó el hogar, cuando Lucila tendría unos tres añitos, ésta le quiso con delirio y defendió hasta quedar sin aliento. Contó públicamente años más tarde que, «revolviendo papeles», encontró unos versos suyos «muy bonitos»…
«Esos versos de mi padre, los primeros que leí, despertaron mi pasión poética»
Primera persona y mujer, de Indoamérica, en ser galardonada con el Premio Nobel de Literatura, 1945. Ya en 1924, había publicado en Madrid, “Ternura”, libro en el que practica una novedosa «poesía escolar» Lucila Godoy Alkayaga, renovó los géneros tradicionales de la poesía infantil.
Carnicería hasta entonces para sus ojos, inimaginable…
Tenía 26 años cuando estalló la 1º guerra mundial. Vivió la contraofensiva capitalista marcada por el fascismo en Italia, Portugal , Rumania, y el ascenso incontenible de Hitler. Se encontraba entre los primeros que advirtieron del peligro fascista en el mundo avivado por los nazis. En 1932, fue designada cónsul particular de libre elección, trasladándose a Génova. Una vez declarada su posición antifascista, dejó el cargo, y se negó a ser cónsul de la ciudad italiana mientras gobernara Mussolini. En 1933, fue incorporada al mismo en Madrid, y más tarde en Lisboa.
Apoyó ardientemente la lucha de Sandino.
Contra los invasores norteamericanos en Nicaragua, y llamó a los jóvenes latinoamericanos a defender con las armas esa causa imposible, por la infinita desproporción de los adversarios, en la que Sandino y “su pequeño ejército de locos” contaban esencialmente con su arrojo, valor para luchar por la dignidad y la justicia.
Gabriela reclamaba autenticidad, y no copia, originalidad y no imitación; veía que uno de los peligros centrales estaba en Estados Unidos… Lucila Godoy Alkayaga, se adentró tras las huellas de José Martí en Nuestra América y también de la visión de Francisco Bilbao, que veía el futuro de América Latina como tierra de promisión para la humanidad unida, democrática y comprometida con los ideales liberadores.
“¿Odio al yankee?
¡No! Nos está venciendo, nos está arrollando por culpa nuestra, por nuestra languidez tórrida, por nuestro fatalismo indio. Nos está disgregando por obra de algunas de sus virtudes y de todos nuestros vicios raciales. ¿Por qué le odiaríamos? Que odiemos lo que en nosotros nos hace vulnerables a su clavo de acero y oro: a su voluntad y a su opulencia”.
Su apoyó incondicional a la causa, a la lucha por imponer la legalidad de la República…
Donó a los “niños vascos” ‑desplazados por el ataque fascista- los derechos de autor de su libro “Tala”. A Lucila, la conocida como poeta Gabriela Mistral, le impactó el despotismo sanguinario, los miles de muertos y desplazados, la furia en como el fascismo/nazismo se cebó contra el pueblo y su elección sufragista; un pueblo prácticamente rural, indefenso, humilde, emprendedor, que supo mostrar conciencia, dignidad, heroísmo e inteligencia. La recaudación que se obtuvo por la publicación de “Tala” en Buenos Aires (1938) fue destinada a las instituciones que albergaron a los niños durante la guerra. Abominaba de Franco, y su desprecio lo dejó bien marcado, no volvió nunca a pisar tierra peninsular. En sus memorias se encuentra “Aniversario” A Miguel Hernández, y un …
Elogio fúnebre a Pablo De la Torriente
(Joven comunista de origen puertorriqueño (criado en Cuba), brigadista caído en combate; destaca de él su heroísmo y generosidad, concluye que su muerte no habrá sido en vano): “Si este mundo satánico, de hierro color pardinegro color de fiera que desean darnos se disuelve como una pesadilla antes de cuajar… antes de cuajar! Si esa invención de calenturas pasa no más que como un cometa vesámico, cortando nuestro aire y no se queda, sino que se va a disolverse en el espacio, entonces tu has logrado tu faena en la Europa entera. Pablo el sacrificado, buen Hércules limpiador de los pesebres de Augías, generoso De la Torriente, hijo de Cuba.”
Pablo De la Torriente, 34 años.
Comisario político de la unidad de trabajo donde ubicaron a la guerrillera Rosario “La Dinamitera”, tras la pérdida en el frente de una de sus manos. Era natural de San Juan de Puerto Rico, aunque se había criado en La Habana desde los cinco años. El padre era natural de Cantabria (Hermosa). Pablo había viajado por primera vez siendo niño, 1903, a Santander, al entierro de su abuelo paterno, el ingeniero Francisco De la Torriente.
A finales de septiembre de 1936
Pablo llega a Madrid procedente de Nueva York, donde se encontraba exiliado desde la primavera de 1935, por su militancia activa contra el régimen cubano. Al parecer fue un mitin a favor del Frente Popular, en Unión Square, el que le estimuló en la decisión de viajar hacia el corazón de la lucha antifascista. Lo hizo como corresponsal de guerra del diario “El Machete”, órgano del PC Mexicano, y de New Masses, revista de los comunistas norteamericanos. Escribe a su familia días antes de partir…
«He tenido una idea maravillosa (…), en Cuba se dice por el canto popular jubiloso… allá me voy, me voy ahora, a la “revolución española”, en donde palpitan hoy las angustias del mundo entero de los oprimidos (…). Cómo no se me ocurrió antes la idea? La culpa es de Nueva York. Aquí, en medio del exilio político, no he hecho otra cosa que cargar bandejas y lavar platos. Me puse estúpido. Me volví tornillo. He sido uno de los diez millones de tuercas. Algún día me vengaré de Nueva York. Pero ahora yo me voy a ser arrastrado por el gran río de la revolución. A ver un pueblo en lucha. A conocer héroes. A oír el trueno del cañón y sentir el viento de la metralla (…).»
Se adentró sobre el campo de lucha, entrevistando “al Campesino”, y sumándose al 5º Regimiento, Unidad/brigada dirigida por el guerrillero entrevistado al combate desde los primeros días, peleando con pluma, fusil y conciencia; organizó mítines, actos políticos manteniendo el estímulo sobre la moral del miliciano; con los poetas, Miguel Hernández y Antonio Aparicio, incorporados al comisariado de cultura, ideaban juntos murales, y la edición del periódico: ¡Al Ataque!
«… Escribo desde la Sierra de Guadarrama, donde me he pasado ocho días con la columna de Paco Galán, asistiendo a las asambleas de los milicianos, sufriendo todas las mañanas el cañonazo matutino e hijo de puta de los fascistas y subiendo a los parapetos y disparando a la canalla»
Pablo no fue el único cubano de dicha brigada, también peleaba en ella Policarpo Candón, 30 años, natural de Cádiz, también criado desde pequeño en Cuba. Ambos, luchadores contra la dictadura del presidente Gerardo Machado, y como su compatriota, ha viajado como brigadista a defender la República y luchar contra el fascismo *Rosario “La Dinamitera”, hizo relación con los dos en la unidad de trabajo, y por supuesto con Miguelito, el poeta, el que la consagrara entre sus poemas como “Rosario la dinamitera”. También a su querido Pablo De la Torriente, compañeros incondicionales, le dedicó un hermoso poema, una elegía:
(…) Desde el soldado al duro comandante,
todos te ven, te cercan y te atienden
Con ojos de granito amenazante,
Con cejas incendiadas que todo el cielo encienden.
(…) Ya no hablarás de vivos y de muertos,
Ya disfrutas la muerte del héroe, ya la vida
No te verá en las calles ni en los puertos
Pasar como una ráfaga garrida.
Pablo de la Torriente
(…) Nunca se pondrá el sol sobre tu frente,
heredará tu altura la montaña
Y tú valor el toro del bramido.
Pasad ante el cubano generoso,
hombres de su brigada, con el fusil furioso
Las botas iracundas y la mano crispada.
(…) Ante Pablo los días se abstienen ya y no andan.
No temáis que se extinga su sangre sin objeto,
Porque éste es de los muertos que crecen y se agrandan
Aunque el tiempo devaste su gigante esqueleto.
Pablo De la Torriente como “Gabriela Mistral”, como Miguelito, era poeta, además de dramaturgo, ensayista, periodista, novelista, guerrillero internacionalista.
Cuba y Puerto Rico, del mismo ave las dos alas…
El luchador cubano/puertorriqueño, comisario político, militante, guerrillero caído entre el fuego del combate, cuando acababa de cumplir los 35 años; su querido amigo y compañero, Miguel, estuvo presente en ese terrible momento, Pablo de cuerpo presente aún, vestía la zamarra de piel de cordero que solían usar los pastores, de Miguel Hernández, se la había regalado semanas antes. El poeta de los pueblos, como gusta decir a muchos seguidores, presente en el simbólico acto de despedida, leyó “Elegía segunda”, escrita por él entre el dolor y el recuerdo de todo lo compartido, vivido, aprendido juntos, testimoniada en su libro “Vientos del Pueblo”.
Pablo De la Torriente fue enterrado con el grado de capitán de milicias.
Su memoria, aunque esparcida por el mundo como ramo que aún rezuma en su ausencia, se encuentra con más compañeros de la resistencia (a la espera de unos derechos vilipendiados por la arbitrariedad de la ilegalidad despótica del nazismo), en Montjuïc (Barcelona).
Y, con la desaparición del combatiente antifascista, símbolo de Internacionalismo militante y Libertad; que supo dar sentido y coherencia al calor de la energía que se fraguaba y despuntaba a rebosar sobre el aliento ardoroso del poeta, M. Hernández, quedó como alma en pena, quiso metafóricamente desamortajarle, regresarle, besarle, acercarle, y leyó ante él la elegía con el candor de las aves libres; amó al hermano, lloró y cantó al camarada, la unión y respeto que como combatientes antifascistas, se había forjado entre ambos.
Lucila Godoy Alkayaga…
Fue enviada por su madre a Vicuña para terminar la enseñanza básica; a la vez trabajaría como “lazarillo” de la directora, para costearse sus gastos y ayudar a la familia. Allí aprendió la primera lección amarga de la incomprensión, la directora le diagnosticó: “retraso mental”…
Provocó en Lucila escenas escolares de humillación.
La estrechez económica familiar y el aislamiento de la región, determinaron que su formación fuese autodidacta, guiada por su interés hacia la lectura y hacia la educación. Para mantenerse económicamente, Lucila debía trabajar en diversos lugares. Además de escribir sus versos, se empleó como ayudante de profesora en liceos. A los 15 años comenzó a trabajar en un liceo de La Compañía, cerca de Vicuña. Como maestra se destacó por su entusiasmo y comunicación con los alumnos, la caracterizarían como poseedora de un “don pedagógico”. Partidaria de los cambios profundos como la reforma agraria, el latinoamericanismo real, el respeto a los indígenas y mestizos, el amor por los niños y oprimidos y una preocupación ejemplar por la instrucción y la cultura al servicio del pueblo, entre otros cambios sociales…
*Muere un crudo invierno en los primeros días de 1957.
Sus restos llegaron a Chile desde EEUU. Fueron velados en la casa central de la Universidad de Chile.
En una ocasión manifestó que le gustaría que bautizaran un cerro de Montegrande en su honor, lo consiguió un 7 de abril de 1991. En el que sería su 102 cumpleaños, el cerro Fraile, pasó a llamarse Gabriela Mistral.
“Lo que el alma es para el cuerpo, es el artista para su pueblo.»
Maité Campillo (actriz y directora de teatro)