Vicen­te Feliú: Medio siglo

Silvio Rodríguez y Vicente Feliú.Sil­vio Rodrí­guez y Vicen­te Feliú. 

Por Vicen­te Feliú Miranda
Toma­do del blog Segun­da Cita

No creo que nin­guno de los dos recuer­de la fecha exacta.

El año ante­rior, 1961, fue el de la Cam­pa­ña de Alfa­be­ti­za­ción, que empe­zó en enero y ter­mi­nó en diciem­bre. Alre­de­dor de 100,000 jóve­nes de las bri­ga­das alfa­be­ti­za­do­ras “Con­ra­do Bení­tez” (1) hur­ga­ron en los más recón­di­tos luga­res de la geo­gra­fía cuba­na y ani­qui­la­ron la igno­ran­cia a lapi­za­zos y libre­ta­zos, con valor y ente­re­za enco­mia­bles, y en abril, casi recién comen­za­da la cam­pa­ña, el gobierno de los Esta­dos Uni­dos de Amé­ri­ca lan­zó por Pla­ya Girón la inva­sión cri­mi­nal mer­ce­na­ria de más de 1,200 hom­bres paga­da, orga­ni­za­da y apo­ya­da mili­tar­men­te por ellos, la que ter­mi­nó en menos de 72 horas ridí­cu­la­men­te derro­ta­da y sus mer­ce­na­rios cam­bia­dos por compotas.

En el trans­cur­so del año harían otras felo­nías, como ase­si­nar al cam­pe­sino Pedro Lan­ti­gua y al ado­les­cen­te alfa­be­ti­za­dor Manuel Ascun­ce. Al año siguien­te, el nom­bre de Manuel Ascun­ce lo lle­va­rían unas bri­ga­das de tra­ba­jo agrí­co­la en las mon­ta­ñas orien­ta­les, las que tam­bién ofre­ce­rían cla­ses de segui­mien­to a los recién alfabetizados.

De mane­ra que el cur­so tra­di­cio­nal 1961 – 1962 no exis­tió, y 1962 comen­zó sus cla­ses en enero o febre­ro, en escue­las que por pri­me­ra vez obe­de­cían a un plan úni­co de estu­dios, inau­gu­ra­do por el pue­blo en el poder.

En la otro­ra Escue­las Pías de La Haba­na (2) y recién bau­ti­za­da “José Anto­nio Eche­ve­rría”, (3), se ofre­cían cla­ses de secun­da­ria diur­nas y noc­tur­nas, para estu­dian­tes y tra­ba­ja­do­res. Has­ta abril de ese año no se crea­ría la Unión de Jóve­nes Comu­nis­tas ‑UJC‑, por lo que la orga­ni­za­ción juve­nil más amplia era la Aso­cia­ción de Jóve­nes Rebel­des ‑AJR‑, a la que per­te­ne­cía­mos Sil­vio Rodrí­guez y yo. Pre­ci­sa­men­te en las reunio­nes de la orga­ni­za­ción nos cono­ci­mos. Ya él tra­ba­ja­ba en la Revis­ta Mella como dibu­jan­te, y como habi­tual­men­te pin­ta­ba en las piza­rras un per­so­na­je muy sim­pá­ti­co crea­do por su maes­tro de dibu­jo Vir­gi­lio Mar­tí­nez (”Pucho”, un perri­to sato que levan­ta­ba la pati­ca y mea­ba al impe­ria­lis­mo, encar­na­do en el Tío Sam), los com­pa­ñe­ros de la AJR nom­bra­ron a Sil­vio como res­pon­sa­ble de cul­tu­ra, ade­más de endo­sar­le el nom­bre del perrito.

Como yo era un poco fuer­te ‑tenía tre­men­dos ante­bra­zos, como los de Pope­ye El Marino- me pusie­ron de res­pon­sa­ble de tra­ba­jo pro­duc­ti­vo. Así trans­cu­rrie­ron los pri­me­ros meses de 1962, entre cla­ses, reunio­nes, estu­dios polí­ti­cos, enfren­ta­mien­tos con pro­vo­ca­do­res, guar­dias en la escue­la, apa­sio­na­das dis­cu­sio­nes filo­só­fi­cas, cor­tes de caña los fines de sema­na y algu­na que otra esca­pa­da para ir a bai­lar a los círcu­los socia­les y fies­te­ci­tas de quince.

Si no recuer­do mal, alre­de­dor de mayo se creó la Unión de Estu­dian­tes Secun­da­rios ‑UES‑, y que­dé yo entre los diri­gen­tes de la escue­la. En las vaca­cio­nes de ese año se con­for­ma­ron bri­ga­das para reco­ger café en las mon­ta­ñas de Orien­te, a las que pres­ta­men­te me apun­té. Estan­do en esas tareas se pro­du­ce la cri­sis de los misi­les, recor­da­da por noso­tros como la Cri­sis de Octubre.

El país ente­ro se dis­pu­so a enfren­tar la agre­sión nuclear que John F. Ken­nedy, el demó­cra­ta, esta­ba pro­me­tien­do si los sovie­ti­cos no saca­ban los cohe­tes que habian entra­do en Cuba. Final­men­te, la URSS en la per­so­na de Niki­ta Krushov, deci­dio bila­te­ral­men­te con Ken­nedy y sin con­tar con noso­tros sacar el arma­men­to. Los cuba­nos, enca­be­za­dos por Fidel (el de enton­ces, y el de siem­pre y has­ta siem­pre) plan­ta­mos con una fra­se memo­ra­ble: ¡Nun­ca acep­ta­re­mos un alto al fue­go, ven­ga de don­de ven­ga la orden! Así que­dó bien cla­ra una vez más nues­tra soberanía.

Anda­ba yo por esas intrin­ca­das mon­ta­ñas orien­ta­les al fren­te de un cam­pa­men­to de biso­ñí­si­mos reco­lec­to­res de café (qui­zás debie­ra decir demo­le­do­res del café) has­ta que ter­mi­nó la Cri­sis, a fina­les de noviem­bre o diciem­bre. Por supues­to que en ese tiem­po no me afei­té, ni me cor­té el pelo ‑tenía enton­ces, y en abun­dan­cia- y me bañé lo menos que pude, de mane­ra que “bajé de la Sie­rra” medio hara­pien­to, fla­co, bar­bu­do, pelu­do y hediondo.

Noris era en la secun­da­ria como la her­ma­na que no tenía, y anda­ba de novia con Sil­vio. Ella fue la pri­me­ra per­so­na que fui a ver a mi regre­so y supo­nía que él esta­ría allí. Toqué la puer­ta y me abrió Sil­vio, se me que­dó miran­do extra­ña­do y me pre­gun­tó: ¿Qué desea? Inme­dia­ta­men­te des­pués, boca y ojos des­me­su­ra­da­men­te abier­tos, un par de pala­bro­tas, abra­zos y besos y cuén­ta­me y anéc­do­tas de un lado y de otro. Él había esta­do fusil en mano espe­ran­do la bom­ba ató­mi­ca en la capi­tal mien­tras yo la espe­ra­ba en la Sie­rra Maes­tra. Había sido una expe­rien­cia que nos mar­ca­ría para toda la vida.

Des­de enton­ces esa amis­tad, for­ja­da en aque­llos lan­ces y otros que ven­drían inme­dia­ta y cons­tan­te­men­te des­pués, como la vida mis­ma, vién­do­nos cla­ra­men­te “mar­chan­do a cam­pa­ñas de gue­rra entre todos y yen­do a otras gue­rras pri­va­das tam­bién”. Ha segui­do cre­cien­do has­ta hoy, y nada ni nadie hace ni hará pre­su­mir que pue­da interrumpirse.
Una can­ción, de 1974, que habla de esto.

HOY TE RECUERDO

(A “Pucho”, por aque­llos tiempos)

Hoy te recuer­do en tiem­pos de la escuela,
los tiem­pos del dibu­jo en las pizarras
(el perro aquél alzan­do la pata
al yan­qui agresor);
aque­llos cor­tes de caña los domingos,
que com­pe­tía­mos a ver quién api­la­ba más;
aquél cole­gio vie­jo, sus balcones,
sus ven­ta­nas y algu­na mujer…

Recuer­do octu­bre, al final del conflicto,
cuan­do trin­che­ras y mon­ta­ñas que­da­ron como igual;
recuer­do cómo no nos reconocimos
con una bar­ba que nos daba responsabilidad.

Ah, mara­vi­llo­sa ado­les­cen­cia de esos años,
años de rom­per el mun­do y vol­ver­lo a crear.
Ah, épo­ca lle­na de epo­pé­yi­cas visiones,
épo­ca de sue­ños de fusil y porvenir.

Des­pués nos vimos muy poco en algún tiempo
(tú anda­bas de sol­da­do y yo vol­ví a estudiar)
y sin saber­lo, cada cual por su lado,
huyén­do­le a la muer­te se puso a guitarrear.
Recuer­do un día, en medio de la guerra,
que me decías -”Qué bueno que tú tam­bién estás”-
y así estu­vi­mos y esta­mos, has­ta tanto
nos que­den ener­gías para enfren­tar al mar.

Ah, cuán­to sir­vió de adies­tra­mien­to aquél pedazo,
tiem­pos de alzar­se, caer y alzar­se otra vez.
Ah, cuán­to de bueno se que­dó entre los pobres,
cuán­to de bueno nos que­dó bajo la piel.
Ah, cuán­tos maña­nas se nos fue­ron de los sueños,
cuán­tos maña­nas hoy tene­mos en las manos.

Paseo y 21. 1973

(1). Joven maes­tro volun­ta­rio ase­si­na­do por alza­dos con­tra­rre­vo­lu­cio­na­rios, en 1960.(2). Ubi­ca­da en la Calle San Rafael esqui­na a Man­ri­que, Centrohabana.(3). En home­na­je al héroe estu­dian­til y pre­si­den­te de la Fede­ra­ción Estu­dian­til Uni­ver­si­ta­ria (FEU) caí­do en com­ba­te con­tra la tira­nía, el 13 de mar­zo de 1957 fren­te a los muros de la Uni­ver­si­dad de La Haba­na, duran­te las ope­ra­cio­nes del ata­que al Pala­cio Pre­si­den­cial para eje­cu­tar al tirano Ful­gen­cio Batista.

(Este artícu­lo fue publi­ca­do ori­gi­nal­men­te en CRÉEME, el blog de Vicen­te Feliú)

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