La cri­sis no es grie­ga, es del capi­ta­lis­mo – Ati­lio Borón

La alar­ma de los capi­ta­lis­tas, jus­ti­fi­ca­da sin dudas, es que el derrum­be de Gre­cia pue­de arras­trar a otros paí­ses como Espa­ña, Irlan­da, Por­tu­gal y com­pro­me­ter muy seria­men­te la esta­bi­li­dad eco­nó­mi­ca y polí­ti­ca de las prin­ci­pa­les poten­cias de la Unión Euro­pea. Según infor­ma la pren­sa finan­cie­ra inter­na­cio­nal, repre­sen­ta­ti­va de los intere­ses de la “comu­ni­dad de nego­cios” (léa­se: los gigan­tes­cos oli­go­po­lios que con­tro­lan la eco­no­mía mun­dial) la resis­ten­cia popu­lar a las bru­ta­les medi­das de aus­te­ri­dad pro­pues­tas por el ex pre­si­den­te de la Inter­na­cio­nal Socia­lis­ta y actual pri­mer minis­tro grie­go, Geor­gios Andreas Papan­dreu, ame­na­zan con arro­jar por la bor­da todos los esté­ri­les esfuer­zos has­ta aho­ra rea­li­za­dos para paliar la crisis.

La zozo­bra cun­de en el patro­na­to ante las difi­cul­ta­des con que tro­pie­za Ate­nas para impo­ner las bru­ta­les polí­ti­cas exi­gi­das por sus supues­tos sal­va­do­res. Con toda razón y jus­ti­cia los tra­ba­ja­do­res no quie­ren hacer­se car­go de una cri­sis pro­vo­ca­da por los tahú­res de las finan­zas, y la ame­na­za de un enor­me esta­lli­do social, que podría rever­be­rar por toda Euro­pa, tie­ne para­li­za­da a las diri­gen­cias grie­ga y euro­pea. La inyec­ción de fon­dos otor­ga­da por el Ban­co Cen­tral Euro­peo, el FMI y los prin­ci­pa­les paí­ses de la zona euro no han hecho sino agra­var la cri­sis y fomen­tar los movi­mien­tos espe­cu­la­ti­vos del capi­tal finan­cie­ro. El resul­ta­do más visi­ble ha sido acre­cen­tar la expo­si­ción de los ban­cos euro­peos ante lo que ya apa­re­ce como un inevi­ta­ble default griego.

Las cono­ci­das rece­tas del FMI, el BM y el Ban­co Cen­tral Euro­peo: reduc­ción de suel­dos y jubi­la­cio­nes, des­pi­dos masi­vos de emplea­dos públi­cos, rema­te de empre­sas esta­ta­les y des­re­gu­la­ción de los mer­ca­dos para atraer inver­sio­nes han sur­ti­do los mis­mos efec­tos pade­ci­dos por varios paí­ses de Amé­ri­ca Lati­na, nota­ble­men­te la Argen­ti­na. Pare­ce­ría que el cur­so de los acon­te­ci­mien­tos en Gre­cia se enca­mi­na hacia un estre­pi­to­so derrum­be como el que cono­cie­ran los argen­ti­nos en diciem­bre del 2001. Dejan­do de lado algu­nas obvias dife­ren­cias hay dema­sia­das seme­jan­zas que abo­nan este pronóstico.

El pro­yec­to eco­nó­mi­co es el mis­mo, el neo­li­be­ra­lis­mo y sus polí­ti­cas de shock ; los acto­res prin­ci­pa­les son los mis­mos: el FMI y los perros guar­dia­nes del impe­ria­lis­mo a esca­la glo­bal; los gana­do­res son los mis­mos: el capi­tal con­cen­tra­do y muy espe­cial­men­te la ban­ca y las finan­zas; los per­de­do­res son tam­bién los mis­mos: los asa­la­ria­dos, los tra­ba­ja­do­res y los sec­to­res popu­la­res; y la resis­ten­cia social a esas polí­ti­cas tie­ne la mis­ma fuer­za que supo tener en la Argen­ti­na. Es difí­cil ima­gi­nar unsoft lan­ding, un ate­rri­za­je sua­ve, de esta cri­sis. Lo pre­vi­si­ble y lo más pro­ba­ble es pre­ci­sa­men­te lo con­tra­rio, tal como ocu­rrió en el país sudamericano

Cla­ro que a dife­ren­cia de la cri­sis argen­ti­na, la grie­ga está des­ti­na­da a tener un impac­to glo­bal incom­pa­ra­ble­men­te mayor. Por eso el mun­do de los nego­cios con­tem­pla con horror el posi­ble “con­ta­gio” de la cri­sis y sus devas­ta­do­res efec­tos entre los paí­ses del capi­ta­lis­mo metro­po­li­tano. Se esti­ma que la deu­da públi­ca grie­ga ascien­de a 486.000 millo­nes de dóla­res y que repre­sen­ta un 165 % del PIB de ese país. Pero tal cosa ocu­rre en una región, la “euro­zo­na” en don­de el endeu­da­mien­to ya ascien­de al 120 % del PIB de los paí­ses del euro, con casos como Ale­ma­nia con un 143 %, Fran­cia, 188 % y Gran Bre­ta­ña con el 398 %. No debe olvi­dar­se, ade­más, que la deu­da públi­ca de Esta­dos Uni­dos ya ascien­de al cien por cien­to de su PBI.

En una pala­bra: el cora­zón del capi­ta­lis­mo glo­bal está gra­ve­men­te enfer­mo. Por con­tra­po­si­ción la deu­da públi­ca chi­na en rela­ción a su gigan­tes­co PBI es de ape­nas el 7 %, la de Corea del Sur 25 % y la de Viet­nam 34 %. Hay un momen­to en que la eco­no­mía, que siem­pre es polí­ti­ca, se trans­for­ma en mate­má­ti­ca y los núme­ros can­tan. Y la melo­día que ento­nan dicen que aque­llos paí­ses están al bor­de de un abis­mo y que su situa­ción es insos­te­ni­ble. La deu­da grie­ga ‑exi­to­sa­men­te disi­mu­la­da en su ges­ta­ción y desa­rro­llo gra­cias a colu­sión cri­mi­nal de intere­ses entre el gobierno con­ser­va­dor grie­go de Kos­tas Kara­man­lis y el ban­co de inver­sión favo­ri­to de la Casa Blan­ca, Gold­man Sachs– fue finan­cia­da por muchos ban­cos, prin­ci­pal­men­te en Ale­ma­nia y, en menor medi­da, Francia.

Aho­ra son acree­do­res de pape­les de una deu­da que la cali­fi­ca­do­ra de ries­go Stan­dard & Poo­r’s (S&P) cali­fi­có con la peor nota del mun­do: CCC, es decir, tie­nen acreen­cias sobre un deu­dor insol­ven­te y que no tie­ne con­di­cio­nes de pagar. En igual o peor posi­ción se encuen­tra el ultra­neo­li­be­ral Ban­co Cen­tral Euro­peo, razón por la cual un default grie­go ten­dría con­se­cuen­cias cata­clís­mi­cas para este ver­da­de­ro minis­tro de finan­zas de la Unión Euro­pea, situa­do al mar­gen de cual­quier con­trol demo­crá­ti­co. Las pér­di­das que ori­gi­na­ría la ban­ca­rro­ta grie­ga no sólo com­pro­me­te­ría a los ban­cos expues­tos sino tam­bién a los paí­ses en pro­ble­mas, como Espa­ña, Irlan­da, Ita­lia y Por­tu­gal, que ten­drían que afron­tar el pago de intere­ses mucho más ele­va­dos que los actua­les para equi­li­brar sus dete­rio­ra­das finanzas.

No hace fal­ta mucho esfuer­zo para ima­gi­nar lo que suce­de­ría si se pro­du­je­se, como se teme, una cesa­ción uni­la­te­ral de pagos grie­ga, cuyo pri­mer impac­to daría en la línea de flo­ta­ción de la loco­mo­to­ra euro­pea, Ale­ma­nia. Los pro­ble­mas de la cri­sis grie­ga (y euro­pea) son de ori­gen estruc­tu­ral. No se deben a erro­res o a per­can­ces ines­pe­ra­dos sino que expre­san la cla­se de resul­ta­dos pre­vi­si­bles y espe­ra­bles cuan­do la espe­cu­la­ción y el para­si­tis­mo ren­tís­ti­co asu­men el pues­to de coman­do del pro­ce­so de acu­mu­la­ción de capi­tal. Por algo en el fra­gor de la Gran Depre­sión de los años trein­tas John May­nard Key­nes reco­men­da­ba, en su céle­bre Teo­ría Gene­ral de la Ocu­pa­ción, el Inte­rés y el Dine­ro, prac­ti­car la euta­na­sia del ren­tis­ta como con­di­ción indis­pen­sa­ble para garan­ti­zar el cre­ci­mien­to eco­nó­mi­co y redu­cir las fluc­tua­cio­nes cícli­cas endé­mi­cas en el capi­ta­lis­mo. Su con­se­jo fue desoí­do y hoy son aque­llos sec­to­res los que deten­tan la hege­mo­nía capi­ta­lis­ta, con las con­se­cuen­cias por todos conocidas.

Comen­tan­do sobre esta cri­sis el Ist­van Mes­za­ros decía hace pocos días que “una cri­sis estruc­tu­ral requie­re solu­cio­nes estruc­tu­ra­les”, algo que quie­nes están admi­nis­tran­do la cri­sis recha­zan ter­mi­nan­te­men­te. Pre­ten­den curar a un enfer­mo en gra­ví­si­mo esta­do con aspi­ri­nas. Es el capi­ta­lis­mo el que está en cri­sis y para salir de ella se tor­na impres­cin­di­ble salir del capi­ta­lis­mo, supe­rar cuan­to antes un sis­te­ma per­ver­so que con­du­ce a la huma­ni­dad al holo­caus­to en medio de enor­mes sufri­mien­tos y una depre­da­ción medioam­bien­tal sin pre­ce­den­tes. Por eso la mal lla­ma­da «cri­sis grie­ga» no es tal; es, en cam­bio, el sín­to­ma más agu­do de la cri­sis gene­ral del capi­ta­lis­mo, esa que los medios de comu­ni­ca­ción de la bur­gue­sía y el impe­ria­lis­mo ase­gu­ran des­de hace tres años que ya está en vías de supera­ción, pese a que las cosas están cada vez peor.

El pue­blo grie­go, con su fir­me resis­ten­cia, demues­tra estar dis­pues­to a aca­bar con un sis­te­ma que ya es invia­ble no en el lar­go sino en el mediano pla­zo. Habrá que acom­pa­ñar­lo en su lucha y orga­ni­zar la soli­da­ri­dad inter­na­cio­nal para tra­tar de evi­tar la feroz repre­sión de que es obje­to, méto­do pre­di­lec­to del capi­tal para solu­cio­nar los pro­ble­mas que crea su desor­bi­ta­da vora­ci­dad. Tal vez Gre­cia, que hace más de dos mil qui­nien­tos años inven­tó la filo­so­fía, la demo­cra­cia, el tea­tro, la tra­ge­dia y tan­tas otras cosas, pue­da vol­ver sobre sus fue­ros e inven­tar la revo­lu­ción anti­ca­pi­ta­lis­ta del siglo vein­tiuno. La huma­ni­dad le esta­ría pro­fun­da­men­te agradecida.

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