A nacio­na­li­zar por nari­ces – Alber­to Montero

Hace unos días escri­bía que el plan del gobierno para la capi­ta­li­za­ción de las cajas de aho­rro, más que sal­var­las, las ponía a los pies de los “fon­dos bui­tre”. Estos, cons­cien­tes de la nece­si­dad impe­rio­sa de capi­tal por par­te de las cajas, no duda­rían en tra­tar de hacer­se con ellas a pre­cios irri­so­rios para, a con­ti­nua­ción, comen­zar a des­gua­zar­las y salir en cuan­to hubie­ran ren­ta­bi­li­za­do sobra­da­men­te la inver­sión. No había que ser un mago de las finan­zas para anti­ci­par­lo, bas­ta­ba con poner­le un poco de sen­ti­do común y tener cua­tro nocio­nes bási­cas de cómo fun­cio­na el mun­do financiero.

Pues bien, los hechos han veni­do rápi­da­men­te a con­fir­mar la pre­dic­ción. Estos días podía­mos leer en la pren­sa que “los ‘fon­dos bui­tre’ piden des­cuen­tos del 70% para inyec­tar capi­tal a las cajas”. Así, tras cono­cer los resul­ta­dos sobre la situa­ción de sol­ven­cia de las cajas publi­ca­do por el Ban­co de Espa­ña y des­con­fian­do de ellos, están lan­zan­do unas ofer­tas que a todas luces son exce­si­va­men­te agre­si­vas pero que, dada la opa­ci­dad con la que se ha ges­tio­na­do la cri­sis del sec­tor finan­cie­ro en nues­tro país, no dejan de ser razo­na­bles. ¿O es que alguien pen­sa­ba que aho­ra iban a creer­se los resul­ta­dos publi­ca­dos por la mis­ma ins­ti­tu­ción que, en un cla­ra deja­ción de sus fun­cio­nes, ha hecho todo lo posi­ble por camu­flar la gra­ve­dad de la cri­sis de la situa­ción de esas ins­ti­tu­cio­nes financieras?

Y, ante esa situa­ción, qué hacen las cajas. Pues algu­nas de ellas ya han anun­cia­do lo que era pre­vi­si­ble: que pre­fie­ren que las nacio­na­li­cen tem­po­ral­men­te a mal­ven­der­se, es decir, que están dis­pues­tas a per­mi­tir que entre el Fon­do de Rees­truc­tu­ra­ción Orde­na­da Ban­ca­ria (FROB) antes de entre­gar­se en ban­de­ja de pla­ta a los espe­cu­la­do­res finan­cie­ros inter­na­cio­na­les como, por otra par­te, este gobierno pre­ten­día que hicieran.

Con lo cual asis­ti­mos, nue­va­men­te, a que la refor­ma de las cajas de aho­rro impues­ta des­de el gobierno sitúa a éste ante un esce­na­rio fren­te al que no se que­ría encon­trar; sín­to­ma de que quien dise­ña las estra­te­gias en Mon­cloa y sus ale­da­ños no es que sea, pre­ci­sa­men­te, un dis­cí­pu­lo aven­ta­ja­do de Sun Tzu.

Así, por un lado, el gobierno com­pe­lía a las cajas a capi­ta­li­zar­se en los mer­ca­dos finan­cie­ros bus­can­do inver­so­res ins­ti­tu­cio­na­les que estu­vie­ran dis­pues­tos a apor­tar el capi­tal que les era nece­sa­rio para lle­gar a los nive­les de “core capi­tal” impues­tos des­de el Minis­te­rio de Eco­no­mía. Esa era la línea pre­fe­ri­da de acción del Minis­te­rio, refor­za­da por la ame­na­za de la nacio­na­li­za­ción para aque­llas ins­ti­tu­cio­nes que no logra­ran acce­der al capi­tal nece­sa­rio en los mercados.

No es que el gobierno no tuvie­ra otras opcio­nes. Las tenía y casi al mis­mo pre­cio. Así, por ejem­plo, podía haber opta­do por nacio­na­li­zar aque­llas cajas de aho­rro que no pudie­ran capi­ta­li­zar­se en los mer­ca­dos (no diga­mos ya, por nacio­na­li­zar­las todas) para, una vez sanea­das, con­ver­tir­las en un múscu­lo finan­cie­ro de natu­ra­le­za públi­ca que per­mi­tie­ra al gobierno tener un mar­gen de sobe­ra­nía sobre la polí­ti­ca cre­di­ti­cia del país espe­cial­men­te nece­sa­rio en un con­tex­to en el que se ha cedi­do toda la sobe­ra­nía en mate­ria de polí­ti­ca monetaria.

Sin embar­go, el gobierno deci­dió apos­tar por la vía más neo­li­be­ral: for­zar a la abso­lu­ta ban­ca­ri­za­ción de las cajas de aho­rro y asu­mir, como un mal menor y tem­po­ral­men­te, que tal vez ten­dría que nacio­na­li­zar algu­nas de ellas.

La opción fren­te a la que no se espe­ra­ba encon­trar es, pre­ci­sa­men­te, aqué­lla fren­te a la que ha aca­ba­do encon­trán­do­se: unos fon­dos depre­da­do­res que quie­ren hacer­se con las cajas a pre­cio de sal­do para des­mem­brar­las y unas cajas que, cons­cien­tes de lo que eso supon­dría, pre­fie­ren ser nacio­na­li­za­das y sanea­das con dine­ro públi­co para, pos­te­rior­men­te, retor­nar a la esfe­ra pri­va­da pre­vi­si­ble­men­te diri­gi­das por sus actua­les gestores.

La nacio­na­li­za­ción, que era el recur­so de últi­ma ins­tan­cia que tenía el gobierno en men­te, aca­ba­rá con­vir­tién­do­se así en la regla gene­ral. Y eso tie­ne reper­cu­sio­nes que todos debe­mos conocer.

En pri­mer lugar, que será aho­ra el gobierno el que deba bus­car la finan­cia­ción nece­sa­ria para sanear las cajas de aho­rro. O, lo que es lo mis­mo, dado que los mer­ca­dos finan­cie­ros han deci­di­do pena­li­zar la mala ges­tión de esas ins­ti­tu­cio­nes no con­ce­dién­do­les capi­tal, aho­ra el gobierno ha deci­di­do que corres­pon­de al Esta­do asu­mir como pro­pios los ries­gos que aqué­llas toma­ron en exce­so en su momen­to y socia­li­zar­los entre toda la pobla­ción. La vie­ja his­to­ria que se repi­te: pri­va­ti­za­ción de bene­fi­cios y socia­li­za­ción de pér­di­das, ¿les suena?

En segun­do lugar, que ese ejer­ci­cio de nacio­na­li­za­ción exi­gi­rá, evi­den­te­men­te, nue­vas emi­sio­nes de deu­da públi­ca por par­te del Esta­do. Nue­vas emi­sio­nes que pue­den pro­vo­car un incre­men­to del ratio deuda/​PIB en dos pun­tos, como ha lle­ga­do a reco­no­cer la pro­pia minis­tra. En qué se tra­du­ce eso: en que, pre­vi­si­ble­men­te, se enca­re­ce­rá el pre­cio de las emi­sio­nes de deu­da y, con ello, los pagos por el ser­vi­cio de la mis­ma. Y eso, a su vez, se tra­du­ce en que o bien aumen­ta el défi­cit públi­co (cosa alta­men­te impro­ba­ble en un con­tex­to en el que su reduc­ción se ha con­ver­ti­do en el prin­ci­pal obje­ti­vo de la polí­ti­ca eco­nó­mi­ca de este gobierno) o bien se redu­cen otras par­ti­das de gas­to públi­co para com­pen­sar el incre­men­to de la de gas­tos finan­cie­ros. La resul­tan­te, en uno u otro caso, es cla­ra: aumen­ta­rá el tras­va­se de rique­za hacia los pro­pie­ta­rios de acti­vos finan­cie­ros mien­tras se retra­sa el recur­so a los estí­mu­los fis­ca­les para impul­sar la eco­no­mía real.

En ter­cer lugar, que este con­tex­to de incer­ti­dum­bre gene­ra un efec­to cla­ra­men­te con­trac­ti­vo sobre el cré­di­to. Las cajas están res­trin­gien­do la con­ce­sión de cré­di­tos por­que cada nue­va ope­ra­ción de acti­vo impli­ca el con­su­mo de unas reser­vas que le son nece­sa­rias para alcan­zar el nivel míni­mo exi­gi­do des­de el gobierno y esa res­tric­ción es mayor cuan­to más ele­va­do es el gado de incer­ti­dum­bre sobre su futu­ro. En tan­to que no se cla­ri­fi­que la situa­ción y pasen a ser nacio­na­li­za­das, difí­cil­men­te podrá des­man­te­lar­se la res­tric­ción cre­di­ti­cia que está aho­gan­do a la economía.

Y final­men­te hay que resal­tar que si la estra­te­gia hubie­ra esta­do dise­ña­da para nacio­na­li­zar, por una vía indi­rec­ta, a la gran mayo­ría de las cajas de aho­rro esta­ría­mos ante un éxi­to abso­lu­to de sus pro­mo­to­res; pero como se dise­ñó pre­ci­sa­men­te para lo con­tra­rio se tra­ta de un fra­ca­so rotun­do del que, como siem­pre, nadie asu­mi­rá la res­pon­sa­bi­li­dad: paga­re­mos entre todos el cos­te de la nacio­na­li­za­ción y sanea­mien­to de las cajas, podre­mos seguir sacan­do pecho por­que en este país nin­gún ban­co o caja ha que­bra­do y segui­re­mos can­tan­do baji­to no vaya­mos a moles­tar a los pode­ro­sos y sus títeres.

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