El estra­go – Anto­nio Alva­rez Solis

«Estra­go: Daño hecho en gue­rra, como la des­truc­ción de un país»

Y dice el Sr. Bono: «El café para todos ‑es decir, la crea­ción del Esta­do de las Auto­no­mías- fue una inven­ción de los estra­te­gas del momen­to. Fue una sali­da, pero pro­ba­ble­men­te no fue una solu­ción. Fue un «error» que aún se pue­de corre­gir». Pero ¿fue sólo un error? ¿No esta­mos ante un estra­go? Acla­ra el Sr. Bono que cuan­do aca­bó la dic­ta­du­ra el Ejér­ci­to no esta­ba dis­pues­to a que la Cons­ti­tu­ción reco­no­cie­ra el dere­cho al auto­go­bierno por par­te del País Vas­co y de Cata­lun­ya y que por tan­to hubo que sua­vi­zar esta pre­ten­sión disol­vién­do­la en el mar de las autonomías.

O sea, se pro­ce­dió ante la posi­bi­li­dad béli­ca de una suble­va­ción median­te el frí­vo­lo dise­ño de un Esta­do abso­lu­ta­men­te arti­fi­cial. Repi­ta­mos aho­ra la fra­se del extra­ño Sr. Bono: «Un error que aún se pue­de corre­gir». Mas no insi­núa siquie­ra cómo. ¿No esta­mos ante un estra­go? Mane­je­mos los datos fun­da­men­ta­les: se sale de Fran­co con una monar­quía de ori­gen fran­quis­ta, se crea un Esta­do a sota­ven­to de los mili­ta­res, se tro­cea urgen­te­men­te en comu­ni­da­des autó­no­mas la vie­ja Espa­ña com­pac­ta, se fal­si­fi­ca al mis­mo tiem­po el pro­ble­ma his­tó­ri­co de Eus­ka­di y Cata­lun­ya y se entre­ga todo cla­mo­ro­sa­men­te revuel­to a un socia­lis­mo que ha renun­cia­do a su ori­gen. En esto con­sis­te el estra­go que lue­go se pro­fun­di­za con una dura repre­sión del nacio­na­lis­mo vas­co y del cata­lán mien­tras las vie­jas regio­nes rom­pen a cami­nar con pies pla­nos y se engen­dra un sin­gu­lar anar­quis­mo institucional.

El embro­llo es feno­me­nal. Pero el Sr. Bono resuel­ve el nudo gor­diano con un tajo rotun­do: esto tie­ne arre­glo. Mas insis­ta­mos: ¿qué arre­glo? ¿Una segun­da tran­si­ción a car­go del Par­ti­do Popu­lar? Dudo que el Par­ti­do Popu­lar con­ci­ba siquie­ra una posi­ble auto­de­ter­mi­na­ción de vas­cos y cata­la­nes, epi­cen­tro del enre­do. Y mi duda aumen­ta si se tie­ne en cuen­ta la nue­va socie­dad de cas­tas de poder que se ha crea­do en las anti­guas regio­nes median­te las auto­no­mías inven­ta­das en la Cons­ti­tu­ción de 1978. La cali­fi­ca­ción de «estra­go» para todo esto pare­ce razo­na­ble. Sí, debe haber una sali­da. Pero ¿a qué pre­cio esta sali­da? De cual­quier for­ma habrá que pagar­lo. Habrá que decir a un país de men­te sim­ple como es Espa­ña que la paz pasa por que Cata­lun­ya y Eus­ka­di sean reco­no­ci­das como no-Espa­ña. Cier­ta­men­te esto resol­ve­ría una gue­rra que aho­ra va de la lla­ma al bra­se­ro y del bra­se­ro a la lla­ma y per­mi­ti­ría la reuni­fi­ca­ción de la Espa­ña genui­na supri­mien­do las ridí­cu­las fron­te­ras auto­nó­mi­cas que hacen, por ejem­plo, de La Man­cha dos Man­chas y de León un aña­di­do dolien­te de Cas­ti­lla. Lo efi­caz pare­ce ser esto.

Mas para tras­po­ner tal fron­te­ra habrá que con­ven­cer a la guar­dia civil de que el duque de Ahu­ma­da no era un caba­lle­ro acep­ta­ble por su visión del orden públi­co y al Ejér­ci­to de que su papel ya no está en la acción inte­rior. Difí­cil con­ven­ci­mien­to, pero pue­de encar­gar­se de su logro a la Unión Euro­pea de Ale­ma­nia y a los Esta­dos Uni­dos de Nor­te­amé­ri­ca. Todo es cues­tión de un reno­va­do mer­ca­deo de mino­rías diri­gen­tes. O de un sim­ple aper­ci­bi­mien­to para que no jue­guen con los apa­ra­tos explo­si­vos. Ahí está qui­zá y para Espa­ña la úni­ca uti­li­dad de la glo­ba­li­za­ción. No sé si lo verá así el Sr. Bono, que ya no pare­ce esti­mar posi­ble, creo, como lo esti­ma posi­ble aún el Sr. Rubal­ca­ba, can­tar las cua­ren­ta sola­men­te con un rey y una sota de bas­tos. El jue­go exi­ge las car­tas cier­tas. ¿Y se repar­ti­rán esas cartas?

Plan­tea­das así las cosas hay que bus­car la solu­ción en otro hori­zon­te. Hace fal­ta que sur­ja una orga­ni­za­ción polí­ti­ca capaz de hacer la tor­ta corres­pon­dien­te sin vol­ver a enha­ri­nar la masa ¿Un par­ti­do repu­bli­cano fuer­te y here­de­ro de la con­cien­cia rege­ne­ra­cio­nis­ta que siem­pre tuvo la Repú­bli­ca en Espa­ña? Creo fir­me­men­te que se tra­ta de eso. Un par­ti­do repu­bli­cano que naz­ca sin engas­tes de per­so­na­li­da­des corrup­tas o sos­pe­cho­sas de corrup­ción; que apa­rez­ca lim­pio de heren­cias con mala raíz; que acep­te el reno­va­do hori­zon­te de un pro­ta­go­nis­mo ver­da­de­ro de las masas; que sepa que Espa­ña ha de ser ajus­ta­da terri­to­rial­men­te a lo que ver­da­de­ra­men­te es a fin de ganar cala­do ideo­ló­gi­co, soli­dez inte­lec­tual y capa­ci­dad de auto­afir­ma­ción sin nece­si­dad del resi­duo colonialista.

L a actual ebu­lli­ción polí­ti­ca, pro­du­ci­da en un cal­de­ro mucho más redu­ci­do de lo que creen quie­nes lo mane­jan, ha de apla­car­se posi­ble­men­te amplian­do el ámbi­to polí­ti­co a la calle. Y esta ope­ra­ción he de rea­li­zar­se ofre­cien­do al colec­ti­vo de ciu­da­da­nos una impli­ca­ción suges­ti­va, capaz de des­per­tar a la calle para libe­rar­la por un lado de su sos­la­yo can­sino y lograr, por otro, que la acción polí­ti­ca sea inte­li­gi­ble y ten­ga una meta asu­mi­ble en el tér­mino útil de una gene­ra­ción. No pue­de repe­tir­se un día y otro la invi­ta­ción a futu­ros borro­sos y leja­nos y pre­ten­der que el pue­blo se embar­que en esa nave des­ar­bo­la­da de toda satis­fac­ción inme­dia­ta. La con­tem­pla­ción de gober­nan­tes que úni­ca­men­te tie­nen en su ópti­ca coti­dia­na al adver­sa­rio como ocu­pan­te del poder ha pro­du­ci­do en la calle una fati­ga infi­ni­ta. En este momen­to en que el desas­tre eco­nó­mi­co pri­ma sobre otras urgen­cias el ciu­da­dano ve como se le ofre­cen ori­llas que no figu­ran en su posi­bi­li­dad vital; sien­te como la acción cul­tu­ral se empo­bre­ce; cons­ta­ta como su posi­bi­li­dad de bien­es­tar es una pura face­cia sin gra­cia algu­na. De esta situa­ción hay que salir por una calle reple­ta de espe­ran­za, que atrai­ga a la masa, que ani­me el cora­zón abatido.

Sr. Bono: no se pue­de decir a la gen­te una y otra vez en qué con­sis­te la equi­vo­ca­ción sin aña­dir cómo ha de ser la enmien­da. Posi­ble­men­te usted no se atre­va a indi­car cami­nos con­cre­tos para cana­li­zar nue­vos entu­sias­mos popu­la­res por­que usted y los suyos no caben en esos cami­nos. Uste­des son agen­tes, que­rién­do­lo o no, del gran fra­ca­so que vive la socie­dad espa­ño­la. Les repug­nan las auto­no­mías, pero las auto­no­mías les han hecho diri­gen­tes. Les enco­ge el nau­fra­gio eco­nó­mi­co, pero se nega­ron a con­fe­sar que esta­ba acon­te­cien­do por­que no tenían valor para decla­rar que el sis­te­ma ya no era posi­ble y era ese sis­te­ma el fac­tor indu­da­ble del que­bran­to. Les aba­te el desas­tre del Esta­do, pero no pue­den corre­gir ese desas­tre por­que están ence­rra­dos en un Rei­no cuyas raí­ces impi­den espe­rar otro fru­to. Uste­des no hacen otra cosa que arre­pen­tir­se todos los días, cubrir de fal­sa ceni­za sus cabe­zas, pero no pue­den des­mon­tar del tigre que han cabal­ga­do. No nos digan, pues, que hay futu­ros mejo­res por­que nece­si­ta­mos presente.

Gober­nar es gober­nar el hoy y pre­pa­rar un maña­na acce­si­ble y, sobre todo, inme­dia­to, ya que a lar­go pla­zo, como decía lord Key­nes, esta­re­mos todos muer­tos. Qui­zá del plan­tea­mien­to de esta exi­gen­cia deduz­ca algún lec­tor teme­ro­so que habla­mos de crear un ambien­te revo­lu­cio­na­rio. Pues sí. La revo­lu­ción cons­ti­tu­ye ese trán­si­to nece­sa­rio para pasar del no-ser otra vez al ser. Pero la revo­lu­ción es siem­pre o casi siem­pre, si se sabe pro­ta­go­ni­zar­la, un camino salu­da­ble que no tie­ne por qué teñir­se con vio­len­cia inne­ce­sa­ria. En este sen­ti­do todo depen­de del con­tra­rre­vo­lu­cio­na­rio. La Repú­bli­ca siem­pre tuvo en Espa­ña per­fil revo­lu­cio­na­rio, pero no fue el ori­gen de la san­gre habi­da en torno a ella. Estas cosas son cons­ta­ta­bles sim­ple­men­te con leer y medi­tar los docu­men­tos rigu­ro­sos de la época.

Si al futu­ro se le abre un camino cla­ro la ciu­da­da­nía mar­cha por él como en una fies­ta. Pero para que el camino sea cla­ro es pre­ci­so acep­tar el com­pro­mi­so radi­cal con la liber­tad y el saber apar­tar­se a tiem­po para que lo nue­vo no se des­bor­de por cau­ces inde­sea­bles. O sea, Sr. Bono, que hay enmien­da al inmen­so error del 78. Por ejem­plo, usted ha de admi­tir que está sien­do par­te nota­ble de ese error.

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